📝HISTORIA EN BREVE

  • Más de 50 millones de personas en todo el mundo padecen demencia, y la exposición a insecticidas se investiga como un factor contribuyente
  • Un estudio nacional de Estados Unidos asoció la exposición a insecticidas domésticos con menores puntuaciones de memoria en los adultos mayores, incluso después de ajustar las variables de estilo de vida y salud
  • En Grecia, los adultos mayores que viven cerca de lugares de fumigación agrícola tuvieron un menor desempeño en varios dominios cognitivos, lo que refuerza las preocupaciones sobre la exposición ambiental
  • Algunos estudios independientes también han asociado los pesticidas con tumores del sistema nervioso central, enfermedad de Parkinson, derrame cerebral, leucemia infantil, disfunción tiroidea y trastornos reproductivos
  • Algunas estrategias para reducir su carga de pesticidas incluyen filtrar el agua, consumir productos orgánicos, usar filtros HEPA en interiores y apoyar las prohibiciones o restricciones locales sobre la pulverización de productos químicos cerca de hogares y áreas públicas

🩺Por el Dr. Mercola

El deterioro cognitivo es una preocupación cada vez mayor para millones de adultos mayores en todo el mundo. Si tiene más de 60 años o cuida a alguien que los tiene, es probable que haya observado cómo los lapsos de memoria y atención pueden empeorar poco a poco con el tiempo. Hoy en día, más de 50 millones de personas padecen Alzheimer, y se espera que esa cifra se triplique para el año 2050.1

Aunque el envejecimiento es un factor importante, los investigadores han descubierto otros factores que no provienen del cuerpo, sino de la exposición constante a amenazas ambientales. Uno de estos factores contribuyentes es la exposición a los insecticidas. Estas sustancias químicas están diseñadas para alterar el sistema nervioso de los insectos, pero quedan rastros de ellos en el aire, los alimentos, el agua, el suelo y el polvo con los que las personas entran en contacto todos los días.

Se sabe que el envenenamiento agudo por insecticidas causa daños neurológicos. Sin embargo, ahora la mayor preocupación es la exposición a dosis bajas y a largo plazo, en especial entre los adultos mayores cuyos cerebros ya son vulnerables. Un estudio reciente que se publicó en Frontiers in Public Health2 se suma a la evidencia de que la exposición repetida a insecticidas deteriora de manera progresiva la memoria, el aprendizaje y la agudeza mental con el tiempo.

La exposición a insecticidas y el rendimiento cognitivo en los adultos mayores

En el estudio mencionado, los investigadores analizaron a 1 544 personas de 60 años o más, y extrajeron datos de la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición (NHANES, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos que se realizó entre 2011 y 2014. El objetivo fue investigar si el contacto reciente con insecticidas tenía alguna relación con síntomas de deterioro cognitivo.3

• Las pruebas cognitivas reflejaron la función mental del mundo real: se evaluó a los participantes con pruebas estándar de memoria y pensamiento que reflejan habilidades del mundo real, incluyendo recordar palabras, la memoria diferida, la fluidez verbal y la velocidad de procesamiento. Las personas que reportaron haber utilizado insecticidas dentro del hogar durante la semana anterior obtuvieron puntuaciones más bajas, en promedio, en particular en las pruebas relacionadas con la memoria.

• Las pruebas de memoria demostraron las asociaciones más fuertes: la señal más clara apareció en el aprendizaje y el recuerdo de palabras, que corresponden a tareas cotidianas como recordar nombres, conversaciones o citas. Un hallazgo importante involucró al ácido trans-3-(2,2-diclorovinil)-2,2-dimetilciclopropano carboxílico (trans-DCCA), que es un metabolito urinario de los insecticidas piretroides, que demostró una asociación significativa con el deterioro de la memoria.

• Los piretroides son los insecticidas domésticos que más se utilizan: los piretroides están en muchos aerosoles para insectos, nebulizadores y productos de control de plagas de venta libre y para uso doméstico. Estos insecticidas se utilizan para matar mosquitos, cucarachas, hormigas, pulgas y otras plagas domésticas, y también son comunes en tratamientos para el césped, champús para mascotas y kits contra piojos.4

Los ingredientes activos como la permetrina, la deltametrina, la cipermetrina y la aletrina pertenecen a la clase de insecticidas piretroides.5 La exposición se produce por inhalación, contacto con la piel e ingestión debido a que los piretroides se aplican en interiores, exteriores y en el cuerpo.

• El diseño transversal limita las conclusiones causales: el estudio no puede confirmar la direccionalidad debido a que midió la exposición y el estado cognitivo al mismo tiempo. El deterioro temprano de la memoria podría afectar el modo en que las personas reportan o utilizan los insecticidas. El estudio tampoco tuvo en cuenta la exposición ocupacional, la residencia rural a largo plazo o los factores de riesgo genéticos.

• A pesar de estas limitaciones, los mecanismos biológicos respaldan los hallazgos: los insecticidas están diseñados para interferir con el sistema nervioso de los insectos, pero también afectan la biología humana, en especial el cerebro. Muchos insecticidas inhiben una enzima llamada acetilcolinesterasa, que es responsable de descomponer la acetilcolina, que es un neurotransmisor esencial para la atención, el aprendizaje, la memoria y el control de los músculos.

La acetilcolina se acumula en las sinapsis entre las células nerviosas cuando se bloquea la acetilcolinesterasa, lo que estimula de manera continua las neuronas. Esta estimulación excesiva altera la señalización normal del cerebro, perjudica la comunicación entre neuronas y, en última instancia, daña o mata las células nerviosas.

Se ha demostrado en estudios con animales que la exposición a insecticidas causa estrés oxidativo, inflamación, daño mitocondrial y deterioro estructural en áreas del cerebro fundamentales para la memoria y la cognición. Estos efectos se han observado incluso en dosis bajas.

A pesar de que el estudio no puede probar causalidad, se suma a la evidencia de que la exposición regular a sustancias químicas neurotóxicas erosiona de manera gradual la resiliencia cognitiva. La relación entre el trans-DCCA y el rendimiento de la memoria sugiere que incluso los productos domésticos tienen consecuencias neurológicas con el tiempo.

Vivir cerca de campos fumigados se relaciona con el deterioro cognitivo

Una investigación relacionada del Hellenic Longitudinal Investigation of Aging and Diet (HELIAD), que es un estudio poblacional que se realizó en Grecia, evaluó a 1 397 adultos mayores de 64 años que no tenían demencia. El objetivo fue evaluar cómo las formas de exposición a pesticidas influían en el rendimiento cognitivo. Los investigadores utilizaron una batería detallada de pruebas neuropsicológicas para medir diversos aspectos de la memoria y el pensamiento.

• La proximidad al uso de pesticidas se relaciona con peores puntuaciones cognitivas: se agrupó a los participantes del estudio en función de si vivían en áreas donde se fumigaban pesticidas, usaban pesticidas en huertos familiares o tenían exposición ocupacional a través del trabajo agrícola o la aplicación de pesticidas.

Las personas que vivían más cerca de sitios de fumigación agrícola activa obtuvieron peores resultados en pruebas neuropsicológicas que medían la atención, la función ejecutiva, el lenguaje y las habilidades visoespaciales. Estos dominios cognitivos son esenciales para realizar tareas cotidianas como la toma de decisiones, el procesamiento del lenguaje y la interpretación de información visual.

• Los efectos se mantuvieron incluso después de excluir el deterioro cognitivo temprano: esto refuerza el hallazgo, ya que demuestra que el efecto no se debió solo a los primeros síntomas de demencia. Las asociaciones negativas persistieron en modelos ajustados que tomaron en cuenta numerosas variables demográficas y relacionadas con la salud. Estos ajustes incluyeron edad, sexo, educación y factores de riesgo vascular, los cuales influyen en la cognición.

• Los hallazgos se alinean con los datos de NHANES de Estados Unidos y amplían su alcance: al igual que el estudio NHANES, esta investigación demuestra puntajes cognitivos más bajos en las personas con exposición reciente o continua a los pesticidas. Sin embargo, el HELIAD añade un ángulo medioambiental, y demuestra que el simple hecho de vivir cerca de campos fumigados, incluso sin uso personal, conlleva riesgos cognitivos.

• Evidencia epidemiológica de todo el mundo respalda estos resultados: los autores citan hallazgos similares de estudios poblacionales en Canadá y Chile, que también reportaron relaciones entre la exposición a pesticidas y un riesgo mayor de deterioro cognitivo o demencia.

Algunos de estos estudios anteriores se centraron en la exposición ocupacional de los trabajadores agrícolas, mientras que otros destacaron el contacto ambiental a nivel comunitario. Los hallazgos del HELIAD respaldan estas investigaciones debido a que documentan asociaciones significativas en una población general de adultos mayores que no fue seleccionada en función de sus antecedentes ocupacionales.

Estos resultados reflejan la preocupación cada vez mayor sobre cómo la exposición diaria a sustancias químicas afecta la función del cerebro a medida que envejecemos. Para obtener más información sobre cómo vivir cerca de áreas tratadas con pesticidas influye en su riesgo, lea mi artículo llamado: "Este entorno tan común puede disparar un 126% su riesgo de Parkinson".

Un recurso público que asocia los pesticidas con las enfermedades crónicas

Para las personas que buscan más información de cómo los pesticidas dañan la salud a largo plazo, la Pesticide-Induced Diseases Database es una herramienta útil. Este recurso, que mantiene la organización sin fines de lucro Beyond Pesticides y que cuenta con capacidad de búsqueda y ha sido revisado por pares, recopila numerosos estudios que documentan asociaciones entre la exposición a pesticidas y las enfermedades crónicas graves en diversos sistemas del cuerpo.6

• La evidencia abarca múltiples categorías de enfermedades: la base de datos incluye enlaces respaldados por investigaciones a tumores del sistema nervioso central, enfermedad de Parkinson, esclerosis lateral amiotrófica (ELA), esclerosis múltiple, derrame cerebral, leucemia infantil y migrañas. También incluye trastornos respiratorios como asma y bronquitis crónica, así como disfunción tiroidea, defectos de nacimiento, endometriosis, infertilidad y otras formas de daño al sistema reproductivo.

Otras entradas documentan relaciones con la diabetes, alteraciones al sistema endocrino, disfunción inmunológica, retrasos en el aprendizaje y el desarrollo y desequilibrios hormonales sistémicos. También hace un seguimiento de categorías como la “carga corporal” y de las preocupaciones más nuevas relacionadas con las características de los pesticidas transgénicos.

• El riesgo no se limita a los trabajadores agrícolas: en muchos de los estudios mencionados, se observa un riesgo mayor no solo entre los usuarios ocupacionales, sino también en las personas expuestas a través de la proximidad residencial, la deriva agrícola, los residuos de alimentos y las fuentes de agua contaminadas. Estas exposiciones a menudo se acumulan con el tiempo e interactúan con otras vulnerabilidades, en particular en grupos que corren más riesgo, como las mujeres embarazadas, los niños y los adultos mayores.

La variedad de evidencia que reúne la base de datos refuerza la idea de que los pesticidas no son solo tóxicos a corto plazo, sino también provocan enfermedades crónicas a largo plazo. La base de datos amplía la investigación cognitiva ya que demuestra cómo el daño neurológico encaja en un patrón más amplio de daño a largo plazo y a nivel sistémico.

5 estrategias para reducir la exposición a los pesticidas

Es difícil evitar los pesticidas, ya que están presentes en el aire, el agua y los alimentos, y se utilizan en entornos residenciales, agrícolas y públicos. Ya sea que viva cerca de granjas, jardines suburbanos o espacios verdes de la ciudad, es probable que su entorno cotidiano contenga algún nivel de exposición. Sin embargo, no es un caso perdido. Veamos algunas estrategias prácticas que puede implementar para reducir su carga de pesticidas y proteger su salud cognitiva a largo plazo.

1. Sude con regularidad para favorecer la desintoxicación: las actividades que lo hacen sudar, como el entrenamiento de caminata a intervalos (IWT), andar en bicicleta o pasar tiempo en un sauna, son una de las formas más efectivas de ayudar a su cuerpo a eliminar pesticidas y metales pesados.

Además, la actividad física regular mejora casi todos los aspectos de la salud, desde el metabolismo hasta la función del cerebro. Mover el cuerpo solo produce beneficios, y lo mejor de todo es que es gratis, sencillo y puede hacerlo cuando se sienta listo.

2.Filtre su agua potable: el agua de la llave podría contener trazas de pesticidas que provienen de la escorrentía agrícola o de la contaminación de las aguas subterráneas. El uso de un filtro de agua de buena calidad diseñado para eliminar pesticidas, flúor y metales pesados le brinda más protección. Elija un filtro que se adapte a las necesidades de su hogar y cambie los cartuchos con regularidad para mantener su efectividad.

Lo ideal es que el agua se filtre tanto en la línea de suministro principal que ingresa a su hogar (punto de entrada) como en los lugares donde se consume o se utiliza, como el fregadero de la cocina y las regaderas (puntos de uso). Este enfoque doble garantiza una protección más amplia contra una variedad de contaminantes.

3. Mejore la calidad del aire interior: los pesticidas transportados por el aire entran en su hogar y se depositan en las superficies. El uso de purificadores de aire con filtros HEPA y la limpieza frecuente con métodos no tóxicos ayudan a reducir la acumulación de partículas en los espacios cerrados. Mantener las ventanas cerradas durante las fumigaciones cercanas o en épocas de mayor actividad agrícola también ayuda a limitar la exposición por inhalación.

4. Elija alimentos orgánicos cuando sea posible: consumir frutas y vegetales orgánicos es una de las formas más efectivas de reducir la carga química del cuerpo y favorecer la desintoxicación a largo plazo. Muchos cultivos convencionales transportan residuos de las mismas clases de sustancias químicas que se utilizan en los campos y en jardines públicos, lo que aumenta su exposición total.

Para obtener todos los beneficios, es útil comprender qué significan las etiquetas orgánicas. Saber cómo leerlas y verificarlas garantiza que consumirá alimentos limpios. Para obtener un análisis más detallado, lea "Esta lista revela qué alimentos saludables podrían estar enfermándolo lentamente".

5. Promueva prácticas más seguras en su comunidad: tomar medidas a nivel local hace una diferencia. Comuníquese con las autoridades responsables y solicite que se aprueben regulaciones más estrictas sobre el uso de pesticidas. Las políticas diseñadas según estándares internacionales más estrictos, como las que se aplican en algunas partes de Europa, crean comunidades más seguras y producen una menor exposición para usted y su familia.

Preguntas frecuentes sobre la exposición a los pesticidas

P: ¿Los insecticidas pueden afectar la memoria o agudeza mental?

R: Sí, la exposición repetida a insecticidas se ha relacionado con menores puntajes en la memoria y las habilidades de pensamiento. Los estudios descubrieron que los adultos mayores expuestos a insecticidas obtienen puntuaciones más bajas en las pruebas de memoria. Estos efectos suelen aparecer en las tareas cotidianas como recordar palabras, concentrarse o mantenerse organizado.

P: ¿Qué tipos de insecticidas se relacionan con el deterioro cognitivo?

R: Las relaciones más fuertes se han descubierto con los piretroides, que son una clase de insecticidas que se utilizan en muchos productos domésticos como repelentes de insectos, champús para mascotas y tratamientos para el césped. Un biomarcador urinario llamado trans-DCCA, que indica exposición a piretroides, se ha relacionado con puntuaciones de memoria más bajas en los adultos mayores.

P: Si no trabajo con pesticidas ¿aún corro riesgo?

R: Sí. Los pesticidas no solo afectan a los trabajadores agrícolas o paisajistas. Las investigaciones demuestran que las personas que viven cerca de áreas donde se rocían insecticidas, como los campos agrícolas o los parques y jardines públicos, tienen riesgos similares o incluso mayores. El aire y agua contaminadas y los residuos en interiores promueven la exposición a largo plazo, incluso si nunca ha manipulado estas sustancias químicas de manera directa.

P: ¿Qué otras enfermedades se relacionan con la exposición a pesticidas?

R: La exposición a pesticidas se ha relacionado con numerosos problemas de salud crónicos. Según la Pesticide-Induced Diseases Database de Beyond Pesticides, estos incluyen tumores del sistema nervioso central, enfermedad de Parkinson, ELA, derrame cerebral, disfunción tiroidea, infertilidad, diabetes y leucemia infantil. También hay investigaciones que asocian el contacto con pesticidas con asma, defectos de nacimiento, trastornos del sistema inmunológico y retrasos en el desarrollo.

P: ¿Qué puedo hacer para reducir mi exposición a los pesticidas?

R: Puede reducir su exposición al utilizar purificadores de aire con filtro HEPA, elegir alimentos orgánicos siempre que sea posible, filtrar el agua de la llave, evitar el uso de pesticidas en casa y permanecer en lugares cerrados durante los períodos de fumigación. Hacer ejercicio con regularidad y utilizar la sauna también ayudan al cuerpo a eliminar las toxinas almacenadas. A nivel comunitario, puede promover regulaciones más estrictas sobre pesticidas para protegerse y proteger a los demás de la exposición a las sustancias químicas.