📝HISTORIA EN BREVE
- Se han identificado casi 15 000 compuestos PFAS, pero menos del 2 % cuenta con datos sobre su seguridad. El resto sigue sin evaluarse ni regularse, a pesar de que podríamos estar expuestos a ellos todos los días
- El uso de PFOA, también conocido como C8, por parte de DuPont para producir Teflón contaminó el agua y el aire. Los niveles de esta sustancia en la sangre de trabajadores y residentes superaron cientos de veces los límites seguros
- Los químicos PFAS no se descomponen, de hecho, permanecen en el cuerpo durante años, se adhieren a las proteínas y se acumulan en órganos como el hígado y el cerebro, lo que aumenta los riesgos a largo plazo
- Las principales fuentes de exposición incluyen agua potable contaminada, empaques de alimentos, utensilios de cocina antiadherentes, ropa impermeable y muebles resistentes a las manchas, lo que hace que el contacto diario sea casi inevitable y no exista ninguna medida de prevención
- Puede reducir la carga tóxica al filtrar el agua que consume, evitar productos tratados con PFAS, donar sangre o plasma, contribuir al proceso desintoxicación del hígado con alimentos ricos en azufre, mejorar la salud mitocondrial y exigir cambios en las regulaciones
🩺Por el Dr. Mercola
A lo largo de la vida ha estado expuesto a sustancias químicas tóxicas que su médico nunca le ha mencionado y que tal vez, hoy en día se encuentran en su sangre. Usted no eligió esto, fue la industria quien lo hizo. A lo largo del último siglo, las empresas liberaron de manera silenciosa miles de compuestos sintéticos al medio ambiente, los cuales se encuentran en objetos de uso diario como empaques, utensilios de cocina y ropa. Estas sustancias se diseñaron para durar para siempre, y eso es lo que hacen dentro del cuerpo.
Incluso cantidades mínimas de estas sustancias químicas se relacionan con problemas graves, entre ellos cambios hormonales, problemas con el sistema inmunológico y cáncer. Sin embargo, se han evaluado muy pocos compuestos para comprobar su seguridad en seres humanos.
Y aunque la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de Estados Unidos comenzó a regular algunos de los tipos más antiguos y conocidos, la mayoría permanece sin control, sin advertencias, sin restricciones y sin rendición de cuentas. Este artículo analiza cómo una invención química derivó en una crisis de contaminación global y explica qué puede hacer para protegerse.
Un revestimiento de cocina provocó uno de los peores desastres tóxicos en la historia de Estados Unidos
El documental How One Company Secretly Poisoned the Planet rastrea la impactante historia de las sustancias perfluoroalquilo y polifluoroalquilo (PFAS) hasta un accidente único de laboratorio.1 En 1938, un químico de DuPont llamado Roy Plunkett creó por accidente un polvo blanco resbaladizo, el politetrafluoroetileno, que más tarde se comercializó con el nombre de teflón.
Parecía milagroso: resistía el calor, el agua, el ácido y casi todos los productos químicos. Esa misma indestructibilidad lo hizo valioso para el ejército y la industria. Pero para fabricarlo se necesitaba una sustancia química aparte, llamada PFOA (también conocida como C8), que más tarde se relacionaría con daños a la salud humana.
• Los trabajadores de fábricas y los residentes que viven cerca de la planta de DuPont estuvieron expuestos a agua y aire tóxicos: DuPont comenzó a producir teflón en su planta Washington Works en Parkersburg, Virginia Occidental, y utilizó C8 para polimerizar el material. En lugar de desechar los residuos de manera segura, la empresa arrojó miles de libras de C8 al río Ohio, a rellenos sanitarios locales y al aire. Los registros internos de la empresa de la década de los 60's mostraron que el C8 causó daños en los órganos y cáncer en animales de laboratorio.
Aun así, guardaron silencio y continuaron con la producción. Un granjero local llamado Earl Tennant, perdió docenas de cabezas de ganado que desarrollaron tumores, dientes ennegrecidos y lesiones en la piel. En su arroyo salía espuma blanca que provenía de una tubería de desecho de DuPont. Cuando Tennant presentó una demanda, DuPont llegó a un acuerdo privado y no admitió culpa.
• Los trabajadores de DuPont presentaban niveles de C8 en la sangre que superaban por más de mil veces el promedio en Estados Unidos: según se expone en el documental, cuando 3M (el proveedor original de C8) detectó la presencia de PFOA en la sangre de la población general de Estados Unidos durante la década de los 70's, se acercó a DuPont para informarlo. DuPont examinó a sus trabajadores y descubrió niveles demasiados altos.
Algunos empleados ya presentaban signos de disfunción hepática, y las trabajadoras embarazadas tuvieron hijos con malformaciones congénitas. A pesar de los datos alarmantes, DuPont estableció por su cuenta un límite “seguro” para la presencia de PFOA en el agua: una parte por mil millones (ppb).
• La exposición se extendió mucho más allá de la planta, y la contaminación del agua potable afectó a decenas de miles de residentes: pruebas internas de DuPont detectaron 1 600 partes por mil millones (ppb) de C8 en el agua de un relleno sanitario cercano a la granja del señor Tennant, una concentración 1 600 veces mayor que el límite de seguridad que la propia empresa había establecido.
Pero no se lo dijeron a nadie. En una demanda colectiva posterior, que involucró a 70 000 residentes, un panel científico independiente identificó una “probable relación” entre el C8 y seis enfermedades humanas, entre ellas la enfermedad de la tiroides, colitis ulcerosa, hipertensión inducida por el embarazo, así como diferentes tipos de cáncer de testículos y de riñón. Estos problemas de salud se observaron con concentraciones promedio en sangre de apenas 28 partes por mil millones (ppb).
• Una vez que se acumula en el organismo, eliminar el PFAS resulta bastante difícil: el C8 imita a los ácidos grasos del cuerpo, por lo que se une a las proteínas en la sangre y se desplaza hacia órganos como el hígado, los riñones e incluso el cerebro. Como el cuerpo no cuenta con un mecanismo natural para romper los enlaces carbono-flúor, estos compuestos permanecen en el organismo durante años antes de que se eliminen.
Ese tiempo de retención aumenta la posibilidad de daño acumulativo, incluso con exposiciones pequeñas. Investigadores descubrieron que los bomberos que donaban sangre de forma regular lograban reducir sus niveles de PFAS hasta en un 30 % en el transcurso de un año. Sin embargo, el documental enfatizó que responsabilizar a las personas de filtrar o desintoxicar el organismo es un enfoque equivocado. La verdadera solución es detener la producción y responsabilizar a los fabricantes.
• Los mayores riesgos provenían del empaquetado, los alimentos y el agua local: la mayoría de las personas asume que la exposición ocurre por utensilios de cocina antiadherentes. Aunque es un tipo de exposición, otro riesgo importante es el ambiental, a través del agua contaminada, el empaque de alimentos procesados, los muebles resistentes a las manchas y las espumas contra incendios.
En particular, las bolsas de palomitas para microondas liberan PFAS durante el calentamiento. Incluso concentraciones pequeñas en el agua, apenas unas pocas partes por trillón, se acumulan en la sangre con el tiempo y elevan los niveles hasta alcanzar la zona de riesgo.
Existen miles de sustancias químicas tóxicas, pero muy pocos datos de seguridad
Un mapa sistemático de evidencia publicado en Environmental Health Perspectives señaló que hoy en día se conocen alrededor de 14 735 sustancias PFAS.2 A pesar de su uso, solo 214 de esos compuestos tienen datos toxicológicos publicados. Esto significa que más del 98 % de los PFAS nunca se han evaluado por sus riesgos para la salud. Para la persona promedio, esto se traduce en una exposición diaria a sustancias químicas que las agencias reguladoras ni siquiera han comenzado a estudiar o monitorear.
• Los estudios de toxicología se enfocaron solo en algunas sustancias químicas antiguas, lo que dejó importantes vacíos: de todos los PFAS con datos publicados, casi todos los estudios se centraron en sustancias bien conocidas como PFOA, PFOS, PFHxS y PFNA.
Estas cuatro sustancias químicas dominan la literatura científica porque son las que se han utilizado durante más tiempo y han sido objeto de demandas judiciales. Sin embargo, eso deja a los PFAS más recientes, conocidos como “sustitutos” como GenX y ADONA, sin estudio, aunque la evidencia inicial sugiere que son igual o más dañinos.
• Los autores del estudio advirtieron que estos vacíos representan puntos ciegos regulatorios: hoy en día, solo seis PFAS están regulados bajo el estándar nacional de agua potable de la EPA para 2024. Esto deja casi 15 000 sustancias químicas sin regular en los alimentos, el agua, el aire y los productos de consumo. Esta regulación fragmentada es insuficiente. Sin pruebas ni prohibiciones proactivas, las industrias sustituyen un PFAS por otro sin demostrar que el reemplazo sea seguro.
• Los fabricantes de PFAS se aprovechan de la falta de datos para retrasar las regulaciones: debido a que la mayoría de los PFAS no cuentan con perfiles de seguridad, los fabricantes afirman que “no existe evidencia de daño”, aunque tampoco hay evidencia de que sean seguros.
Esta táctica, a veces llamada el “vacío de datos regulatorios,” permite a las empresas desviar la presión pública de sí mismas hacia los reguladores, quienes ya se encuentran saturados. Para los consumidores, esto significa que talvez usan a diario productos que contienen PFAS no probados y que no existe ninguna ley que exija divulgación o advertencia.
• Los científicos hicieron un llamado urgente para eliminar el vacío de datos y proteger la salud pública: el estudio recomendó ampliar el uso de pruebas de toxicidad de alta productividad para evaluar grandes cantidades de sustancias químicas. También solicitaron modelos predictivos para estimar la toxicidad basándose en la estructura química y priorizar las pruebas en función de la probabilidad de exposición humana.
Sin estas herramientas, las agencias reguladoras se ven obligadas a ponerse al día con las industrias que desarrollan nuevos PFAS más rápido de lo que los evalúan. Mientras tanto, la población sigue expuesta, sin saberlo y sin protección.
Cómo protegerse y reducir la carga tóxica
No está solo en esto. Aunque la contaminación comenzó con la industria, todavía existen medidas inteligentes que puede seguir para reducir su exposición, apoyar los sistemas de desintoxicación de su cuerpo e impulsar un cambio real. Será necesario actuar en dos frentes: controlar lo que entra a su cuerpo y mejorar la forma en que su organismo lo procesa una vez que está ahí.
Si ya ha estado expuesto, como la mayoría, su enfoque debe ser detener la fuente y apoyar a su organismo para eliminar lo que no le sirve. Estos cinco pasos pueden ayudarle a empezar.
1. Filtre el agua que consume con un sistema capaz de eliminar PFAS: Si no está seguro de si el agua en su zona está contaminada, consulte el informe de su proveedor local o utilice un kit específico para detectar PFAS. Si detecta PFAS, elija un sistema de filtración de agua de alta calidad diseñado para eliminarlos. Esta es una medida efectiva para limitar la exposición diaria.
2. Evite introducir nuevos PFAS en su hogar: esto implica eliminar los utensilios de cocina antiadherentes, las alfombras y los muebles resistentes a las manchas, la ropa impermeable (como la de tipo Gore-Tex) y los empaques de comida rápida. Busque etiquetas que indiquen que no contienen PFAS ni flúor. Si tiene hijos, preste especial atención a los uniformes escolares y a la ropa para actividades al aire libre que haya sido tratada con químicos resistentes al agua y a las manchas. Éstas son fuentes comunes de exposición en la infancia.
3. Done sangre o plasma para reducir sus niveles de PFAS: si cumple con los criterios de donación, esta es una de las formas más efectivas de eliminar PFAS de su cuerpo. Varios estudios han demostrado que donar sangre o plasma de manera regular ayuda a eliminar compuestos como PFOS y PFHxS, que de otro modo tardarían años en salir del organismo. Esto no es solo una buena práctica; es una forma activa de protegerse.
4. Apoye la función de su hígado y riñones, el sistema natural de desintoxicación del cuerpo: no necesita seguir un proceso de desintoxicación de moda ni consumir suplementos costosos. Lo que necesita es un apoyo constante para desintoxicar sus órganos. Consuma alimentos ricos en azufre, como ajo, cebolla y vegetales crucíferos, para estimular la producción de glutatión, que es el principal compuesto de desintoxicación del cuerpo.
Hidrátese con agua filtrada, evite alcohol y elimine los aceites vegetales de su alimentación, ya que contienen altos niveles de ácido linoleico (AL), el cual afecta la función de las mitocondrias y dificulta el proceso para eliminar toxinas.
5. Alce la voz, ya que las medidas voluntarias de la industria no lo protegerán: la razón por la que ha estado expuesto no es individual ni personal. Es una política. La industria aprovechó un vacío legal, y ahora la responsabilidad recae en usted. Así que no se limite a proteger su propio hogar. Apoye las prohibiciones a nivel estatal sobre los PFAS en los productos de consumo, exija que se informen todos los ingredientes en los envases y promueva la ampliación de pruebas y la limpieza en las comunidades contaminadas.
Su voz importa más de lo que cree. Cada capa de exposición que elimina reduce su carga tóxica de por vida y le da a su cuerpo una mejor posibilidad de recuperarse. No se trata sólo de evitar la enfermedad. Se trata de recuperar el control sobre lo que entra en su cuerpo y lo que no.
Preguntas frecuentes sobre PFAS
P: ¿Qué son los PFAS y por qué debería preocuparme?
R: Los PFAS son sustancias químicas sintéticas que se utilizan en utensilios de cocina antiadherentes, telas resistentes a las manchas, envases de alimentos, ropa impermeable y procesos industriales. Se conocen como “químicos permanentes” porque no se descomponen en el medio ambiente ni en el cuerpo. Incluso cantidades mínimas de PFAS se relacionan con graves problemas de salud, como cáncer, daño hepático, disfunción tiroidea y debilitamiento del sistema inmunológico.
P: ¿Qué tan común es la contaminación por PFAS?
R: Se encuentra en todas partes. De acuerdo con las estimaciones actuales, más del 98 % de las personas en Estados Unidos tienen PFAS en la sangre. Estas sustancias químicas contaminan el agua, el aire, el suelo y los alimentos. Se encontró un PFAS, PFOA, en suministros de agua cerca de bases militares, aeropuertos y plantas de fabricación en niveles que excedían las pautas de seguridad.
P: ¿Por qué no se han regulado ni analizado más de estas sustancias químicas?
R: Se sabe que existen casi 15 000 compuestos PFAS, pero solo se han estudiado alrededor de unos 200 en cuanto a su toxicidad. Hoy en día sólo seis están regulados en el agua potable de Estados Unidos. La industria a menudo reemplaza los PFAS prohibidos con versiones nuevas que no se han analizado, lo que crea un ciclo de exposición continua con poca responsabilidad.
P: ¿Cómo puedo reducir mi exposición a PFAS en casa?
R: Comience por filtrar su agua potable con un sistema diseñado para eliminar PFAS. Evite los productos etiquetados como resistentes a las manchas o al agua, evite los envases de comida rápida y las bolsas de palomitas de maíz para microondas y cambie a utensilios de cocina de acero inoxidable. Estas medidas eliminan las fuentes principales de exposición.
P: ¿Puedo eliminar las PFAS de mi cuerpo una vez que haya estado expuesto?
R: Las PFAS tardan en eliminarse del cuerpo, pero puede acelerar el proceso al donar sangre o plasma, lo que ayuda a eliminar estos compuestos de su sistema. También es necesario apoyar las vías de desintoxicación al consumir alimentos ricos en azufre, permanecer hidratado con agua limpia y eliminar los aceites vegetales que perjudican la salud de las mitocondrias.
