📝HISTORIA EN BREVE
- Alrededor de 1 de cada 5 adultos con presión arterial alta ya tiene daño renal, incluso si se sienten bien
- La presión arterial alta destruye poco a poco la función renal debido a que estrecha los vasos sanguíneos y atrapa toxinas en el cuerpo
- Los adultos mayores con presión arterial alta tienen tres veces más probabilidades de desarrollar enfermedad renal crónica, pero la mayoría no se someten a pruebas de detección a tiempo
- Eliminar toda la sal no es la solución, lo más importante es mejorar la proporción sodio-potasio a través del consumo de alimentos enteros y sin procesar
- Algunos hábitos cotidianos y sencillos como los ejercicios de respiración, la optimización de la vitamina D y las caminatas cortas ayudan a reducir la presión arterial y proteger los riñones a largo plazo
🩺Por el Dr. Mercola
Alrededor de 1 de cada 5 adultos en Estados Unidos con presión arterial alta ya tiene enfermedad renal crónica, y la mayoría no lo sabe.1 Esta relación entre la presión arterial alta y la insuficiencia renal no es algo que se siente. No hay ninguna advertencia repentina, tampoco una alarma que suene. Esta afección se infiltra con el tiempo, y una presión daña los vasos sanguíneos en lo profundo de los riñones hasta que ya no filtran los desechos de manera efectiva. Ese daño se acumula poco a poco hasta que un día deja de hacerlo.
Quizás le hayan recomendado controlar su consumo de sal o que tome una pastilla, pero eso es solo la superficie. Lo que sucede dentro de su cuerpo es mucho más complejo y muy peligroso cuando se ignora. Los riñones están atrapados en un círculo vicioso, en el cual la presión restringe el flujo sanguíneo, los riñones retienen más líquido y ese líquido adicional aumenta aún más la presión. Esto importa aún más si tiene entre 50 y 60 años, o le han indicado que su presión arterial es “un poco alta”.
La mayoría de los casos de deterioro renal no se diagnostican hasta que se encuentran en una fase avanzada y, para entonces, las opciones son limitadas. Pero hay maneras de intervenir, siempre y cuando se comprenda a tiempo lo que sucede. Para ello, es necesario analizar lo que los investigadores han descubierto acerca de cómo la presión arterial alta perjudica la salud renal sin que se dé cuenta.
La presión arterial alta ataca los riñones mucho antes de que aparezcan los síntomas
Según el Instituto Nacional de la Diabetes y las Enfermedades Digestivas y Renales (NIDDK, por sus siglas en inglés), la presión arterial alta daña los riñones al estrechar y endurecer de manera gradual los vasos sanguíneos pequeños que se encuentran en su interior.2 Estos vasos se encargan de filtrar los desechos y el exceso de líquido. A medida que se endurecen y se encogen, no pueden funcionar de manera correcta, lo que provoca que se acumulen desechos en el torrente sanguíneo. Esta acumulación incrementa la retención de líquidos, lo que aumenta aún más la presión arterial y crea un círculo vicioso de daños.
• Este daño a menudo ocurre sin señales de advertencia: la mayoría de las personas no se dan cuenta de que sus riñones están afectados hasta que la enfermedad ya está avanzada. Al principio no sentirá dolor, tampoco verá síntomas claros. Pero dentro de su cuerpo, la presión afecta el sistema de filtrado de sus riñones. El daño suele ser grave cuando aparecen síntomas como inflamación (edema), fatiga o cambios en la micción.
• Esta es una crisis de salud pública importante que está a la vista de todos: casi 108 millones de adultos en los Estados Unidos (casi la mitad) tienen presión arterial alta. De ellos, alrededor de 1 de cada 5 ya tiene algún nivel de enfermedad renal. Eso significa que hay más de 20 millones de personas en Estados Unidos que tienen un sistema de filtración dañado y no lo saben.
• La presión arterial alta es la segunda causa principal de insuficiencia renal en los Estados Unidos: solo la diabetes causa más daño renal.3 Una vez que los riñones fallan, sus únicas opciones son la diálisis o un trasplante. Incluso con tratamiento, la calidad de vida disminuye en gran medida. La carga no es solo física, también es financiera y emocional. Mantener la presión arterial bajo control es mucho más sencillo que tratar una insuficiencia renal grave.
• Algunas poblaciones específicas enfrentan riesgos aún mayores: los adultos afroamericanos son los más afectados. Si bien representan solo el 13 % de la población de Estados Unidos, representan el 35 % de todos los casos de insuficiencia renal. 4 El acceso a los alimentos, el estrés crónico, el subdiagnóstico y la falta de atención preventiva contribuyen al daño desproporcionado en las comunidades afroamericanas.
• Las pruebas regulares son la única manera de detectar daño renal a tiempo: el NIDDK recomienda controlar su tasa de filtración glomerular (TFG) a través de un análisis de sangre y buscar albúmina (que es un tipo de proteína) en su orina. Los riñones sanos no permiten que las proteínas se filtren en la orina. Si es así, es una señal de alerta que indica que el daño ya comenzó.
Los riñones dependen de un flujo sanguíneo saludable para filtrar los desechos y regular el equilibrio de líquidos. Cuando la presión arterial alta restringe este flujo, los riñones tienen dificultades para realizar una de sus funciones más importantes, que es eliminar las toxinas. Esa falla no solo afecta a los riñones, sino que también hace que los desechos regresen al torrente sanguíneo, afecta todos los sistemas de los órganos y causa una disfunción sistémica.
Los adultos mayores con presión arterial alta tienen un riesgo mucho mayor de insuficiencia renal
Edmond Kubi Appiah, investigador de salud pública, analizó datos de la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición (NHANES, por sus siglas en inglés), que incluyó a más de 4 000 adultos de Estados Unidos. 5 Sus hallazgos expusieron una falla muy común en el modo en que los médicos detectan la enfermedad renal crónica (ERC) en las personas con presión arterial alta. Su investigación demostró que la presión arterial alta triplica el riesgo de sufrir enfermedad renal una vez que se tienen más de 60 años, incluso cuando se tienen en cuenta otros problemas de salud.
• Los adultos mayores fueron el grupo más afectado en este análisis: para las personas de 60 años o más, la presión arterial alta aumentó en gran medida la probabilidad de desarrollar ERC. Incluso entre participantes con ingresos, orígenes étnicos, estado de diabetes o uso de medicamentos similares, aquellos con presión arterial alta tuvieron probabilidades mucho mayores de sufrir daño renal. Según Edmond Kubi Appiah, “esto no es solo una estadística clínica, es una llamada de atención”.
• La atención de rutina no aprovecha la oportunidad para detectar a tiempo el daño renal: Edmond Kubi Appiah señaló una falla crítica en la práctica médica actual, y es que los médicos a menudo tratan la presión arterial alta como un problema cardíaco e ignoran los riñones. Edmond Kubi Appiah enfatizó que esto provoca que se retrase la detección y se pierdan oportunidades de intervención. Escribió que, “si no lo buscamos de manera activa, en especial en los pacientes con presión arterial alta, no aprovechamos una ventana crucial para la prevención”.
• La falta de pruebas permite que la ERC progrese hacia una insuficiencia orgánica: el daño renal se acumula poco a poco, sin signos de advertencia obvios en las primeras etapas. Según Edmond Kubi Appiah, una vez que aparecen síntomas como fatiga, inflamación o cambios en la micción, a menudo es demasiado tarde para revertir el daño. También instó a los médicos a examinar a todos los adultos mayores con presión arterial alta con dos herramientas sencillas:
◦ La tasa de filtración glomerular estimada (TFGe): es un análisis de sangre que mide qué tan bien los riñones filtran los desechos.
◦ Albúmina en orina: es una prueba de orina que detecta pérdida de proteínas, que es un indicador temprano de daño renal.
Estas pruebas son económicas, no invasivas y fáciles de conseguir, pero se utilizan poco en la atención de rutina de los adultos mayores con presión arterial alta.
• La intervención temprana se traduce en mejores resultados y menores costos: tratar la ERC una vez que está avanzada es costoso y cambia la calidad de vida. Edmond Kubi Appiah enfatizó que integrar las pruebas de detección renal en el manejo rutinario de la presión arterial prevendría un sufrimiento posterior. “No podemos ignorar la progresión de la ERC en los adultos mayores”, señaló. “Sobre todo cuando uno de sus mayores factores de riesgo, que es la hipertensión, ya está presente en la sala de exámenes”.
• El llamado a la acción es que hay que ampliar la narrativa: Edmond Kubi Appiah desafió al sistema de atención médica a reconsiderar el enfoque que da a la presión arterial. “Comencemos por ampliar la narrativa sobre la presión arterial alta para incluir los riñones”, instó Edmond. “Normalicemos la detección a tiempo de la enfermedad renal en los pacientes hipertensos”.
El envejecimiento no causa enfermedad renal, pero la presión arterial alta acelera el daño
En un estudio que se publicó en Advances in Kidney Disease and Health, los investigadores examinaron cómo el envejecimiento afecta la función renal y si afecciones como la presión arterial alta tienen una influencia directa en la aceleración del daño.6 Si bien, con la edad se produce de manera natural cierta disminución en la filtración renal, el artículo descubrió que hasta un tercio de los adultos mayores mantienen una función renal normal hasta edades más avanzadas, siempre y cuando no presenten afecciones crónicas como presión arterial alta.
• El envejecimiento saludable no conduce a insuficiencia renal: los investigadores enfatizaron que cuando los adultos mayores evitan enfermedades como la presión arterial alta y la diabetes, su función renal tiende a permanecer estable. Esto contradice la suposición común de que el deterioro renal es una parte inevitable del envejecimiento. De hecho, el estudio descubrió que los participantes de mayor edad y sanos tuvieron tasas de filtración más bajas, pero aún normales, cuando se midieron mediante la depuración de inulina, que es un método preciso para evaluar la función renal.
• El riesgo surge cuando la edad se combina con la enfermedad: cuando a esto se suma la presión arterial alta, el deterioro de la función renal se vuelve más agresivo y significativo a nivel clínico. El estudio señaló que la presión arterial alta crónica no solo aumenta los números, sino que cambia a nivel físico la estructura del sistema de filtración del riñón. Con el paso del tiempo, la presión alta endurece y cicatriza los vasos sanguíneos, lo que reduce la habilidad de los riñones para eliminar los desechos de manera efectiva.
• Los hábitos de estilo de vida preventivos marcan la mayor diferencia: el documento destacó varias estrategias de estilo de vida que ayudan a preservar la salud renal en los adultos mayores, incluso en los que tenían un deterioro leve relacionado con la edad.
Estas estrategias incluyen ejercicio para favorecer un flujo sanguíneo saludable y mejorar el control de la presión arterial, y un control de los efectos secundarios de los medicamentos para garantizar que estos no dañen los riñones. Estas estrategias ayudan a prolongar el período de salud renal funcional, reducen la dependencia de medicamentos y mejoran la calidad de vida en general.
• El envejecimiento no garantiza la enfermedad, pero la negligencia sí: este estudio desafía la creencia de que la insuficiencia renal es una parte inevitable del envejecimiento. No es su edad, es lo que su presión arterial le hace a sus riñones sin que se dé cuenta. Detectar ese daño cuanto antes le dará más control sobre el resultado.
Cómo proteger sus riñones y reducir la presión arterial de forma adecuada
Si tiene presión arterial alta o solo está preocupado por la salud de sus riñones a medida que envejece, lo primero que debe entender es que sus riñones están sometidos a una presión que se acumula con el tiempo, no solo por la sal, sino también por el estrés, un mal equilibrio de nutrientes y patrones de estilo de vida que debilitan su sistema de filtración.
No se trata de que busque soluciones a corto plazo, sino que necesita un plan que restablezca el equilibrio desde su origen, y puede empezar por lo que consume y cómo vive cada día. A continuación, se presentan cinco estrategias sencillas y comprobadas que puede implementar para detener el daño y brindarle a sus riñones el apoyo que necesitan para funcionar por mucho tiempo.
1. Consuma alimentos enteros para corregir su proporción de sodio y potasio: el problema no es la sal en sí, sino los alimentos ultraprocesados. La mayoría de las personas obtienen su sodio de los bocadillos envasados, los alimentos enlatados, los fiambres y la comida rápida, que no contienen potasio.
El cuerpo necesita potasio para relajar los vasos sanguíneos y reducir la presión. Si la mayoría de los alimentos que consume son enteros, sin procesar (como frutas maduras, tubérculos y vegetales de hoja verde bien cocidos), obtendrá de forma natural más potasio y menos sodio, tal como sus riñones fueron diseñados para manejarlos.
2. Evite la alimentación baja en sal y concéntrese en la densidad de nutrientes: reducir la sal de forma drástica es contraproducente. Esto aumenta los niveles de insulina, empeora los niveles de colesterol y pone al cuerpo en un estado de estrés que hace que la presión arterial alta sea más difícil de controlar. Si le han recomendado que elimine toda la sal, están equivocados.
Concéntrese en eliminar los alimentos ultraprocesados y utilice una cantidad pequeña de sal mineral de buena calidad en los alimentos preparados en casa. De esa manera, no estresa su sistema ni aumenta la insulina solo para reducir la cantidad de sal.
3. Realice ejercicios de respiración sencillos para reducir su respuesta al estrés: la presión arterial alta no es solo física, es emocional. El estrés crónico activa hormonas que tensan los vasos sanguíneos y aumentan la presión. Pruebe la respiración de caja. Inhale durante cuatro segundos, mantenga la respiración durante cuatro, exhale durante cuatro y mantenga la respiración de nuevo durante cuatro. Haga esto durante 10 minutos al día. Es gratis, sencillo y entrena su sistema nervioso para dejar de reaccionar de manera excesiva. Se sentirá más tranquilo y su presión arterial bajará.
4. Mantenga sus niveles de vitamina D en el rango ideal: la vitamina D ayuda a regular el sistema renina-angiotensina, que es una red hormonal que controla la presión arterial. Si sus niveles de vitamina D son muy bajos, este sistema se vuelve demasiado activo, lo que aumenta la presión y daña sus riñones. Expóngase al sol con regularidad, pero evite las horas de mayor intensidad (de 10 a.m. a 4 p.m.) si consume ácido linoleico (AL) de aceites vegetales.
El AL es una grasa poliinsaturada que se oxida con facilidad, se acumula en la piel y aumenta el riesgo de sufrir daños en la piel. Elimine estos aceites de su alimentación durante al menos seis meses antes de exponerse a los rayos del sol durante las horas de mayor intensidad. Analice sus niveles de vitamina D al menos dos veces al año y trate de alcanzar un nivel entre 60 y 80 ng/mL (150 a 200 nmol/L). Considere tomar un suplemento de vitamina D3 si no se expone al sol con regularidad.
5. Muévase más, pero comience con lo que pueda hacer: si ya es activo, intente realizar una hora de movimiento aeróbico moderado todos los días, como caminar, andar en bicicleta o nadar. Pero si empieza desde cero, no lo piense demasiado. Incluso caminar 10 minutos después de cada alimento es beneficioso. Lo importante es ser consistente. Sus riñones se lo agradecerán.
Preguntas frecuentes sobre la presión arterial alta y los riñones
P: ¿Cómo daña la presión arterial alta los riñones?
R: La presión arterial alta estrecha y endurece los vasos sanguíneos pequeños dentro de los riñones, lo que reduce el flujo sanguíneo y perjudica su habilidad para filtrar los desechos. A medida que la filtración disminuye, los desechos y los líquidos se acumulan en el cuerpo, lo que aumenta aún más la presión arterial y crea un círculo vicioso de daños que a la larga provoca insuficiencia renal.
P: ¿Qué personas corren un riesgo mayor de padecer enfermedad renal relacionada con la presión arterial alta?
R: Los adultos mayores de 60 años tienen un riesgo mucho mayor, en especial si ya tienen presión arterial alta. Las personas de raza afroamericana también se ven afectados de manera desproporcionada, ya que representan el 35 % de los casos de insuficiencia renal a pesar de ser solo el 13 % de la población de Estados Unidos. La falta de detección, el acceso limitado a la atención y los factores estresantes alimenticios promueven este desequilibrio.
P: ¿Cuáles son los primeros síntomas de daño renal?
R: La mayoría de las personas no presentan síntomas en las primeras etapas de la enfermedad renal crónica. A medida que el daño progresa, es posible que note inflamación en los tobillos o la cara, fatiga, piel seca o con comezón, cambios en la micción o confusión mental. Por desgracia, cuando aparecen los síntomas, es muy probable que ya exista un daño importante.
P: ¿Qué cambios en el estilo de vida ayudan a prevenir o revertir el daño renal causado por la presión arterial alta?
R: Concéntrese en consumir alimentos enteros ricos en potasio para equilibrar el consumo de sodio, evite las comidas ultraprocesadas y no siga una alimentación baja en sal. Incorpore ejercicios de respiración para reducir el estrés, optimice su nivel de vitamina D mediante la exposición al sol y muévase con regularidad (incluso las caminatas cortas ayudan). Estas estrategias restauran la función vascular y protegen los riñones desde su origen.
P: ¿Qué pruebas debería solicitar para detectar a tiempo el daño renal?
R: Hágase una prueba de tasa de filtración glomerular estimada (TFGe) mediante un análisis de sangre y controle sus niveles de albúmina en orina. Estas pruebas sencillas y económicas detectan el deterioro renal en etapa temprana mucho antes de que aparezcan los síntomas. Pida que le realicen estas pruebas si tiene presión arterial alta, en especial si tiene más de 60 años o pertenece a un grupo de riesgo elevado.
