📝HISTORIA EN BREVE

  • Una de cada tres mujeres que acuden a la atención primaria padece al menos un trastorno del piso pélvico, pero la mayoría nunca ha sido diagnosticada ni tratada
  • El envejecimiento, el exceso de peso y el esfuerzo crónico son factores de riesgo importantes para los problemas del piso pélvico, como la incontinencia urinaria, el estreñimiento y el prolapso de órganos pélvicos
  • Muchas mujeres viven en silencio con múltiples trastornos pélvicos a la vez, y creen que son solo parte del envejecimiento o la maternidad, lo que retarda que busquen atención médica
  • La mayoría de los casos se pueden tratar sin cirugía, mediante terapias específicas, cambios en el estilo de vida y ejercicios de postura o respiración para reeducar y restablecer el equilibrio de los músculos pélvicos
  • Los fisioterapeutas reportan mejoras notables en un plazo de cuatro a seis semanas en muchas mujeres, sobre todo cuando el tratamiento incluye ejercicios personalizados y terapia muscular manual

🩺Por el Dr. Mercola

El malestar pélvico, la incontinencia urinaria y el estreñimiento crónico son señales de que su cuerpo necesita ayuda. Sin embargo, millones de mujeres ignoran estos síntomas, ya que piensan que son solo parte del envejecimiento o las secuelas del parto. Esto genera una gran brecha en la atención médica, lo que hace que muchas sufran en vano durante años sin darse cuenta de que lo que experimentan es un trastorno específico y que existen soluciones efectivas.

La realidad es que la disfunción del piso pélvico afecta a muchas más mujeres de lo que la mayoría de las personas creen, pero es un tema que pocas veces se habla. No importa si tiene 25 o 75 años, estos síntomas aparecen de forma lenta o repentina, debido al esfuerzo físico, el desequilibrio muscular o los cambios hormonales y de peso. Y una vez que empiezan a interferir en su vida cotidiana, el impacto la agota a nivel emocional, social y físico.

No tiene por qué aceptarlo como parte de su vida. Puede volver a entrenar su cuerpo, recuperar sus funciones y volver a sentirse segura de sí misma con las estrategias y el apoyo adecuados. Para llegar allí, es necesario comprender qué sucede debajo de la superficie y cómo las investigaciones más recientes por fin explican cuán comunes y tratables son estos trastornos en realidad.

Los trastornos del piso pélvico son mucho más comunes de lo que la mayoría de los médicos creen

Un estudio publicado en Scientific Reports examinó a 25 425 mujeres adultas atendidas en clínicas de medicina familiar e interna para determinar cuántas tenían trastornos del piso pélvico (PFDs, por sus siglas en inglés), que es un grupo de afecciones que incluyen incontinencia urinaria, disfunción intestinal y prolapso de órganos.1 La mujer promedio en el estudio era de mediana edad, con un índice de masa corporal (IMC) de 29.4, que se sitúa justo por debajo del umbral de obesidad.

El objetivo fue ver cómo estos problemas se correlacionan con la edad, el peso, la raza y el número de partos. En lugar de basarse en cuestionarios o clínicas especializadas, este estudio utilizó datos reales de visitas de atención primaria para obtener una imagen más clara de cuán comunes son los PFDs en la vida cotidiana.

• Una de cada tres mujeres tenía un trastorno del piso pélvico, pero la mayoría no tenía idea de qué causaba sus síntomas: en esta muestra de atención primaria, el 32 % de las mujeres tenía al menos un trastorno del piso pélvico. La disfunción intestinal afectó al 24.6 %, la incontinencia urinaria al 11.1 % y el prolapso de órganos pélvicos al 4.4 %. Lo que es aún más revelador fue que el 6.5 % de las mujeres tenían más de un tipo de PFDs, lo que significa que estas afecciones a menudo se relacionan.

• Tener una edad avanzada y un IMC más elevado aumentan en gran medida las probabilidades de tener uno o más trastornos pélvicos: cuanto mayor sea la edad, mayores serán sus probabilidades de tener un trastorno pélvico. El riesgo aumenta cerca de un 24 % por cada 10 años de edad. Entre las mujeres mayores de 65 años, el 29.6 % tenía al menos un trastorno, en comparación con apenas el 12.2 % de las menores de 30 años. El IMC también importó, y cada aumento de un punto en el IMC incrementó en un 3.8 % las probabilidades de tener problemas urinarios. Estas estadísticas destacan que tanto la edad como el peso son factores importantes que promueven la disfunción del piso pélvico.

• Las mujeres con movimientos intestinales difíciles fueron el grupo más grande y más ignorado en el estudio: la disfunción intestinal, en especial la dificultad para evacuar las heces, fue mucho más común que el prolapso o los problemas urinarios. En total, el 15.8 % tuvo esfuerzo crónico o vaciamiento incompleto, lo que aumenta el riesgo de padecer hemorroides, dolor y daño a largo plazo en el recto. Los médicos a menudo ignoran o pasan por alto estos síntomas, sobre todo si las mujeres no los mencionan de forma directa.

• Muchas mujeres viven con múltiples trastornos pélvicos, pero nunca se dan cuenta ni acuden a un especialista para recibir ayuda: en el grupo estudiado, 1 de cada 15 tenía dos o más tipos de problemas pélvicos, pero la mayoría no consultaba a un especialista. Como los médicos de familia no siempre preguntan sobre estos síntomas, las mujeres pasan años sin recibir un diagnóstico, en especial cuando suponen que cosas como las pérdidas durante el ejercicio o el esfuerzo para ir al baño son "solo una parte del envejecimiento".

• La mayoría de los casos de trastornos del piso pélvico no se detectan en la práctica médica general, a pesar de que los síntomas son fáciles de detectar: los datos demuestran que las mujeres con mayor riesgo (aquellas que son mayores o tienen un IMC más elevado) acuden a la atención primaria con síntomas de PFD, pero suelen irse sin obtener una solución. Esto es una oportunidad perdida. Las herramientas de detección y preguntas sencillas sobre el control de la vejiga y los intestinos podrían ayudar a identificar estos problemas a tiempo, antes de que se conviertan en dolor crónico o aislamiento social.

La mayoría de los trastornos pélvicos no requieren cirugía, pero es necesario que los mencione

Según UCLA Health, la mayoría de las mujeres asumen que estos síntomas son parte del envejecimiento o algo que deben tolerar. Sin embargo, esto es falso. “Los PFDs no son una parte normal del envejecimiento”, afirmaron.2 Aunque se vuelven más comunes a medida que las mujeres envejecen, eso no significa que sean intratables o algo con lo que tenga que vivir para siempre.

• La cirugía no es el único camino hacia la curación, existen otras opciones: las mujeres a menudo temen que la única solución para los problemas pélvicos sea la cirugía. Pero UCLA Health describe varios tratamientos no quirúrgicos que funcionan, según los síntomas y preferencias. Estos tratamientos incluyen fisioterapia del piso pélvico, medicamentos, estimulación nerviosa (incluyendo la terapia del nervio tibial) y dispositivos médicos como pesarios que sostienen los órganos desde dentro del canal vaginal.

• Fortalecer los músculos del piso pélvico podría ayudar a prevenir o revertir los síntomas: los ejercicios de fortalecimiento como los de Kegel son una de las herramientas más efectivas para usar por su cuenta. Estos ejercicios se enfocan en los músculos que controlan la micción y las deposiciones, y favorecen el control y la comodidad. UCLA Health fomenta este tipo de cuidado personal, ya que estas estrategias a menudo ayudan a retrasar o evitar los tratamientos más invasivos, sobre todo cuando se detectan a tiempo.

• Los cambios en el estilo de vida son importantes, por lo que el peso, la alimentación y los hábitos de baño influyen: los ajustes en la vida cotidiana reducen en gran medida el riesgo de desarrollar o empeorar trastornos pélvicos. Si su intestino está sano, consuma una alimentación rica en fibra para evitar el estreñimiento, reduzca la cafeína y el alcohol para disminuir la irritación de la vejiga y mantenga un peso saludable para reducir la presión sobre los órganos pélvicos. También es importante evitar levantar objetos pesados y controlar la frecuencia con la que se va al baño.

• Los médicos no siempre mencionan este tema, por lo que deberá defenderse a sí misma: a muchas mujeres no se les pregunta sobre sus síntomas pélvicos durante las revisiones de rutina. Debido a que los PFDs no ponen en peligro la vida, a menudo no se consideran. Pero ignorarlos solo causa mayores perturbaciones en el futuro. UCLA Health recomienda solicitar que la redirijan con un uroginecólogo, que es un experto que se centra en estos temas, para que le oriente sobre las mejores opciones.

El tratamiento del piso pélvico a menudo funciona mejor cuando colaboran diferentes expertos. Su proveedor de atención primaria podría colaborar con un ginecólogo, un urólogo o un fisioterapeuta del piso pélvico para obtener una imagen completa de lo que sucede. Este modelo basado en equipos le permite tener el control mientras explora las opciones menos invasivas.

• Muchas mujeres esperan años para buscar ayuda, pero el resultado será mejor cuanto antes lo aborde: si bien el prolapso leve a menudo se controla sin tratamiento inmediato, algunos casos de incontinencia o problemas de control intestinal no mejoran por sí solos. No hacer nada al respecto a menudo permite que el problema empeore. Por eso es importante buscar una evaluación a tiempo y una intervención personalizada antes de que los síntomas se vuelvan demasiado molestos o irreversibles.

La mayoría de las mujeres no tienen idea de que la terapia adecuada puede tratar sus síntomas

En una entrevista de KTAL News, la fisioterapeuta Mary Watts Lazarone explicó cómo los problemas del piso pélvico no son evidentes. 3 Mary Watts compartió que las mujeres suelen ignorar señales como incontinencias urinarias al reír, presión pélvica, dolor en la intimidad o dificultad para ir al baño, y que las consideran como "parte de ser mujer". Pero esos síntomas suelen indicar problemas más profundos, que se pueden tratar con terapia dirigida.

• El piso pélvico no es solo un músculo, es un sistema de soporte completo para el centro del cuerpo: el piso pélvico está formado por un grupo de músculos que sostienen la vejiga, el intestino y los órganos reproductores. Estos músculos son fundamentales para la estabilidad, el control de la vejiga y la función sexual. Cuando están demasiado débiles o demasiado apretados, causan problemas como pérdidas de orina, relaciones sexuales dolorosas o estreñimiento.

• La terapia del piso pélvico no se trata solo de hacer ejercicios de Kegel, sino que es muy personalizada y suele ser práctica: uno de los mitos más grandes es la idea de que los problemas del piso pélvico se solucionan solo con ejercicios de Kegel.

Mary Watts explicó que, “las personas piensan que solo se trata de hacer ejercicios de Kegels, pero en muchos casos, el problema es un exceso de tensión.” En cambio, la terapia del piso pélvico suele incluir terapia manual (ejercicios musculares con las manos), biorretroalimentación, ejercicios de respiración, corrección de la postura y fortalecimiento del tronco. Las sesiones son personalizadas, individuales y diseñadas en función de las necesidades específicas de cada cuerpo.

• Los resultados suelen producirse rápido, y muchas mujeres notan una diferencia en solo unas pocas semanas: según Mary Watts, los pacientes tienden a mejorar en un plazo de cuatro a seis semanas. “Son músculos pequeños”, explicó Mary Watts. "Una vez que recuperamos la coordinación, solemos ver resultados bastante rápido". Este tipo de progreso le ayuda a sentir confianza otra vez, reducir el dolor y recuperar el control de la vejiga o los intestinos sin tomar medicamentos ni someterse a cirugía.

• La recuperación posparto es uno de los aspectos más ignorados de la salud pélvica: la terapia del piso pélvico tiene una influencia fundamental en la recuperación de las mujeres que han tenido un bebé hace poco, sobre todo después de una cesárea o que tienen una separación abdominal conocida como diástasis de los rectos. Los terapeutas ayudan a que los pacientes restauren la fuerza, el equilibrio y la coordinación en el core, las caderas y la espalda. Esto ayuda a reducir el dolor a largo plazo y favorece la postura, el control de la vejiga y la comodidad sexual después del parto.

Cómo empezar a solucionar la causa subyacente

Si tiene incontinencia urinaria al reír, presión pélvica al estar de pie o problemas digestivos que no parecen resolverse, es hora de analizar qué es lo que causa el problema. La disfunción del piso pélvico no ocurre al azar, sino que es el resultado de un desequilibrio muscular, una sobrecarga de presión, una mala coordinación o, en algunos casos, un traumatismo pasado como un parto o una cirugía.

Sin embargo, la buena noticia es que la mayoría de las veces, no necesita tomar pastillas ni someterse a cirugía para solucionarlo. Solo necesita volver a entrenar los músculos, reducir los factores subyacentes y comenzar a apoyar su cuerpo de formas más adecuadas. Aquí hay cinco estrategias que le recomiendo que implemente de inmediato si quiere sanar de adentro hacia afuera:

1. Reconstruya la coordinación pélvica con un plan de terapia personalizado: si tiene incontinencia urinaria, problemas para evacuar los intestinos o siente presión en la pelvis, es una señal de que los músculos del core no funcionan de forma adecuada.

Los ejercicios de Kegel son útiles, pero no son suficientes por sí solos. Lo que necesita es un programa de terapia del piso pélvico personalizado que se enfoque en la debilidad y en la tensión. La terapia manual, la biorretroalimentación y el entrenamiento de coordinación le ayudarán a volver a aprender cómo utilizar los músculos pélvicos de manera adecuada. La mayoría de las mujeres notan un progreso en tan solo cuatro a seis semanas.

2. Alivie la presión sobre su piso pélvico y controle su peso: si tiene sobrepeso, esto ejerce más presión sobre su vejiga, intestino y órganos reproductivos todos los días. Ese peso debilita el soporte de los músculos y acelera el prolapso y las fugas. Comience poco a poco y camine todos los días, reduzca su consumo de alimentos procesados y elimine los aceites vegetales que dañan la salud metabólica. Reducir el exceso de peso corporal es una de las formas más efectivas de reducir la tensión en el piso pélvico.

3. Deje de esforzarse y corrija su postura en el baño: si se le dificulta mucho defecar o siente que nunca vacía por completo sus intestinos, es probable que perjudique los músculos que deberían ayudarla. Siéntese con las rodillas por encima de las caderas con un taburete, respire de manera lenta para relajar el core y darle tiempo a su cuerpo.

4. Proteja sus músculos pélvicos del exceso de tensión: el ejercicio de gran impacto, el estrés crónico o incluso excederse en los ejercicios básicos como los abdominales causan demasiada tensión pélvica. Si siempre aprieta los glúteos o mete el estómago, podría obligar a su piso pélvico a trabajar demasiado. Intente sustituirlos por movimientos reparadores como sentadillas profundas, respiración lenta y caminar en la naturaleza. Dejar de tensar los músculos es una forma poderosa de romper el ciclo dolor-tensión.

5. Sepa cuándo buscar apoyo, no espere años como lo hacen muchas mujeres: si ha tenido un bebé, ha sufrido un traumatismo pélvico o solo siente que "las cosas no están bien ahí abajo", tome las medidas necesarias. Los terapeutas pélvicos atienden a mujeres de entre 15 y 80 años y diseñan tratamientos específicos para su cuerpo. En muchos lugares no es necesario que tenga una referencia.

Agende una evaluación, aunque sea solo para hacer preguntas. Que una persona especializada en salud pélvica holística la evalúe es una de las formas más rápidas de entender qué está mal y cómo solucionarlo.

Preguntas frecuentes sobre los problemas del piso pélvico

P: ¿Qué son los PFDs y qué tan comunes son?

R: Los trastornos del piso pélvico (PFDs, por sus siglas en inglés) incluyen incontinencia urinaria, problemas de control intestinal y prolapso de órganos pélvicos (cuando órganos como la vejiga o el útero se desplazan de su lugar). Según investigaciones, 1 de cada 3 mujeres que se atienden en atención primaria tiene al menos una de estas afecciones, y la disfunción intestinal es la más común. 4

P: ¿Qué causa la disfunción del piso pélvico?

R: Los factores más comunes son el envejecimiento, el exceso de peso corporal y el parto vaginal. Otros factores son el esfuerzo crónico, cirugías previas, cambios hormonales como la menopausia e incluso músculos pélvicos hiperactivos. Estos problemas alteran la forma en que los músculos pélvicos se contraen, se relajan y se coordinan, lo que causa síntomas como incontinencia, presión o dolor.

P: ¿Necesito someterme a una cirugía para corregir un problema del piso pélvico?

R: No. En la mayoría de los casos, la cirugía no es la primera opción ni la mejor. Algunas opciones no quirúrgicas que incluyen terapia del piso pélvico, medicamentos, estimulación nerviosa y dispositivos de apoyo como pesarios. Muchas mujeres obtienen beneficios significativos con el plan de terapia adecuado y los cambios en el estilo de vida.

P: ¿Cómo sé si necesito terapia del piso pélvico?

R: Podría obtener beneficios de la terapia si tiene incontinencia urinaria durante las actividades, siente pesadez o abultamiento en el área pélvica, tiene problemas para evacuar los intestinos o experimenta dolor pélvico, sobre todo durante las relaciones sexuales. La fisioterapia del piso pélvico se adapta a sus necesidades y produce resultados en un plazo de cuatro a seis semanas.

P: ¿Cuáles son las mejores estrategias para sanar que se pueden hacer en casa?

R: Comience por abordar las causas fundamentales de la disfunción del piso pélvico. Utilice un taburete cuando vaya al baño para disminuir la tensión durante las deposiciones. Evite el ejercicio de gran impacto si parece causar o empeorar sus síntomas. Comience a incorporar ejercicios de respiración y postura en su rutina cotidiana para ayudar a relajar los músculos pélvicos muy activos o tensos.

Caminar todos los días también es una forma sencilla de reducir la inflamación y aliviar la presión sobre los órganos pélvicos. Por último, considere acudir a un especialista en piso pélvico. Estas estrategias apoyan la recuperación a largo plazo y ayudan a restaurar la función pélvica sin necesidad de medicamentos ni cirugía.