📝HISTORIA EN BREVE

  • La deficiencia de vitamina D se relaciona con la enfermedad del hígado graso no alcohólico (EHGNA), que es un trastorno metabólico creciente que, a menudo, se desarrolla de forma silenciosa hasta que provoca daños graves
  • Las investigaciones demuestran que la vitamina D controla la función hepática a nivel genético, al activar los genes que queman grasa mientras suprime el almacenamiento de grasa, lo que la convierte en un elemento clave para prevenir y revertir el daño hepático
  • Los suplementos de vitamina D disminuyeron la grasa en el hígado, redujeron la inflamación y restauraron la estructura y función mitocondrial adecuada, en especial en personas mayores
  • Otros nutrientes esenciales para la salud del hígado incluyen las vitaminas E, B12 y folato, que trabajan juntos para regular el metabolismo de las grasas, reducir la inflamación y apoyar el proceso de desintoxicación
  • Las soluciones prácticas incluyen eliminar los aceites vegetales (que contienen niveles elevados de ácido linoleico), exponerse estratégicamente a los rayos del sol, realizarse pruebas para medir los niveles de vitamina D (lo ideal es un rango de 60 a 80 ng/mL) y combinar los suplementos de vitamina D3 con magnesio y vitamina K2

🩺Por el Dr. Mercola

Uno de los trastornos metabólicos que más rápido ha aumentado afecta al hígado de manera silenciosa y sin previo aviso. La enfermedad del hígado graso no alcohólico, conocida como EHGNA, es un problema común en todo el mundo, sin embargo, la mayoría de las personas desconoce que su hígado presenta problemas hasta que el daño es grave.

No se trata de una condición que afecte solo a personas con problemas de salud o sobrepeso. Un creciente número de investigaciones revela factores ocultos detrás del hígado graso, entre ellos uno que rara vez recibe la atención debida: el agotamiento de nutrientes. Y la vitamina D encabeza la lista.

La vitamina D suele considerarse como una vitamina para la salud de los huesos, pero esa es solo una parte de su función. El hígado depende de ella para manejar el metabolismo de las grasas, regular la inflamación y mantener la producción de energía dentro de las células. Cuando los niveles de vitamina D disminuyen, lo que ocurre con la edad y por pasar mucho tiempo en espacios interiores, la capacidad del hígado para funcionar de manera correcta comienza a deteriorarse.

La ciencia más reciente revela algo aún más urgente: la vitamina D no sólo favorece la función hepática; la controla a nivel genético. Este descubrimiento tiene implicaciones importantes sobre cómo prevenir, controlar e incluso revertir la enfermedad hepática relacionada con el envejecimiento y el estrés metabólico.

La vitamina D activa un interruptor clave que detiene la grasa en el hígado

Un estudio publicado en la revista Experimental & Molecular Medicine investigó cómo los suplementos de vitamina D3 afectan la EHGNA relacionada con la edad.1 Los investigadores se centraron en el papel de una proteína mitocondrial que ayuda a mantener los sistemas energéticos de las células del hígado. El objetivo fue comprender cómo el envejecimiento altera este proceso y cómo la vitamina D lo restaura.

• Los animales mayores con deficiencia de vitamina D presentaron una acumulación mayor de grasa en el hígado: el estudio analizó ratones de 22 meses en comparación con ratones adultos más jóvenes. Los ratones más viejos y con niveles más bajos de vitamina D tuvieron una acumulación de grasa mucho mayor en sus hígados, mientras que los que recibieron vitamina D3 en dosis altas (20.000 UI/kg) notaron una mejoría significativa. La grasa en el hígado disminuyó, el peso del hígado se normalizó y la inflamación bajó.

• Los genes que queman grasa se desactivan con la edad, pero la vitamina D los activa: en animales mayores, los genes que descomponen la grasa disminuyeron. Estos son los genes que utiliza el hígado para quemar grasa y obtener energía. Los suplementos de vitamina D los activó. También redujo los genes que impulsan el almacenamiento de grasa. Esta doble acción ayuda a que el hígado deje de almacenar grasa y la comience a quemar.

• Los niveles de ácidos grasos en la sangre disminuyeron con la vitamina D: los ratones mayores a los que se les administró vitamina D tenían ácidos grasos libres circulantes mucho más bajos, lo que indica que el hígado no se saturó con la grasa entrante. También indicó un mejor equilibrio entre la absorción y la descomposición de las grasas, que a menudo se pierde en los adultos mayores con problemas metabólicos.

• La vitamina D fijó la estructura mitocondrial: una proteína mitocondrial que ayuda a organizar la estructura interna de las mitocondrias se perdió casi por completo en los hígados de ratones mayores. Sin ella, las mitocondrias pierden su capacidad de generar energía y quemar grasa. La vitamina D aumentó los niveles, lo que ayudó a las mitocondrias a recuperar su estructura y funcionamiento. Esto se confirmó con imágenes y pruebas moleculares.

• Las células envejecidas acumulan grasa, pero la vitamina D revierte ese problema: para evaluar si la pérdida de esta proteína mitocondrial específica causaba envejecimiento por sí sola, los investigadores administraron a células hepáticas sanas una dosis del medicamento doxorrubicina para simular el envejecimiento. La proteína mitocondrial sufrió una caída abrupta, y las células comenzaron a almacenar grasa muy rápido y a presentar signos de envejecimiento celular. La vitamina D ayudó a revertir el daño al eliminar la grasa y las señales de envejecimiento celular.

Las vitaminas regulan la función hepática a un nivel molecular profundo

En un estudio publicado en la revista Liver Research, los científicos examinaron cómo las vitaminas esenciales impactan la progresión de la EHGNA.2 Examinaron cómo las deficiencias de vitaminas, en especial las vitaminas D, E, B9 y B12, podrían alterar el metabolismo del hígado. El estudio destacó que, sin niveles adecuados de estos nutrientes, la capacidad del hígado para manejar la grasa se deteriora, lo que favorece la inflamación, la resistencia a la insulina y el estrés oxidativo que acelera el avance de la enfermedad.

• Existen relaciones entre los niveles de vitaminas y la gravedad del daño hepático: los investigadores descubrieron que las personas con bajos niveles de vitaminas D y B12 presentaban daños hepáticos más avanzados, mientras que la deficiencia de vitamina E se relacionó con un riesgo mayor de inflamación y cicatrización en el tejido hepático.

• Diferentes vitaminas afectan al hígado de maneras muy distintas: la vitamina E se destacó como un potente antioxidante, al ayudar a reducir la inflamación, evitar la acumulación de grasa e incluso prevenir la muerte de las células.

Mientras tanto, la vitamina D ayudó a regular las respuestas inmunitarias y la sensibilidad a la insulina, mientras que el folato y la B12 influyeron en la metilación, que es un proceso que ayuda al hígado a desintoxicar y metabolizar los nutrientes. Cada una de estas vitaminas tuvo un papel específico que, según su cantidad, influyó en el empeoramiento o la mejoría de los resultados de la EHGNA.

• La deficiencia de vitamina D demostró una fuerte relación con la resistencia a la insulina y el deterioro de la función hepática: los investigadores explicaron que esta deficiencia afecta al 55 % de las personas con EHGNA, y que los bajos niveles de este nutriente agravan la resistencia a la insulina, que es uno de los factores principales que contribuyen a la acumulación de grasa en el hígado.

Se descubrió que la vitamina D mejora la forma en que el páncreas secreta insulina y cómo las células de todo el cuerpo responden a ella. Sin suficiente vitamina D, el hígado se hace más resistente a la insulina, lo que significa que almacena más grasa en lugar de quemarla.

• La vitamina D también ajustó la actividad del sistema inmunológico en el hígado: su hígado desempeña un papel muy importante en su función inmunológica. El estudio demostró que la vitamina D ayuda a regular las células inmunitarias en el hígado, en especial a través de una familia de receptores que a menudo se activan por toxinas y fragmentos de bacterias en la sangre. Cuando estos receptores se encuentran sobreestimulados, como suele ocurrir en casos de deficiencia de vitamina D, generan una gran cantidad de moléculas inflamatorias que dañan las células hepáticas.

• Las deficiencias en estas vitaminas interrumpen la reparación del hígado y empeoran el daño metabólico: sin una cantidad suficiente de estos nutrientes, el hígado pierde capacidad para regenerarse, desintoxicarse y mantener el equilibrio en el metabolismo de las grasas. Estos desequilibrios se agravan por los alimentos modernos y los factores ambientales, por lo que una alimentación basada en alimentos enteros y el apoyo con vitaminas resultan beneficiosos para quienes enfrentan problemas de salud hepática.

Cómo restaurar la salud del hígado y revertir la deficiencia de vitamina D

Al comprender cómo interactúa la vitamina D con el hígado a nivel celular, es posible intervenir a tiempo y modificar el curso de la salud hepática antes de que ocurra un daño irreversible.

Si ha recibido un diagnóstico de EHGNA o sospecha que su hígado está bajo presión debido a una mala salud metabólica, lo primero que debe saber es lo siguiente: corregir el daño de fondo, la inflamación, el estrés oxidativo y los desequilibrios metabólicos que mantienen al hígado en un estado de resistencia, es fundamental.

La mayoría de las personas se centran solo en reducir la grasa en el hígado, pero ignoran una causa importante de la EHGNA: el agotamiento de vitaminas. Como el hígado almacena y regula vitaminas esenciales, las deficiencias hacen que sea casi imposible curarlas. Las últimas investigaciones demuestran que la vitamina D desempeña un papel importante para calmar la inflamación, combatir el daño oxidativo, mejorar la sensibilidad a la insulina y eliminar la grasa de las células del hígado. Para darle a su hígado la oportunidad de sanar, descubra por dónde empezar:

1. Comience por atacar la raíz del problema; elimine los aceites vegetales: si aún utiliza aceite de canola, soya, girasol o el llamado “aceite vegetal”, está saturando sus células con ácido linoleico (AL), una grasa poliinsaturada que se oxida muy fácil, se acumula en la piel y aumenta el riesgo de daño cutáneo si se expone a los rayos del sol entre las 10 a. m. y las 4 p. m.

Elimine estos aceites de su alimentación durante al menos seis meses antes de exponerse a los rayos del sol durante las horas de mayor intensidad. Reemplácelos con grasas más saludables como sebo, mantequilla de animales alimentados con pastura y ghee. Una vez que los niveles de AL bajan, la piel y el hígado comienzan a funcionar como deberían.

2. Utilice los rayos del sol de manera estratégica para reconstruir sus reservas de vitamina D: su piel fue diseñada para producir vitamina D a partir de los rayos del sol. Para alcanzar niveles óptimos de vitamina D, es recomendable exponerse a los rayos del sol todos los días con la piel descubierta, de preferencia fuera del horario de mayor intensidad, en especial si aún no ha dejado por completo los aceites vegetales. Utilice la “prueba del enrojecimiento”: protéjase justo antes de que la piel comience a tornarse un poco rosada.

Esto permite aprovechar los beneficios del sol sin causar daño, lo que favorece el buen funcionamiento del hígado y del sistema inmunológico.

3. Mida sus niveles de vitamina D y personalice su tratamiento: analice sus niveles de vitamina D al menos dos veces al año y trate de alcanzar un nivel de entre 60 y 80 ng/mL (150 a 200 nmol/L). No se trata sólo de la salud ósea: se trata de reducir la resistencia a la insulina, calmar la inflamación del hígado y restablecer el equilibrio inmunológico. Las pruebas le proporcionan un punto de partida y le ayudan a realizar un seguimiento del progreso real.

4. Complemente su alimentación de forma inteligente, combine siempre la vitamina D3 con magnesio y K2: si pasa mucho tiempo en espacios interiores o vive lejos del ecuador, podría necesitar suplementos. Pero la vitamina D3 funciona mejor cuando se combina con magnesio y vitamina K2.

De hecho, las personas que no utilizan estos cofactores requieren un 244 % más de vitamina D solo para mantener niveles saludables en la sangre.3 Este trío trabaja en equipo, mejora la absorción, reduce la calcificación arterial y ayuda al hígado a procesar las grasas de manera más eficiente.

5. Use los alimentos como medicina para reponer las vitaminas que curan el hígado: la verdadera curación ocurre a través de alimentos reales. Consuma nutrientes que apoyen la salud del hígado, como huevos de gallinas camperas e hígado de res alimentado con pastura. Vea sus comidas como sistemas que entregan nutrientes, no solo como fuente de energía, sino como herramientas necesarias para la reparación del hígado. No necesita una receta para comenzar a sanar su hígado, solo requiere proporcionarle lo que le falta y eliminar lo que le causa daño.

Preguntas frecuentes sobre la vitamina D y la EHGNA

P: ¿Cuál es la relación entre la vitamina D y la enfermedad del hígado graso?

R: La vitamina D desempeña un papel clave para mantener el hígado metabólicamente activo. Investigaciones recientes demuestran que activa un gen que ayuda a las mitocondrias a quemar grasa. Sin suficiente vitamina D, las células del hígado cambian a un modo de almacenamiento de grasa. Este cambio silencioso conduce al desarrollo de EHGNA, incluso en personas que tienen una buena alimentación o no beben alcohol.

P: ¿Los suplementos de vitamina D revierten el daño hepático?

R: Sí, en especial en los adultos mayores. En estudios con ratones mayores, la vitamina D3 en dosis altas redujo la grasa en el hígado, restauró la función mitocondrial e incluso revirtió algunos marcadores de envejecimiento de las células. Los efectos se observaron en animales que ya presentaban deficiencia, lo que indica que esta estrategia resulta efectiva para personas mayores de 60 años que no reciben suficiente sol o que tienen bajos niveles de vitamina D.

P: ¿Qué otras vitaminas son importantes para curar el hígado graso?

R: Además de la vitamina D, las investigaciones destacan la vitamina E, B12, folato (B9), C y A como esenciales para reparar el hígado. La vitamina E ayuda a desinflamar. La vitamina B12 y el folato regulan el metabolismo de las grasas y la expresión genética. La vitamina C favorece las defensas antioxidantes y reduce los compuestos que dañan el hígado. Cada vitamina desempeña un papel único para mantener el hígado resistente al estrés metabólico.

P: ¿Qué sucede si se bloquea la vitamina D en el hígado?

R: Cuando el receptor de vitamina D (VDR) se desactiva en las células del hígado, la inflamación aumenta, las células inmunitarias reaccionan de forma exagerada y la cicatrización se acelera. Esto se confirmó en un estudio con ratones que demostró que bloquear el receptor de vitamina D (VDR) provocó que el hígado se endureciera, disminuyera su función y comenzara a producir proteínas que suelen aparecer en el cáncer. La vitamina D ayuda a prevenir ese ciclo destructivo al regular la curación y el equilibrio inmunológico a nivel genético.

P: ¿Cómo puedo aumentar mis niveles de vitamina D y ayudar a mi hígado de forma natural?

R: Comience por eliminar los aceites vegetales como el de canola, soya y girasol. Estos llenan su sistema con AL, lo que empeora el daño hepático. Intente exponer su piel a los rayos del sol todos los días, justo antes de que comience a tornarse un poco rosada.

Mida de manera constante sus niveles de vitamina D y trate de mantenerlos entre 60 y 80 ng/mL. Si necesita consumir suplementos, combine siempre la vitamina D3 con magnesio y K2 para optimizar su absorción. Igualmente, consuma alimentos reales ricos en nutrientes que curan el hígado, como huevos de gallinas camperas y productos frescos y coloridos.