📝HISTORIA EN BREVE
- Las enfermedades crónicas están en su punto máximo, y todo se debe a los cambios de estilo de vida modernos que están detrás de estas crecientes tasas de diabetes, enfermedades cardíacas, obesidad y trastornos autoinmunes
- Los aceites vegetales remplazaron las grasas naturales, ya que se promocionan como una alternativa más saludable, pero en realidad, contienen niveles elevados de ácido linoleico que causa inflamación, disfunción mitocondrial e incrementa el riesgo de enfermedades metabólicas
- Los disruptores endocrinos (EDC) son otra amenaza que está en todas partes, incluyendo plásticos, pesticidas y productos para el cuidado personal, e interfieren con la función hormonal, lo que causa problemas de fertilidad, deteriora la salud de la tiroides e incrementa el riesgo de cáncer
- Algunos factores del estilo de vida, como la inactividad, la mala alimentación y la falta de exposición a la luz del sol, son una de las causas principales de la disfunción mitocondrial, ya que alteran los procesos metabólicos naturales y agotan los niveles de energía, lo que también causa fatiga crónica
- Los estilos de vida tradicionales ofrecen una estrategia para reforzar la salud: los alimentos enteros, el movimiento natural y el equilibrio circadiano mejoran la función de las mitocondrias, promueven la reparación celular y revierten el deterioro de la salud en general
🩺Por el Dr. Mercola
En el pasado, las personas vivían en armonía con su biología. Comían alimentos enteros, se mantenían en movimiento durante todo el día y se guiaban con el ritmo del sol. Pero, ahora todo ha cambiado. Si bien la tecnología ha hecho nuestras vidas más fáciles, también está detrás de muchos problemas de salud modernos que antes se consideraban algo raro.
La diabetes, las enfermedades cardíacas, la obesidad y los trastornos autoinmunes ahora son tan comunes que las personas ya los consideran parte normal del envejecimiento. En lugar de cuestionar a qué se debe este cambio radical, la sociedad se resignó a aceptar la enfermedad como algo que sucederá tarde o temprano, y olvidaron que en el pasado, las personas no enfrentaban este tipo de amenazas.
Pero ¿cómo llegamos hasta este punto? La respuesta está en los cambios radicales en la alimentación, el movimiento y el entorno. Estos cambios han debilitado la resiliencia natural del cuerpo, y poco a poco, remplazaron la salud con enfermedad. Para revertir esta tendencia, primero debemos identificar la causa detrás de estos problemas de salud y recuperar los hábitos ancestrales que ayudaron a nuestros antepasados a vivir una vida más saludable.
El impacto de la guerra contra las grasas saturadas en la salud pública
La llegada de los aceites vegetales representa uno de los cambios alimentarios más importantes de la historia moderna, aunque aún hay mucha controversia con respecto a su impacto en la salud pública. Durante décadas, ha existido un caluroso debate entre los expertos sobre si estos aceites en realidad son tan beneficiosos como se promocionan o si en realidad están detrás de las crecientes tasas de las enfermedades que se supone que deberían prevenir.
• La hipótesis de Ancel Keys: en la década de los 50's, el Seven Countries Study de Ancel Keys1 sugirió que existe una relación entre el consumo de grasas saturadas y las enfermedades cardíacas. Sus hallazgos sentaron las bases para establecer las directrices alimentarias que demonizaban las grasas de origen animal y promovían los aceites vegetales como una alternativa más saludable. La cuestión es que el estudio solo fue observacional y no pudo establecer causalidad.
• Ciencia poco confiable y datos manipulados: revisiones posteriores demuestran que Ancel Keys decidió omitir los datos que no respaldaban su hipótesis. Los críticos señalan que su estudio tiene fallas metodológicas significativas, tales como seleccionar de forma selectiva ciertos datos y no considerar los factores de confusión. Esto hizo que surgiera la preocupación de que era posible que la guerra contra las grasas saturadas se basara en ciencia poco confiable o manipulada.2,3
• El ensayo Rose Corn Oil expuso los riesgos: cuando los aceites vegetales comenzaron a volverse más populares, también comenzaron a incrementar las tasas de obesidad, diabetes y enfermedades cardíacas. Uno de los primeros desafíos a la narrativa surgió en 1965 con el ensayo Rose Corn Oil,4 que analizó los efectos de remplazar las grasas alimentarias con aceite de maíz. El ensayo descubrió que consumir grasas poliinsaturadas (PUFA) incrementa los eventos cardíacos y la mortalidad en pacientes con enfermedad cardíaca preexistente.
• El experimento con aceite de cártamo: un patrón similar surgió en 1978 con el Sydney Diet Heart Study, que analizó el aceite de cártamo, que es otro aceite vegetal con alto contenido de omega-6. Los participantes que consumieron más aceite de cártamo tuvieron mayores tasas de mortalidad por cualquier causa, lo que incluyó un incremento significativo en los casos de muerte por enfermedades cardiovasculares y coronarias.5,6
Estos estudios, junto con décadas de políticas alimentarias defectuosas, demuestran que existe un problema grave, estas recomendaciones de salud pública se basaron en ciencia manipulada con el objetivo es satisfacer los intereses de la industria, lo que ha tenido consecuencias devastadoras. Para más información sobre los efectos dañinos de los aceites vegetales, consulte: " 5 maneras en que estos aceites de cocina pueden arruinar su salud ".
La ciencia está retomando el camino correcto
A pesar de las primeras señales de alerta, estas directrices alimentarias sembraron la idea de que los aceites vegetales son buenos para la salud, pero cada vez más investigaciones cuestionan esta teoría y demuestran que el consumo excesivo de grasas omega-6 de aceites vegetales es una de las causas principales de las enfermedades crónicas.
• La inflamación y la disfunción metabólica: un estudio de farmacología que se realizó en 20167 afirma que la desproporción entre omega-6 a omega-3 en la alimentación moderna es un factor clave en la inflamación y los trastornos metabólicos.
Aunque, durante mucho tiempo, las directrices alimentarias demonizaron las grasas saturadas, ahora todo parece indicar que, el verdadero culpable es el consumo excesivo de omega-6 de aceites vegetales como soya, maíz y girasol. Estos aceites causan estrés oxidativo y disfunción endotelial, que son dos de las características principales de las enfermedades crónicas.8
• Algunos ensayos relacionan los aceites vegetales con un riesgo mayor de muerte: el estudio también hizo referencia a ensayos controlados aleatorios en los que remplazaron las grasas de origen animal con aceites ricos en omega-6. A pesar de reducir el colesterol LDL, estos ensayos encontraron de forma consistente un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares y mortalidad por cualquier causa, lo que desmiente la afirmación de que los aceites vegetales son buenos para la salud del corazón.9
• La hipótesis del ácido linoleico oxidado: el estudio Open Heart de 201810 volvió a confirmar que el consumo excesivo de aceite vegetal incrementa el riesgo de enfermedad cardíaca coronaria. Los investigadores descubrieron que el ácido linoleico (AL) se oxida dentro de las partículas LDL, lo que provoca que el hígado no pueda reconocerlas. Entonces, los macrófagos absorben la LDL oxidada, lo que provoca que se formen células espumosas que aceleran la acumulación de placa arterial e incrementan el riesgo de enfermedades cardíacas.
• El desequilibrio de omega-6 y OXLAM: un estudio que se publicó en Nutrients en 202311 analizó el desequilibrio en la proporción de grasas omega-6 y omega-3 que hay en la alimentación de la persona promedio que vive en Estados Unidos. Los investigadores descubrieron que la alimentación moderna contiene entre 14 y 25 veces más grasas omega-6 que omega-3, y la mayoría de las grasas omega-6 provienen del AL de los aceites vegetales.
Este desequilibrio estimula la formación de metabolitos del ácido linoleico oxidado (OXLAM), que se relacionan con enfermedades cardiovasculares, cáncer, Alzheimer y otros problemas de salud crónicos.
• El ácido linoleico no se elimina tan fácil del cuerpo: uno de los descubrimientos más alarmantes del estudio que se publicó en Nutrients en 202312 fue que el AL tiene una vida media de casi dos años. A diferencia de otras grasas alimentarias, el AL permanece en los tejidos humanos, lo que significa que sus efectos dañinos son a largo plazo incluso después de reducir su consumo. Por esta razón, revertir los daños por el consumo de aceites vegetales toma tiempo.
Reducir el consumo de ácido linoleico podría ser una de las estrategias más poderosas que puede implementar para restaurar su salud cardiovascular y metabólica. Para más información sobre este tema consulte: "El asesino silencioso que se esconde en su cocina: mucho más dañino que el azúcar".
Las sustancias químicas modernas causan un daño profundo en el sistema endocrino
Las hormonas que produce el sistema endocrino regulan casi todas las funciones esenciales del cuerpo, desde el metabolismo y la reproducción hasta el crecimiento, la inmunidad y el desarrollo del cerebro. En las últimas décadas, la exposición a sustancias químicas disruptoras endocrinas (EDC) ha incrementado bastante, y coincide con las crecientes tasas de infertilidad, trastornos de la tiroides, síndrome metabólico y los tipos de cáncer que se relaciona con las hormonas.13
• Los disruptores endocrinos están en todos lados: los EDC imitan, bloquean o alteran las hormonas naturales. Ahora es casi imposible evitar estas sustancias químicas, ya que se encuentran en alimentos, agua, aire e incluso en los productos domésticos. Se encuentran en plásticos, pesticidas, artículos para el cuidado personal, desechos industriales y bienes de consumo comunes, y las personas las absorben al consumirlas, inhalarlas o cuando entran en contacto con su piel.14
• Las toxinas ambientales se acumulan en el cuerpo: según Endocrine Society,15 hay casi 85000 sustancias químicas sintéticas en circulación, y al menos 1000 se clasifican como disruptores endocrinos. Muchas permanecen en el medio ambiente y se acumulan en los tejidos humanos. Incluso exponerse a niveles bajos todos los días hace que se acumulen, lo que puede tener un efecto crónico en las hormonas.
• Los alimentos y el agua son fuentes ocultas de contaminación: se sabe que las sustancias químicas agrícolas e industriales comunes alteran el sistema endocrino. Por ejemplo, la atrazina, uno de los herbicidas más populares, se relaciona con la toxicidad reproductiva.16
El perclorato, que se encuentra en el combustible para cohetes, los explosivos e incluso en el agua potable, interfiere en la producción y el metabolismo de la hormona tiroidea,17 mientras que las dioxinas, subproductos de la producción de herbicidas y del blanqueamiento de papel, se acumulan en los tejidos grasos y alteran la función inmunológica, el desarrollo fetal y la salud reproductiva.18
• Los productos para el hogar también incrementan el riesgo de trastornos hormonales: el bisfenol A (BPA), que suele encontrarse en los plásticos y revestimientos de los alimentos enlatados, se relacionan con problemas de fertilidad y trastornos metabólicos.19 Los ftalatos, que se utilizan para fabricar cosméticos, fragancias y empaques de alimentos, alteran los niveles de testosterona y se relacionan con problemas reproductivos.20
Se sabe que los retardantes de llama como los PBDE, que se encuentran en muebles y alfombras, alteran la función tiroidea y el desarrollo neurológico, mientras que los PFAS, "sustancias químicas permanentes" que se encuentran en utensilios de cocina antiadherentes y textiles impermeables, se acumulan en el cuerpo e interfieren con la función inmunológica y hormonal.21
• Incluso las sustancias químicas prohibidas y los compuestos naturales representan una amenaza: a pesar de que se prohibieron hace décadas, los PCB aún se encuentran en el medio ambiente y son comunes en la cadena alimentaria, lo que incrementa el riesgo de cáncer y trastornos neurológicos.22 Mientras tanto, el triclosán, que alguna vez se utilizó en jabones antibacterianos, se relaciona con desequilibrios hormonales y resistencia a los antimicrobianos.23
Incluso algunos compuestos naturales, como los fitoestrógenos de la soya y ciertas legumbres, imitan al estrógeno e influyen en los problemas que se relacionan con las hormonas.24
Descubra más sobre las sustancias químicas tóxicas que se esconden en los productos domésticos de uso cotidiano en: "Sustancias peligrosas que se esconden en sus productos favoritos".
Los disruptores endocrinos deterioran la salud
Cada vez hay más investigaciones que demuestran que incluso las dosis bajas de sustancias químicas disruptoras endocrinas tienen un impacto profundo en la salud. El sistema endocrino es muy sensible a pequeños cambios hormonales, lo que significa que los niveles que antes se consideraban "insignificantes", causan un daño biológico.25 A diferencia de otras toxinas, los EDC no siguen una curva dosis-respuesta predecible, ya que incluso exponerse a niveles bajos puede ser tan dañino como exponerse a dosis elevadas.26
• La exposición temprana y el riesgo de enfermedades crónicas: los estudios relacionan la exposición temprana a disruptores endocrinos con un riesgo mayor de obesidad, diabetes, problemas de fertilidad y cánceres dependientes de hormonas. Una investigación que financió el Instituto Nacional de Ciencias de la Salud Ambiental (NIEHS) demuestra que los EDC comunes interfieren con varios sistemas biológicos y alteran el equilibrio hormonal en etapas vitales del desarrollo.27
• Las alteraciones del desarrollo neurológico: un estudio de JAMA28 descubrió que los ftalatos tienen una fuerte conexión con conductas que se relacionan con el TDAH en adolescentes. Las mayores concentraciones de ciertos ftalatos en la orina se correlacionaron con una mayor impulsividad, dificultad para concentrarse y problemas de comportamiento, lo que sugiere que la exposición en los primeros años de vida puede interferir con los procesos del desarrollo neurológico.
• El daño epigenético y los efectos generacionales: el estrógeno sintético dietilestilbestrol (DES), que alguna vez se prescribió a mujeres embarazadas, se relaciona con cambios epigenéticos que afectan a varias generaciones. Los nietos de mujeres que tomaron DES tuvieron mayores tasas de TDAH, problemas de fertilidad, anomalías estructurales y cánceres relacionados con las hormonas.29,30
• La disfunción metabólica y la resistencia a la insulina: las investigaciones relacionan los EDC con la disfunción metabólica, en especial con problemas como la diabetes y la obesidad. También se sabe que la exposición crónica al arsénico, un contaminante ambiental que se encuentra en algunas fuentes de agua potable, altera el metabolismo e incrementa el riesgo de resistencia a la insulina y diabetes tipo 2.31
• Los sustitutos del BPA y sus peligros: un estudio que se publicó en International Journal of Environmental Research and Public Health en 202232 descubrió residuos de bisfenol S (BPS) y bisfenol F (BPF), que son sustitutos del BPA, en el 89.4 % de las muestras de orina de adultos y en el 66.5 % de las muestras de niños que viven en los Estados Unidos. Estas sustancias químicas, que suelen promocionarse como alternativas más seguras, se relacionan con un riesgo mayor de obesidad y diabetes.
Para más estrategias para minimizar su exposición a los EDC, consulte: "Estos recipientes de alimentos representan un riesgo para su salud".
El estilo de vida moderno es una amenaza para la salud de sus mitocondrias
En el pasado, la supervivencia dependía del movimiento, la comida real y la exposición al entorno natural. La actividad física no era un lujo, sino una necesidad. No era necesario hacer un seguimiento del consumo de nutrientes porque los alimentos enteros proporcionaban todo lo que se requiere para mantener una buena salud. La luz del sol determinaba los ciclos del sueño, establecía los ritmos metabólicos e influía de forma directa en la función de las hormonas. Y no se trataba de llevar un “estilo de vida saludable”, solo era su forma de vivir.
• El sedentarismo debilita el metabolismo: la vida moderna fomenta estar sentado durante mucho tiempo y moverse muy poco, lo que altera la función metabólica. Cuando no utiliza sus músculos, se debilitan, lo que altera los niveles de azúcar y reduce los niveles de energía.
La falta de movimiento también ralentiza la circulación, promueve el almacenamiento de grasa y reduce la resistencia en general. 33,34 Con el tiempo, incluso un mínimo esfuerzo puede ser agotador, lo que provoca que entre a un ciclo en el que hace menos y se siente peor.
• El consumo de alimentos ultraprocesados incrementa el riesgo de disfunción mitocondrial: las comidas tradicionales que se basaban en alimentos enteros y nutritivos se remplazaron con productos ultraprocesados que contienen grandes cantidades de azúcares refinados y aceites de semillas industriales.
En lugar de proporcionar energía, estos alimentos llenan el cuerpo de compuestos inflamatorios que alteran la función de las mitocondrias, alteran el equilibrio hormonal y aceleran el deterioro metabólico.
• La falta de luz del sol altera los ritmos circadianos: la luz natural es fundamental para regular los ritmos circadianos y los ciclos hormonales.35 Sin una exposición adecuada a la luz del sol, se deteriora la calidad del sueño, incrementan los niveles de estrés y se ralentiza el metabolismo. Al mismo tiempo, exponerse a demasiada luz artificial, sobre todo de las pantallas, confunde las señales naturales de día-noche del cuerpo, lo que hace que duerma mal y se sienta cansado al día siguiente.
• Las toxinas ambientales empeoran el daño: además de la mala alimentación y la falta de movimiento, otros factores como la exposición diaria a aceites de semillas tóxicos y sustancias químicas ambientales, deterioran aún más la función de las mitocondrias.
Estos compuestos dañan los procesos celulares, causan estrés oxidativo y promueven la inflamación sistémica, lo que hace que sea aún más difícil para el cuerpo producir energía y mantener la estabilidad metabólica.
• Las consecuencias son imposibles de ignorar: la fatiga crónica, la disfunción metabólica y una creciente dependencia de medicamentos remplazaron a la fuerza y la resiliencia que alguna vez fueron un aspecto básico de la salud humana. Mientras más se alejan las personas de lo natural, más difícil resulta mantener una buena salud a largo plazo.
La vida moderna va en contra de su biología. Para recuperar la salud de sus mitocondrias necesita mantenerse en movimiento, consumir alimentos reales, exponerse a la luz natural y crear un entorno que estimule la función de sus células, no todo lo contrario.
Inspirarse en el pasado lo ayudará tener un futuro más saludable
La historia demuestra que cuando las personas comen alimentos reales, se mantienen activas y están en sintonía con la naturaleza, viven una vida más saludable. Las enfermedades crónicas no son parte normal del envejecimiento, sino una consecuencia de los cambios en el estilo de vida moderno. Los estilos de vida de las culturas tradicionales representan un modelo que puede ayudar a revertir el deterioro de la salud moderna.
• La salud de las mitocondrias determina la longevidad: la capacidad de su cuerpo para repararse, defenderse y mantenerse en buen estado depende de la función de sus mitocondrias. Cuando las mitocondrias no funcionan de forma correcta, la producción de energía colapsa, lo que incrementa el riesgo de todo tipo de enfermedades crónicas. Restaurar la salud mitocondrial es la clave para revertir la disfunción metabólica y recuperar la vitalidad a largo plazo.
• La importancia de evitar los productos tóxicos en la reparación celular: los aceites de semillas industriales, los alimentos procesados y las toxinas ambientales son tres de las mayores amenazas para su función mitocondrial. Estas sustancias sobrecargan el cuerpo con estrés oxidativo e inflamación, lo que reduce la producción de energía y altera el equilibrio metabólico.
• La luz del sol y los ritmos naturales restablecen el equilibrio: exponerse todos los días a la luz natural regula los ritmos circadianos, estimula la función hormonal y mejora el rendimiento mitocondrial. A diferencia de la luz artificial, la luz del sol optimiza el metabolismo energético y refuerza su reloj interno, lo que produce un impacto positivo en el sueño, el estado de ánimo y la resiliencia.
• Los alimentos enteros optimizan la producción de energía: una alimentación tradicional a base de alimentos nutritivos y sin procesar proporcionan los componentes básicos que necesitan sus mitocondrias para funcionar de forma correcta. Las proteínas de alta calidad, las grasas saludables y los micronutrientes biodisponibles promueven la producción de energía celular y previenen el daño metabólico que causa la alimentación moderna a base de alimentos ultraprocesados.
Ningún medicamento ni intervención médica puede sustituir estas condiciones que sustentan la vida. Su salud alcanzará su máximo potencial una vez que elimine todo lo que representa una amenaza para su función mitocondrial y le da a su cuerpo las herramientas que necesita para funcionar de forma correcta. Una vez que restaure estas bases ancestrales, su cuerpo tendrá la capacidad de enfrentar casi cualquier enfermedad y salir invicto, sin depender de soluciones temporales que solo enmascaran el problema subyacente.
Preguntas frecuentes sobre el deterioro de la salud moderna
P: ¿Por qué los aceites vegetales remplazaron a las grasas naturales?
R: Los aceites de semillas procesados se comercializaron como una alternativa "más saludable" a las grasas de origen animal, a pesar de la creciente evidencia de que su alto contenido de ácido linoleico causa inflamación e incrementa el riesgo de enfermedades crónicas.
P: ¿Cuáles son las toxinas más dañinas hoy en día?
R: Los pesticidas como el glifosato, los disruptores hormonales como el BPA y los ftalatos, y los residuos industriales como los PFAS y los PCB son algunas de las más dañinas y se relacionan con una serie de enfermedades crónicas que incluyen cáncer y problemas de fertilidad.
P: ¿Cuál es la mejor forma de reforzar la salud mitocondrial?
R: Base su alimentación en alimentos enteros y sin procesar, realice actividad física con regularidad, expóngase a la luz del sol todos los días y minimice su exposición a disruptores endocrinos y aceites de semillas procesados.
P: ¿Cómo puedo reducir mi exposición a los disruptores endocrinos?
R: Opte por recipientes de vidrio o acero inoxidable para guardar sus alimentos y bebidas, filtre el agua para eliminar contaminantes y minimice el uso de plástico, en especial si entran en contacto con sus alimentos. Elija productos de cuidado personal que no contengan sustancias químicas sintéticas y compre alimentos orgánicos, siempre que le sea posible, para reducir su exposición a pesticidas.
P: ¿Cuál es el cambio de estilo de vida que mayor impacto tendrá en mi salud?
R: Eliminar los aceites de semillas, mantenerse activo, mejorar la higiene del sueño y reducir las toxinas ambientales son las estrategias más poderosas para optimizar su salud.
🔎Fuentes y Referencias:
- 1 Proc Nutr Soc. 2022 Dec;81(4):279-287. doi: 10.1017/S0029665122000775. Epub 2022 Jan 19
- 2 Curr Opin Endocrinol Diabetes Obes. 2022 Dec 8;30(1):65–71
- 3 Diabetes.co.uk, Nina Teicholz on how the Seven Countries Study influenced dietary policy
- 4 Brit. Med. J., 1965, 1, 1533-1535
- 5 Adv Exp Med Biol. 1978:109:317-30
- 6 BMJ. 2013 Feb 4:346:e8707
- 7, 8, 9 Pharmacology (2016) 98 (3-4): 134–170
- 10 Open Heart. 2018 Sep 26;5(2):e000898
- 11, 12 Nutrients. 2023 Jul 13;15(14):3129
- 13, 14, 15, 21, 26, 27, 29 NIEHS, Endocrine Disruptors
- 16 Toxicology Volume 505, June 2024, 153846
- 17 Front Endocrinol (Lausanne). 2022 Oct 21:13:995503
- 18, 19 Front Endocrinol (Lausanne). 2024 Jan 17:14:1324993
- 20 Trends Endocrinol Metab. 2024 Aug 23:S1043-2760(24)00202-9
- 22 Chemosphere Volume 361, August 2024, 142488
- 23 Environment International. Volume 190, August 2024, 108927
- 24 Biomedicines 2024, 12(8), 1636
- 25 StatPearls [Internet]. Physiology, Endocrine Hormones
- 28 JAMA Netw Open. 2020 Aug 3;3(8):e2015041
- 30 Environmental Research. Volume 231, Part 1, 15 August 2023, 115990
- 31 Results in Engineering Volume 22, June 2024, 102054
- 32 Int J Environ Res Public Health. 2022 Nov 29;19(23):15918
- 33 Int. J. Environ. Res. Public Health 2021, 18(24), 13333
- 34 Compr Physiol. 2012 Apr;2(2):1143–1211
- 35 StatPearls [Internet]. Physiology, Circadian Rhythm