📝HISTORIA EN BREVE
- La enfermedad del hígado graso afecta a 1 de cada 4 adultos en todo el mundo y puede progresar a una insuficiencia hepática, hemorragia interna o un cáncer sin signos tempranos de advertencia
- Según una investigación reciente, consumir suficiente vitamina K de fuentes alimentarias se relaciona con un riesgo 19 % menor de muerte en personas con enfermedad del hígado graso
- Incluso consumir cantidades moderadas de vitamina K (por debajo de 121 microgramos al día) se relaciona con un riesgo 33 % menor de muerte, sobre todo en personas que no toman suplementos
- Las personas con obesidad y los adultos de edad avanzada experimentaron menos beneficios, lo que podría deberse a que su tejido graso no utiliza ni absorbe los nutrientes de forma correcta
- Una de las causas principales de la enfermedad del hígado graso es el exceso de ácido linoleico (AL) y los bajos niveles de colina, que juntos dañan las mitocondrias, alteran el metabolismo de las grasas y promueven la acumulación de grasa en el hígado
🩺Por el Dr. Mercola
La enfermedad del hígado graso ya es una epidemia que afecta a una cuarta parte de los adultos en todo el mundo.1 El problema es que muchos ni siquiera saben que tienen esta enfermedad hasta que aparecen síntomas graves. Cuando no se trata de inmediato, podría progresar a insuficiencia hepática, hemorragia interna o cáncer de hígado.
La buena noticia es que la enfermedad del hígado graso se puede prevenir y que las personas tienen más control sobre la salud de su hígado de lo que creen. Una forma sencilla de proteger su hígado es llevar una alimentación saludable. Según investigaciones recientes, uno de los nutrientes más beneficiosos para este fin es la vitamina K.
La vitamina K reduce el riesgo de muerte en personas con enfermedad del hígado graso
Hace poco, se hizo un cambio importante en el concepto de la enfermedad del hígado graso, incluyendo cómo se diagnostica y cómo se comprenden sus causas fundamentales. El término enfermedad hepática esteatótica asociada a disfunción metabólica (MASLD) remplazó términos más antiguos como enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD) y esteatohepatitis no alcohólica (NASH).
En lo personal, prefiero describir este problema de salud como "enfermedad del hígado graso", ya que poner la causa solo es una jerga médica que no aporta información adicional, y las tres son sinónimos de enfermedad del hígado graso.
Hace poco, se publicó un estudio en la revista Scientific Reports, en el que los investigadores se propusieron a determinar si consumir vitamina K afecta el tiempo de supervivencia de las personas con enfermedad del hígado graso. Los investigadores analizaron los datos de salud y nutrición de 7857 adultos con enfermedad del hígado graso que se obtuvieron de las encuestas National Health and Nutrition Examination Survey (NHANES) que se realizaron entre 2005 y 2018.2
• Los investigadores trataron de determinar si este nutriente específico ayuda a mejorar los resultados de la enfermedad del hígado graso: hicieron un seguimiento de su alimentación y los resultados de supervivencia de los participantes durante 15 años para descubrir si había una relación entre la cantidad de vitamina K que comían las personas y su riesgo de morir por cualquier causa.
Dentro de este grupo, se registraron 842 muertes durante el período de estudio, lo que proporcionó a los investigadores datos suficientes para sacar conclusiones sólidas.
• Según sus hallazgos: las personas que consumían más vitamina K de los alimentos tenían un riesgo mucho menor de morir durante el período de seguimiento. En concreto, cada incremento de una unidad en el consumo de vitamina K se relacionó con un riesgo 19 % menor de muerte.
• El consumo moderado de vitamina K también redujo el riesgo de muerte: uno de sus hallazgos más importantes fue que, en personas que consumían menos de 121 microgramos (mcg) de vitamina K al día, cada incremento en su consumo se relacionó con un riesgo 33 % menor en el riesgo de muerte. Esta relación se mantuvo, incluso después de ajustar diferentes factores externos como el tabaquismo, el consumo de alcohol, el índice de masa corporal (IMC) y el consumo de suplementos.
• Los investigadores también trataron de responder, por qué consumir demasiada vitamina K no proporcionaba más beneficios: una explicación es que la vitamina K comparte una vía metabólica con la vitamina E, por lo que consumir una mayor cantidad de una podría interferir con la otra. La enzima hepática (CYP4F2) procesa ambos nutrientes y, según estudios con animales, el exceso de vitamina E reduce los niveles de vitamina K.
En este estudio, cuando los investigadores ajustaron el consumo de vitamina E, se redujo un poco el efecto de protección de la vitamina K, lo que sugiere cierta superposición o competencia entre estos dos nutrientes.
La vitamina K de fuentes alimentarias reduce el riesgo de enfermedad del hígado graso
Si bien este estudio demuestra los beneficios de la vitamina K en personas con enfermedad del hígado graso, otro estudio que se publicó en la revista Frontiers in Nutrition demuestra que obtener suficiente de este nutriente en la alimentación podría ayudar a evitar la aparición de esta enfermedad.3
Los investigadores analizaron datos de 3571 adultos en todo Estados Unidos que se obtuvieron de encuestas NHANES que se realizaron de 2017 a 2018 para identificar si las personas que consumían más vitamina K tenían menor riesgo de enfermedad del hígado graso, y si había alguna diferencia entre las personas que obtenían este nutriente de los alimentos y las personas que lo obtenían de un suplemento.
• Las personas con enfermedad del hígado graso consumían menos vitamina K que las personas sin este problema de salud: en promedio, las personas que desarrollaron enfermedad del hígado graso consumieron alrededor de 123 mcg al día, mientras que el grupo de personas sin esta enfermedad consumió alrededor de 145 mcg al día.
Después de que los investigadores ajustaron los factores de estilo de vida, metabólicos y alimentarios, los resultados fueron los mismos, consumir más vitamina K reduce el riesgo de esta enfermedad.
• La vitamina K de los alimentos proporcionó los mayores beneficios: según el estudio, los efectos de protección de la vitamina K fueron más evidentes en las personas que obtuvieron este nutriente de su alimentación. Cuando los investigadores analizaron a personas que no tomaban suplementos, se mantuvo la relación entre la vitamina K y una menor grasa hepática.
Sin embargo, en personas que tomaban suplementos, los efectos comenzaron a debilitarse cuando se consideraron otros factores, como el ejercicio, el consumo de calorías o las enfermedades metabólicas. Por lo tanto, el estudio demuestra que consumir alimentos con alto contenido de vitamina K proporciona más beneficios en la salud del hígado que un suplemento.
• Los efectos de protección fueron consistentes en la mayoría de los grupos, excepto en dos: las personas de edad avanzada y los adultos con obesidad: una posible explicación es que la vitamina K es soluble en grasa y se queda atrapada en el tejido graso. Esto significa que las personas con obesidad almacenan la vitamina K en la grasa en lugar de utilizarla para proteger el hígado.
Los mecanismos detrás de los beneficios de la vitamina K en el hígado
Estos dos estudios mencionan varios mecanismos biológicos que explican los beneficios de la vitamina K en el hígado. 4,5
• La vitamina K es esencial para activar la proteína Gla de la matriz (MGP): esta proteína evita que el calcio se endurezca en los tejidos blandos. En la enfermedad del hígado graso, donde la inflamación crónica acelera la calcificación vascular y la resistencia a la insulina, esta función toma mayor importancia. Dado que la vitamina K ayuda a activar la MGP, protege tanto el hígado como los vasos sanguíneos de daños a largo plazo.
• La vitamina K reduce la inflamación, un factor clave en la progresión de la enfermedad del hígado graso: la vitamina K bloquea una molécula de señalización que se conoce como NF-κB, que estimula la liberación de citoquinas dañinas conocidas como IL-6 y TNF-α. Esto es importante porque la inflamación acelera la progresión de la enfermedad del hígado graso a etapas más avanzadas, como la fibrosis y el cáncer. Dado que la vitamina K inhibe esta cascada inflamatoria, ayuda a evitar que el hígado progrese a etapas avanzadas que podrían ser mortales.
• La vitamina K mejora la función de la insulina: la resistencia a la insulina es una de las causas principales de la acumulación de grasa en el hígado. Cuando sus células ignoran la insulina, su cuerpo almacena más grasa en el hígado y se producen daños. La vitamina K ayuda a restablecer la sensibilidad a la insulina porque estimula la actividad del receptor de insulina. Esto mejora la forma en que el cuerpo maneja la glucosa y la grasa, lo que a su vez ralentiza o incluso revierte la acumulación de grasa en el hígado.
• La vitamina K protege el hígado a nivel celular: ayuda a reducir el estrés oxidativo y a prevenir la ferroptosis, que es una forma de muerte celular a causa de toxinas de origen graso y radicales libres que se acumulan en el hígado. La vitamina K interfiere con este proceso destructivo, ya que actúa como un escudo molecular para las células del hígado.
También activa la proteína Gas6, que a su vez estimula la proteína quinasa activada por AMP (AMPK), una enzima que regula la quema de grasa y la sensibilidad a la insulina. En resumen, la vitamina K le indica al hígado que queme más grasa y almacene menos, lo que ayuda a revertir el daño metabólico detrás de la enfermedad del hígado graso.
Existen dos tipos de vitamina K
La vitamina K existe en dos formas: vitamina K1 (filoquinona) y vitamina K2 (menaquinonas).6 Estas dos formas se diferencian por sus fuentes y funciones:
• La vitamina K1: proviene de fuentes de origen vegetal y mejora la coagulación sanguínea, un proceso vital que evita el sangrado excesivo en caso de lesiones.
• La vitamina K2: afecta más la salud de los huesos y el sistema cardiovascular, ya que lleva el calcio a los huesos y lo aleja de las arterias. Sus fuentes principales son los productos de origen animal y los alimentos fermentados. En los estudios, este es el tipo de vitamina K que protege de la enfermedad del hígado graso.7
• Existen varias subformas de vitamina K2: que son la menaquinona-4 (MK-4) a MK-13, los tipos MK-7 a MK-13 se producen por fermentación bacteriana en el intestino, pero también se encuentran en alimentos fermentados
• Según los estudios, la vitamina K2 es superior: si bien ambas formas de vitamina K son indispensables, hay estudios que demuestran que la vitamina K2 tiene ciertas ventajas sobre la K1,8 sobre todo en términos de absorción, distribución e impacto general.
Las mejores fuentes alimentarias de vitamina K2
Como menciona el segundo estudio, consumir suficiente vitamina K a través de alimentos con alto contenido de vitamina K2, es la mejor forma de obtener los beneficios de este nutriente. Algunas de las mejores fuentes alimentarias incluyen:9
• Productos de origen animal de alta calidad: opte por productos de animales alimentados con pastura, como el sebo y las vísceras como el hígado.
• Ciertos quesos como el Gouda y el Brie: estos quesos contienen niveles elevados de vitamina K2. Compre queso que se elabore con cuajo de origen animal en lugar de alternativas transgénicas.
• Alimentos fermentados: el natto, un producto tradicional de soya fermentada, tiene la mayor concentración de vitamina K2, en forma de MK-7 que es fácil de absorber.
• Yemas de huevo: si bien las yemas de huevo se clasifican como un producto de origen animal, creo que merecen una mención especial, ya que se encuentran entre las mejores fuentes alimentarias de MK-4, una forma vital de vitamina K2 que es fundamental para la salud ósea, la función cardiovascular y la regulación del calcio. Además, las yemas de huevo son una de las mejores fuentes de colina, que es otro nutriente fundamental para la salud del hígado (más adelante hablaré a mayor detalle sobre este tema).
Solo debe tener cuidado con su fuente, ya que la mayoría de los huevos comerciales, incluso los orgánicos, contienen niveles elevados de grasas poliinsaturadas (PUF) que provienen de granos como la soya y el maíz que se utilizan para alimentar a las gallinas. Lo ideal es que las gallinas se alimenten con arroz, cebada y chícharos. En lo personal, como seis yemas de huevo al día de gallinas alimentadas con estos ingredientes, y tienen un 80 % menos ácido linoleico que los productos convencionales.
No obstante, entiendo que hay circunstancias en las que puede ser difícil obtener este nutriente de los alimentos. En este caso, recomiendo que busque un suplemento de vitamina K2 MK-7 de alta calidad.
La combinación mortal que acelera la aparición de la enfermedad del hígado graso
Ahora bien, creo que uno de los factores más importantes detrás de las crecientes tasas de la enfermedad del hígado graso es el exceso de AL en la alimentación moderna y su efecto en la salud celular. Si lo combinamos con una deficiencia de colina, entramos en un círculo vicioso que termina con la enfermedad del hígado graso.
Ya escribí un artículo científico sobre este tema, y aunque aún está en espera de su revisión por pares, aquí le explico los puntos más importantes:
• La disfunción mitocondrial es un factor clave detrás de la enfermedad del hígado graso: el etanol (que se encuentra en el alcohol) y el AL son los dos factores más importantes de la enfermedad del hígado graso en la alimentación moderna, ya que producen subproductos de aldehído tóxicos cuando se metabolizan en el hígado. El etanol se convierte en acetaldehído y el AL en 4-hidroxinonenal (4-HNE), que son reactivos y dañinos para las mitocondrias.
Estos aldehídos se unen a las proteínas, los fosfolípidos y al ADN de las mitocondrias, lo que provoca una fosforilación oxidativa y reduce la capacidad del hígado para producir ATP. Con el tiempo, esto afecta la capacidad del hígado para oxidar las grasas, lo que provoca que se acumulen dentro de las células del hígado.
• Cuando los aldehídos dañan las membranas de protección de las mitocondrias, la estructura interna comienza a descomponerse: esto afecta el proceso de producción de energía, lo que reduce la producción de ATP (la principal fuente de energía de las células) y hace que se escapen más especies reactivas de oxígeno (ROS), lo que incrementa el estrés oxidativo.
Cuando las mitocondrias comienzan a enviar señales de auxilio, activan respuestas inmunológicas que causan inflamación en el hígado. Esto empeora la enfermedad del hígado graso y hace que progrese de una simple acumulación de grasa a una fibrosis o cirrosis hepática.
• Los beneficios de la colina: es un nutriente esencial que tiene una función fundamental en la salud del hígado, el rendimiento mitocondrial y la integridad de la membrana, ya que tiene la capacidad de atravesar la pared intestinal y entrar en el torrente sanguíneo. Luego, se transforma en fosfatidilcolina (PC) a través de un proceso que se conoce como vía CDP-colina. El resultado final de este proceso es la fosfatidilcolina (PC), que es la forma que utiliza el hígado para construir membranas y sacar la grasa de las células.
• Las funciones de la colina van más allá de la salud del hígado: cuando las células absorben la colina, entra a una red de rutas metabólicas que afectan la señalización cerebral, la regulación genética, el metabolismo de las grasas y la composición de la bilis. Además, es esencial para el desarrollo fetal y el crecimiento del cerebro infantil, la salud del sistema nervioso y la salud cardiovascular.
Estrategias para protegerse de la enfermedad del hígado graso
Como demuestran estos hallazgos, está claro que abordar la enfermedad del hígado graso comienza con hacer cambios en la alimentación. Ciertos nutrientes clave, junto con otros cambios saludables en el estilo de vida, ayudarán a protegerle de la aparición de esta enfermedad y minimizar su daño. Aquí algunas de las estrategias que recomiendo.
1. Mejorar su alimentación: enfóquese en alimentos enteros y sin procesar, sobre todo en vegetales, frutas, proteínas magras y carbohidratos saludables. También recomiendo que coma alimentos con niveles elevados de vitamina K y colina, y que deje de consumir alimentos ultraprocesados, en especial los aceites de semillas que contienen mucho ácido linoleico.
2. Considerar un suplemento de citicolina: la colina es abundante en fuentes alimentarias como el hígado de res, las yemas de huevo y la leche sin pasteurizar. Sin embargo, si no obtiene lo suficiente, tomar un suplemento de alta calidad puede ayudarlo a incrementar sus niveles.
Recomiendo la citicolina porque la mayoría de las formas de suplementos de colina tienen baja disponibilidad. La citicolina es el precursor inmediato de la síntesis de fosfatidilcolina, y un mayor consumo ayuda a que la grasa se transporte fuera del hígado. Las formulaciones varían según el fabricante y van de 500 a 2500 mg al día. Para conocer su dosis ideal, consulte con su médico ya que la toxicidad de la colina sí existe, aunque es poco común.
3. Controlar su peso: el exceso de peso corporal es una de las causas principales del hígado graso; como se mencionó en uno de los estudios, la vitamina K es soluble en grasa y el exceso de peso puede provocar que este nutriente se quede atrapado en tejido graso, por lo que no llega al hígado para utilizarse. Incluso bajar un poco de peso (alrededor del 7 % al 10 % de su peso corporal total) puede ser muy beneficioso.
4. Mantenerse activo: el ejercicio es una de las mejores cosas que puede hacer por su salud, ya que ayuda a su cuerpo a quemar el exceso de grasa, en especial alrededor del hígado, y mejora la sensibilidad a la insulina, lo que reduce el ciclo inflamatorio que causa la enfermedad del hígado graso. Trate de hacer al menos 30 minutos de actividad de intensidad moderada casi todos los días, como caminatas rápidas, ciclismo o natación.
5. Abordar los desequilibrios metabólicos subyacentes: si tiene diabetes, prediabetes o resistencia a la insulina, es esencial que mejore su control del azúcar. Preste mucha atención a su consumo de carbohidratos, y elija carbohidratos complejos (como el arroz blanco) en lugar de azúcares simples.
Preguntas frecuentes sobre la vitamina K y la enfermedad del hígado graso
P: ¿Cómo ayuda la vitamina K a proteger de la enfermedad del hígado graso?
R: La vitamina K refuerza la salud del hígado porque reduce la inflamación, mejora la sensibilidad a la insulina y previene el daño celular que se relaciona con la grasa. También activa proteínas que ayudan a prevenir la cicatrización y la calcificación del tejido hepático, lo que retarda o revierte la progresión de la enfermedad.
P: ¿Es la vitamina K de los alimentos mejor que los suplementos para proteger el hígado?
R: Sí, las investigaciones demuestran que las personas que obtienen vitamina K de los alimentos tienen un menor riesgo de enfermedad del hígado graso y de muerte. Al parecer, los alimentos enteros proporcionan beneficios más consistentes que las formas sintéticas.
P: ¿Por qué la vitamina K de los alimentos es más efectiva que los suplementos?
R: La vitamina K de los alimentos se absorbe y se utiliza mejor, en especial cuando se combina con los otros nutrientes que se encuentran en esos mismos alimentos enteros. Es posible que los suplementos no brinden los mismos beneficios debido a las diferencias en el metabolismo.
P: ¿Por qué las personas con obesidad y los adultos de edad avanzada no se beneficiaron tanto de la vitamina K?
R: La vitamina K es liposoluble y puede quedar atrapada en la grasa corporal, sobre todo en personas con obesidad. En los adultos de edad avanzada, los cambios metabólicos podrían reducir la efectividad con la que el cuerpo utiliza la vitamina, lo que reduce sus efectos de protección en el hígado.
P: ¿Qué otros nutrientes afectan el riesgo de enfermedad del hígado graso?
R: El exceso de ácido linoleico (de los aceites de semillas) y la deficiencia de colina son una combinación que empeora el daño hepático. La colina ayuda a sacar la grasa de las células del hígado, mientras que el ácido linoleico provoca lesiones mitocondriales. Abordar ambos problemas es clave para abordar y prevenir esta enfermedad.
🔍Fuentes y Referencias
- 1 Hepatology. 2023 Jan 3;77(4):1335-1347
- 2, 4 Sci Rep. 2025 Jun 2;15:19272
- 3, 5 Front. Nutr., 14 April 2023, Sec. Clinical Nutrition, Volume 10 - 2023
- 6 British Journal of Nutrition. 2013;110(8):1357-1368
- 7 Scientific Reports, 2024, volume 14, Article number: 3075
- 8 Int J Mol Sci. 2019 Feb 19;20(4):896
- 9 Haemostasis. 2000 Nov-Dec;30(6):298-307
