📝HISTORIA EN BREVE
- El hígado realiza más de 500 funciones esenciales, tales como desintoxicar su cuerpo, mantener el equilibrio hormonal, estimular el metabolismo, producir bilis y regular el sistema inmunológico
- Con el tiempo, el hígado ya no se regenera como solía hacerlo, y eso lo hace más vulnerable al daño por estrés metabólico, las toxinas, la inflamación y las deficiencias nutricionales
- La enfermedad del hígado afecta a más de 100 millones de personas en los Estados Unidos, y muchas veces se desarrolla de manera silenciosa, sin que las personas sepan que tienen un problema hasta que el daño está avanzado y es difícil de revertir
- Los aceites vegetales industriales y el alcohol sobrecargan el hígado con aldehídos reactivos que deterioran las mitocondrias, impiden la desintoxicación, causan inflamación y aceleran la acumulación de grasa y el envejecimiento celular
- Existen estrategias de estilo de vida y alimentarias específicas, como evitar los aceites vegetales, consumir alimentos ricos en colina, mejorar el sueño, controlar el estrés y mantenerse activo, que ayudarán a restaurar la función de su hígado
🩺Por el Dr. Mercola
Las Naciones Unidas estiman que para 2050, una de cada cuatro personas tendrá más de 65 años, lo que incrementará las tasas de problemas de salud relacionados con la edad en todo el mundo.1 Con el paso de los años, se producen cambios sutiles en los ritmos del cuerpo, que incluyen cambios en la salud del hígado que pueden pasar desapercibidos, pero afectan bastante cómo se siente día a día. En los Estados Unidos, más de 100 millones de personas viven con algún tipo de enfermedad del hígado, y muchos no lo saben hasta que la etapa es avanzada.2
El hígado filtra, procesa y se adapta a las demandas diarias, pero su capacidad para hacer todas estas tareas comienza a deteriorarse con el paso de los años, y eso lo hace más susceptible al estrés y a las lesiones. Este deterioro gradual suele manifestarse en forma de fatiga crónica, cambios digestivos o falta de vitalidad, pero las personas suelen relacionar estos síntomas con la edad.
Aun así, el hígado mantiene su capacidad de regeneración. Dado que gran parte de su deterioro depende de factores que puede controlar, protegerlo y fortalecerlo está en sus manos, y al hacerlo, preservará su función que lo ha ayudado a mantener una buena salud durante tanto tiempo.
Las funciones más importantes que realiza su hígado a diario
El hígado es uno de los órganos más grandes del cuerpo y realiza más de 500 funciones vitales, y muchas se realizan de manera simultánea.3 Todo lo que come, bebe, respira y absorbe a través de la piel pasa por este órgano para analizarse y procesarse. Si el hígado dejara de funcionar, se produciría un desequilibrio en todo su cuerpo, que afectaría desde su metabolismo hasta su inmunidad, en cuestión de días.
• Desintoxicación: toda la sangre que transporta los nutrientes que provienen de los órganos digestivos viaja a través de la vena porta hepática hasta el hígado, donde se filtra antes de circular al resto del cuerpo. Además, unas enzimas especializadas transforman los compuestos dañinos en formas que pueden eliminarse de forma segura. 4 Por ejemplo, el alcohol se transforma en acetaldehído y antes de salir del cuerpo, se convierte en acetato.5
Los medicamentos también sufren cambios químicos que los hacen solubles en agua para que puedan eliminarse a través de la bilis o la orina.6 El hígado también elimina sustancias químicas ambientales, pesticidas y metales pesados, y metaboliza el amoníaco (un subproducto tóxico del metabolismo de las proteínas) en urea, que se elimina a través de la orina.7
• Producción de bilis: el hígado produce de 800 a 1000 mililitros de bilis al día, que es un fluido digestivo de color verde amarillento que contiene sales biliares, colesterol, fosfolípidos y productos de desecho como bilirrubina, que se produce cuando se metaboliza la hemoglobina.8
Las sales biliares emulsionan las grasas que obtiene de la alimentación en micelas, lo que incrementa la superficie de contacto para que actúen las enzimas digestivas, y permite que el intestino delgado absorba vitaminas liposolubles. Cuando no se produce suficiente bilis, la digestión de las grasas y la absorción de nutrientes disminuyen, y los productos de desecho se acumulan en el torrente sanguíneo.9
• Metabolismo y regulación energética: el hígado regula los niveles de glucosa dentro de un rango limitado para que el cerebro y los músculos reciban la energía que necesitan para funcionar de forma correcta. Cuando tiene niveles elevados de azúcar, el cuerpo almacena el exceso de glucosa en forma de glucógeno. Cuando bajan sus niveles de azúcar, el cuerpo libera glucosa de las reservas de glucógeno o produce glucosa nueva a partir de los aminoácidos y el glicerol.10
En el metabolismo de las grasas, el hígado sintetiza colesterol, fosfolípidos y lipoproteínas, que son esenciales para las membranas celulares y la producción de hormonas. Descompone las grasas para producir energía y convierte el exceso de carbohidratos y proteínas en ácidos grasos y triglicéridos para que se almacenen en el tejido adiposo.
• Producción de proteínas: el hígado produce proteínas como la albúmina, que mantiene el volumen y la presión sanguínea al retener líquido en los vasos sanguíneos.11 También produce factores de coagulación como el fibrinógeno y la protrombina para detener el sangrado después de una lesión, así como proteínas de transporte que llevan hormonas, vitaminas, minerales y otras moléculas a través del torrente sanguíneo.12
• Almacenamiento de nutrientes: el hígado mantiene reservas de nutrientes clave para evitar las deficiencias alimentarias. Aquí se almacenan las vitaminas liposolubles A, D, E y K, así como la vitamina B12, junto con el hierro unido a la ferritina y el cobre que se requiere para la función enzimática. Las reservas de glucógeno proporcionan una fuente rápida de glucosa durante el ayuno, el esfuerzo físico o las demandas energéticas repentinas.13
• Función inmunológica: el hígado contiene células de Kupffer, que son macrófagos especializados que recubren sus vasos sanguíneos. Estas células envuelven y destruyen bacterias, virus, parásitos, glóbulos rojos desgastados y otros desechos del intestino. También ayudan a regular la inflamación cuando producen citoquinas que regulan las respuestas inmunológicas y previenen el daño excesivo de los tejidos.14
• Regulación hormonal: el hígado descompone y elimina el exceso de hormonas de la circulación, lo que ayuda a mantener su equilibrio. También metaboliza el estrógeno, la testosterona, el cortisol y la insulina, lo que evita que se acumulen. El hígado también convierte la hormona tiroidea inactiva (T4) en su forma activa (T3), que influye en la tasa metabólica y el uso de energía.15,16
El hígado regenera el tejido perdido, es decir, restaura su tamaño y función incluso después de una lesión grave. Esta regeneración requiere de la proliferación de hepatocitos, células de los conductos biliares y estructuras de soporte, y depende de factores de crecimiento y citoquinas. Pero, con el paso de los años o el ataque continuo de toxinas, infecciones o acumulación de grasa, se reduce la capacidad de regeneración y se acumula tejido cicatricial, lo que afecta su función.
La población de mayor riesgo
Según un artículo que se publicó en The Lancet Regional Health Europe, la enfermedad del hígado suele desarrollarse de manera silenciosa a lo largo de los años. En sus primeras etapas, cuando las células comienzan a sufrir daños y el tejido fibroso empieza a remplazar a las células sanas, no suelen producirse síntomas evidentes.
La capacidad del hígado para adaptarse y compensar enmascara la lesión hasta que el daño ya es grave. Cuando aparecen síntomas como fatiga, molestias abdominales o inflamación, suele significar que el problema ya está en una fase más avanzada.17
• Mayor riesgo con la edad: las personas mayores de 50 años tienen un mayor riesgo porque su hígado ha trabajo sin descanso durante décadas, y su capacidad regenerativa comienza a disminuir de forma natural con el tiempo. La edad también se relaciona cambios en la composición corporal, el equilibrio hormonal y la circulación, lo que incrementa la susceptibilidad a los factores de estrés metabólico e inflamatorios.
• Impacto de las condiciones metabólicas: la diabetes tipo 2, la obesidad, la resistencia a la insulina y el síndrome metabólico contribuyen a la acumulación de grasa en el hígado, lo que afecta su función y causa inflamación. El exceso de grasa visceral es muy dañino, ya que libera moléculas inflamatorias que sobrecargan las células hepáticas y aceleran la progresión de la fibrosis (formación de tejido cicatricial en el hígado) y la cirrosis (cicatrización grave e irreversible que altera la función hepática).18
• Factores alimentarios que dañan el hígado: si bien consumir mucho alcohol es una de las principales causas de enfermedad del hígado, existen otros factores que empeoran la situación. Comer muchos alimentos procesados y aceites vegetales con alto contenido de ácido linoleico (AL) provoca estrés oxidativo y subproductos de lípidos tóxicos que dañan las membranas celulares del hígado y alteran las vías metabólicas.
• Otros riesgos médicos y genéticos: la hepatitis viral crónica, los trastornos hepáticos autoinmunes y los problemas de salud hereditarios como la hemocromatosis o la enfermedad de Wilson aceleran el daño en el hígado. Si a estos problemas de salud, le sumamos el deterioro de los mecanismos de reparación que se produce con la edad, estas vulnerabilidades suelen acelerar la progresión de la lesión.19
• La detección suele ser tardía: en los análisis convencionales de enzimas hepáticas como la alanina aminotransferasa (ALT) y la aspartato aminotransferasa (AST) los resultados pueden parecer normales hasta que se produce un daño significativo. Los niveles de estas enzimas incrementan cuando el daño en las células hepáticas ya está avanzado, pero en muchos casos crónicos de bajo grado, los niveles se mantienen dentro de los rangos de referencia.
• La importancia de monitorear la salud del hígado: la American Diabetes Association (ADA) recomienda un proceso de detección simple de dos pasos que comienza con un análisis de sangre que se conoce como índice de fibrosis-4 (FIB-4). Si obtiene un valor elevado en este análisis, debe realizarse una exploración por imagen para confirmar el nivel de rigidez del hígado, como una elastografía, que muestra signos tempranos de daño hepático antes de que aparezcan los síntomas.20
La detección temprana es fundamental. Si utiliza los métodos de detección adecuados y reconoce los factores de riesgo, podrá identificar y tratar el daño hepático antes de que progrese a etapas irreversibles. Para más información sobre este tema, consulte: “Una enfermedad peligrosa se expande y usted podría estar entre los afectados".
Estrategias alimentarias para proteger su hígado
Los alimentos tienen un impacto directo en el hígado, para bien o para mal. Implemente las siguientes estrategias para abordar los factores de estrés más comunes en la alimentación, mientras le da a su hígado los componentes básicos que necesita para recuperarse y prosperar, sin importar su edad.
• Eliminar las fuentes de AL de su alimentación: si sus comidas o bocadillos incluyen alimentos procesados con ingredientes como soya, canola, maíz o cualquier cosa que se etiquete como “aceite vegetal”, entonces es probable que su hígado esté bajo un ataque constante. Los aceites de semillas industriales contienen mucho AL, que se metaboliza en subproductos tóxicos que se conocen como metabolitos de ácido linoleico oxidados (OXLAM), que son un tipo de aldehído reactivo: moléculas inestables y muy dañinas que alteran las membranas celulares y causan inflamación crónica. Sustituya los aceites vegetales por grasas estables como la mantequilla, el sebo, el ghee o el aceite de coco, y evite los frutos secos y las semillas. Aunque suelen considerarse una opción saludable para el hígado, en realidad contienen grandes cantidades de ácido linoleico (AL). No los consuma hasta que haya eliminado los aceites de semillas durante al menos seis meses para reducir su carga de ácido linoleico y el estrés oxidativo. Esto le da un respiro a su hígado y ayuda a mejorar su proporción entre omega-3 y omega-6.
• Evitar el alcohol: el alcohol se convierte en acetaldehído, otro aldehído reactivo que daña las mitocondrias y acelera el envejecimiento celular. Este compuesto interfiere con la habilidad del hígado para desintoxicarse, regenerarse y almacenar energía. 21 Si ya tiene grasa abdominal, resistencia a la insulina o enzimas hepáticas elevadas, eliminar tanto los aceites de semillas como el alcohol mejora las probabilidades de su hígado de recuperarse antes de que el daño se vuelva permanente.
• Evitar el azúcar procesado y el almidón refinado: comer muchos alimentos que causan picos de azúcar obliga a su cuerpo a liberar grandes cantidades de insulina, lo que provoca que se acumule grasa en el hígado y altera el equilibrio metabólico.22
• Consumir más alimentos ricos en colina: la colina es esencial para producir fosfatidilcolina, que es el fosfolípido que se requiere para formar partículas de lipoproteínas de muy baja densidad (VLDL) que transportan los triglicéridos fuera del hígado. Sin suficiente colina, la grasa queda atrapada en los hepatocitos, lo que causa esteatosis y, por último, inflamación.23
Los estudios demuestran que la deficiencia de colina incrementa el riesgo de enfermedad del hígado graso, y que optimizar sus niveles ayuda a revertir la acumulación de grasa.24 La mejor fuente alimenticia son las yemas de huevo de gallinas camperas, pero si no son una opción viable, asegúrese de buscar huevos bajos en PUFA. El hígado de res de animales alimentados con pastura es otra opción de una forma de colina muy absorbible.
• Consumir fibra para reforzar el eje intestino-hígado: los vegetales y frutas aportan fibras fermentables que alimentan a los microbios beneficiosos y ayudan a regular la señalización inflamatoria que llega al hígado a través de la circulación portal.25 Pero, si no tiene una buena salud intestinal como resultado de una mala alimentación o un desequilibrio microbiano, los alimentos ricos en fibra pueden ser difíciles de digerir.
Por esa razón, introduzca la fibra de forma gradual. Comience con opciones fáciles de digerir, como frutas enteras y arroz blanco bien cocido. A medida que su intestino se cura, comience a consumir almidones como papas peladas o calabaza cocida. Después puede empezar a introducir vegetales de raíz y, por último, alimentos ricos en fibra.
• Consumir alimentos ricos en antioxidantes: las bayas, los vegetales de hoja verde y crucíferos proporcionan polifenoles y compuestos de azufre que reducen el estrés oxidativo y estimulan la desintoxicación, lo que ayuda a proteger las enzimas y las membranas que hacen que el metabolismo del hígado funcione sin problemas.
Seis hábitos que fortalecen su hígado
Con la edad, el hígado se vuelve más vulnerable al desgaste de la vida diaria. Por lo que, sus hábitos toman mayor importancia con respecto a su efecto en su capacidad de recuperación. Las pequeñas decisiones que toma cada día ayudan a ralentizar o incluso revertir el estrés metabólico, la inflamación y la acumulación de grasa, lo que ayuda a mantener su hígado en un estado saludable.26
1. Mantener un peso saludable: el exceso de grasa visceral, en especial alrededor del abdomen, libera un flujo constante de citoquinas inflamatorias y ácidos grasos libres en la vena porta, que los transporta directo al hígado. Esto promueve la inflamación en el hígado, la fibrosis y el deterioro de la función hepática.27
Además, los estudios demuestran que la circunferencia de la cintura es un indicador más preciso de la salud del hígado que el peso por sí solo. Mantener su cintura y su peso saludables a través de su alimentación y actividad física regular ayuda a quitarle carga al hígado.28
2. Mantenerse en movimiento: la actividad física regular se relaciona con menores niveles de enzimas hepáticas, lo que es un marcador clave del daño y la disfunción en el hígado. Dado que los niveles elevados de enzimas pueden ser señal de diferentes enfermedades del hígado, esta relación sugiere que el ejercicio es un factor de protección que refuerza la salud del hígado.29
Incluso las caminatas cortas de 10 a 15 minutos después de comer, ayudan a controlar los picos de azúcar, lo que reduce la carga metabólica en el hígado.30
3. Dormir bien: obtener sueño de calidad permite que su hígado se repare y desintoxique, mientras que la falta de sueño promueve la inflamación y altera el equilibrio del azúcar, lo que sobrecarga su hígado. 31 Trate de dormir bien todas las noches, y para lograrlo, mantenga una rutina constante a la hora de acostarse.
Otras estrategias incluyen limitar la exposición a la luz azul de las pantallas por la noche, exponerse al sol por la mañana para restablecer el ritmo circadiano y mantener su dormitorio fresco, oscuro y en silencio para mejorar la calidad de su sueño.
4. Limitar la exposición a toxinas: muchas toxinas ambientales, incluyendo los disruptores endocrinos (EDC) en plásticos, pesticidas, disolventes industriales y metales pesados, sobrecargan los procesos de desintoxicación del hígado. Para reducir su exposición, utilice recipientes de vidrio o acero inoxidable en lugar de los de plástico, compre productos agrícolas orgánicos, filtre el agua potable y ventile los espacios habitables mientras limpia.
5. Controlar el estrés crónico: el estrés crónico incrementa los niveles de hormonas como el cortisol, que promueven el almacenamiento de grasa y la inflamación en el hígado, lo deteriora su función.32 Prácticas como la respiración profunda, la meditación o pasar tiempo en la naturaleza ayudan a calmar el cuerpo y la mente, lo que reduce sus efectos.
También considere las Técnicas de Libertad Emocional (EFT), una forma de acupresión psicológica que se basa en los meridianos energéticos de la acupuntura, y ayuda a restablecer el equilibrio interno y acelerar la curación. En el siguiente vídeo, Julie Schiffman, experta en EFT, muestra cómo hacerlo.
6. Exponerse de forma regular a la luz de sol: los niveles óptimos de vitamina D se relacionan con una menor inflamación del hígado, una mejor sensibilidad a la insulina y un menor riesgo de progresión de la esteatosis simple a una enfermedad hepática más avanzada.33,34 Por desgracia, la deficiencia es un problema muy común entre las personas de edad avanzada, en especial en todos aquellos que no pasan mucho tiempo al aire libre.
Para incrementar sus niveles de forma natural, pase tiempo bajo el sol. Pero, considere que la tolerancia de su piel a la luz del sol depende de su estado interno, en especial de los tipos de grasas que se almacenan en sus tejidos. Si su cuerpo aún está trabajando para eliminar el exceso de ácido linoleico, debe ser más cuidadoso al exponerse al sol.
El AL tiende a acumularse en el tejido cutáneo y se oxida muy fácil. Cuando se expone a la luz del sol, se produce inflamación y se daña el ADN, lo que incrementa su riesgo de quemaduras solares. Por lo tanto, si consume mucho AL, evite la luz directa del sol durante sus horas más intensas (de 10 a.m. a 4 p.m.) hasta que haya reducido su consumo durante al menos seis meses. Esto le da tiempo a su cuerpo para eliminar parte del AL acumulado, lo que reduce su riesgo de daño cutáneo por el sol.
Para acelerar este proceso, considere aumentar su consumo de C15:0 (ácido pentadecanoico), que es una grasa saturada de cadena impar estable que se encuentra en los productos lácteos enteros y la mantequilla.35 La mayoría de las personas consumen solo entre 100 y 200 miligramos de C15:0 al día. Por mi parte, tomo 2 gramos al día. Para más información sobre este nutriente, consulte: "La grasa perjudicial que debe limpiar de su cuerpo: hágalo de esta manera". Para obtener más consejos sobre cómo exponerse de forma segura al sol: "Su mejor aliado secreto para una salud óptima y un sistema inmunológico fuerte".
Los mejores suplementos para reforzar la salud del hígado
Si bien los suplementos nunca deben remplazar una alimentación nutritiva y saludable, un sueño reparador, la actividad física y una baja carga tóxica, ciertos compuestos le dan a su hígado un refuerzo adicional, en especial cuando el estrés, el envejecimiento o el consumo limitado incrementan el riesgo de deficiencias nutricionales. Por ejemplo:
• Colina: si no consume alimentos de origen animal, será muy difícil satisfacer sus necesidades de colina. Si bien los vegetales crucíferos contienen algo de colina, no producen un impacto significativo en sus niveles, por lo que, tendría que consumir cantidades irreales todos los días para obtener algún beneficio. En estos casos, la suplementación ayuda a prevenir la deficiencia.
Una forma poco conocida es la citicolina, pero es una de las fuentes de colina con la mayor biodisponibilidad. Suele descartarse porque la mayoría de los productos proporcionan dosis demasiado bajas para ser efectivas. Pero a niveles clínicos, entre 500 y 2500 miligramos (mg) de citicolina al día, ayuda al hígado a envolver y exportar grasas de manera efectiva, y también estimula la producción de acetilcolina, que es un neurotransmisor esencial para la función cerebral.
• Vitamina D3: si pasa mucho tiempo en interiores o vive lejos del ecuador, muchas veces es necesario que recurra a un suplemento para mantener niveles óptimos de vitamina D. Recuerde que la vitamina D3 funciona mejor cuando se combina con magnesio y vitamina K2, ya que este trío actúa en conjunto para mejorar la absorción, reducir la calcificación arterial y ayudar al hígado a procesar mejor las grasas. Para más información sobre estos nutrientes, consulte: “¿Sus huesos están en peligro? Esta vitamina puede ser la solución”.
• Aceite de kril: es una fuente rica de omega-3 EPA y DHA unidos a fosfolípidos, lo que mejora la biodisponibilidad y la absorción celular. Estas grasas refuerzan la salud del hígado porque reducen las citoquinas proinflamatorias, mejoran los perfiles lipídicos y protegen del daño oxidativo que causa el exceso de ácido linoleico. Un estudio en ratones demostró que la suplementación con aceite de kril redujo la grasa hepática, la inflamación y los marcadores de estrés oxidativo en la obesidad inducida a través de la alimentación.
• Cardo mariano (extracto de silimarina): produce efectos antioxidantes, antifibróticos y hepatoprotectores, por lo que, estabiliza las membranas de las células hepáticas, elimina los radicales libres y estimula la síntesis de proteínas en los hepatocitos, lo que promueve la regeneración de los tejidos después de una lesión tóxica. Se estudia por su efecto en trastornos hepáticos y ha mostrado un beneficio constante en la mejora de los perfiles de enzimas hepáticas. 36,37,38
• N-acetilcisteína (NAC): sirve como precursor del glutatión, la molécula antioxidante y de desintoxicación más importante del hígado. 39 La NAC ayuda a restaurar las reservas de glutatión durante períodos de estrés oxidativo, estimula la desintoxicación y mejora los niveles de enzimas hepáticas en personas con enfermedad del hígado graso y hepatitis. También refuerza la función mitocondrial, ya que ayuda a combatir las especies reactivas de oxígeno.
• Extracto de cúrcuma o curcumina: produce efectos antiinflamatorios, antioxidantes y antifibróticos en el tejido hepático. Se sabe que la curcumina reduce los niveles de ALT y AST, disminuye el contenido de grasa hepática y ralentiza la progresión de la fibrosis al regular de forma descendiente las citoquinas proinflamatorias y las vías de señalización oxidativa.40
Combinar la suplementación con las demás estrategias de estilo de vida y alimentación que se mencionaron, le dará a su hígado las herramientas que necesita para mejorar su resiliencia, acelerar la reparación y mantener su capacidad metabólica, sin importar su edad.
Preguntas frecuentes sobre la salud del hígado
P: ¿Cómo puedo saber si mi hígado está sano a medida que envejezco?
R: Su hígado no suele mostrar signos evidentes de problemas hasta que el daño está avanzado, pero puede controlar su salud a través de chequeos regulares. Los análisis de sangre como la puntuación FIB-4 evalúa el riesgo de fibrosis, mientras que las exploraciones como la elastografía determinan el nivel de rigidez del hígado. Si experimenta fatiga crónica o molestias digestivas, consulte a su médico para que evalúe su función hepática a tiempo y detecte los problemas antes de que empeoren.
P: ¿Por qué mi hígado se vuelve más vulnerable con la edad?
R: A partir de los 50 años, se reduce la capacidad de regeneración del hígado y enfrenta una mayor tensión como resultado de décadas de procesamiento de toxinas, medicamentos y grasas alimentarias. Problemas de salud como la obesidad, la diabetes o la resistencia a la insulina incrementan el riesgo de acumulación de grasa y cicatrices, que progresan de manera silenciosa.
P: ¿Cuál es la mejor estrategia alimentaria para reforzar la salud del hígado?
R: Enfóquese en eliminar los aceites de semillas y los alimentos procesados, y sustitúyalos con alimentos de origen animal ricos en colina, así como vegetales ricos en antioxidantes y fibra que refuerzan el eje intestino-hígado. Consuma alimentos enteros y sin procesar, y utilice grasas estables como la mantequilla o el aceite de coco para cocinar.
P: ¿Cómo dañan los aceites vegetales mi hígado?
R: Los aceites de semillas industriales como la soya, el maíz y la canola tienen un alto contenido de ácido linoleico, que se metaboliza en subproductos tóxicos llamados OXLAM. Estos compuestos dañan las membranas celulares, incrementan el estrés oxidativo y causan una inflamación que, con el tiempo, deteriora la función hepática.
P: ¿Es bueno el ejercicio para la salud de mi hígado?
R: Sí, el ejercicio regula las enzimas hepáticas y ayuda a prevenir la acumulación de grasa. Incluso caminar un poco después de comer, mejora la sensibilidad a la insulina y reduce la carga en el hígado. El entrenamiento de fuerza también apoya la salud metabólica y ayuda a regular la grasa.
🔎Fuentes y Referencias:
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- 2 AARP, October 24, 2024
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