📝HISTORIA EN BREVE
- Las personas con demencia que desarrollan enfermedad inflamatoria intestinal (EII) presentan un deterioro más rápido en las habilidades de pensamiento, memoria y razonamiento
- Un análisis a gran escala de 7.9 millones de participantes reveló que los pacientes con EII se enfrentan a un riesgo de demencia bastante elevado, y se observó una relación más estrecha en pacientes con enfermedad de Crohn que en pacientes con colitis ulcerosa
- La EII provoca una inflamación sistémica en la que se liberan citocinas que atraviesan la barrera hematoencefálica, lo cual interrumpe la comunicación neuronal y contribuye a la neurodegeneración progresiva con el paso del tiempo
- La enfermedad inflamatoria intestinal (EII) provoca disbiosis intestinal, con lo cual se producen metabolitos neurotóxicos y la permeabilidad intestinal aumenta, lo que permite que las sustancias nocivas lleguen al cerebro a través del torrente sanguíneo
- Para abordar las causas de la EII es necesario mejorar la salud celular y la forma de hacerlo consiste en evitar los aceites vegetales, consumir los carbohidratos adecuados y probióticos específicos, optimizar los niveles de vitamina D y antimicrobianos naturales
🩺Por el Dr. Mercola
De acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, entre 2.4 y 2.8 millones de personas padecen enfermedad inflamatoria intestinal (EII),1 la cual es una afección que se divide en dos tipos: enfermedad de Crohn y colitis ulcerosa. Los síntomas comunes incluyen diarrea persistente, dolor abdominal, fatiga y pérdida de peso involuntaria.2
Si no se tratan, estas afecciones pueden causar daño intestinal permanente, aumentar el riesgo de cáncer de colon y provocar complicaciones sistémicas que afectan a otros órganos. Además, los investigadores descubrieron que quienes padecen EII también tienen un mayor riesgo de desarrollar demencia.
La enfermedad inflamatoria intestinal acelera el deterioro cognitivo en pacientes con demencia
En un estudio que se publicó en la revista Gut, los investigadores indagaron cómo la EII acelera el deterioro cognitivo en personas que ya viven con demencia. Los investigadores analizaron un amplio registro a nivel nacional y compararon dos grupos: pacientes con diagnóstico de demencia que después desarrollaron enfermedad inflamatoria intestinal (EII), y un grupo de control similar con demencia, pero sin EII. La meta consistía en medir las diferencias en el deterioro cognitivo a través del tiempo mediante el Mini-Examen del Estado Mental (MMSE), que es una prueba de uso generalizado para evaluar la función cognitiva.3,4
La población de prueba incluyó a 111 personas con demencia que después recibieron un diagnóstico de EII y a 1110 personas con demencia, pero sin EII. Ambos grupos eran similares en edad, género y nivel educativo.
• El deterioro cognitivo fue notable: las personas con demencia que después desarrollaron EII perdieron casi un punto en el MMSE por año a diferencia de las que no tenían EII. Para ponerlo en perspectiva, esto significa que sus habilidades de pensamiento, memoria y razonamiento disminuyeron a un ritmo mucho más rápido. Como indicó el coautor del estudio, el Dr. Hong Xu: 5
"Nuestros resultados indican que la enfermedad intestinal inflamatoria (EII) puede empeorar la función cognitiva en personas con demencia".
• Se necesita más investigación para consolidar la conexión: dado que la investigación sigue un modelo observacional, los autores no afirmaron una relación directa de causa y efecto. Sin embargo, los patrones consistentes en los datos dejan claro que la EII es una señal de alerta para cualquier persona con demencia.
• El futuro del tratamiento: ahora que ya se estableció la conexión, Hong Xu cree que se pueden crear nuevos tratamientos enfocados en la EII y la demencia:6
"Esto abre la puerta a estrategias de atención más eficaces que incluyen un seguimiento más cercano y tratamientos específicos, lo que con suerte permitirá mejorar la calidad de vida de estos pacientes".
Existen más evidencias que respaldan la relación entre la demencia y la EII
En un análisis que se publicó en la revista Scientific Reports, los investigadores evaluaron si la EII está relacionada con un mayor riesgo de demencia mediante la recopilación de datos de múltiples estudios poblacionales de todo el mundo. El equipo examinó 10 estudios observacionales que involucraron a un total de 7 895 339 participantes, de los cuales 269 387 tenían EII.7
• El vínculo entre la EII y la demencia es evidente: el equipo comparó la progresión de la demencia en personas con EII y en personas sin la afección. Su análisis reveló que las personas con EII tenían una probabilidad 17 % más de alta de desarrollar demencia en general.
Al descomponer los datos, se encontró que cada uno de los dos tipos principales de EII conllevaba sus propios riesgos. Concretamente, la enfermedad de Crohn presentó una asociación más estrecha (26 % más de riesgo) frente a la colitis ulcerosa (15 % más de riesgo). La teoría sugiere que el tipo y la intensidad de la inflamación intestinal podrían influir de forma distinta en la salud del cerebro.
• Un vistazo más cercano a los números: los hallazgos mostraron consistencia en la mayoría de los análisis de subgrupos. El riesgo elevado se mantuvo tanto en las poblaciones de estudio de países occidentales como asiáticos, lo que indica que la conexión no depende solo de factores culturales o alimenticios.
Eso es importante para usted porque significa que la conexión podría ser de índole biológica, arraigada en la propia enfermedad y no solo en los patrones de estilo de vida. Los hallazgos también se mantuvieron en los análisis de sensibilidad, que son comprobaciones que realizan los investigadores para ver si la eliminación de algún estudio cambia los resultados. En este caso, el patrón general se mantuvo estable, lo que refuerza que la asociación es fiable.
• El análisis también exploró las duraciones del seguimiento: algunos estudios que se incluyeron en el metaanálisis monitorearon a los participantes durante tan solo dos años, mientras que otros lo hicieron durante más de una década. Los periodos de seguimiento más prolongados tendieron a mostrar diferencias más claras entre las personas con y sin EII, lo que sugiere que cuanto más tiempo esté expuesto el cerebro a la inflamación intestinal crónica, mayor será el impacto acumulativo en la salud cognitiva.
• Una teoría sobre cómo la EII afecta la función cognitiva: el estudio señala varios procesos interconectados. La inflamación sistémica crónica, que es un sello distintivo de la EII, da como resultado niveles elevados de citocinas inflamatorias que circulan en el torrente sanguíneo. Estas sustancias atraviesan la barrera hematoencefálica, donde alteran el delicado equilibrio químico del cerebro e interfieren con la comunicación entre neuronas. Con el tiempo, este entorno inflamatorio contribuye a la neurodegeneración.
Por ejemplo, los investigadores señalaron la disbiosis intestinal, que es un desequilibrio en las poblaciones de bacterias que viven en los intestinos. Cuando la digestión es saludable, las bacterias beneficiosas producen ácidos grasos de cadena corta (AGCC) que ayudan a regular la inflamación y a mantener la integridad de la barrera hematoencefálica.
En la EII, el equilibrio se inclina hacia las bacterias dañinas, lo cual reduce estos compuestos protectores. Este desequilibrio provoca una mayor permeabilidad intestinal, lo que permite que las toxinas dañinas y subproductos bacterianos entren en el torrente sanguíneo y lleguen al cerebro.
• La disrupción del eje intestino-cerebro es otro factor: los cambios relacionados con la EII en los nervios intestinales y la señalización inmunológica pueden alterar la función cerebral de forma directa.
Los autores del estudio destacaron que, si bien los datos demostraron una asociación consistente, la naturaleza observacional de los estudios incluidos significa que no pudieron probar con certeza que la EII causa demencia. Sin embargo, aquí hay una conclusión importante: saber que la EII se relaciona con un mayor riesgo de demencia debería permitirle realizar cambios positivos en su estilo de vida para reducir la inflamación gastrointestinal y, de esta forma, proteger su salud cerebral tanto como sea posible.
El riesgo de demencia aumenta después del diagnóstico de EII
Un estudio sistemático de 2022 que se publicó en la revista Frontiers in Neurology examinó si las personas desarrollan demencia con mayor frecuencia después de ser diagnosticadas con EII. Los investigadores reunieron datos de varios estudios poblacionales a gran escala, y analizaron un total de 2 334 472 participantes. Su objetivo fue comparar las tasas de demencia antes y después del diagnóstico de EII.8
• Los datos revelaron un patrón muy claro: el riesgo de demencia fue mucho mayor después del inicio de la EII. En concreto, los participantes tuvieron una probabilidad 27 % más elevada de desarrollar demencia tras su diagnóstico de EII en comparación con la población general. Por el contrario, las tasas de demencia no estaban elevadas en los años anteriores al diagnóstico de EII, lo que apoya la hipótesis de que la enfermedad intestinal precedió y contribuyó a la pérdida cognitiva que surgió después.
Cuando los investigadores analizaron los resultados con mayor detalle, descubrieron que la asociación entre la EII y la demencia era consistente en todos los grupos de edad y sexos. Los pacientes jóvenes, los adultos mayores, los hombres y las mujeres presentaron un patrón similar de mayor riesgo después del diagnóstico.
• La demencia y el deterioro de la salud intestinal mantienen un vínculo inseparable: en estudios con períodos de seguimiento superiores a 10 años, el riesgo se mantuvo elevado, lo que demuestra que los efectos de la EII en la salud del cerebro trascienden en el corto plazo.
El análisis de subgrupos también demostró tendencias similares entre la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa. Si bien algunas investigaciones anteriores encontraron un riesgo un poco mayor con la enfermedad de Crohn, este estudio descubrió que el aumento del riesgo de demencia era sustancial y significativo en términos estadísticos para ambas formas de EII.
• La inflamación sistémica crónica es uno de los principales sospechosos: al igual que el estudio de la revista Scientific Reports, esta investigación plantea la teoría de que las citocinas inflamatorias atraviesan la barrera hematoencefálica. Una vez en el interior, estas sustancias alteran la comunicación entre las células nerviosas, dañan las neuronas y desencadenan procesos de neurodegeneración relacionados con la demencia.
En un hallazgo relacionado, los investigadores destacaron el rol de los metabolitos neurotóxicos de origen intestinal, que son subproductos dañinos generados por un microbioma intestinal en desequilibrio. Estos subproductos viajan por el torrente sanguíneo hasta el cerebro, donde pueden interferir con su funcionamiento normal y acelerar los procesos neurodegenerativos.
Los autores destacaron que los datos respaldaban una "asociación unidireccional", lo que significa que primero se diagnosticó la EII y después la demencia. Aunque el diseño del estudio no prueba una relación causal, los hallazgos dejan claro que la EII no es un simple subproducto de la demencia temprana. Asimismo, reconocen las limitaciones de su estudio y afirman que puede ocurrir lo contrario:9
"Los estudios actuales no consideraron de forma suficiente la temporalidad; la demencia es una enfermedad de progresión lenta con un período de incubación de varios años, por lo que son posibles la causalidad inversa y el resultado de una exposición simultánea".
Controle la EII con estas estrategias naturales
Si le han diagnosticado EII, es fundamental que aborde la mala salud celular, ya que esa es la causa de la enfermedad. Ahora bien, estas son mis recomendaciones para ayudarle a recuperar el control de su salud digestiva:
1. Apoye su salud celular para construir unos cimientos intestinales sólidos: le recomiendo que comience por reducir su exposición a los disruptores endocrinos (EDC) y a los campos electromagnéticos (EMF, por sus siglas en inglés). Otra estrategia que puede darle resultados rápidos es reducir al mínimo el consumo de ácido linoleico (AL), que es una toxina de presencia generalizada en el suministro de alimentos.
Le recomiendo minimizar el consumo de AL a menos de 5 gramos al día, pero si puede reducirlo a menos de 2 gramos, mucho mejor.
Por último, consuma los carbohidratos adecuados para reparar su intestino y producir la energía celular necesaria. Comience por consumir entre 200 y 250 gramos de carbohidratos saludables al día que provengan de fuentes nutritivas, como arroz blanco y fruta entera. Estos alimentos les darán a sus células la energía que necesitan y reducirán los problemas digestivos.
Una vez que su función intestinal mejore, puede consumir alimentos ricos en fibra. Esto se debe a que una combinación de fibra y un mal funcionamiento intestinal causará más problemas. Específicamente, aumentan la acumulación de endotoxinas. Si padece una disfunción intestinal grave, elija carbohidratos de fácil digestión, como el agua dextrosa durante la primera o segunda semana: bébala en pequeños sorbos durante todo el día para favorecer la recuperación.
2. Favorezca el crecimiento de la Akkermansia muciniphila: esta bacteria beneficiosa fundamental ejerce una función central en un microbioma equilibrado. Lo ideal es que constituya entre el 3 % y el 5 % de la población total de su microbioma intestinal. Dicho lo anterior, las frutas ricas en polifenoles, como las bayas, y los alimentos ricos en inulina, como el ajo, los espárragos, los plátanos y los puerros, le ayudarán a aumentar sus niveles de Akkermansia.
También puede tomar un suplemento de Akkermansia, pero primero debe pasar al menos seis meses sin consumir aceites vegetales para permitir la recuperación mitocondrial y crear un ambiente intestinal donde esta bacteria pueda prosperar.
Una vez que esté listo, elija un suplemento con métodos de administración avanzados, como cápsulas de liberación prolongada o microencapsulación, las cuales mantienen las bacterias protegidas hasta que llegan al colon, que es la parte que más necesita esta bacteria. Los métodos de liberación retardada aumentan el número de bacterias vivas que sobreviven al proceso digestivo, lo que le proporciona el mayor beneficio.
3. Proteja su intestino después de usar antibióticos con la Saccharomyces boulardii: si necesita tomar un antibiótico por razones médicas, es necesario que vuelva a poblar su intestino con bacterias beneficiosas.
Cuando termine un tratamiento con antibióticos, ayude a que su microbioma se recupere tomando Saccharomyces boulardii, que es una levadura probiótica. Esta ayuda a prevenir la diarrea relacionada con los antibióticos y favorece el crecimiento de bacterias intestinales saludables, lo que facilita la recuperación y reduce el riesgo de un desequilibrio intestinal persistente.
4. Recurra a los antimicrobianos naturales antes que a los antibióticos farmacéuticos: además de los antibióticos farmacéuticos, pruebe los antimicrobianos a base de alimentos y hierbas que pueden combatir las bacterias dañinas, incluidas las cepas resistentes a los medicamentos. Entre los ejemplos que dan los mejores resultados se encuentran la miel medicinal, el ajo, el jengibre y el aceite esencial de tomillo. Estos agentes naturales ayudan a combatir las infecciones y alteran menos el equilibrio microbiano general.
5. Mejore sus niveles de vitamina D y restaure la energía celular: la vitamina D es fundamental para la salud intestinal. Intente exponerse al sol todos los días alrededor del mediodía, cuando los rayos UVB son más intensos, para así permitir que su cuerpo produzca vitamina D de forma natural. Sin embargo, hay una salvedad a esta recomendación, sobre todo si ha estado consumiendo alimentos ricos en ácido linoleico.
Espere hasta haber minimizado su consumo durante al menos seis meses antes de tomar el sol en las horas de mayor intensidad, ya que la exposición a los rayos UV combinada con altos niveles de AL en los tejidos de la piel puede desencadenar inflamación y daño en el ADN.
Se necesitan alrededor de dos años para eliminar los aceites vegetales del cuerpo, siempre que se haya seguido una alimentación baja en AL. Pero puede acelerar este proceso si aumenta su consumo de grasa C15:0 (ácido pentadecanoico), la cual se encuentra en los productos lácteos de animales alimentados con pastura. La mayoría de las personas obtienen entre 100 y 200 gramos diarios de los alimentos, pero yo tomo 2 gramos, divididos entre las comidas.
Por último, compruebe si sus niveles se encuentran dentro del rango óptimo. Le recomiendo alcanzar entre 60 y 80 ng/mL (nanogramos por mililitro) para optimizar su salud intestinal. Hágase análisis de sangre de forma periódica para mantener esos niveles.
Preguntas frecuentes sobre la enfermedad inflamatoria intestinal y la demencia
P: ¿Qué es la enfermedad inflamatoria intestinal (EII) y por qué afecta mucho más que el intestino?
R: La EII es una afección crónica que inflama el tracto digestivo, lo que produce síntomas como diarrea continua, dolor abdominal, fatiga y pérdida de peso involuntaria. Si no se trata, puede causar daños intestinales permanentes, aumentar el riesgo de cáncer de colon y provocar complicaciones en otros órganos, como el cerebro. Las investigaciones actuales demuestran que la EII se relaciona con un mayor riesgo de demencia.
P: ¿Cómo afecta la EII a la progresión de la demencia?
R: Un estudio que se publicó en la revista Gut descubrió que las personas con demencia que después desarrollaron EII experimentaron un deterioro cognitivo más rápido. En promedio, perdieron casi un punto más por año en el Mini-Examen del Estado Mental en comparación con los pacientes con demencia sin EII. Esto significa que las habilidades de pensamiento, memoria y razonamiento se deterioraron a un ritmo mucho más rápido cuando estaba presente la EII.
P: ¿Tener EII aumenta el riesgo de desarrollar demencia?
R: Sí. Una amplia revisión publicada en la revista Scientific Reports que analizó a 7 895 339 personas encontró que aquellos con EII tenían una probabilidad 17 % más de alta de desarrollar demencia. La enfermedad de Crohn presentó la mayor asociación, con un aumento del riesgo del 26 %, mientras que la colitis ulcerosa mostró un aumento del 15 %. El riesgo fue constante sin importar la edad, el sexo y la región geográfica.
P: ¿Qué podría explicar la relación entre la EII y la demencia?
R: Hay varios mecanismos en juego. La inflamación sistémica crónica libera citocinas, que son compuestos inflamatorios que pueden cruzar la barrera hematoencefálica y dañar las células cerebrales. Los desequilibrios en el microbioma intestinal también reducen los compuestos protectores y aumentan la permeabilidad intestinal ("intestino permeable"), lo cual permite que las toxinas y los subproductos bacterianos entren en el torrente sanguíneo y lleguen al cerebro. Esta combinación altera la química cerebral, daña las neuronas y acelera el deterioro cognitivo.
P: ¿Cuáles son las estrategias naturales para controlar la EII?
R: Las recomendaciones incluyen minimizar los factores de estrés mitocondrial, como los aceites vegetales, los disruptores endocrinos (EDC) y los campos electromagnéticos. Para optimizar la salud, comience con carbohidratos fáciles de digerir para favorecer la reparación intestinal. Asimismo, otras medidas que ayudan a optimizar la salud intestinal incluyen tomar probióticos como Akkermansia muciniphila, suplementar con Saccharomyces boulardii después de un tratamiento con antibióticos, probar antimicrobianos naturales y optimizar los niveles de vitamina D mediante una exposición segura al sol.
