HISTORIA EN BREVE

  • El microbioma de los niños que no se exponen a gérmenes de forma regular es diferente al de los niños que sí lo hacen. Mientras que el microbioma influye en el funcionamiento del sistema inmunológico
  • Exponerse a microorganismos no patógenos ayuda a prevenir trastornos crónicos que se relacionan con el sistema inmunológico, ya que ayudan a estimular los inmunomoduladores. En otras palabras, entrenan al sistema inmunológico para que funcione de forma normal y no reaccione de manera excesiva o innecesaria
  • También existe evidencia que sugiere que ciertas infecciones infantiles podrían reducir el riesgo de algunas enfermedades crónicas. Por ejemplo, la infección por sarampión podría reducir el riesgo de desarrollar cáncer en el futuro
  • En agosto de 2021, un grupo de expertos en enfermedades infecciosas pediátricas advirtió que la "deuda de inmunidad", debido a la falta de exposición a virus y bacterias comunes durante los confinamientos por el COVID y el cierre de escuelas, podría predisponer a los niños a sufrir más infecciones en el futuro
  • Recurrir a las vacunas para todo ha provocado que las personas ya no obtengan los beneficios de las infecciones naturales. Ahora la industria médica trata de ocultar la información sobre los beneficios a largo plazo de las infecciones, en especial durante la infancia

Por el Dr. Mercola

A principios de noviembre de 2022, el portal The Atlantic1 informó que el microbioma de los niños que no se exponen a gérmenes de forma regular es diferente al de los niños que sí lo hacen. En abril de 2021, un año después de los confinamientos por el COVID y de toda la obsesión por matar todo tipo de microbios, Brett Finlay, un experto en microbiología predijo que "dentro de cinco años veremos una gran cantidad de casos de niños con asma y obesidad".2

Los microbios estimulan el sistema inmunológico

El Dr. David Stachan, experto en epidemiología, propuso por primera vez la "hipótesis de la higiene" en 1989,3,4,5 él creía que la creciente incidencia de alergias se debía a una menor exposición a los virus y bacterias debido a que las familias ya eran más pequeñas, lo que redujo la exposición a gérmenes e infecciones de hermano a hermano.

En 2003, Graham Rook le hizo algunos cambios y la denominó hipótesis de los "viejos amigos"6 (un nombre que no se hizo tan popular como el original). En lugar de incluir tanto los gérmenes buenos como los malos, la versión de la hipótesis de la higiene de Rook enfatizó que es muy importante exponerse a microorganismos no patógenos (buenos) para desarrollar una buena función inmunológica.

Según esta versión de la hipótesis de la higiene, exponerse a microorganismos no patógenos ayuda a prevenir trastornos crónicos que se relacionan con el sistema inmunológico, ya que ayudan a estimular los inmunomoduladores.7 En otras palabras, entrenan al sistema inmunológico para que funcione de forma normal y no reaccione de manera excesiva o innecesaria.

Los bucles de retroalimentación en el mundo natural, donde X afecta a Y, y viceversa, ayudan a mantener la naturaleza en equilibrio y refuerzan los sistemas naturales. Resulta que el cuerpo humano tiene los mismos bucles de retroalimentación entre los microbios y varios sistemas, como el sistema inmunológico, y entre el cuerpo y su entorno.

Existen ciertas infecciones que podrían proporcionar beneficios a largo plazo

También existe evidencia que sugiere que ciertas infecciones infantiles podrían reducir el riesgo de algunas enfermedades crónicas. Por ejemplo, la infección por sarampión podría reducir el riesgo de desarrollar cáncer en el futuro.

Según los investigadores, 1 de cada 4 pacientes con cáncer no tiene anticuerpos contra el sarampión, y más de 1 de cada 3 no tiene anticuerpos contra las paperas,8lo que sugiere que jamás contrajeron estas enfermedades y que ya no había rastros de ningún tipo de vacunación.

Por cierto, el virus del sarampión también se está utilizando para tratar el cáncer. De hecho, se reportó un caso de una mujer con cáncer de sangre incurable que entró en remisión después de recibir el virus del sarampión en bolo.9

Por desgracia, recurrir a las vacunas para todo ha provocado que las personas ya no obtengan los posibles beneficios de las infecciones naturales. Hoy en día, todo gira en torno a prevenir las infecciones, sin importar si producen beneficios o no, o si las vacunas causan efectos secundarios.

Ahora surge la hipótesis de la "deuda de inmunidad" por el COVID

En agosto de 2021, un grupo de expertos en enfermedades infecciosas pediátricas advirtió10que la "deuda de inmunidad", debido a la falta de exposición a virus y bacterias comunes durante los confinamientos por el COVID y el cierre de escuelas, podría predisponer a los niños a sufrir más infecciones en el futuro.

Estos expertos predijeron que una menor exposición a los virus y bacterias que estimulan el sistema inmunológico podría causar un repunte de una variedad de enfermedades infecciosas, que incluyen la influenza y el virus respiratorio sincitial (RSV), que es lo que está sucediendo ahora que se acerca el invierno. Según los autores:11

"Aunque las intervenciones no farmacéuticas (NPI) limitaron la transmisión del SARS-CoV-2, también redujeron la propagación de otros patógenos durante y después de los períodos de confinamiento... La falta de estimulación inmunológica debido a una menor circulación de agentes microbianos, podría tener consecuencias negativas cuando la pandemia esté bajo control y se levanten las NPI.
Mientras más largos sean estos períodos de "baja exposición viral o bacteriana", mayor será el riesgo de futuras pandemias. Esto se debe a que cada vez hay más personas 'susceptibles' y menos inmunidad colectiva en la población".

A finales de abril de 2021, la periodista Maryn McKenna escribió un artículo en la revista Wired, en el que dijo lo siguiente:12

"El distanciamiento social, los confinamientos y el uso obligatorio de cubrebocas, también redujeron la propagación de otras enfermedades respiratorias que son comunes durante el invierno. La influenza, el virus respiratorio sincitial (RSV) y el enterovirus D68: este año, las redes de vigilancia que rastrean esas enfermedades no encontraron muchos casos...
Y aunque en teoría esta es una buena señal, algunos investigadores piensan lo contrario. Las bajas tendencias de gripe y de otras enfermedades respiratorias, también podrían ser una señal de advertencia de lo que se avecina.
En el campo de la inmunología se sabe que exponerse a infecciones y microbios comunes en una etapa temprana de la vida ayuda a nuestro sistema inmunológico a aprender a distinguir entre lo que representa una amenaza y lo que no. Si el sistema inmunológico no aprende a tiempo a hacer esta distinción, reaccionará de forma exagerada ante lo que se le presente.
A pesar de que se actuó con las mejores intenciones, es posible que, al reducir la exposición a microbios de todo tipo, nos hayamos convertido en parte de un experimento natural. ‘El problema es que, a lo largo de nuestra historia, siempre que se interrumpió la exposición a microbios buenos, se sufrieron consecuencias negativas’, dijo B. Brett Finlay...
Finlay es uno de los 23 investigadores de seis países que en febrero escribieron en Proceedings of the National Academy of Sciences13 para advertir sobre las consecuencias a largo plazo para los niños que crecen en un mundo hiperhigiénico y confinado."

La importancia del microbioma intestinal

En noviembre de 2022, la Dra. Keren Landman, experta en epidemiología, publicó un artículo en el portal Vox, en el que no solo habla de las hipótesis de la higiene y la deuda de inmunidad, sino también de la importancia del microbioma intestinal:14

"Los investigadores dicen que hay conceptos erróneos con respecto a este tema y sobre qué microbios ayudan a 'entrenar' nuestro sistema inmunológico de manera más efectiva. No se trata de virus respiratorios como la gripe y el resfriado, sino de los miles de millones de microbios que viven de forma pacífica dentro de nuestros cuerpos, que también se conocen como microbioma, dijo Marsha Wills-Karp una especialista en inmunología en Johns Hopkins Bloomberg School of Public Health y que estudia los factores ambientales de las enfermedades alérgicas de las vías respiratorias.
Dentro de ese microbioma hay muchos 'maestros', como las bacterias que enseñan al sistema inmunológico de los bebés a desarrollar centros linfoides, que son las fábricas de células B que estimulan la producción de anticuerpos, o que enseñan a los macrófagos y otras células inmunológicas a combatir invasores patógenos (es decir, gérmenes).
Gran parte del trabajo que respalda la hipótesis de la higiene sugiere que casi todo lo que aprende el sistema inmunológico del microbioma se origina en el intestino y, por lo tanto, lo que entra por la boca de los niños contribuye más con el desarrollo inmunológico que lo que respiran...
Hay un pequeño microbioma en las vías respiratorias superiores y los pulmones, pero es mucho menos diverso que el del tracto digestivo, dijo Wills-Karp. Aunque el microbioma respiratorio también influye en los estados de salud y enfermedad, ‘en los estudios poblacionales y con animales, la hipótesis de la higiene parece relacionarse más con un microbioma intestinal saludable’, dijo.
El punto es que en la actualidad no hay mucha evidencia que respalde la idea de que exponer el tracto respiratorio a virus refuerce el sistema inmunológico o mejore la salud de alguna otra manera...
Los sistemas inmunológicos deben entrenarse con ayuda de microbios ambientales y comestibles que son seguros y que viven en nuestros intestinos: exposiciones que niños y adultos obtienen de forma natural al vivir en entornos no estériles, pero que se enriquecen con ciertos factores, como vivir con animales y comer alimentos fermentados y ricos en fibra".

Las medidas para combatir el COVID alteraron los microbiomas intestinales en todo el mundo

Según Landmann,15 los medios alternativos malinterpretaron la esencia de la teoría de la deuda de inmunidad y promovieron la idea de que no debemos protegernos contra las infecciones virales. En lo personal, no conozco a nadie que respalde esa idea.

Al final, Landman habla sobre la función del microbioma intestinal, y enfatiza que aquí es donde realmente se produce casi todo el entrenamiento inmunológico y no por la exposición a los virus.

Estoy de acuerdo con esto, y también con el hecho de que las medidas para combatir la pandemia afectaron de manera negativa el microbioma intestinal de los niños. No solo provocaron una menor exposición a las infecciones, sino también a los microbios beneficiosos.

De hecho, el artículo que se publicó en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences que se mencionó antes, se enfocó en el impacto negativo en el microbioma intestinal. En este artículo, Finlay y sus coautores sugieren lo siguiente:

"Las medidas y prácticas actuales para controlar la pandemia tendrán consecuencias graves a largo plazo en el microbioma humano en todo el planeta, ya que la separación física, la higiene excesiva, las restricciones de viaje y otras medidas atacan de manera directa a los microbios en general...
Tanto las prácticas higiénicas del siglo pasado como las recientes medidas para controlar la pandemia del COVID-19 dañan el microbioma y, por lo tanto, la salud humana a largo plazo. El incremento en las tasas de morbilidad y mortalidad en relación con estos cambios microbianos, también puede alterar las trayectorias evolutivas de la humanidad.
Por ejemplo, algunos estudios en ratones demuestran que una vez que se pierden ciertos taxones microbianos de una población generación tras generación, se vuelven muy difíciles de recuperar. Además, la pérdida de la función microbiana puede limitar la capacidad del huésped para sobrevivir en ciertos entornos o resistir infecciones.
Entonces, la pregunta sería ¿qué funciones microbianas podríamos perder a causa de las medidas para prevenir el COVID-19? ¿Cuáles serán las consecuencias en las futuras generaciones si los humanos continúan enfrentando este tipo de problemas nutricionales e inmunológicos, y qué se puede hacer para evitarlas?
Me parece que deberían reconsiderar cómo implementar las prácticas de distanciamiento físico y de higiene para prevenir la transmisión de COVID-19, de modo que protejan y promuevan la diversidad del microbioma intestinal.
Primero que nada, deben comprender mejor cómo estas prácticas dañan el microbioma y luego desarrollar medidas y prácticas públicas que puedan, cuando sea necesario, incrementar la exposición a los microbios beneficiosos y, al mismo tiempo, reducir el riesgo de transmisión por COVID-19".

El misterio de la resistencia

Como si todo esto no fuera suficiente, también nos enfrentamos al problema que vacunar a miles de millones de personas contra un virus durante un brote activo promueve la aparición de variantes resistentes, que es justo lo que hemos visto durante el último año y medio. Utilizo el término "vacunas" aunque desde un punto de vista técnico estas inyecciones no son vacunas. En el mejor de los casos, son terapias génicas. En el peor de los casos, son armas biológicas. De cualquier manera, el mecanismo de resistencia es el mismo.

Sin duda ya ha escuchado algo sobre la resistencia a los antibióticos,17,18 que ocurre cuando no se utilizan bien los antibióticos para tratar las bacterias, lo que provoca que algunas sobrevivan cuando los antibióticos o productos antibacterianos se utilizan en exceso. Las bacterias que sobreviven se vuelven más resistentes que las que murieron durante el tratamiento y, con el tiempo, su resistencia crece hasta que el antibiótico deja de tener efecto.

Lo mismo sucede cuando se utilizan pesticidas en exceso para tratar plagas19y cuando una vacuna tiene "defectos", es decir, una vacuna que no previene la infección ni la propagación de un virus.

A mediados de marzo de 2021, The New York Times informó20 que era probable que las variantes del COVID-19 "evolucionaron dentro de personas con sistemas inmunológicos débiles" y sugirió que la solución era asegurarse de que las personas con un sistema inmunológico débil fueran las primeras en recibir la vacuna para "reducir el riesgo de que sus cuerpos se conviertan en incubadoras para el próximo supermutante del mundo".

Unas seis semanas después, la revista Cell publicó una investigación21que demostró que la mitad de las 10 variantes del SARS-CoV-2 que circulan entre la sociedad ya habían desarrollado resistencia contra los anticuerpos spike por las vacunas anticovid. De hecho, tres se consideraron muy resistentes a la neutralización. Como señalaron los autores, "un número relativamente pequeño de mutaciones puede reducir la efectividad de la vacuna".

A finales de julio de 2021, solo tres meses después, la Dra. Rochelle Walensky, directora de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, advirtió que solo estábamos a "unas pocas mutaciones de distancia" de una variante totalmente resistente a la vacuna. 22

Parece lógico asumir que esas variantes resistentes a la vacuna no mutaron dentro de personas sin vacunar. Sino que mutaron dentro de aquellos que recibieron la vacuna y se infectaron de todos modos, ya que no previene la infección. Dado que las vacunas tampoco evitan la propagación, esas mutaciones se transmitieron de una persona vacunada a otra, por lo que no tardó en superar a las variantes previas.

El cuerpo humano no está diseñado para vivir en un mundo estéril

La ciencia respalda la idea de que su sistema inmunológico necesita "entrenarse" a través de la exposición a microorganismos, ya sean benignos o patógenos. Como ejemplo de un caso del mundo real, tenemos a David Vetter,23 un niño de Texas que tenía que vivir dentro de una burbuja de plástico estéril debido a una inmunodeficiencia combinada grave (SCID).

Nació en 1971 y su madre lo tuvo en sus brazos por primera vez en 1977, después de que los ingenieros de la NASA diseñaron un "traje espacial" para que lo usara fuera de la burbuja. Murió a los 12 años, después de que una transfusión de médula ósea de su hermana introdujo el virus de Epstein-Barr en su sistema.

El sistema inmunológico de Vetter no funcionó debido a una rara anomalía genética. Pero esterilizar todo en casa y aislarse dentro de ella se parece mucho a lo que le sucedió a este joven. Sin un flujo constante de desafíos inmunológicos, su sistema inmunológico se vuelve cada vez más susceptible a las enfermedades cuando un invasor extraño logra entrar al cuerpo.

La propaganda de las vacunas ignora la ciencia

Por desgracia, mientras que la hipótesis de la higiene ganó fuerza y apoyo científico en las últimas tres décadas, el sistema médico ahora trata de minimizar la información que la respalda. Quieren que crea que enfermarse no produce ningún beneficio y que la hipótesis de la higiene se malinterpretó todo este tiempo.

Y dado que a nadie le gusta enfermarse, muchas personas creerán que esto es cierto. Pero decir que las vacunas ayudan a evitar de forma segura cualquier enfermedad no es más que pura propaganda. No es ni racional ni saludable.

Ahora la industria médica trata de ocultar la información sobre los beneficios a largo plazo de las infecciones, en especial durante la infancia. Enfermarse, en el peor de los casos, ayuda a desarrollar inmunidad y, en el mejor de los casos, puede reducir el riesgo de otras enfermedades crónicas, como el asma, las alergias o el cáncer. A mí parecer, esos son grandes beneficios.

Las vacunas anticovid alteran el sistema inmunológico adaptativo e innato

Además, cuando hablamos de las vacunas anticovid, debemos recordar que NO son iguales a las demás vacunas. No proporcionan inmunidad, ni inducen anticuerpos contra todo el virus. Sino que hacen que el cuerpo produzca una proteína spike transgénica que es similar, pero diferente, a la proteína spike que se encuentra en el SARS-CoV-2. Luego, el cuerpo comienza a producir anticuerpos contra esa proteína.

Sin embargo, es una respuesta de anticuerpos muy limitada, por lo que el virus puede mutar para evitar la neutralización, y puede hacerlo muy rápido. Los virus se componen de muchas partes, y cuando una persona se infecta de forma natural, su sistema inmunológico reaccionará y responderá a todas ellas y no solo a una, como es el caso de la vacuna y la proteína spike. Esta es una de las razones por la que la inmunidad natural es mucho mejor que la artificial.

Todo parece indicar que las vacunas anticovid también alteran el sistema inmunológico. Según un artículo24 que se publicó a principios de mayo de 2021, la vacuna anticovid de Pfizer/BioNTech "reprograma las respuestas inmunológicas tanto adaptativas como innatas", lo que se conoce como agotamiento inmunológico.

Recuerde que todo en exceso es malo y también aplica con la higiene

Todos debemos tener una buena higiene, como lavarnos las manos con agua tibia y jabón. Pero los jabones, toallitas y desinfectantes antibacterianos causan más daños que beneficios, ya que son una de las causas principales de las bacterias resistentes. Si los antibióticos dejan de funcionar, las infecciones bacterianas que solían ser fáciles de tratar se vuelven mortales. Si en realidad quiere hacer algo por "el bien común", no utilice productos antibacteriales.

De manera similar, tratar de vacunar a todo el mundo contra las infecciones virales de todo tipo puede ser contraproducente, ya que puede crear virus más agresivos y resistentes que causan infecciones más graves. Sospecho que la hipótesis de la deuda de inmunidad es cierta, y es por eso que ahora estamos viendo un incremento repentino en los casos de niños hospitalizados con RSV e influenza.

La mejor respuesta a largo plazo no son las vacunas, ni las terapias génicas, sino trabajar con los bucles de retroalimentación naturales e inherentes del cuerpo humano para que el sistema inmunológico pueda desarrollar una mayor resiliencia. Esto incluye hacer cosas como las siguientes:

  • Jugar al aire libre
  • Hacer trabajos de jardinería
  • Comer muchos alimentos ricos en prebióticos y probióticos como vegetales fermentados, así como frutas y vegetales orgánicos ricos en fibra (orgánicos para evitar pesticidas como el glifosato, que mata las bacterias intestinales beneficiosas)
  • Exponerse al sol para mantener un nivel saludable de vitamina D por encima de 40 ng/ml
  • Evitar vacunas innecesarias