📝HISTORIA EN BREVE

  • Hoy en día, uno de cada tres niños en los Estados Unidos vive con una enfermedad crónica que los acompañará hasta la adultez
  • El asma, el TDAH, el autismo y la prediabetes aumentan de manera constante cada año, lo que dificulta que los niños tengan éxito en la escuela y en la vida
  • Los niños de familias de bajos ingresos enfrentan el mayor riesgo, y la pobreza y la falta de empleo estable se relacionan de forma directa con problemas de salud crónicos
  • Las toxinas del ambiente, la mala alimentación y el estrés son las causas principales de estas afecciones
  • La detección temprana y la prevención a través de una alimentación sana, dormir mejor, la luz del sol y el manejo del estrés son fundamentales para proteger el futuro de su hijo

🩺Por el Dr. Mercola

Los investigadores han documentado un gran aumento de las enfermedades crónicas de inicio pediátrico en las últimas dos décadas. Los ejemplos más comunes son el asma, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y la prediabetes (que con el tiempo se convierte en diabetes), lo que lleva a un riesgo mayor de enfermedad cardíaca, daño nervioso e insuficiencia renal. En Estados Unidos, casi uno de cada tres niños vive con estas enfermedades crónicas.

Si cree que este problema solo afecta a su infancia, es momento que reconsidere: los niños no superan estos problemas de salud, sino que los mantienen en la edad adulta.

Las enfermedades crónicas en los niños aumentan más rápido de lo que se cree

Un estudio reciente publicado en Academic Pediatrics examinó cómo cambiaron las condiciones de salud crónicas en niños y adultos jóvenes en Estados Unidos entre 1999 y 2018. El estudio fue realizado por investigadores de la Facultad de Medicina de Harvard y se centró en las condiciones que comienzan en la infancia y continúan hasta la edad adulta.

Su objetivo fue demostrar la magnitud del problema, qué condiciones aumentan con más rapidez y cómo estas cargas de salud afectan tanto a los niños como a la sociedad en general.1

• Los investigadores estudiaron a un grupo grande y diverso en todo el país: el estudio incluyó una muestra representativa a nivel nacional de 236 412 personas de entre 5 y 25 años. Los datos procedieron de la Encuesta Nacional de Entrevistas de Salud (NHIS) de 1999 a 2018. Según News-Medical.Net, los investigadores "estimaron el aumento promedio anual de enfermedades crónicas (EC) y limitaciones funcionales (LF) a lo largo del tiempo".2

• Casi uno de cada tres niños tuvo una enfermedad crónica en 2018: los investigadores descubrieron que la frecuencia de enfermedades crónicas entre niños de 5 a 17 años aumentó de cerca del 23 % en 1999/2000 a más del 30 % en 2017/2018. Y lo que es más preocupante, el estudio estimó que 1.2 millones de jóvenes con enfermedades crónicas llegan a la edad adulta cada año, y arrastran estos problemas a la universidad, el trabajo y la vida adulta.

• El asma, el TDAH, el autismo y la prediabetes lideran las tasas de aumento: el asma, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), el autismo y la prediabetes son los factores principales de este problema. Estas condiciones interfieren en el aprendizaje, el juego y las relaciones interpersonales.

• Las cifras demuestran un crecimiento constante y sostenido: según sus hallazgos, las tasas de TDAH aumentaron 0.24 puntos porcentuales por año, mientras que los diagnósticos de autismo aumentaron 0.13 puntos porcentuales al año. Los casos de asma aumentaron 0.12 puntos porcentuales por año y la prediabetes en adultos jóvenes aumentó 0.12 puntos porcentuales al año.

Aunque estos cambios parecen pequeños, con el tiempo se convierten en aumentos masivos. Si tiene hijos, esto significa que sus escuelas, programas deportivos y médicos lidian con muchas más enfermedades crónicas que nunca, y es posible que no estén bien preparados para manejarlas.

Las familias de bajos ingresos son las más afectadas

El estudio descubrió desigualdades notables entre los niños que desarrollan enfermedades crónicas. En particular, los niños menos privilegiados tienen un riesgo mayor de padecer estas enfermedades.3

• Los niños de familias que ganan por debajo del umbral de pobreza son los más afectados: estos niños tuvieron una probabilidad de 3.39 puntos porcentuales más alta de tener enfermedades crónicas. Los niños con seguro público tuvieron una prevalencia 8.63 puntos porcentuales mayor en comparación con los niños con seguro privado.

• La pobreza y la falta de empleo estable se relacionan de manera directa con peores resultados de salud: los niños con padres desempleados tuvieron una tasa de enfermedades crónicas 7.65 puntos porcentuales mayor. Esto deja claro que la pobreza y la falta de empleo estable se relacionan de manera directa con peores resultados de salud para los niños. Si enfrenta estrés financiero, sus hijos corren un riesgo mayor, no solo por la genética, sino también por las limitaciones de atención y nutrición.

• Estas condiciones causan limitaciones físicas, emocionales y educativas: los niños que padecen estas afecciones experimentan problemas del habla, dolor musculoesquelético y debilidad, y desafíos emocionales como ansiedad y depresión. Estos problemas dificultan que los niños tengan un buen rendimiento escolar, participen en actividades físicas y entablen amistades.

A medida que los niños crecen, estos problemas se agravan, lo que reduce las oportunidades de empleo y aumenta los costos de atención médica. Esto significa que los padres deben estar atentos a las señales de advertencia tempranas y trabajar de forma proactiva para favorecer el desarrollo y la salud mental de sus hijos.

¿Cuáles son otros factores que promueven las enfermedades crónicas en los niños?

Los autores indicaron que existen otros factores pueden afectar las tasas de enfermedad, como las diferencias regionales. Sus hallazgos indican que los niños en el sur de Estados Unidos tuvieron las tasas más elevadas de enfermedades crónicas, mientras que los de la región occidental tuvieron las más bajas. Si se encuentra en una zona de riesgo elevado, es recomendable que tome medidas adicionales para reducir los factores ambientales y promover los hábitos saludables.4

• La mala alimentación, la contaminación y el estrés son factores importantes que contribuyen: si bien el estudio no profundizó en los microscópicos, quedó claro que la exposición ambiental, el estrés crónico y la mala alimentación promueven el aumento de estas enfermedades.

En el caso del asma, los contaminantes y los alérgenos son las causas principales. La prediabetes se desarrolla por comer demasiados alimentos procesados y no moverse lo suficiente, lo que conduce a una resistencia a la insulina (cuando el cuerpo deja de responder de forma adecuada a la insulina, lo que hace que los niveles de azúcar en la sangre aumenten). Es probable que el TDAH y el autismo también tengan factores ambientales y de alimentación involucrados.

• La transición a la atención sanitaria de adultos es deficiente: los niños y adultos jóvenes con enfermedades crónicas a menudo pierden el apoyo cuando dejan de recibir atención pediátrica. Esto hace que controlar las afecciones sea más difícil, lo que da lugar a visitas a salas de emergencia, ausencias al trabajo y mayores gastos. Si tiene un hijo adolescente con una enfermedad crónica, debe ayudarlo a planificar y prepararse para controlar su salud cuando sea adulto.

• La detección temprana y la prevención son fundamentales para aliviar la carga: los investigadores enfatizaron que el tratamiento no es suficiente. Los padres y los pediatras deben trabajar juntos para buscar síntomas tempranos como fatiga, cambios en el comportamiento o síntomas físicos como sibilancias y aumento de peso.

Abordar estos problemas de forma temprana permite detener los daños a largo plazo y mejora los resultados. Lauren Wisk, profesora asistente de medicina en la UCLA y autora principal del estudio, afirmó:

"La mayoría de los jóvenes con enfermedades crónicas necesitan acceder a servicios sociales y de salud por el resto de sus vidas, pero nuestro sistema de salud no está preparado para trasladar con éxito a los jóvenes de la atención pediátrica a la atención centrada en los adultos, y muchos de estos jóvenes corren el riesgo de abandonar la atención y que sus enfermedades empeoren.

Debemos invertir en ayudar a estos jóvenes a interactuar de forma adecuada con la atención médica a lo largo de su vida, con el fin de proteger su salud y bienestar, y facilitar su participación en la sociedad con respecto a la educación, la vocación, los grupos sociales y los espacios comunitarios".5

¿Qué provoca el aumento de las tasas de autismo y TDAH?

Según la revista Autism Parenting Magazine, alrededor de uno de cada 36 niños es diagnosticado con esta condición, lo que representa un 241 % más en comparación con las tasas de autismo en 2000.6 En cuanto al TDAH, cerca del 6 % de los jóvenes y el 2.5 % de los adultos se ven afectados a nivel mundial. El aumento de estos trastornos es alarmante, y hay evidencia que apunta a que las interacciones entre los genes y el medio ambiente contribuyen de manera importante a su desarrollo.7

• Las causas del autismo son complejas: hay factores tanto genéticos como ambientales involucrados. Un factor importante es la intolerancia química de los padres, que a menudo está relacionada con la pérdida de tolerancia inducida por tóxicos (TILT, por sus siglas en inglés), donde la exposición a ciertas sustancias químicas provoca una mayor sensibilidad.

• Los pesticidas tóxicos, los metales pesados y los productos químicos en los envases de alimentos impulsan las tasas de autismo y TDAH: según un estudio publicado en la revista Pediatrics, "la exposición gestacional a algunos pesticidas neurotóxicos y disruptores del sistema endocrino, incluyendo los organoclorados, organofosforados y piretroides, aumenta las probabilidades de un diagnóstico de autismo o de conductas relacionadas con el autismo en los niños.

Surgieron pruebas de que otras sustancias químicas tóxicas se asocian con el autismo o con conductas relacionadas con el autismo, en particular los ftalatos, que son sustancias químicas muy comunes que reducen la testosterona".8

• La mala salud intestinal en los primeros años de vida también es un factor importante: esto altera el desarrollo del cerebro a través del eje intestino-cerebro. Según las investigaciones, los niños diagnosticados con autismo o TDAH a menudo carecen de bacterias intestinales importantes como Akkermansia muciniphila, Bifidobacterium y Faecalibacterium. Estos microbios beneficiosos son esenciales para regular la inflamación y producir neurotransmisores que favorecen el estado de ánimo y la función del cerebro.9

Los campos electromagnéticos (EMFs, por sus siglas en inglés) son otra preocupación: los campos electromagnéticos activan los canales de calcio dependientes de voltaje (VGCC, por sus siglas en inglés), lo que provoca estrés oxidativo, disfunción mitocondrial e inflamación en el cerebro.

Dichos efectos interfieren con el desarrollo del cerebro, sobre todo en las mujeres embarazadas y los niños, cuyos sistemas nerviosos en desarrollo son muy sensibles a los factores estresantes del medio ambiente. Para obtener más información sobre esto, lea mi artículo llamado: "¿Podría la exposición a los campos electromagnéticos influir en este trastorno del desarrollo?. "

• Las deficiencias nutricionales a menudo se suman a estos desafíos: comer muchos alimentos procesados, azúcares refinados y grasas omega-6 inflamatorias como el ácido linoleico (AL) priva al cuerpo de nutrientes críticos para la salud del cerebro. La mala nutrición no solo perjudica la función cognitiva, sino que también intensifica el impacto de otros factores estresantes del medio ambiente, lo que crea un efecto multiplicador sobre el desarrollo del cerebro.

La obesidad infantil es un problema muy común

La obesidad infantil conlleva riesgos importantes para la salud y afecta el bienestar físico y emocional de los niños. Genera complicaciones como resistencia a la insulina, intolerancia a la glucosa y dislipidemia. Si no se trata, puede provocar complicaciones de salud más graves, como prediabetes, hipertensión arterial y mortalidad prematura.10

• En la actualidad, millones de niños en todo el mundo tienen obesidad: más de 340 millones de niños y adolescentes se ven afectados en todo el mundo. En Estados Unidos, uno de cada cinco niños y adolescentes tiene obesidad.11 Entre los niños y jóvenes de 2 a 19 años, la prevalencia de obesidad fue del 19.7 % entre 2017 y 2020, es decir, 14.7 millones de personas afectadas.12 La obesidad temprana es un gran predictor de obesidad en las etapas posteriores de la vida: el 90 % de los niños con obesidad a los 3 años aún la tienen en la adolescencia.13

• La obesidad infantil aumenta el riesgo de padecer problemas de salud física y mental: estos incluyen presión arterial alta, diabetes tipo 2, apnea del sueño, asma, problemas articulares y enfermedad de la vesícula biliar. También tiene un impacto mental y se asocia con un riesgo mayor de ansiedad, depresión, baja autoestima, problemas sociales y menor calidad de vida.

• Hay cuatro factores que explican la mayoría de los casos de obesidad infantil: un estudio señaló que hay cuatro factores principales que, cuando se combinan, representan casi la mitad de los casos de obesidad en los niños pequeños. Estos incluyen una menor seguridad alimentaria durante la infancia, la exposición temprana a pantallas y dispositivos digitales, la falta de sueño adecuado y el consumo regular de alimentos procesados, incluyendo la comida rápida y los refrescos.14

Parte del problema a la hora de abordar y resolver la obesidad infantil es que la orientación nutricional que reciben los niños y sus padres está mal: se centra en reducir las grasas saturadas y otros alimentos enteros, mientras promueven los aceites vegetales y los alimentos muy procesados y bajos en grasas. Esto causa muchos problemas de salud relacionados con la disfunción mitocondrial y la resistencia a la insulina.

Los beneficios de la lactancia materna se dejan de lado en favor de la fórmula infantil

Otra razón por la que hoy en día las enfermedades infantiles son tan comunes es que muchos padres optan por alimentar a sus bebés con fórmula infantil, lo que les hace perder los beneficios de la leche materna. Gracias a la publicidad de la fórmula infantil, nuestra cultura actual ahora ve la lactancia materna como una elección de estilo de vida en lugar de una norma biológica.

• Las expectativas sociales desvirtúan la lactancia materna: en las culturas occidentales, las madres a menudo se sienten presionadas a dejar de amamantar cuando su hijo cumple un año de edad. A menudo se considera inconveniente o innecesario amamantar al bebé una vez que llega a esta edad. Además, las mujeres que amamantan más de un año suelen ser vistas como "raras" o demasiado apegadas.

• La leche materna se considera "oro líquido" por una razón: a diferencia de la fórmula, la leche materna ofrece una combinación única de anticuerpos, factores inmunitarios, hormonas y células madre que se adaptan a las necesidades del niño. Es dinámica y ajusta su composición según las señales de la saliva del bebé y la frecuencia con que se alimenta.

• La lactancia materna refuerza el sistema inmunológico y la salud cognitiva de su hijo: los bebés amamantados tienen mejores respuestas inmunitarias, menores riesgos de infecciones respiratorias y un mejor desarrollo cognitivo. Los estudios sugieren que los bebés amamantados suelen obtener puntuaciones más elevadas en las pruebas de coeficiente intelectual.15

• También se asocia con un riesgo menor de tener sobrepeso y obesidad: la lactancia materna no solo evita que el bebé reciba alimentos que pueden promover el sobrepeso, sino que también establece un microbioma intestinal saludable, que es fundamental para la salud de por vida.16

• La lactancia materna también beneficia a las madres: disminuye el riesgo de depresión posparto, cánceres premenopáusicos, osteoporosis y otras enfermedades. La lactancia también ayuda a crear un vínculo entre la madre y el bebé.

No hay nada que se compare con la leche materna en términos de nutrición, por lo que sí es una madre primeriza y todavía amamanta, la lactancia materna sería la mejor opción tanto para usted como para su hijo para ayudarlos a evitar estas condiciones de salud crónicas desde la niñez hasta la edad adulta. Para aprender más sobre los beneficios de la lactancia materna, le recomiendo leer mi artículo llamado: "Lactancia materna: más que alimento, un vínculo lleno de beneficios".

Fomentar hábitos saludables desde temprana edad previene enfermedades crónicas

Las enfermedades crónicas abordadas en el estudio presentado se deben a una mala alimentación, el estrés, la contaminación y la falta de acceso a hábitos saludables desde el principio. Si se siente abrumado, no se preocupe. Existen estrategias para evitar que su hijo forme parte de estas estadísticas. A continuación le brindo cinco pasos que puede seguir ahora mismo para reducir el riesgo y favorecer su salud a largo plazo.

1. Alimente de forma saludable a su hijo y elimine los alimentos inflamatorios: elimine los alimentos procesados, los aceites de semillas y cualquier producto elaborado con cantidades elevadas de azúcar procesada. Comience a cocinar comidas sencillas en casa con proteínas de origen animal, mantequilla de animales alimentados con pastura, ghee, tubérculos, arroz blanco y frutas enteras. Si su hijo tiene problemas intestinales o sensibilidades alimentarias, comience con carbohidratos fáciles de digerir como arroz blanco y frutas enteras.

Evite las salsas compradas en tiendas y los snacks envasados, ya que están llenos de productos químicos y grasas industriales ocultas. Si no sabe qué es seguro, use esta regla: si viene en un envase con publicidad en la parte delantera, no lo compre.

2. Reduzca la exposición a toxinas del ambiente: si vive en una ciudad contaminada o cerca de zonas industriales, filtre el aire interior. Evite comprar fragancias sintéticas, velas y productos de limpieza agresivos. Utilice productos simples: el bicarbonato de sodio, el vinagre y el jabón natural son muy útiles. Si su hijo tiene asma, este paso es imprescindible. Eliminar los irritantes del ambiente le da a sus pulmones un descanso.

3. Promueva el dormir bien y manejar el estrés: los niños necesitan rutinas de sueño estructuradas. Los niños más pequeños deben dormir entre 10 y 12 horas y los adolescentes al menos nueve horas. Reduzca el tiempo que pasan frente a la pantalla: los aparatos electrónicos deben apagarse una hora antes de dormir.

Si su hijo tiene problemas de ansiedad o problemas de conducta, establezca rituales para tranquilizarlo, como leer juntos, pasar tiempo al aire libre y eliminar los bocadillos cargados azúcar que aumentan o reducen los niveles de energía. Le recomiendo que dormir bien sea una prioridad para su familia: restablece las hormonas, reduce el cortisol y permite que sus cuerpos se curen.

4. Priorice moverse de manera segura y la luz del sol: permita que su hijo juegue y pase tiempo al aire libre, en especial si tiene problemas de comportamiento o de humor. Exponerse a la luz por la mañana mejora el estado de ánimo, el ritmo circadiano y la función del cerebro.

Caminar, nadar y jugar con cuidado ayudan a regular la energía, desarrolla músculos fuertes y promueve un metabolismo saludable. Evite una vida sobrecargada de actividades y de mucho tiempo frente a pantallas dentro de casa. Las rutinas más simples con actividad al aire libre todos los días son la base para una salud mental y física estable.

5. Esté atento a las señales de advertencia tempranas y actúe rápido: si nota aumento de peso, fatiga crónica, erupciones en la piel o cambios en el estado de ánimo y la concentración, no los ignore. Éstas son las señales de advertencia del cuerpo. Abórdelos a tiempo con cambios en la alimentación, una desintoxicación del entorno y el restablecimiento de un sueño saludable.

Si su hijo tiene problemas de azúcar en la sangre o sospecha que tiene prediabetes, elimine los carbohidratos procesados y bríndele comidas equilibradas con proteínas, fibra y carbohidratos limpios. Prevenir es mucho más fácil que revertir, y estas decisiones cotidianas están en su control.

Preguntas frecuentes sobre las enfermedades crónicas en los niños

P: ¿Por qué tantos niños desarrollan enfermedades crónicas?

R: La mala alimentación, el estrés, la contaminación y moverse poco causan enfermedades crónicas como el asma, el TDAH, el autismo y la prediabetes. Hoy en día, los niños están expuestos a alimentos procesados, toxinas del ambiente y trastornos del sueño, todo lo cual aumenta su riesgo en etapas tempranas de la vida.

P: ¿Cuáles son las primeras señales de advertencia que debo tener en cuenta en mi hijo?

R: Preste atención al aumento de peso, fatiga, cambios de humor, problemas en la piel, sibilancias frecuentes y dificultad para concentrarse. Éstas son señales de que la salud de su hijo necesita atención.

P: ¿Cómo afecta la pobreza al riesgo de que mi hijo padezca una enfermedad crónica?

R: Los niños en hogares de bajos ingresos tienen más probabilidades de enfrentar enfermedades crónicas debido a la mala nutrición, los entornos inseguros y el acceso limitado a la atención médica. La estabilidad y una buena alimentación hacen una gran diferencia.

P: ¿Cuáles son los primeros pasos que puedo tomar para ayudar a proteger la salud de mi hijo?

R: Brinde una alimentación saludable a su hijo, reduzca las toxinas del ambiente, priorice el sueño y el manejo del estrés en su familia, fomente exponerse a la luz del sol y moverse a diario y actúe ante los primeros síntomas.

P: ¿Por qué es importante la prediabetes en los niños?

R: La prediabetes conduce a una diabetes si se ignora, lo que pone a su hijo en riesgo de sufrir enfermedades cardíacas, daño a los nervios e insuficiencia renal. Brindarle comidas equilibradas y sin procesar, eliminar los azúcares procesados y promover el juego son herramientas importantes de prevención.