📝HISTORIA EN BREVE

  • Casi el 60 % de las personas con diabetes tipo 2 también tienen la enfermedad del hígado graso asintomática, y alrededor de 1 de cada 10 ya muestra signos de cicatrización hepática avanzada, sin presentar ningún síntoma
  • La acumulación de grasa en el hígado promueve la resistencia a la insulina, lo que crea un círculo vicioso que altera aún más los niveles de azúcar, causa inflamación crónica e incrementa el riesgo de complicaciones cardiovasculares
  • Los médicos no suelen considerar el hígado graso como parte de los chequeos regulares de sus pacientes con diabetes porque los análisis de sangre no siempre muestran niveles elevados de enzimas hepáticas, lo que hace que las herramientas de diagnóstico por imágenes como la resonancia magnética y la ecografía sean clave para detectar el problema a tiempo
  • Eliminar los aceites vegetales como la soya y la canola, así como el alcohol, hace que su hígado tenga más probabilidades de sanar, ya que reduce la carga tóxica que altera las mitocondrias y provoca la cicatrización
  • Agregar alimentos con alto contenido de colina, como yemas de huevo de gallinas camperas, o tomar un suplemento de citicolina ayuda al hígado a eliminar la grasa, mientras que mantenerse en movimiento y reducir la grasa abdominal disminuye el riesgo de sufrir daños a largo plazo

🩺Por el Dr. Mercola

En Estados Unidos, muchas personas tienen el hígado dañado y no lo saben. Pero, es una situación que debe atenderse cuanto antes, ya que se trata de un problema importante que se desarrolla poco a poco hasta volverse grave, y se relaciona con la resistencia a la insulina, la grasa abdominal y un mayor riesgo de diabetes tipo 2. Lo más alarmante de todo es que las herramientas de detección estándar no suelen detectar este problema en absoluto, lo que permite que el problema empeore hasta salirse de control.

De hecho, estoy en el proceso de publicar un artículo científico que analiza a profundidad la salud del hígado, y después de investigar mucho sobre este tema, aprendí algo muy importante: el problema real no es el hígado en sí, sino la cicatrización que se produce como resultado del daño. Cuando aparecen síntomas como fatiga, distensión abdominal o niveles elevados de enzimas hepáticas, significa que el daño es avanzado. Esta cicatrización, que se conoce como fibrosis, afecta todo el sistema metabólico, lo que incrementa el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, deterioro cognitivo e incluso cáncer.

El hígado es mucho más que un simple filtro de toxinas: es un órgano dinámico que regula la forma en que el cuerpo procesa el azúcar, almacena la energía y controla la inflamación. Cuando está bajo un ataque constante por una mala alimentación, exceso de grasa o toxinas ambientales, comienza a deteriorarse y deja de funcionar de forma correcta. Y como es un proceso silencioso, es fácil ignorar las señales de advertencia hasta que es demasiado tarde.

Si tiene exceso de grasa abdominal, niveles poco saludables de azúcar o fatiga crónica, podría ser una señal de que su hígado está en problemas, incluso si su médico no le ha dicho nada al respecto. Ahora, hablemos a mayor profundidad de una investigación reciente que acaba de revelar lo común que es el daño hepático hoy en día, y qué significa eso para su salud a largo plazo.

La incidencia de la enfermedad del hígado graso en personas con diabetes

Un estudio que se publicó en el Journal of Internal Medicine evaluó qué tan común es la enfermedad del hígado graso en personas con diabetes tipo 2 que reciben atención estándar.1 Los investigadores utilizaron exploraciones de resonancia magnética y mediciones de rigidez del hígado (herramientas no invasivas que detectan depósitos de grasa y signos de cicatrización) para analizar a 308 pacientes que recibían atención primaria.

El objetivo fue ver cuántos de estos pacientes tenían sin diagnosticar la enfermedad del hígado graso que se relaciona con la disfunción metabólica (MASLD), y si estaban en riesgo de sufrir formas más graves de daño hepático, como la fibrosis.

• Más de la mitad tenía hígado graso y casi 1 de cada 10 mostró signos de daño hepático avanzado: entre todos los participantes, el 59 % tenía MASLD. Lo más preocupante es que el 7 % ya presentaba signos de fibrosis avanzada (tejido cicatricial que se forma después de lesiones hepáticas crónicas y que suele progresar a cirrosis). La mayoría no presentaban síntomas externos, y las herramientas de detección estándar no detectaron muchos de los casos que sí se identificaron con pruebas de diagnóstico por imágenes.

• La obesidad incrementó bastante el riesgo de fibrosis en personas con diabetes: los investigadores descubrieron que las personas con obesidad tuvieron un riesgo ocho veces mayor de tener fibrosis avanzada que los participantes sin este problema de salud. Incluso los pacientes que solo tenían sobrepeso, pero no obesidad, tuvieron un riesgo elevado de desarrollar hígado graso, aunque el riesgo de fibrosis no fue tan alto. Esto indica que, en personas con diabetes, el peso corporal es un factor determinante en el daño hepático.

El daño no se limita al hígado; también afecta la función cardíaca: en las exploraciones cardíacas, los investigadores descubrieron que los pacientes con MASLD tenían cambios sutiles en la estructura y función del corazón, incluso sin antecedentes de enfermedad cardíaca.

Estas personas mostraron signos de menor volumen auricular izquierdo y menos gasto cardíaco. En términos simples, sus corazones bombeaban con menos efectividad, lo que sugiere que el hígado graso afecta de forma silenciosa la salud cardiovascular antes de que aparezcan síntomas evidentes.

• La resistencia a la insulina y la acumulación de grasa crean un círculo vicioso que empeora la salud del hígado: los investigadores explicaron que el exceso de grasa en el hígado empeora la resistencia a la insulina y que, luego la resistencia provoca que se almacene más grasa en el hígado. A su vez, este círculo vicioso causa inflamación crónica y cicatrización. Se trata de un círculo peligroso que suele producirse mucho antes de que a los pacientes se diagnostiquen con la enfermedad del hígado graso.

• La grasa dentro del hígado altera el flujo sanguíneo y el suministro de oxígeno: a medida que se acumulan los triglicéridos en las células del hígado, el órgano se congestiona. Esto limita el suministro de oxígeno y promueve la liberación de proteínas inflamatorias, que dañan los tejidos cercanos. Como respuesta, el cuerpo comienza a formar tejido cicatricial, que endurece el hígado, lo que reduce su capacidad para realizar tareas vitales como filtrar toxinas o regular el azúcar.

El impacto del hígado graso en los marcadores sanguíneos de las personas con diabetes tipo 2

Un estudio sobre este mismo tema que se publicó en el Journal of Pharmacy and Bioallied Sciences trató de determinar qué tan común es la acumulación de grasa en el hígado en adultos con diabetes tipo 2, y para hacerlo, utilizó herramientas de detección por ultrasonido.2 Los investigadores analizaron a 100 pacientes para determinar la presencia de hígado graso y si los resultados de laboratorio comunes podrían ayudar a predecir quién tenía esta enfermedad.

• La mitad de los participantes tenían hígado graso que podía verse en el ultrasonido, junto con cambios clave en las pruebas de laboratorio: de 100 pacientes, 50 se diagnosticaron con hígado graso a través de las imágenes por ultrasonido. Las personas con esta enfermedad tenían mayores niveles de enzimas hepáticas, alanina aminotransferasa (ALT) y aspartato aminotransferasa (AST) en específico, lo que es una señal de estrés o lesión hepática. Además, sus niveles de azúcar en ayunas y su índice de masa corporal (IMC) fueron mucho mayores, lo que relaciona la mala salud metabólica con la disfunción hepática.

• Los pacientes con hígado graso tenían menores índices de AST/ALT, lo que indica problemas importantes en el hígado: el índice AST/ALT es una comparación de análisis de sangre que se utiliza para medir el tipo y la gravedad del estrés hepático. En este estudio, la proporción de AST/ALT promedio fue menor a 1 en personas con hígado graso, mientras que los participantes sin este problema tuvieron una proporción mayor a 1. Una proporción baja suele relacionarse con una acumulación de grasa hepática más avanzada, y este hallazgo respalda el uso de los niveles enzimáticos como una señal de alerta en pacientes con diabetes.

• Los niveles de colesterol LDL y triglicéridos también fueron mayores en personas con hígado graso: los investigadores descubrieron que los pacientes con grasa hepática tenían niveles elevados de colesterol total y colesterol LDL, así como niveles de triglicéridos mucho mayores. Estos marcadores son una señal de un metabolismo disfuncional de las grasas, y reflejan el tipo de colapso metabólico que se observa en personas con diabetes y enfermedades cardíacas.

• La investigación confirma que los análisis de diabetes estándar por sí solos no son suficientes: aunque las personas tenían niveles elevados de enzimas hepáticas, en muchos casos, no eran tan altos como para activar las alarmas. Esto sugiere una vez más que, es probable que el hígado graso no se detecte en los controles diarios, a menos que se utilicen pruebas por imágenes. Los autores concluyeron que la combinación del ultrasonido con análisis de sangre comunes ofrece una mejor manera de detectar el daño hepático en personas con diabetes tipo 2.

• El hígado graso empeora el estrés metabólico que se relaciona con la diabetes: el artículo enfatizó que la grasa del hígado altera aún más el equilibrio del azúcar, el colesterol y la regulación de la insulina en personas con diabetes. Cuando el hígado se sobrecarga, comienza a perder su capacidad para procesar grasas y regular la glucosa, lo que desencadena una reacción en cadena que empeora la enfermedad metabólica.

El hígado graso promueve la resistencia a la insulina

Un artículo que se publicó en Hepatobiliary Surgery and Nutrition habla sobre la relación bidireccional entre la acumulación de grasa hepática y la resistencia a la insulina en personas con disfunción metabólica.3 En lugar de considerar el hígado graso como un efecto secundario de la diabetes, los autores lo describieron como un factor clave que empeora la enfermedad.

• La resistencia a la insulina llena el hígado de grasa, lo que provoca que comience a almacenarla: cuando desarrolla resistencia a la insulina, las células grasas liberan más ácidos grasos libres en el torrente sanguíneo. El hígado absorbe estos ácidos grasos y los convierte en triglicéridos. Con el tiempo, su hígado se convierte en el almacén principal del exceso de grasa, sobre todo si lleva una alimentación a base de productos procesados. Pero, llega un momento en el que la grasa se sale de control, lo que causa inflamación.

• La grasa en el hígado daña aún más la señalización de la insulina, lo que crea un círculo vicioso: una vez que el hígado está lleno de grasa, comienza a reaccionar, produce compuestos inflamatorios y se vuelve resistente a los efectos de la insulina. Esto significa que no deja de bombear glucosa al torrente sanguíneo, incluso cuando la insulina trata de detenerlo. Incrementan los niveles de azúcar, el páncreas comienza a trabajar por encima de su capacidad y se disparan los niveles de insulina, todo porque el hígado no funciona de forma correcta.

• Este círculo vicioso también daña la salud metabólica: el exceso de grasa en el hígado incrementa los niveles de triglicéridos, reduce los niveles de HDL (el colesterol "bueno") y estimula la producción de partículas LDL (que se relacionan con las enfermedades cardíacas). Como si todo esto no fuera suficiente, también puede causar  disfunción metabólicasyndrome, que incluye hipertensión, problemas de glucosa y grasa abdominal, lo que incrementa el riesgo de derrame cerebral, infarto e insuficiencia renal.

• Incluso las personas delgadas con hígado graso tienen un riesgo elevado: el hígado graso no es un problema que solo afecte a las personas con sobrepeso. Las personas delgadas con resistencia a la insulina e hígado graso experimentan las mismas o peores consecuencias metabólicas, que incluyen un mayor riesgo cardiovascular. En estos casos, la enfermedad suele pasar desapercibida porque los médicos no esperan que las personas delgadas tengan grasa en el hígado.

• La acumulación de grasa en el hígado retarda la desintoxicación y altera el equilibrio hormonal: la función del hígado no se limita a regular los niveles de azúcar, también filtra toxinas, procesa el estrógeno y convierte las hormonas tiroideas en su forma activa. Cuando se obstruyen con grasa las células del hígado, se ralentizan estas funciones de desintoxicación y equilibrio hormonal. Esto provoca que se sienta cansado, confundido o inflamado sin una razón aparente.

En condiciones normales, el hígado descompone la grasa a través de un proceso que se conoce como beta-oxidación. Pero, cuando hay resistencia a la insulina, este proceso no se produce de forma correcta. El hígado comienza a acumular intermediarios grasos tóxicos como los diacilgliceroles, que activan sistemas enzimáticos dañinos que empeoran aún más la resistencia a la insulina. Es una espiral bioquímica que, mientras más progrese, más difícil será revertir.

La enfermedad del hígado graso hace que la diabetes sea más difícil de tratar

Un informe del Instituto de Diabetes de la Universidad de Florida explica cómo la acumulación de grasa en el hígado empeora la resistencia a la insulina y hace que la diabetes sea más difícil de controlar.4 La descripción general se centra en la creciente superposición entre la diabetes tipo 2 y la MAFLD y menciona la falta de concienciación entre los pacientes y los médicos.

• La mayoría de los pacientes con hígado graso no saben que tienen esta enfermedad, hasta que causa problemas graves: según el Instituto, el 80 % de las personas con diabetes tipo 2 tienen hígado graso, pero suele pasar desapercibido hasta que se produce un daño irreversible. Debido a que la grasa del hígado rara vez causa dolor o síntomas inmediatos, no se detecta durante los chequeos de rutina.

• Ignorar la salud del hígado incrementa su riesgo de enfermedades cardíacas e insuficiencia renal: el Instituto enfatiza que el hígado graso no solo es un problema del hígado, sino que es una amenaza para todo el cuerpo. La grasa del hígado causa una inflamación que daña los vasos sanguíneos y empeora la hipertensión, que son dos factores de riesgo clave para eventos como el infarto y el derrame cerebral. También afecta la función de los riñones e incrementa el riesgo de enfermedad renal crónica, que es otra complicación común de la diabetes.

• Los médicos no están detectando las enfermedades hepáticas de forma temprana: la mayoría de los planes de atención para la diabetes no incluyen imágenes del hígado, ni diagnósticos avanzados, a menos que haya niveles elevados de enzimas hepáticas, pero esta situación provoca que muchos casos no se detecten a tiempo. Por esa razón, el Instituto recomienda a los médicos que utilice herramientas de detección más precisas, como la resonancia magnética, en personas con diabetes, sobre todo si también tienen obesidad o niveles elevados de triglicéridos.

Aprenda a detener el daño hepático y recupere el control de su salud metabólica

Si tiene resistencia a la insulina, niveles elevados de triglicéridos o grasa abdominal persistente, es probable que su hígado ya esté bajo presión, incluso si sus análisis de laboratorio son normales. Para evitar que el daño empeore y comenzar a revertirlo, necesita aliviar esa presión y restaurar su capacidad para eliminar grasa, controlar la glucosa y proteger su cuerpo de la inflamación.

Estos cinco pasos se enfocan en las causas subyacentes de la disfunción hepática, de modo que no solo se controlan los síntomas, sino que se cura de raíz:

1. Eliminar los aceites vegetales y el alcohol cuanto antes: si come alimentos procesados a base de aceite de soya, canola, maíz, girasol o cualquier cosa que se etiqueta como "aceite vegetal", significa que su hígado está bajo ataque constante. Estos aceites contienen niveles elevados de ácido linoleico (AL), que es un ácido graso dañina que promueve la acumulación de grasa en el hígado y causa estrés oxidativo. Su cuerpo lo convierte en OXLAM, que son moléculas muy reactivas que dañan las mitocondrias e inhiben la producción de energía.

El alcohol es igual de dañino, ya que se convierte en acetaldehído, otro aldehído reactivo que daña el hígado a nivel celular. Si ya tiene signos de hígado graso o resistencia a la insulina, eliminar tanto los aceites vegetales como el alcohol, incrementará las probabilidades de que su hígado se recupere. Mejor, cocine con sebo, ghee o mantequilla de animales alimentados con pastura.

2. Consumir alimentos ricos en colina para ayudar a su hígado a eliminar la grasa: su hígado necesita colina para eliminar la grasa de su cuerpo. Sin suficiente colina, la grasa se acumula dentro de las células del hígado. Si no consume de forma regular alimentos como yemas de huevo de gallinas camperas o hígado de reses alimentadas con pastura, es probable que no obtenga la colina que necesita. Piense en la colina como el nutriente que permite que su hígado funcione de manera adecuada, y sin ella, todo se descontrola.

3. Tomar un suplemento de colina de alta calidad cuando la alimentación no es suficiente: si no consume alimentos como huevos o carne, es casi imposible satisfacer sus necesidades de este nutriente. En ese caso, el suplemento no es opcional, y la citicolina es una de las formas más efectivas.

En dosis de entre 500 miligramos (mg) y 2500 mg al día, la citicolina no solo ayuda al hígado a eliminar las grasas, sino que también incrementa los niveles de acetilcolina, un neurotransmisor que se relaciona con una mejor memoria y la concentración. Si tiene confusión mental, fatiga o signos de disfunción hepática, sería buena idea tomar este suplemento.

4. Mantenerse en movimiento y reducir el tamaño de su cintura: no necesita ir al gimnasio ni entrenar para una maratón. Solo salga a dar una caminata rápida de 10 a 20 minutos después comer, haga estiramientos todos los días y realice entrenamiento de fuerza o ejercicios con peso corporal un par de veces a la semana.

Estos movimientos simples ayudan a reducir los niveles de insulina y mantener el hígado lleno de sangre rica en oxígeno. Si su cintura mide más de 40 pulgadas para los hombres o 35 pulgadas para las mujeres, es una señal de alerta: este nivel de grasa visceral se relaciona con la cicatrización del hígado. No solo se enfoque en bajar de peso, sino también en reducir el tamaño de su cintura.

5. Dormir bien para reducir la inflamación: si duerme mal y se siente cansado todo el tiempo, su hígado no tiene el tiempo de inactividad que necesita para regenerarse. Trate de dormir bien, una habitación fresca y oscura mejora sus posibilidades de lograrlo. Evite comer durante las tres horas antes de acostarse para evitar picos de azúcar a altas horas de la noche. Con el tiempo, incluso pequeñas mejoras en el sueño ayudarán a reducir la inflamación del hígado y mejorar la sensibilidad a la insulina.

Preguntas frecuentes sobre la relación entre el hígado graso y la diabetes tipo 2

P: ¿Qué tan común es la enfermedad del hígado graso en personas con diabetes tipo 2?

R: La enfermedad del hígado graso es muy común en personas con diabetes tipo 2. Las investigaciones demuestran que hasta el 59 % de los pacientes con diabetes tienen MASLD, incluso cuando no presentan síntomas. Lo más alarmante de todo es que, el 7 % ya tiene cicatrices hepáticas avanzadas, y no lo saben. 5

P: ¿Por qué los aceites vegetales y el alcohol dañan tanto el hígado?

R: Los aceites vegetales como el aceite de soya, maíz y canola tienen un alto contenido de AL, una grasa que se convierte en subproductos tóxicos que se conocen como OXLAM, que dañan las mitocondrias del hígado y causan inflamación.

Por su parte, el alcohol se convierte en acetaldehído, que es otro aldehído tóxico. Estos compuestos reducen la capacidad del hígado para desintoxicarse y repararse, lo que produce cicatrices y daña la salud metabólica. Dejar de consumirlos, es una de las formas más efectivas de evitar que el daño empeore.

P: ¿Cuáles son las señales de problemas en el hígado?

R: La enfermedad del hígado graso se conoce como un problema "silencioso" por una razón: suele pasar desapercibida hasta que el daño ya es grave. Pero, las señales de advertencia incluyen fatiga crónica, aumento de peso abdominal, así como niveles elevados de triglicéridos, azúcar y enzimas hepáticas. El tamaño de la cintura también es una seña importante: más de 40 pulgadas en los hombres o 35 en las mujeres sugiere una acumulación de grasa visceral, que se relaciona con la cicatrización del hígado.

P: ¿Qué alimentos ayudan a eliminar la grasa del hígado?

R: Los alimentos con alto contenido de colina, como las yemas de huevo de gallinas camperas y el hígado de reses alimentadas con pastura, ayudan al hígado a eliminar el exceso de grasa. Sin suficiente colina, la grasa comienza a acumularse en las células del hígado, lo que a la larga, causa inflamación y cicatrización. Si no consume estos alimentos, un suplemento de colina como la citicolina (en dosis de 500 a 2500 mg al día) promoverá la desintoxicación del hígado y mejorará la función cerebral.

P: ¿Cómo se relaciona el hígado graso con otros problemas de salud como las enfermedades cardíacas o la confusión mental?

R: La grasa del hígado no solo se queda en el hígado. Incrementa la resistencia a la insulina, altera el control del azúcar y promueve la inflamación en todo el cuerpo. Este efecto dominó incrementa el riesgo de enfermedades cardíacas, deterioro cognitivo y disfunción renal, incluso si no presenta síntomas hepáticos evidentes.