📝HISTORIA EN BREVE

  • Las toxinas en el medio ambiente hacen que las personas envejezcan más rápido de lo normal, lo que aumenta el riesgo de enfermedades crónicas como enfermedades cardíacas, deterioro cognitivo y trastornos metabólicos
  • Las investigaciones confirman que la exposición a metales pesados, la contaminación del aire y las sustancias químicas disruptoras del sistema endocrino (EDCs, por sus siglas en inglés) acelera el envejecimiento biológico, ya que alteran el ADN e interfieren con los mecanismos de reparación de las células
  • Un estudio importante descubrió que los factores del ambiente influyen en la esperanza de vida ocho veces más que la genética, lo que demuestra que las elecciones de estilo de vida y los niveles de exposición dan forma a los resultados de salud a largo plazo
  • La contaminación del aire y los productos químicos industriales aceleran el envejecimiento biológico, ya que alteran la función de las mitocondrias, aumentan la inflamación y dañan el ADN, lo que conduce a enfermedades prematuras y muerte temprana
  • Reducir la exposición a toxinas mediante la filtración del aire y el agua, evitar los alimentos procesados y eliminar los productos a base de plástico retrasará en gran medida el envejecimiento biológico y mejorará la salud general

🩺Por el Dr. Mercola

Es imposible ignorar las toxinas porque están en todas partes. Están en el aire, en el agua que bebe y en la comida que come. No es de sorprender que la exposición constante a contaminantes químicos ponga en peligro la salud. Estos químicos hacen que envejezca más rápido de lo normal, lo que aumenta su riesgo de sufrir enfermedades crónicas y muerte prematura.

Las investigaciones exponen el daño a largo plazo que los contaminantes, los metales pesados y los productos químicos causan al cuerpo. Estudios recientes revelaron la forma exacta en que estas toxinas dañan las células y qué se puede hacer para retardar o revertir sus efectos.

Los metales pesados en el medio ambiente lo envejecen más rápido de lo que cree

Un estudio reciente publicado en la revista Aging (Aging-US) examinó el impacto de la exposición a sustancias químicas del ambiente en el envejecimiento biológico y cómo los metales pesados aceleran el proceso de envejecimiento a nivel molecular. Con el uso de datos de la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición (NHANES, por sus siglas en inglés), los investigadores analizaron los efectos de 64 toxinas del ambiente en la metilación del ADN, que es un biomarcador clave del envejecimiento.1

•Identificar el impacto biológico de las sustancias químicas del ambiente: la población del estudio consistió en 2 346 adultos de entre 50 y 84 años, lo que lo convierte en una de las evaluaciones más completas de cómo las toxinas ambientales influyen en el envejecimiento a nivel nacional.

•Se utilizaron muestras de sangre y orina para medir los niveles químicos: los investigadores compararon los niveles químicos de los participantes con los marcadores de envejecimiento epigenético, y se enfocaron en los cambios en los patrones de metilación del ADN que se relacionan con el envejecimiento acelerado. Entre los diversos productos químicos que se investigaron, tres tuvieron las mayores asociaciones con el envejecimiento biológico acelerado: el cadmio, el plomo y la cotinina.2

•La exposición a metales tóxicos aumentó de forma significativa la “aceleración de la edad epigenética”: esto significa que las personas expuestas a niveles más elevados de estos químicos eran mayores desde el punto de vista biológico que su edad real. Los investigadores descubrieron que las personas con niveles más elevados de cadmio y plomo tuvieron una edad biológica mucho mayor, lo que las hace más susceptibles a enfermedades crónicas y a la muerte prematura.

•La exposición al cadmio se destacó como un gran factor del envejecimiento: una mayor desviación estándar (DE) en los niveles de cadmio en la sangre se asoció con 1.23 años adicionales de envejecimiento biológico. Tener mayores niveles de cadmio también aceleró el ritmo del envejecimiento a lo largo del tiempo, en lugar de influir solo en un punto único en el tiempo.

•La exposición al plomo tuvo un impacto similar pero un poco más débil en los marcadores de envejecimiento: una mayor DE en los niveles de plomo en la sangre resultó en un aumento de 0.73 a 0.67 años en la aceleración del envejecimiento. Aunque no fueron tan pronunciados como los del cadmio, los efectos fueron significativos como para confirmar que la exposición al plomo es un factor importante en el envejecimiento a nivel celular.

•Fumar también envejece más rápido: se descubrió que la cotinina, que es un metabolito de la nicotina y un marcador de la exposición al tabaco, contribuye de forma independiente al aumento de la edad biológica. Sin embargo, incluso después de ajustar el estado de tabaquismo, la exposición al cadmio y al plomo todavía conduce a un envejecimiento acelerado, lo que demuestra que estos metales pesados son dañinos sin importar si fuma o no.

Esto significa que el impacto de los metales pesados en el envejecimiento biológico no es solo un reflejo de las diferencias en el estilo de vida, sino un efecto directo de estas toxinas en el cuerpo. Los hallazgos fueron más contundentes en los exfumadores, lo que sugiere que la exposición a largo plazo a estos metales aún influye en el envejecimiento biológico incluso después de que una persona deja de fumar.3

Los metales tóxicos destruyen la función de las células

Los mecanismos biológicos detrás de estos hallazgos están relacionados con la forma en que el cadmio y el plomo interfieren con la función normal de las células. Ambos metales interrumpen la metilación del ADN, que es un proceso esencial que regula qué genes se activan o desactivan.4

•Los productos químicos tóxicos alteran el ADN y provocan inflamación: cuando los patrones de metilación del ADN se alteran debido a la exposición tóxica, los genes relacionados con la inflamación, el estrés oxidativo y la función de las mitocondrias se desregulan. Esto conduce a una inflamación crónica de bajo grado, una mayor producción de especies reactivas de oxígeno (ROS, por sus siglas en inglés) y una menor producción de energía dentro de las células, todo lo cual acelera el proceso de envejecimiento.

•El cadmio interfiere con la habilidad del cuerpo para mantener la señalización adecuada del calcio: esto se necesita para el funcionamiento saludable de las mitocondrias.5 Debido a que altera la homeostasis del calcio, el cadmio contribuye al daño en las mitocondrias, lo que reduce la habilidad de las células para generar ATP, que es la moneda de energía del cuerpo. Esto conduce a un mayor estrés de las células, daño del ADN y muerte celular prematura, todo lo cual contribuye al envejecimiento biológico y a la susceptibilidad a las enfermedades.

•El plomo se relaciona con el deterioro cognitivo, la pérdida de memoria y un riesgo mayor de enfermedades neurodegenerativas: compite con el calcio en el cuerpo, lo que interfiere con las vías de señalización esenciales y provoca una disfunción celular generalizada.6 Con el tiempo, este daño se acumula y promueve la progresión de enfermedades relacionadas con la edad, como las enfermedades cardiovasculares y la demencia.

Para obtener más información sobre los efectos dañinos del plomo, lea mi artículo llamado: “La exposición a esta sustancia tóxica fomenta el aumento de la crisis mental”.

Los resultados de este estudio refuerzan la necesidad urgente de disminuir la exposición al cadmio y al plomo en la vida cotidiana. Identificar las fuentes de exposición y tomar medidas para limitar el contacto con estas sustancias dañinas podría retardar el envejecimiento biológico y mejorar los resultados de salud a largo plazo.7

Su entorno determina qué tan rápido envejece, no sus genes

Durante décadas, las investigaciones sobre el envejecimiento y la longevidad se centraron en su mayoría en la genética, y se buscaron genes de longevidad y soluciones farmacéuticas para prolongar la vida. Sin embargo, estos hallazgos recientes dejan claro que las exposiciones ambientales son de gran importancia, ya que influyen en la expectativa de vida y en el riesgo de enfermedades relacionadas con la edad mucho más que los factores genéticos.

Otro estudio reciente publicado en Nature Medicine también investigó sobre este tema. Los investigadores analizaron datos del Biobanco del Reino Unido, en el que participaron casi 500 000 personas, para determinar si los genes de una persona o su entorno tenían una mayor influencia en el envejecimiento prematuro y la mortalidad.8

•Las exposiciones ambientales fueron mucho más influyentes a la hora de determinar la esperanza de vida y el riesgo de enfermedades: los investigadores examinaron más de 25 exposiciones ambientales relacionadas al envejecimiento, incluyendo contaminantes, hábitos de estilo de vida y condiciones socioeconómicas. También se analizó el impacto de la genética con el uso de puntuaciones de riesgo poligénico, que es una evaluación de cómo el perfil genético de una persona influye en su probabilidad de desarrollar diversas enfermedades.

•El medio ambiente, no los genes, determina el riesgo de mortalidad: encontraron que los genes explicaron menos del 2 % de la variación en la mortalidad, mientras que los factores del ambiente representaron un 17 %, más de ocho veces la contribución genética.

•Desglosar la investigación por enfermedad reveló un patrón interesante: los investigadores descubrieron que la genética tiene una mayor influencia en ciertas enfermedades, como la demencia y algunos tipos de cáncer, mientras que los factores del ambiente dominaron en otras. En el caso de enfermedades como las cardíacas, las pulmonares y las hepáticas, la exposición al ambiente representó entre el 5.5 % y casi el 50 % de la variación de la enfermedad.9

La conclusión es que la genética no es el factor principal que determina qué tan rápido envejecemos. Más bien, sus exposiciones cotidianas (la contaminación del aire, la alimentación, las toxinas en los productos del hogar) están moldeando de forma activa su trayectoria de salud, lo que determina qué tan rápido envejece y si desarrolla enfermedades crónicas.

Las exposiciones tóxicas en la infancia pueden causar daños graves a lo largo de la vida

Uno de los hallazgos más sorprendentes fue que las exposiciones en las primeras etapas de la vida tuvieron consecuencias a largo plazo. Los investigadores descubrieron que las personas que vivían en zonas contaminadas tenían poco acceso a alimentos de calidad o estuvieron expuestas a sustancias químicas nocivas a una edad temprana tenían una esperanza de vida mucho más corta. Estos factores del ambiente alteraron procesos biológicos clave, lo que provocó un envejecimiento más rápido incluso décadas después.10

•La relación entre las exposiciones ambientales y los marcadores de envejecimiento biológico: los relojes de edad proteómica son relojes biológicos que miden los cambios de las moléculas en las proteínas. Estos reflejan su edad biológica real, no su edad cronológica.

•La exposición a sustancias químicas tóxicas aceleró el envejecimiento proteómico: según la investigación, este proceso de envejecimiento tuvo una relación con mayores tasas de multimorbilidad (la presencia de múltiples enfermedades crónicas al mismo tiempo).

•La importancia de intervenir en el estilo de vida: la buena noticia es que, si bien, la genética es fija, las exposiciones ambientales se pueden modificar. Evitar las toxinas, mejorar la calidad del aire y tomar decisiones de alimentación conscientes podrían retrasar de forma drástica el proceso de envejecimiento y reducir el riesgo de enfermedades.

La contaminación del aire y los EDCs también aceleran su reloj biológico

Un estudio anterior publicado en la revista italiana La Medicina del Lavoro confirmó estos hallazgos, y se centró en los metales pesados, la contaminación del aire y las sustancias químicas disruptoras del sistema endocrino (EDCs, por sus siglas en inglés), en específico.

Los científicos utilizaron biomarcadores moleculares (que son indicadores biológicos que miden los cambios fisiológicos) para evaluar cómo las exposiciones externas impactan en el proceso de envejecimiento del cuerpo. Se centraron en los cambios en la metilación del ADN, que controlan la actividad genética, y cómo estas alteraciones se relacionan de forma directa con un envejecimiento más rápido y un riesgo mayor de enfermedades.11

•Los factores ambientales influyen en los procesos centrales de envejecimiento del cuerpo a nivel molecular: los investigadores descubrieron que estos factores impactan en todo, desde la inflamación hasta la producción de energía de las células. Sus hallazgos refuerzan la idea de que las exposiciones externas favorecen más el envejecimiento que solo la genética.12

•La contaminación del aire afecta la metilación del ADN: uno de los hallazgos más significativos fue que la contaminación del aire altera las funciones biológicas esenciales, lo que aumenta el riesgo de padecer enfermedades crónicas como enfermedades cardíacas, neurodegeneración y trastornos metabólicos. El estudio encontró que la exposición a partículas finas que provienen de emisiones de vehículos y fuentes industriales tuvo una relación con marcadores de aceleración de la edad, lo que hace que las personas sean mayores desde un punto de vista biológico que su edad cronológica real.

•Los EDCs también tienen una gran influencia en el envejecimiento biológico: estos químicos, que se suelen encontrarse en plásticos, pesticidas y productos domésticos, interfieren con la función de las hormonas, lo que provoca trastornos metabólicos e inflamatorios generalizados.

•Las personas con mayor exposición a EDCs tienen una mayor edad de metilación del ADN: sus cuerpos envejecen más rápido a nivel molecular. Los investigadores señalaron que, incluso la exposición a dosis bajas, con el tiempo se acumula y contribuye a problemas de salud a largo plazo, como obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares.

•Ciertas exposiciones tóxicas causaron más daño que otras: si bien, la contaminación del aire y los metales pesados aceleraron el envejecimiento, los investigadores descubrieron que los EDCs tuvieron un efecto aún mayor en los cambios de metilación del ADN. Estos químicos no sólo interfieren con el equilibrio de las hormonas: alteran de forma activa la expresión genética, lo que provoca inflamación crónica y estrés oxidativo y acelera el desgaste de las células.

•Los efectos dañinos de los contaminantes también varían entre los grupos de edad: las personas mayores experimentaron los efectos más pronunciados de la exposición a largo plazo, pero las poblaciones más jóvenes no fueron inmunes. Los investigadores descubrieron que incluso las personas de entre 30 y 40 años con niveles elevados de exposición tuvieron marcadores de envejecimiento similares a los de individuos 10 a 15 años mayores.

Esto significa que la exposición a la contaminación del aire y a los productos químicos no es solo una preocupación para los adultos mayores: afecta a las personas mucho antes en la vida de lo que la mayoría cree. El daño comienza a acumularse desde muy temprano, a menudo sin síntomas notables hasta que se desarrolla la enfermedad crónica.13

Disminuir la exposición a sustancias químicas tóxicas retrasa el envejecimiento

Para ralentizar el envejecimiento biológico, primero se deben eliminar los mayores agresores del entorno. Dañan poco a poco sus células, lo que lo enferma más y hacen que envejezca más rápido. La buena noticia es que tiene control sobre muchas de estas exposiciones, lo que le ayudará a envejecer más lento y disminuirá el riesgo de enfermedades crónicas. A continuación encontrará seis estrategias que pueden ayudarlo a protegerse y retrasar el envejecimiento biológico:

1. Filtre el aire de su casa: el aire que respira es una de las mayores fuentes de exposición a sustancias tóxicas. La contaminación del aire acelera el daño al ADN y genera inflamación crónica. Si vive en una zona con niveles elevados de contaminación, invierta en un purificador de aire HEPA de buena calidad para su hogar. Mantenga sus ventanas cerradas durante los días de mucho smog y evite hacer ejercicio al aire libre cerca de carreteras con mucho tráfico.

Para obtener más información sobre cómo la contaminación del aire daña su salud, lea mi artículo llamado: “Pequeñas dosis, grandes efectos: lo que el aire hace en su cuerpo”.

2. Instale un filtro de agua de buena calidad: el agua del grifo es otra fuente importante de sustancias químicas tóxicas, incluyendo el plomo y el cadmio. Utilice un filtro de agua de buena calidad que elimine con efectividad los metales pesados y los EDCs. Para conocer más formas de proteger su suministro de agua, lea mi artículo llamado: “Las sustancias químicas cancerígenas a las que se expone al beber esto”.

3. Evite los alimentos procesados y los aceites industriales: su alimentación tiene una gran influencia en la exposición a las toxinas. Muchos alimentos procesados contienen aditivos, conservadores y aceites que alteran la función de las hormonas y aumentan el estrés oxidativo. Elimine los aceites vegetales (como el de soya, maíz y canola) y reemplácelos con opciones más saludables como ghee, sebo y mantequilla de animales alimentados con pastura.

Evite las frutas y vegetales no orgánicos que tienen un contenido elevado de residuos de pesticidas, los cuales se relacionaron con un envejecimiento más rápido. Si come pescado, elija variedades silvestres en lugar de las de cultivo para reducir la exposición al mercurio y otros metales pesados.

4. Deshágase de los productos plásticos y los que están cargados de químicos: los EDCs se encuentran en plásticos, productos de cuidado personal y productos de limpieza del hogar. Estos productos químicos interfieren con la función de las hormonas, lo que acelera el envejecimiento biológico y aumenta el riesgo de enfermedades. No utilice recipientes de plástico, en especial para los alimentos grasos, ya que muchos EDCs son liposolubles. En su lugar, utilice vidrio o acero inoxidable.

Lea las etiquetas de ingredientes de los productos de cuidado personal y evite comprar cualquier producto que contenga parabenos, ftalatos o fragancias artificiales. Reemplace los productos de limpieza del hogar convencionales por alternativas no tóxicas como bicarbonato de sodio, vinagre y aceites esenciales.

5. Obtenga más luz del sol y apoye la salud de las mitocondrias: la luz del sol es crucial para mantener una producción óptima de energía de las células. La exposición a la luz natural regula los ritmos circadianos, mejora la función de las mitocondrias y reduce la inflamación. Pase tiempo al aire libre todos los días, en especial por la mañana, para ayudar a su cuerpo a sincronizarse con los ciclos de luz natural.

Si ha consumido aceites de semillas durante años, evite la exposición al sol de gran intensidad hasta que se eliminen de su sistema, lo cual es un proceso que lleva al menos seis meses. El azul de metileno es otra herramienta poderosa para apoyar la salud de las mitocondrias y contrarrestar el estrés oxidativo. Compre azul de metileno de grado farmacéutico en forma de tabletas o cápsulas y tómelo en la dosis recomendada de 5 mg una vez al día.

6. Promueva la desintoxicación a través del movimiento y la nutrición: su cuerpo trabaja todo el tiempo para eliminar las toxinas, pero necesita apoyo. La actividad física regular aumenta la circulación, lo que ayuda a eliminar las toxinas almacenadas. Algunas estrategias efectivas incluyen caminar, el entrenamiento de resistencia y sudar mediante el uso de un sauna.

Desde el punto de vista nutricional, concéntrese en alimentos que favorezcan la función hepática y eliminen las toxinas. Las carnes, los huevos y el colágeno de animales alimentados con pastura aportan aminoácidos esenciales que ayudan a las vías de desintoxicación. Evite la alimentación rica en fibra si tiene un microbioma intestinal comprometido, ya que la fibra puede aumentar los niveles de endotoxinas y contribuir a la inflamación. Si tiene un intestino muy dañado, comience con frutas enteras y arroz blanco antes de pasar a carbohidratos más complejos y ricos en fibra.

Tomar las medidas adecuadas ahora, tendrá efectos duraderos en su envejecimiento. Cada cambio es importante, y cuanto antes reduzca la exposición a estas toxinas, mejor será su salud y longevidad.

Preguntas frecuentes sobre las toxinas del ambiente

P: ¿Cómo las toxinas del ambiente aceleran el envejecimiento?

A: Las toxinas del ambiente como los metales pesados, la contaminación del aire y los químicos disruptores del sistema endocrino (EDCs) interfieren con la metilación del ADN, alteran la función de las mitocondrias y provocan una inflamación crónica. Estos factores aceleran el envejecimiento biológico, lo que lo hace más vulnerables a enfermedades crónicas como enfermedades cardíacas, demencia y trastornos metabólicos.

P: ¿Son más importantes en el envejecimiento los factores genéticos o ambientales?

R: Las investigaciones demuestran que las exposiciones ambientales representan el 17 % de las variaciones relacionadas con el envejecimiento, mientras que la genética contribuye con menos del 2 %. Esto significa que las opciones de estilo de vida, la calidad del aire y la exposición a toxinas tienen una mayor influencia a la hora de determinar la velocidad del envejecimiento y el riesgo de padecer enfermedades relacionadas con la edad.

P: ¿Cuáles son las toxinas más nocivas para el envejecimiento?

A: El cadmio, el plomo y la cotinina tienen los mayores vínculos con el envejecimiento acelerado. Estas toxinas alteran la expresión del ADN, reducen la producción de energía de las células y aumentan el estrés oxidativo. Los EDCs que se encuentran en los plásticos y productos de cuidado personal también contribuyen al envejecimiento prematuro, ya que interfieren con el equilibrio de las hormonas.

P: ¿Se puede revertir o retrasar el envejecimiento causado por las toxinas del ambiente?

R: Sí, disminuir la exposición a los contaminantes y adoptar un estilo de vida más saludable ayuda a retrasar el envejecimiento biológico. El uso de filtros de aire y agua, evitar los alimentos procesados y los aceites de semillas industriales, limitar el uso de plástico y favorecer la desintoxicación a través del movimiento y la nutrición pueden ayudar a proteger contra el envejecimiento inducido por toxinas.

P: ¿Cuáles son las mayores fuentes de exposición a sustancias tóxicas en la vida cotidiana?

A: La contaminación del aire, el agua contaminada, los alimentos procesados, los plásticos y los productos de cuidado personal y domésticos llenos de sustancias químicas son las fuentes más comunes de exposición a sustancias tóxicas. Eliminar o disminuir estas fuentes reduce en gran medida el riesgo de envejecimiento prematuro y enfermedades.