📝HISTORIA EN BREVE
- La exposición a metales pesados en los niños altera el equilibrio del microbioma intestinal, lo que afecta la digestión, la función inmunológica y la salud mental a partir de fuentes cotidianas como los envases de alimentos y los utensilios de cocina
- Las investigaciones demuestran que los niños con niveles elevados de metales tuvieron menos bacterias beneficiosas y una función microbiana alterada, con 490 vías metabólicas afectadas por las concentraciones de metales
- Una combinación específica de exposición prenatal a metales (nivel elevado de zinc y bajo de cobalto) y bacterias intestinales se relacionó con puntuaciones de depresión un 15.4 % más elevadas en los niños
- Las interacciones metal-microbio crean un mecanismo de dos pasos, en el cual la exposición tóxica primero altera las bacterias intestinales, que luego interfieren con las sustancias químicas que regulan el estado de ánimo y el equilibrio inmunológico
- Implementar cambios sencillos en el hogar, como filtrar el agua, evitar utensilios de cocina de aluminio, eliminar la exposición al humo pasivo y consumir alimentos enteros, ayudan a reducir de forma significativa la carga de metales tóxicos de los niños
🩺Por el Dr. Mercola
Los metales pesados no solo se acumulan en el cuerpo, sino que modifican el funcionamiento del intestino de su hijo. Incluso una exposición de bajo grado a metales como el cadmio durante períodos de crecimiento importantes interfiere con el equilibrio de las bacterias que promueven la digestión, regulan el sistema inmunológico y dan forma a la salud emocional.
Lo que sucede en los intestinos de los niños afecta al resto del cuerpo. El intestino no es solo el lugar donde se descomponen los alimentos, también es donde el sistema nervioso de su hijo recibe sus instrucciones, donde se aumenta o disminuye la inflamación y donde comienza la producción de energía a nivel celular.
Cuando los metales tóxicos alteran este sistema, los síntomas aparecen en lugares inesperados, como cambios de humor, menor energía, sensibilidades alimenticias e incluso problemas inmunológicos. No es necesario estar expuesto de forma extrema para correr riesgo. Algunas fuentes cotidianas como los envases de alimentos, los utensilios de cocina o incluso la nutrición prenatal influyen en la carga de metales.
Y aunque no pueda ver lo que sucede dentro del intestino de su hijo, hay señales biológicas claras que demuestran cómo estas exposiciones lo afectan a nivel microscópico. A continuación, le presentaré cómo los investigadores descubrieron las combinaciones de metales y microbios que predicen estas alteraciones, y por qué esto es importante para la salud intestinal y el bienestar mental a largo plazo de su hijo.
Los niños con mayores niveles de metales tuvieron diferentes microbios intestinales y una digestión alterada
Un estudio publicado en Environmental Science and Technology analizó muestras de heces de 116 niños de entre 8 y 12 años para determinar cómo la exposición a metales tóxicos afecta su salud intestinal.1 Los investigadores midieron 19 metales y elementos en las heces de cada niño, incluyendo cadmio, zinc, cobalto y plomo. Después, utilizaron herramientas de secuenciación genética para relacionar los niveles de metales con los cambios en la composición y en la función de los microbiomas intestinales de los niños.
• Los cambios microbianos fueron alarmantes: los participantes eran niños de Quebec con buena salud. Incluso sin una enfermedad manifiesta, el análisis demostró asociaciones fuertes entre la exposición a metales específicos y cambios importantes en las especies microbianas.
• Un nivel elevado de zinc podría generar riesgos metabólicos: los niveles elevados de zinc se relacionaron con una mayor incidencia de Turicibacter sanguinis, que es un microbio que antes se había asociado con la obesidad y los trastornos metabólicos. Si bien, el zinc es beneficioso en cantidades moderadas, la exposición excesiva o desequilibrada altera el microbioma de una manera que podría aumentar los riesgos metabólicos a largo plazo.
• Un nivel elevado de cadmio se relacionó con menores bacterias beneficiosas: los niveles más elevados de cadmio y zinc se relacionaron con niveles más bajos de Eubacterium eligens, que es una bacteria beneficiosa involucrada en las respuestas antiinflamatorias y la curación del revestimiento intestinal. Esta especie de bacteria ayuda a producir ácidos grasos de cadena corta y otros compuestos antiinflamatorios. Perderla, en especial en la infancia, sienta las bases para desarrollar trastornos intestinales más adelante en la vida.
• La exposición a metales cambió el funcionamiento de las bacterias intestinales: los investigadores utilizaron métodos que rastrean los genes que activan o desactivan los microbios y descubrieron 490 funciones metabólicas diferentes que fueron alteradas por las concentraciones de metales en las heces. Estas funciones incluyeron vías importantes para sintetizar aminoácidos y descomponer carbohidratos, ambos fundamentales para la energía, el estado de ánimo y la salud inmunológica.
Las combinaciones de metales y microbios durante el embarazo aumentan el riesgo de depresión en los niños
En un estudio publicado en Science of the Total Environment, los investigadores utilizaron un método avanzado de aprendizaje automático para descubrir patrones entre la exposición prenatal a metales y las bacterias intestinales que estaban asociadas a puntuaciones más elevadas de depresión en la infancia tardía.2 El estudio analizó datos de 112 niños en la Ciudad de México. Los investigadores rastrearon los niveles de metales en la sangre de las madres durante el embarazo y los compararon con el microbioma intestinal y los resultados de salud mental de sus hijos casi una década después.
• Un grupo específico de niños tuvo los peores puntajes: los investigadores descubrieron que el 11.6 % de los niños eran portadores de una “camarilla de metal-microbio” única, la cual es una combinación específica de contenido elevado de zinc durante el segundo trimestre del embarazo, bajo contenido de cobalto durante el tercer trimestre y niveles elevados de dos microbios intestinales: Bacteroides fragilis y Faecalibacterium prausnitzii. Estos niños tuvieron puntuaciones de depresión que eran un 15.4 % más elevadas que las de sus compañeros.
• Los cuatro factores trabajaron juntos de una manera que empeoró los resultados: no fue ningún metal o microbio en particular el que causó el problema, fue la combinación. Los niños con una exposición elevada a zinc pero baja a cobalto, además de mayores cantidades de esas dos especies bacterianas, exhibieron el mayor aumento en síntomas depresivos.
De hecho, los investigadores reportaron que el tamaño del efecto de esta combinación fue el más elevado entre las 616 camarillas posibles de dos a cuatro componentes que se evaluaron.
• Una especie de bacteria se involucra en el metabolismo de GABA: la Faecalibacterium prausnitzii consume ácido gamma-aminobutírico (GABA), el cual es un neurotransmisor que ayuda a calmar el sistema nervioso. Sin embargo, cuando la cantidad es excesiva, se altera el equilibrio de las señales calmantes en el cerebro. Los investigadores sospechan que esta hiperactividad podría promover la desregulación del estado de ánimo en los niños.
• Otra especie de bacteria produce GABA e interactúa con el sistema inmunológico: por otro lado, la Bacteroides fragilis produce GABA, pero también afecta la integridad de la barrera intestinal y se ha relacionado con la neuroinflamación. Los estudios en animales demuestran que los suplementos de B. fragilis provocan conductas depresivas.
• La exposición baja al cobalto interfiere con el metabolismo de la vitamina B12: el cobalto es esencial para producir vitamina B12, que tiene una influencia fundamental en la salud neurológica. La falta de cobalto en el tercer trimestre podría comprometer los niveles de vitamina B12 de la madre, lo que a su vez podría alterar el desarrollo cerebral del feto y la colonización microbiana intestinal después del nacimiento.
La investigación sugiere un mecanismo de dos pasos desde el útero hasta el cerebro, en el que los microbios intestinales actúan como intermediarios entre las exposiciones a sustancias tóxicas y los cambios en el cerebro. En primer lugar, la exposición a metales tóxicos altera qué bacterias proliferan en el intestino del niño. Después, esas bacterias interfieren con las sustancias químicas que regulan el estado de ánimo y el equilibrio inmunológico, lo que sienta las bases para que la depresión surja años después.
Proteja el intestino de su hijo al limitar la exposición a metales y apoyar su recuperación
Si su hijo sufre cambios bruscos de humor, problemas digestivos, poca energía o problemas inmunológicos, su intestino podría verse afectado por la presencia de toxinas, incluyendo los metales pesados. El cadmio, el plomo e incluso el exceso de zinc alteran el equilibrio de las bacterias intestinales que se encargan de muchas funciones, desde el control de la inflamación hasta la absorción de nutrientes. Estos cambios se reflejan en cómo piensa, siente y crece su hijo. A continuación, descubra cómo ayudar al intestino de su hijo y reducir su exposición a los metales:
1. Reduzca el contacto con productos con contenido elevado de cadmio en su hogar: evite el humo pasivo, que es una fuente importante de exposición al cadmio para los niños. No permita que los niños jueguen cerca de zonas industriales o carreteras con mucho tráfico, en las cuales a menudo se acumula cadmio en el suelo.
Evite los juguetes de plástico de colores brillantes, la bisutería barata y la cerámica importada o la vajilla pintada que no haya sido probada en términos de seguridad, ya que todos ellos corren el riesgo de filtrar cadmio o plomo. Si vive en una casa antigua, mande analizar el agua para detectar contaminación por metales y utilice un filtro que esté probado para eliminar metales pesados.
2. Priorice el consumo de carbohidratos digeribles que impulsan la recuperación intestinal: los niños pequeños necesitan energía constante, y también la necesitan las bacterias en su intestino. Los carbohidratos fáciles de digerir, como el arroz blanco y la fruta, o los vegetales de raíz bien cocidos, le brindan glucosa a su hijo y a su microbioma. Esto ayuda a estabilizar el nivel de azúcar en la sangre y favorece la producción de energía, y a su vez protege contra otros trastornos intestinales. Si su digestión no es óptima, suspenda el consumo de vegetales y granos enteros hasta que los síntomas se alivien.
3. Reintroduzca la fibra poco a poco y observe cómo responde su hijo: una vez que el intestino de su hijo esté en mejores condiciones, comience a ofrecerle alimentos ricos en fibra que alimenten a las bacterias involucradas en la reparación intestinal, como las que producen butirato, que cura el revestimiento intestinal. Las papas cocidas y enfriadas, los plátanos verdes y los plátanos un poco verdes son buenas opciones para comenzar. Estos almidones resistentes ayudan a repoblar las mismas especies de bacterias que los metales pesados como el cadmio suelen eliminar.
4. Reemplace los bocadillos procesados con alimentos enteros: los alimentos procesados aumentan su exposición a los metales y dañan su intestino de otras maneras. Muchos se elaboran con aceites vegetales llenos de ácido linoleico, como el aceite de soya o de girasol, que aumentan la inflamación e interfieren en la curación del intestino.
Reemplace los bocadillos, las papas fritas y los productos horneados envasados con alternativas de alimentos enteros hechos en casa y elaborados con grasas como ghee, mantequilla de animales alimentados con pastura o aceite de coco. Cuantos menos ingredientes tenga un producto, menos aditivos tendrá y menor será el riesgo de contaminación oculta.
5. Favorezca la desintoxicación natural a través de la hidratación, el movimiento y materiales más seguros: su hijo no necesita un protocolo de desintoxicación, solo hábitos constantes que favorezcan la eliminación de toxinas. Haga que su hijo se mueva todos los días con juegos no estructurados o deportes que fomenten la sudoración.
Asegúrese de que el agua potable esté filtrada y evite preparar alimentos con sartenes de aluminio o superficies antiadherentes. Opte por utilizar vidrio o acero inoxidable para almacenar alimentos. Estos cambios sencillos reducen la carga tóxica que su hijo recibe a diario y le permite a su intestino recuperarse y prosperar.
Preguntas frecuentes sobre la exposición a metales y la salud intestinal de los niños
P: ¿Cómo afectan los metales pesados como el cadmio y el zinc la salud intestinal de mi hijo?
R: Cuando los niveles están elevados, los metales como el cadmio y el zinc alteran el microbioma intestinal de su hijo, que es el conjunto de bacterias que ayudan con la digestión, el sistema inmunológico y la regulación emocional. Los niveles elevados de estos metales se han relacionado con niveles más bajos de bacterias beneficiosas, incluyendo las especies que reducen la inflamación y reparan el revestimiento intestinal.
P: ¿A qué síntomas debo prestar atención si sospecho que hay alteración del intestino por exposición a metales?
R: Los síntomas comunes incluyen irritabilidad, cambios de humor, fatiga, falta de concentración, enfermedades frecuentes, sensibilidades alimentarias y malestar digestivo. Estos síntomas a menudo reflejan problemas más profundos en el intestino y el sistema inmunológico que causan los desequilibrios microbianos relacionados con exposiciones tóxicas.
P: ¿Cuáles son las fuentes que exponen a los niños a metales tóxicos como el cadmio y el plomo?
R: Las fuentes cotidianas incluyen el humo del cigarro, la pintura a base de plomo (sobre todo en las casas que se construyeron antes de 1978), el suelo o el polvo contaminados, los juguetes y las joyas importadas, los envases de alimentos y los utensilios de cocina hechos de aluminio o materiales antiadherentes. Incluso la exposición prenatal a través de la sangre de la madre influye en el desarrollo intestinal del niño.
P: ¿Cuál es la relación entre las bacterias intestinales y la depresión infantil?
R: Un segundo estudio descubrió que los niños expuestos a ciertos metales en el útero, combinados con cambios en microbios intestinales importantes, tuvieron puntajes de depresión un 15 % más elevados que sus compañeros. En concreto, una exposición baja al cobalto junto con niveles elevados de bacterias como Faecalibacterium prausnitzii y Bacteroides fragilis se relacionaron con un mayor estrés emocional.
P: ¿Cómo puedo ayudar a mi hijo a recuperarse del desequilibrio intestinal que causa la exposición a metales?
R: Comience por eliminar las fuentes de exposición, por ejemplo, evite los alimentos procesados, elimine cualquier pintura a base de plomo en casas antiguas y cambie los recipientes de plástico, las cacerolas de aluminio y los utensilios de cocina antiadherentes rayados por acero inoxidable o vidrio. Revise los juguetes, la bisutería y las baratijas importadas para detectar metales ocultos en todas ellas. Después, restaure la salud intestinal a través del consumo de carbohidratos simples y calmantes, como arroz blanco y fruta.
A medida que mejora la digestión, agregue poco a poco fibras curativas que provengan de almidones resistentes, como las papas. Fomente el movimiento todos los días y asegúrese de que su hijo beba suficiente agua limpia y filtrada para ayudar a su cuerpo a eliminar toxinas de forma natural.