📝HISTORIA EN BREVE
- El dióxido de titanio es un aditivo alimenticio común que se utiliza para blanquear y dar brillo a los alimentos procesados, pero los estudios demuestran que altera la señalización de las hormonas intestinales, perjudica el control del azúcar en la sangre y promueve la disfunción metabólica
- A pesar de que no causa daño intestinal visible, el dióxido de titanio detiene la producción de hormonas que son importantes para la regulación del apetito, la respuesta a la insulina y el ritmo digestivo
- Las investigaciones demuestran que las partículas de dióxido de titanio interfieren en la maduración de las células madre del intestino, lo que impide que se conviertan en células productoras de hormonas y provoca una ruptura en la comunicación metabólica
- El dióxido de titanio también daña las estructuras intestinales que se encargan de la absorción de nutrientes y debilita la barrera intestinal, lo que causa inflamación, deficiencias de nutrientes e intestino permeable
- A pesar de que cada vez son más las prohibiciones internacionales, el dióxido de titanio aún es legal en Estados Unidos y aparece en alimentos comercializados para niños, suplementos y pasta de dientes, a menudo sin un etiquetado claro
🩺Por el Dr. Mercola
Lo consume sin darse cuenta. El dióxido de titanio se añade a miles de alimentos procesados para que se vean más brillantes, suaves y atractivos. Este aditivo alimenticio es lo que le da a las galletas sándwich su relleno blanco y crujiente y a las donas en polvo su cobertura. Está en las mentas para el aliento, los chicles, las cremas para café e incluso las vitaminas masticables para niños. No tienen ningún valor nutricional y, sin embargo, su uso es muy común.
El problema no es solo que sea innecesario. La forma más pequeña de este aditivo (nanopartículas de dióxido de titanio) ahora se relaciona con alteraciones metabólicas graves. Se trata de cambios significativos en el control del azúcar en la sangre, la actividad de las hormonas intestinales e incluso la forma en que los intestinos absorben los nutrientes.1 Y esto no es una contaminación poco común ni una exposición ocasional.
Si consume alimentos procesados con regularidad, es probable que consuma billones de estas partículas cada día. Lo que lo hace más peligroso es que su funcionamiento pasa desapercibido. A diferencia de los productos químicos tóxicos que inflaman o destruyen el tejido de manera directa, el dióxido de titanio interfiere con el funcionamiento del intestino a nivel celular, mucho antes de que sienta algún malestar. Los últimos hallazgos obligan a analizar con más profundidad qué hacen estas partículas una vez que entran al cuerpo y por qué su impacto supera lo que contemplan la mayoría de las normas de seguridad alimenticia.
El dióxido de titanio afecta las señales hormonales del intestino
Un estudio publicado en Food and Chemical Toxicology analizó cómo el dióxido de titanio, que es el aditivo blanqueador que se utiliza en muchos alimentos procesados, afecta el cuerpo a nivel celular.2 Los investigadores utilizaron células intestinales cultivadas en laboratorio y ratones vivos para descubrir si estas partículas alteran la forma en que el intestino se comunica con el cerebro y el páncreas. ¿Cuál fue su objetivo? Ver cómo el dióxido de titanio afecta las señales de hambre, la digestión y la regulación del azúcar en la sangre.
• Los ratones a los que se les dio comida que contenía dióxido de titanio tuvieron problemas para controlar su nivel de azúcar en sangre: los ratones fueron alimentados con pienso mezclado con 1 % de dióxido de titanio de calidad alimenticia, que coincide con la cantidad que las personas, en especial los niños, obtienen de su alimentación. Con el tiempo, su nivel de azúcar en la sangre aumentó y su habilidad para manejar la glucosa después de comer empeoró. En otras palabras, su metabolismo comenzó a parecerse a las primeras etapas de la diabetes.
• Aunque su tejido intestinal parecía normal, el sistema hormonal en su interior estaba alterado: los intestinos no tuvieron daños visibles. Pero las células productoras de hormonas importantes no funcionaban de manera correcta en el interior. Estas células suelen liberar hormonas como el péptido similar al glucagón tipo 1 (GLP-1), el péptido YY (PYY) y la colecistoquinina (CCK), que ayudan a controlar el apetito, indican la sensación de saciedad, regulan la insulina y controlan la velocidad con la que se vacía el estómago. El dióxido de titanio interfirió con el desarrollo y el funcionamiento de estas células.
• Las hormonas intestinales que regulan el apetito y la insulina estaban casi desactivadas: las hormonas que se supone que deben liberarse después de los alimentos disminuyeron de forma significativa en los ratones expuestos. Sin estas hormonas, el cuerpo no sabe cuándo dejar de alimentarse, cuánta insulina liberar ni cómo controlar de manera adecuada el azúcar en la sangre. El problema no es solo lo que consume, sino cómo responde su cuerpo a ello.
• La alteración se debió a la forma en que maduraron las células madre intestinales, no a un daño visible o inflamación: se supone que las células madre del intestino se desarrollan en diferentes tipos de células, incluyendo las que producen hormonas. Pero la exposición al dióxido de titanio alteró ese proceso. Las células madre fueron redirigidas, en lugar de madurar y convertirse en células productoras de hormonas funcionales, lo que provocó una falla en la señalización intestinal. No hubo destrucción de tejido, sólo una falla en la comunicación.
• Esta falla en la señalización hace que sea más difícil sentirse lleno o mantener una energía estable: cuando los niveles de GLP-1 y PYY disminuyen, el cerebro no registra la saciedad y el páncreas no recibe el mensaje correcto para liberar insulina. La digestión se acelera o se ralentiza de forma impredecible. Esto significa que tendrá más hambre, bajones de energía y fluctuaciones del nivel de azúcar en la sangre, todo lo cual aumenta el riesgo de padecer enfermedades crónicas.
El dióxido de titanio es muy común en los alimentos procesados a pesar de los riesgos
Un informe de US Right to Know destacó los hallazgos del estudio sobre toxicología química y alimenticia y enfatizó cómo la exposición diaria a los alimentos se acumula, en especial para los niños.3 Según el artículo, muchos bocadillos comunes, como las galletas tipo sándwich y los caramelos coloridos, contienen dióxido de titanio en forma de nanopartículas.
• Los niños son más vulnerables a sufrir daños: esto se debe a su menor peso corporal y, a menudo, a un mayor consumo de alimentos procesados. US Right to Know señaló que el dióxido de titanio de uso alimenticio está prohibido en la Unión Europea debido a preocupaciones de seguridad, pero aún se utiliza en Estados Unidos sin ninguna etiqueta de advertencia.
• La alteración hormonal se produjo sin daños físicos evidentes: a diferencia de las toxinas que inflaman o destruyen el tejido, las nanopartículas de dióxido de titanio funcionan de una manera más engañosa. La noticia explicó que el daño ocurre a nivel molecular, lo que inhibe la habilidad del cuerpo para detectar los alimentos y regular la insulina.
• El dióxido de titanio se ha relacionado con el cáncer, la inflamación intestinal y problemas de salud cerebral: las investigaciones en estudios con animales y células han relacionado la exposición al dióxido de titanio con el daño al ADN, lo que aumenta el riesgo de cáncer, inflamación intestinal, trastornos metabólicos relacionados con la obesidad e incluso enfermedades cerebrales como el Alzheimer.
La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer lo clasifica como “un posible cancerígeno para los humanos” y en 2021 la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria lo declaró no seguro para uso alimenticio.4
• A pesar de las prohibiciones en el extranjero, el dióxido de titanio todavía está permitido en los alimentos en Estados Unidos, con una supervisión limitada: Francia prohibió el dióxido de titanio en 2020, seguida por la Unión Europea en 2022. Pero en Estados Unidos, todavía es legal y a menudo se oculta en las etiquetas bajo nombres como "colorante artificial".
La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos considera que es “reconocido como seguro” siempre que represente menos del 1 % del peso del alimento, pero no exige que se indique el tamaño de las partículas ni que se divulgue toda la información. Los legisladores de Nueva York ahora impulsan una legislación para prohibirlo y exigir transparencia en las sustancias químicas alimenticias.
Las nanopartículas de dióxido de titanio reducen la absorción de nutrientes y dañan la estructura intestinal
Un estudio relacionado que se publicó en NanoImpact investigó cómo la exposición crónica a nanopartículas de dióxido de titanio afecta las células intestinales humanas con un modelo celular cultivado en laboratorio que imita el intestino delgado.5 A diferencia de estudios anteriores que se centraron en los efectos inmunológicos u hormonales, este se centró en el revestimiento digestivo, en concreto, en cómo se absorben los nutrientes y qué sucede con la barrera protectora del intestino después de la exposición repetida.
• Los investigadores descubrieron alteraciones graves en la absorción de nutrientes y en la estructura de las células intestinales: el estudio demostró que la exposición a nanopartículas de dióxido de titanio redujo la absorción de nutrientes importantes, incluyendo el hierro, el zinc y los ácidos grasos esenciales.
También provocó la pérdida de microvellosidades, que son las proyecciones microscópicas con forma de dedo que recubren el intestino y ayudan al cuerpo a absorber los alimentos de manera efectiva. Estos cambios en la estructura aparecieron después de solo unos días de exposición y con el tiempo se acumularon más daños.
• El “sistema de filtrado” del intestino comenzó a fallar, lo que lo hizo más vulnerable a las toxinas y bacterias: uno de los hallazgos más importantes fue la alteración de las proteínas de unión estrecha, que son los “guardianes” celulares que evitan que las sustancias dañinas se filtren a través de la pared intestinal.
La barrera intestinal se vuelve permeable cuando las proteínas de unión estrecha se debilitan, lo que permite que partículas de alimentos poco digeridos, toxinas y bacterias se filtren al torrente sanguíneo. Esta afección, que a menudo se denomina “intestino permeable”, se ha relacionado con inflamación sistémica, problemas autoinmunes y enfermedades crónicas.
• Los transportadores de nutrientes importantes se regularon de forma negativa, lo que redujo la cantidad que el intestino podía absorber de los alimentos: el estudio descubrió una disminución significativa en la expresión de transportadores de nutrientes importantes. Esto significa que incluso si lleva una alimentación rica en nutrientes, su intestino no es capaz de transportarlos al torrente sanguíneo de manera efectiva. No se trata de una falta de alimentos, sino de una falla en el mecanismo que hace que los alimentos sean útiles.
• Los cambios ocurrieron sin inflamación, lo que los hace más difíciles de detectar, pero son igual de dañinos: no hubo muerte celular, sangrado ni toxicidad manifiesta. En cambio, el dióxido de titanio causó disfunciones sutiles como cambios en el comportamiento celular, inhibió la absorción de nutrientes y debilitó la integridad estructural. Este tipo de perturbación es muy peligrosa, ya que es fácil que pase desapercibida hasta que surgen problemas mayores.
• El estrés oxidativo fue un factor importante del daño estructural: las nanopartículas de dióxido de titanio aumentaron la producción de especies reactivas de oxígeno (ROS, por sus siglas en inglés), moléculas inestables que dañan el ADN, proteínas y membranas celulares. El estudio confirmó que el estrés oxidativo fue uno de los principales mecanismos biológicos que promovieron la degradación de las microvellosidades y el debilitamiento de las uniones estrechas.
Si no se controla, este estrés causa una degradación a largo plazo de la función del intestino y dificulta la recuperación. Los investigadores enfatizaron que la exposición repetida al dióxido de titanio, en especial a partir del consumo de alimentos procesados todos los días, intensifica los efectos negativos. Cuanto más esté expuesto el revestimiento intestinal a estas partículas, más daño estructural se acumulará y mayor será la probabilidad de malabsorción de nutrientes.
Cómo evitar el dióxido de titanio en los alimentos
Si su objetivo es proteger su intestino, equilibrar su nivel de azúcar en la sangre y evitar alteraciones dañinas en las hormonas, primero debe eliminar la fuente del problema. El dióxido de titanio es legal pero no seguro, y evitarlo requiere una estrategia, no conjeturas. La mayoría de las etiquetas de los alimentos no le advertirán de forma clara, y muchos productos procesados que se venden para niños son de los más peligrosos. A continuación le indicamos cómo evitarlo en sus alimentos:
1. Elimine los bocadillos procesados, los chicles y los caramelos: el dióxido de titanio es más común en los dulces blancos o de colores brillantes, como las mentas, los malvaviscos, las donas en polvo, el glaseado y la goma de mascar. También se utiliza en algunos sustitutos lácteos y barras de proteína. Si suele consumir alimentos con capas brillantes y lisas o rellenos blancos, es hora de revisar la etiqueta, o mejor aún, evitar esos productos por completo.
2. Busque listas de ingredientes cortas que solo contengan alimentos enteros: cuanto más procesado esté un producto, más probabilidades hay de que contenga dióxido de titanio. Elija alimentos con ingredientes enteros que conozca. No consuma el producto si la etiqueta menciona “color artificial”, “color añadido”, “coloreado con dióxido de titanio” o “E171” (esta etiqueta se encuentra en algunos productos internacionales). Pero recuerde, no todos los productos tienen que indicarlo, sobre todo si es parte de una mezcla. Si no está seguro, mejor no lo consuma.
3. Evite los productos ultraprocesados, en especial aquellos comercializados para niños: los alimentos dirigidos a los niños, como los cereales de colores, las gomitas y los paquetes de bocadillos, son algunas de las mayores fuentes de dióxido de titanio. Si tiene hijos, le recomiendo evitar estos artículos. Según la investigación, incluso consumir cantidades pequeñas a diario podría causar efectos metabólicos a largo plazo.
4. Elija los suplementos con cuidado: muchas vitaminas masticables, probióticos y pastillas de venta libre utilizan dióxido de titanio para que las tabletas tengan un aspecto suave y blanco. Revise siempre las etiquetas de los suplementos, en especial si la pastilla es de color blanco brillante o tiene una capa brillante. Opte por cápsulas, polvos o marcas que indiquen “libre de dióxido de titanio”.
5. Compre marcas que prohíban el dióxido de titanio: algunas marcas de alimentos naturales y cadenas de supermercados han prohibido por completo el dióxido de titanio de sus productos. Busque tiendas con políticas de vender productos “sin aditivos artificiales” y compre de las marcas que se comprometan a utilizar ingredientes saludables. Es una de las formas más sencillas de comprar mejores productos sin necesidad de descifrar cada etiqueta.
Preguntas frecuentes sobre el dióxido de titanio
P: ¿Qué es el dióxido de titanio y por qué se añade a los alimentos?
R: El dióxido de titanio es un agente blanqueador que se utiliza en miles de alimentos procesados para mejorar el color y el atractivo visual. Suele utilizarse en caramelos blancos o de colores brillantes, glaseados, donas espolvoreadas, mentas para el aliento, cremas para café e incluso suplementos. No tiene ningún beneficio nutricional y se utiliza solo por cuestiones de apariencia.
P: ¿Cómo afecta el dióxido de titanio al intestino y al metabolismo?
R: Las investigaciones demuestran que las nanopartículas de dióxido de titanio interfieren con las células productoras de hormonas en el intestino. 6 Estas hormonas controlan el apetito, el azúcar en la sangre y la digestión. Alterar estas hormonas aumenta el azúcar en la sangre, provoca una señalización deficiente de insulina, aumenta el hambre y genera un mayor riesgo de sufrir afecciones como resistencia a la insulina y síndrome metabólico.
P: ¿El dióxido de titanio daña el intestino sin causar síntomas?
R: Si. el dióxido de titanio no inflama ni destruye de manera visible el tejido intestinal. En cambio, altera la forma en que maduran las células madre intestinales y cómo se absorben los nutrientes. El dióxido de titanio reduce las microvellosidades, que absorben los alimentos, debilita la barrera intestinal (lo que provoca intestino permeable) y causa estrés oxidativo que erosiona la función del intestino con el tiempo.7
P: ¿El dióxido de titanio está prohibido en otros países?
R: Si. Francia lo prohibió en 2020 y después la Unión Europea en 2022. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria lo declaró inseguro en 2021. En cambio, la FDA de Estados Unidos aún permite su uso y lo clasifica como "reconocido como seguro", sin obligación de indicar el tamaño de las partículas ni de incluirlo en todas las etiquetas.8
P: ¿Cómo puedo evitar el dióxido de titanio en mi alimentación?
R: Comience por eliminar los alimentos muy procesados, en especial aquellos con capas brillantes o rellenos blancos. Lea las listas de ingredientes y evite los productos que contengan "dióxido de titanio", "colorante artificial" o "E171". Revise también los suplementos, los productos de cuidado personal y la pasta de dientes. Opte por las marcas y tiendas que prohíban por completo el uso de dióxido de titanio.