📝HISTORIA EN BREVE

  • Las nuevas investigaciones demuestran que la inflamación influye de manera directa en el estado de ánimo y el comportamiento, ya que envía señales químicas que activan los circuitos de ansiedad en el cerebro, lo cual explica las secuelas emocionales de una enfermedad
  • Algunas citocinas inflamatorias estimulan las neuronas en las regiones del cerebro responsables de procesar el miedo, mientras que las señales antiinflamatorias calman estas mismas vías neuronales
  • Los científicos descubrieron que ciertas moléculas del sistema inmunológico funcionan como neurotransmisores en el cerebro, lo que influye en el comportamiento social y los estados emocionales sin importar la inflamación
  • Bloquear la inflamación de forma incorrecta es contraproducente: provoca una mayor ansiedad, ya que el cuerpo produce más mensajeros inflamatorios que sobreestimulan los circuitos del miedo
  • Para controlar los problemas de humor relacionados con la inflamación es necesario reducir el consumo de ácido linoleico (AL) de los aceites vegetales, favorecer la función de las mitocondrias, exponerse al sol de manera segura, evitar el alcohol y controlar los síntomas emocionales después de una enfermedad

🩺Por el Dr. Mercola

Después de una enfermedad física, las secuelas emocionales son más comunes de lo que la mayoría de las personas creen. Los cambios de humor, la irritabilidad e incluso el aislamiento social a menudo aparecen sin previo aviso y no siempre se van cuando baja la fiebre o desaparece el sarpullido. Estos cambios suelen descartarse como si fueran psicológicos o estuvieran relacionados con el estrés, pero debajo de la superficie ocurre algo más.

La ciencia emergente redefine cómo entendemos estos cambios posteriores a una enfermedad. En lugar de ser efectos secundarios de la recuperación, parecen ser parte de un ciclo complejo de retroalimentación entre el sistema inmunológico y el cerebro. No solo se trata de combatir la infección. Su cuerpo le envía señales que determinan cómo se siente, cómo piensa y cómo se relaciona con los demás.

Durante años, la relación biológica entre la respuesta inmunitaria y el estado emocional fue un misterio. Los médicos observaron los patrones, pero no tenían de una explicación clara de por qué los pacientes en recuperación a menudo decían sentirse mal a nivel emocional. Eso ha comenzado a cambiar.

Las investigaciones recientes descubrieron cómo la actividad inmunológica interactúa con los circuitos cerebrales involucrados en el estado de ánimo y el comportamiento, lo que ofrece pistas nuevas (y esperanzas) para abordar la ansiedad, la depresión y la desconexión social desde su origen.

Un conjunto de estudios, publicado en Cell en abril de 2025, ofrece una visión detallada de esta relación entre el sistema inmunológico y el cerebro.1,2 Estos hallazgos van más allá de la teoría y nos llevan a la comprensión práctica de cómo las moléculas del sistema inmunológico afectan nuestro cableado emocional en tiempo real.

La inflamación perjudica el centro de ansiedad del cerebro

El primer estudio investigó cómo la inflamación afecta la ansiedad al mapear cómo las moléculas del sistema inmunológico llamadas citocinas interactúan con los circuitos cerebrales.3 Los investigadores se centraron en dos señales inflamatorias y cómo estimularon las neuronas en una región del cerebro responsable de procesar el miedo y los recuerdos emocionales. En modelos animales, el equipo analizó cómo los cambios en la actividad inmunológica condujeron a cambios en los comportamientos relacionados con la ansiedad.

• Los investigadores identificaron células del cerebro que reaccionan a señales proinflamatorias y antiinflamatorias: el gran descubrimiento fue que ciertas células del cerebro responden a ambos tipos de mensajeros inmunitarios. Estas células escuchan señales de manera constante. Si el mensaje es inflamatorio, los circuitos de ansiedad se aceleran, pero si es antiinflamatorio, esos mismos circuitos se calman. En otras palabras, su estado de ánimo está muy relacionado con las señales del sistema inmunológico que recibe su cerebro en un momento determinado.

• Los hallazgos explican por qué se siente más ansioso durante o después de una enfermedad: cuando aumentaron las citocinas inflamatorias, los ratones se volvieron más ansiosos. Evitaron los espacios abiertos, exploraron menos y presentaron síntomas de estar nerviosos. Y lo que es más sorprendente, cuando los investigadores intentaron bloquear estas señales inflamatorias, las cosas empeoraron. El cuerpo produjo aún más inflamación, lo que sobreestimuló el circuito del miedo del cerebro.

• Bloquear la inflamación de forma incorrecta provocó ansiedad de rebote: en el estudio, interferir con la señalización inflamatoria no redujo la ansiedad, sino lo opuesto. El cuerpo sobrecorrigió e inundó el sistema con más mensajeros inflamatorios, lo que activó más las neuronas que procesan el miedo. Esto destaca lo delicado que es el sistema y por qué solo intentar “apagar” la inflamación no funcionará sin comprender el equilibrio subyacente.

Las señales calmantes funcionan a través de la misma vía cerebral

Las mismas células del cerebro que reaccionan a las señales inflamatorias también responden a las antiinflamatorias. Cuando esas señales calmantes aumentaron, la ansiedad desapareció. Los ratones se volvieron más tranquilos, más equilibrados y reaccionaron menos a su entorno. Estos resultados demuestran que su sistema inmunológico tiene sus propios controles y equilibrios internos: solo debe apoyarlos.

• Una molécula calmante suprime la actividad ansiosa del cerebro: una señal antiinflamatoria específica funciona como un freno para la respuesta al miedo del cerebro. Esta molécula interactúa con las neuronas del centro de ansiedad del cerebro y disminuye su actividad. Esto hace que se activen con menos frecuencia, lo que desacelera el ciclo de retroalimentación de ansiedad del cerebro. En otras palabras, su cerebro se vuelve menos hiperreactivo y controla mejor sus emociones.

• Estos mensajeros inmunitarios actúan de inmediato: su sistema inmunológico envía señales en tiempo real que cambian su estado emocional en cuestión de minutos. Es por eso que a menudo parece que la ansiedad surge de la nada. Un aumento repentino de la inflamación, ya sea por una infección, lesión o estrés, cambia el comportamiento del cerebro casi de inmediato.

• Las células que procesan el miedo se sobreexcitan: cuando los mensajeros inflamatorios dominan, las neuronas del centro del miedo del cerebro se sobreexcitan. Comienzan a activarse con demasiada frecuencia e intensidad, lo que fomenta un círculo vicioso de ansiedad y preocupación. Esto dificulta el funcionamiento de los sistemas calmantes naturales del cuerpo. La respuesta al estrés se vuelve más difícil de desactivar.

• Las mismas neuronas reciben señales de calma y de miedo: a las mismas células del cerebro se les puede ordenar que entren en pánico o que se relajen, según cuál sea la molécula inmunitaria que les envíe la señal. Si su sistema está inflamado, esas señales calmantes se pierden. Pero si favorece su equilibrio inmunológico, esas neuronas vuelven a un estado más estable y regulado.

• Esto es físico, no solo psicológico: la ansiedad no es solo mental. Es física. Tiene sus orígenes en la biología, la respuesta inmunitaria y las señales en tiempo real que el cuerpo envía al cerebro. Cuando la inflamación esta elevada, afecta a la resiliencia emocional. Cuando está equilibrada, el estado de ánimo se estabiliza.

Las citocinas potencian el comportamiento social debido a que actúan como sustancias químicas del cerebro

El segundo estudio se centró en una citocina menos conocida y en cómo interactúa con receptores específicos del cerebro para influir en el comportamiento social. 4 Los investigadores quisieron saber qué señales relacionadas con el sistema inmunológico aparecen en el cerebro y cómo afectan al comportamiento cuando se activan. En lugar de centrarse en cómo estas señales causan inflamación, el equipo exploró su influencia como mensajeros del cerebro, ya que trabajan más como sustancias químicas que regulan el estado de ánimo para cambiar el comportamiento en tiempo real.

• Los investigadores identificaron una señal del cerebro que aumenta la sociabilidad y la curiosidad: un mensaje químico específico activa una parte del cerebro responsable del comportamiento social. Cuando se activó esta señal, los ratones que por lo general evitaban a los demás y repetían las mismas acciones una y otra vez comenzaron a comportarse de forma más normal.

Exploraron su entorno, se interesaron en ratones nuevos y se involucraron más a nivel social. Según los investigadores, esta señal permitió restablecer un patrón más natural de conexión social.

• Esta señal química se produce dentro del cerebro, no solo por el sistema inmunológico: los investigadores descubrieron que esta señal social no solo la producen las células inmunitarias; también es generada de manera directa por las neuronas dentro del cerebro. Esto es de gran importancia, ya que coloca a esta molécula en la misma categoría que sustancias químicas del cerebro conocidas, como la serotonina y la dopamina. No solo reacciona al sistema inmunológico, sino que ayuda a controlar el estado de ánimo y el comportamiento desde dentro.

• Su cerebro y su sistema inmunológico usan el mismo lenguaje para controlar el comportamiento: este hallazgo desafía la creencia de que las señales del sistema inmunológico solo funcionan fuera del cerebro. En realidad, el cerebro utiliza algunas de las mismas moléculas que el sistema inmunológico, solo que en un contexto diferente.

Estos mensajes compartidos ayudan a gestionar el comportamiento emocional, incluyendo lo conectado, curioso o retraído que se siente. En este caso, potenciar la señal ayudó a corregir el comportamiento retraído en ratones con tendencia genética a evitar las relaciones sociales.

• Las citocinas influyen en el estado emocional y el comportamiento sin que entren en el cerebro: una de las conclusiones más importantes de la investigación es que las moléculas inmunitarias no tienen que cruzar la barrera hematoencefálica para afectar su estado de ánimo. La investigación demostró que las citocinas actúan en áreas del cerebro que ya reciben señales del sistema inmunológico.5

Estos hallazgos son parte de un gran esfuerzo para comprender cómo el cerebro y el sistema inmunológico colaboran (y a veces en su contra) para moldear su estado de ánimo.

• Los científicos también se preguntan cómo la inflamación afecta la barrera hematoencefálica: una pregunta podría ser la solución para mejores tratamientos: ¿la inflamación crónica debilita la barrera hematoencefálica y la hace más permeable a las sustancias dañinas? Si es así, la inflamación a largo plazo no solo influiría de forma temporal en el estado de ánimo, sino que podría cambiar la vulnerabilidad del cerebro a daños en el futuro.6

Cómo abordar la inflamación crónica que altera la forma en que el cerebro procesa el estado de ánimo y el comportamiento

Si su ansiedad, cambios de humor o aislamiento social empeoran después de enfermarse, o parecen surgir de la nada, es hora de que analice más de cerca el origen: la inflamación crónica. Esto no se soluciona si solo adormece los síntomas. La solución es restablecer el equilibrio de su sistema inmunológico y proteger los circuitos de comunicación de su cerebro.

El objetivo es detener la señalización descontrolada que perjudica sus centros emocionales y reconfigura su comportamiento desde adentro hacia afuera. Estos cinco pasos abordan los factores biológicos que lo causan, incluyendo la señalización de citocinas, el estrés mitocondrial y la inflamación del cerebro, para que vuelva a sentirse bien.

1. Reduzca su consumo de ácido linoleico (AL) a menos de 5 gramos por día, aunque lo ideal es que esté por debajo de 2 gramos: si solo hará un cambio, que sea éste. El AL en los aceites vegetales causa inflamación como la gasolina en el fuego. Se esconde en casi todos los alimentos procesados, como las comidas de restaurante, salsas, papas fritas, galletas saladas e incluso bocadillos orgánicos “saludables”. Cambie todos los aceites vegetales por grasas más saludables, como el sebo, ghee o la mantequilla de animales alimentados con pastura.

Aléjese del aceite de oliva y de aguacate, ya que a menudo están mezclados con aceites vegetales más baratos y aún tienen un contenido demasiado elevado de grasas monoinsaturadas, que causan una disfunción mitocondrial similar. Le recomiendo hacer un seguimiento de su consumo de AL durante unos días con un rastreador de alimentos en línea gratuito. Se sorprenderá de lo que descubrirá.

2. Apoye sus mitocondrias con el combustible que en verdad necesitan: su estado de ánimo se relaciona de manera directa con la cantidad de energía que producen sus células. Las citocinas alteran este flujo de energía, lo que hace que se sienta agotado, aturdido o con reacciones emocionales. Para reparar eso, es necesario restaurar la producción de trifosfato de adenosina (ATP), la fuente principal de energía del cuerpo que las células necesitan para sobrevivir y repararse.

Comience por aumentar su consumo de carbohidratos con fuentes fáciles de digerir como el jugo de fruta con pulpa, el arroz blanco y las frutas enteras. Si tiene bacterias intestinales desequilibradas o disbiosis, evite la fibra, incluyendo los granos enteros, hasta que su intestino se cure. La mayoría de los adultos necesitan alrededor de 250 gramos de carbohidratos saludables al día. Privar de alimento a las mitocondrias solo prolongará el problema.

3. Expóngase al sol para estimular sus señales antiinflamatorias de forma natural: la luz del sol ayuda a que sus células produzcan energía de manera más efectiva y estimula a su cuerpo a producir moléculas antiinflamatorias importantes. También regula el estado de ánimo a través de la producción de melatonina y vitamina D. Pero no tome el sol al azar.

La forma de exposición más segura y efectiva es después de haber eliminado los aceites de semillas de su alimentación durante al menos seis meses. Hasta entonces, solo expóngase a la luz de la mañana y del final de la tarde, evite el sol intenso del mediodía.

4. Evite el alcohol, ya que destruye la función de las mitocondrias e inflama el cerebro: el alcohol es un veneno para el metabolismo. Incluso cantidades pequeñas interrumpen la producción de energía mitocondrial y aumentan el estrés oxidativo en el cerebro. La idea de que el consumo moderado de alcohol es bueno se basó en estudios erróneos. No deje que la publicidad afecte su cuerpo.

5. Esté atento a los síntomas emocionales que aparecen después de una enfermedad y adáptese pronto: si es una persona que experimenta cambios de humor después de enfermarse o durante eventos inmunitarios estresantes como un procedimiento dental o una vacuna, comience a registrar su estado de ánimo en un diario. Observe cuándo comienzan los síntomas, cuánto duran y qué síntomas aparecen, como la irritabilidad, el aislamiento social o la fatiga.

Esto le permite relacionar los cambios emocionales con la actividad inmunológica y le da una señal clara de cuándo es el momento de reforzar sus estrategias de recuperación.

Cuanto antes responda, más rápido se recuperará. Cuando su sistema inmunológico está equilibrado, su cerebro se calma. Piensa con más claridad, se relaciona más fácil con los demás y vuelve a sentirte bien.

Preguntas frecuentes sobre la inflamación y el estado de ánimo

P: ¿Cómo afecta la inflamación al estado de ánimo y el comportamiento?

R: La inflamación envía mensajeros químicos llamados citocinas al torrente sanguíneo, algunos de los cuales activan de manera directa los circuitos de ansiedad en el cerebro. Estas señales lo hacen sentir ansioso, retraído o con emociones inestables, en especial después de una enfermedad o durante brotes del sistema inmunológico.

P: ¿Cómo influyen las señales del sistema inmunológico en la regulación de emociones?

R: Algunas señales aumentan la ansiedad, ya que sobreestimulan la parte del cerebro que procesa el miedo. Otros envían mensajes calmantes a esas mismas células del cerebro, lo que ayuda a reducir el comportamiento ansioso. Su estado emocional depende de cuál de estas señales sea mayor en un momento dado.

P: ¿Las señales del sistema inmunológico pueden influir en el comportamiento social?

R: Sí. Se demostró que una señal específica aumentó el interés social y redujo el comportamiento repetitivo en ratones que por lo general evitaban las interacciones. Lo que la hace única es que también la producen las células del cerebro, no solo el sistema inmunológico, por lo que actúa más como sustancias químicas del cerebro conocidas, como la serotonina o la dopamina.

P: ¿Cuál es la relación entre las enfermedades crónicas y los cambios de humor?

R: Una investigación nueva demostró que los cambios de humor después de infecciones o episodios autoinmunes se deben a una comunicación cruzada entre el sistema inmunológico y el cerebro. Las citocinas inflamatorias activan circuitos cerebrales específicos casi de inmediato, lo que modifica el modo en que procesamos el miedo, la emoción y la interacción social.

P: ¿Qué reduce los problemas de humor que causan las citocinas?

R: Comience por eliminar los aceites vegetales y los alimentos procesados que provocan inflamación. Favorezca la energía celular con carbohidratos digeribles como las frutas y el arroz blanco. Expóngase al sol de forma segura para activar las vías antiinflamatorias de su cuerpo y evite el alcohol, que perjudica la función de las mitocondrias e inflama su cerebro.