📝HISTORIA EN BREVE
- En la retinopatía diabética, la diabetes hace que crezcan vasos sanguíneos frágiles que sangran dentro del ojo y crean tejido cicatricial que desprende la retina, lo que conduce a una pérdida de visión permanente si no se trata
- La retinopatía diabética daña en silencio la retina durante años antes de que aparezcan los síntomas, lo que hace que la detección temprana a través de exámenes oculares anuales sea esencial para preservar la visión
- El azúcar en la sangre no es el único factor: la presión arterial no controlada y el tabaquismo aumentan el riesgo de ceguera por enfermedad ocular diabética
- Proteger sus mitocondrias al eliminar los aceites vegetales, consumir carbohidratos de fácil digestión y reducir la exposición a toxinas, ayuda a restaurar el equilibrio metabólico y reduce el riesgo de complicaciones diabéticas
- Una simple prueba de sangre de HOMA-IR revela la resistencia a la insulina de forma temprana, lo cual le da tiempo para hacer cambios en su estilo de vida que protegen sus ojos y su salud en general
🩺Por el Dr. Mercola
La retinopatía diabética es la principal causa de pérdida de visión entre los adultos en edad laboral.1 Casi 1 de cada 3 personas mayores de 40 años que padecen diabetes ya presentan signos de este problema y, a menudo, ni siquiera lo saben. 2 Esta condición no comienza con ceguera. Comienza de manera silenciosa e invisible, a medida que el azúcar en la sangre daña poco a poco los delicados vasos de la parte posterior del ojo, la retina, mucho antes de que aparezcan los síntomas.
Es posible que no note nada malo hasta que su visión comience a volverse borrosa, aparezcan moscas volantes que se mueven en su campo visual o tenga dificultad para leer. Esto se debe a que las primeras etapas de la retinopatía diabética no causan dolor ni síntomas evidentes. Pero una vez que los vasos sanguíneos comienzan a tener fugas o a romperse, el daño progresa con mucha rapidez.
Esto no afecta solo a personas con diabetes de larga duración o no controlada. De acuerdo con el Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales (NIDDK), el daño ocular comienza durante la prediabetes, incluso antes de un diagnóstico formal.3 Y las mujeres con diabetes gestacional también están en riesgo.
Cuanto más tiempo permanezca elevado el nivel de azúcar en la sangre, mayor daño causará y, si no vigila sus ojos de forma activa, no sabrá que está sucediendo. Debido a que la pérdida de la visión a menudo indica un daño avanzado, su mejor defensa es comprender cómo comienza este proceso y cómo detenerlo antes de que aparezcan los síntomas.
La retina intenta salvarse y eso es lo que inicia el daño
De acuerdo con el Instituto Nacional del Ojo (NEI), la retinopatía diabética comienza cuando el alto nivel de azúcar en la sangre debilita los pequeños vasos sanguíneos que suministran sangre a la retina, la parte del ojo responsable de detectar la luz y de enviar señales visuales al cerebro.4 Estos cambios tempranos son indoloros y a menudo pasan desapercibidos, por lo que el daño tiende a progresar antes de que se percate de que algo anda mal.
• Los vasos sanguíneos bloqueados y con fugas desencadenan un crecimiento anormal de los vasos sanguíneos: una vez que estos vasos se bloquean o comienzan a tener fugas, el ojo reacciona creando nuevos vasos sanguíneos para compensar. Entonces, ¿cuál es el problema? Estos nuevos vasos son anormales. Crecen en zonas donde no deberían estar y son débiles y propensos a sangrar. Esto desencadena una cascada de problemas dentro del ojo que destruyen la visión.
• Los nuevos vasos sanguíneos sangran, dejan cicatrices y desgarran la retina: con el tiempo, estos frágiles vasos sangran en el vítreo (el líquido gelatinoso que se encuentra dentro del ojo), lo que causa síntomas como moscas volantes, vetas o visión borrosa. Con el tiempo, el daño provoca el crecimiento de tejido cicatricial, que tira de la retina y puede provocar que se desprenda. Un desprendimiento de retina es una emergencia médica que termina en una ceguera permanente.
• Los primeros síntomas son sutiles o no se presentan en absoluto: muchos no notan nada hasta que la afección está avanzada. Al principio, puede experimentar visión borrosa ocasional o tener problemas para leer, pero estos síntomas suelen aparecer y desaparecer, lo que hace que sea fácil ignorarlos. La ausencia de signos de alerta temprana hace que la detección regular sea clave para detectar a tiempo la retinopatía diabética.
Un examen ocular completo y dilatado es la única manera de detectar cambios tempranos en la retina antes de que aparezcan los síntomas. El NEI recomienda hacer esto una vez al año si tiene algún tipo de diabetes, incluso si cree que su visión está bien.
• Otras enfermedades oculares están muy relacionadas: el mismo daño a los vasos sanguíneos causado por la diabetes también conduce al edema macular diabético, donde el líquido se filtra hacia la parte central de la retina, lo que causa visión borrosa. El glaucoma neovascular también se desarrolla cuando los vasos sanguíneos anormales bloquean el drenaje de líquido en el ojo, lo que aumenta la presión y pone en riesgo la visión. El desprendimiento de retina se hace más probable a medida que se acumula tejido cicatricial con el tiempo.
El azúcar en la sangre no es lo único que pone en riesgo su visión
De acuerdo con el NIDDK, la enfermedad ocular diabética no solo tiene que ver con el nivel de azúcar en la sangre, sino también con la forma en que la glucosa interactúa con la presión arterial, el colesterol e incluso el hábito de fumar.5 Estos factores combinados conforman lo que los médicos llaman el “ABC de la diabetes”, e ignorar cualquiera de estos aumenta el riesgo de pérdida irreversible de la visión.
• Algunas personas son más vulnerables debido a su origen étnico, edad o estado reproductivo: los afroamericanos, los hispanos, los indígenas americanos, los nativos de Alaska, los isleños del Pacífico y los adultos mayores de 65 años tienen más probabilidades de sufrir una pérdida grave de la visión o de quedarse ciegos a causa de la diabetes. Las mujeres embarazadas que padecen diabetes corren un riesgo muy alto. Las complicaciones oculares empeoran muy rápido durante el embarazo debido a los cambios hormonales y vasculares.
• La mejor protección implica seguir varias métricas de salud, no solo la glucosa: controlar su A1c y presión arterial, así como optimizar el colesterol, ofrece la protección más eficaz contra el daño ocular diabético. La A1c refleja su nivel promedio de azúcar en la sangre durante los últimos tres meses, y es esencial mantener ese número dentro de su rango objetivo para evitar complicaciones a largo plazo.
• Fumar multiplica el daño a los vasos sanguíneos de los ojos: si bien no suele mencionarse en las discusiones sobre la diabetes, fumar empeora mucho los resultados al contraer los vasos sanguíneos y reducir el oxígeno a los tejidos oculares. El NIDDK insta a cualquier persona con diabetes que fume a dejar de hacerlo, ya que esto mejora de forma directa la circulación a la retina y reduce la inflamación.
• El tratamiento convencional implica medicamentos, láser o cirugía, pero la prevención es más fácil y segura: los casos avanzados a menudo se tratan con inyecciones, coagulación láser o incluso cirugía para eliminar sangre y tejido cicatricial, pero la mayor parte de esto se puede evitar. Abordar las causas subyacentes de la diabetes, programar su examen ocular anual y abordar cualquier cambio en la visión de inmediato le brinda la mejor posibilidad de evitar intervenciones importantes.
Cuando no se trata, solo queda la percepción de la luz
SEE International, una organización sin fines de lucro cuyo objetivo es ayudar a terminar con la ceguera prevenible, advierte que en la retinopatía diabética avanzada, muchos pacientes pierden toda la visión funcional y solo les queda la capacidad de detectar la luz y la oscuridad, nada más.6 Una vez que se llega a este punto, no hay forma de recuperar la vista, por lo que la detección temprana y la prevención son mucho más efectivas que el tratamiento después del hecho.
• Cerca de 3 millones de personas en todo el mundo ya están afectadas, y ese número está en aumento: la retinopatía diabética representa el 0.36 % de todos los casos de ceguera. Dado que se prevé que las tasas de diabetes aumenten de forma drástica, en especial en los países en desarrollo donde el acceso a la atención médica es limitado, se espera que el número de personas que enfrentan ceguera debido a esta afección se eleve demasiado.
• La SEE enfatiza la necesidad de opciones de tratamiento accesibles y de menor costo: una de sus principales recomendaciones es el uso de un tratamiento llamado fotocoagulación panretiniana. Esta terapia láser ataca y detiene el crecimiento anormal de los vasos sanguíneos, lo que ayuda a prevenir nuevos sangrados. Es menos invasivo y más asequible que muchas terapias con medicamentos inyectables, aunque a menudo requiere sesiones repetidas según qué tan bien se controle la diabetes.
• Su resultado a largo plazo depende de qué tan bien controle su diabetes: de acuerdo con la SEE, los pacientes que controlan sus niveles de azúcar en la sangre de manera constante tienen un riesgo mucho menor de sufrir complicaciones graves. La calidad de sus hábitos diarios, en especial la alimentación, la actividad física y el control de la glucosa, determina si la enfermedad se mantiene estable o si avanza hacia la pérdida de la visión.
Proteja su visión reparando lo que daña sus células
Si tiene diabetes o prediabetes, o desea prevenir estas afecciones, el paso más importante es proteger sus mitocondrias. Éstas son las pequeñas centrales eléctricas que se encuentran dentro de las células, y son las primeras en descomponerse cuando la alimentación, la carga de toxinas o su estilo de vida comienzan a desequilibrarse. Cuando las mitocondrias fallan, el nivel de azúcar en la sangre aumenta.
Y cuando eso sucede, la retina es uno de los primeros lugares donde aparece el daño. Lo ideal es centrarse en solucionar el problema real, no solo en controlar los síntomas. Aquí le mostramos por dónde comenzar:
1. Elimine los aceites vegetales y los alimentos procesados de inmediato: cada bocado de comida ayuda o daña las mitocondrias. Los aceites vegetales como el de canola, soya, maíz e incluso los aceites de frutos secos orgánicos contienen cantidades considerables de ácido linoleico (AL), una grasa poliinsaturada que inhibe la capacidad de las mitocondrias de producir energía.
De igual forma, se deben evitar los frutos secos y las semillas, que también tienen un alto contenido de AL, junto con los bocadillos envasados, las salsas y casi toda la comida de los restaurantes. En lugar de eso, cocine en casa con sebo, ghee o mantequilla de animales alimentados con pastura. Si come carne de pollo o cerdo, también consume una dosis oculta de AL, así que también es buena idea reducirlos. Mantenga su consumo diario de AL por debajo de los 5 gramos o, de ser posible, consuma menos de 2 gramos. Use una aplicación de seguimiento de alimentos para comprobarlo.
2. Alimente sus células con el tipo adecuado de carbohidratos: la glucosa es la fuente de combustible preferida de las células. Pero la mayoría de las personas no obtienen cantidades suficientes del tipo correcto. Mi recomendación es comenzar con frutas enteras y arroz blanco: son más fáciles de digerir, sobre todo si su intestino se encuentra en mal estado. Agregue vegetales de raíz de forma gradual y luego incorpore legumbres y granos enteros que pueda tolerar, siempre y cuando su intestino esté sano. La mayoría de las personas necesitan 250 gramos de carbohidratos saludables todos los días para apoyar la producción de energía celular.
3. Evite la fibra si su intestino está inflamado o comprometido: si tiene problemas digestivos como inflamación, gases o un tránsito intestinal irregular, no es un buen momento para consumir mucha fibra. Cuando el intestino está dañado, la fibra alimenta a las bacterias equivocadas, las cuales mueren y liberan endotoxinas como el lipopolisacárido (LPS). Esto ocasiona inflamación sistémica y empeora la resistencia a la insulina. Enfóquese en los carbohidratos simples y bajos en fibra hasta que su intestino mejore; luego, reintroduzca la fibra una vez que su intestino haya sanado.
4. Reduzca su exposición diaria a las toxinas de los plásticos y los campos electromagnéticos: sus mitocondrias son muy sensibles a los xenoestrógenos de los plásticos y a los campos electromagnéticos (EMF). Ambos interfieren con la producción de energía celular y el equilibrio hormonal. Guarde los alimentos en recipientes de vidrio o acero inoxidable, evite los envoltorios y las botellas de plástico desechables y no mantenga dispositivos inalámbricos cerca del cuerpo, sobre todo mientras duerme. Estos cambios cotidianos apoyan la función mitocondrial.
5. Recurra a la prueba HOMA-IR para detectar si hay problemas con la insulina: la prueba HOMA-IR (el Modelo Homeostático para Evaluar la Resistencia a la insulina) es una valiosa herramienta de diagnóstico que ayuda a evaluar la resistencia a la insulina a través de un simple análisis de sangre, para que pueda detectar problemas de manera temprana y hacer los cambios necesarios en su estilo de vida, como comer más alimentos ricos en vitamina C.
La prueba fue creada en 1985, y calcula la relación entre los niveles de insulina y glucosa en ayunas para evaluar la efectividad con la que el cuerpo utiliza la insulina. A diferencia de otras pruebas más complejas, la HOMA-IR requiere solo una muestra de sangre en ayunas, lo que la hace práctica y accesible. La fórmula de la HOMA-IR es la siguiente:
HOMA-IR = (glucosa en ayunas x insulina en ayunas) / 405, en donde
• La glucosa en ayunas se mide en mg/dl
• La insulina en ayunas se mide en μIU/ml (microunidades internacionales por mililitro)
La cifra 405 es una constante que normaliza los valores
Sin embargo, si utiliza mmol/l para la glucosa en lugar de mg/dl, la fórmula cambia un poco:
HOMA-IR = (glucosa en ayunas x insulina en ayunas) / 22.5, en donde
• La glucosa en ayunas se mide en mmol/l
• La insulina en ayunas se mide en μIU/ml
• La constante de normalización para esta unidad de medida es 22.5
Cualquier valor menor a 1.0 se considera una puntuación HOMA-IR saludable. Si está por encima de ese nivel, se le considera resistencia a la insulina. Mientras más elevados sean sus valores, mayor será la resistencia a la insulina. Por el contrario, cuanto menor sea la puntuación HOMA-IR, tendrá menor resistencia a la insulina, siempre y cuando no tenga diabetes tipo 1 que no produce insulina.
Por interesante que parezca, mi puntuación en la escala HOMA-IR es de tan solo 0.2. Esto es un testimonio de la mayor efectividad de mi cuerpo para quemar combustible, lo cual resulta de una mayor disponibilidad de glucosa. Incorporar más carbohidratos a mi alimentación les brindó a mis células la energía necesaria para funcionar de manera más efectiva.
Esta mejora en la función de mis células también optimizó mi salud metabólica, lo que demuestra que hacer ciertos ajustes en la alimentación mejora la sensibilidad a la insulina y el rendimiento metabólico.
Preguntas frecuentes sobre la retinopatía diabética
P: ¿Qué es la retinopatía diabética y cómo comienza?
R: La retinopatía diabética es una complicación de la diabetes que daña los vasos sanguíneos de la retina debido al aumento del azúcar en la sangre. Comienza de manera silenciosa, sin dolor ni síntomas visibles, por lo que las primeras etapas pueden pasar desapercibidas hasta que surgen los problemas de visión. La afección se desarrolla a medida que los vasos sanguíneos debilitados pierden líquido, lo que provoca que crezcan nuevos vasos frágiles que sangran y dejan cicatrices en la retina.
P: ¿Quién está en riesgo de padecer enfermedad ocular diabética?
R: Cualquier persona con diabetes, lo que incluye aquellas con prediabetes y diabetes gestacional, está en riesgo. Otros factores de riesgo incluyen tener más de 65 años, fumar, presión arterial alta o colesterol desequilibrado y pertenecer a grupos étnicos como afroamericanos, hispanos, indígenas americanos, nativos de Alaska o isleños del Pacífico. Las mujeres embarazadas con diabetes también son muy vulnerables a una progresión rápida de la afección.
P: ¿Qué síntomas indican daño ocular diabético?
R: Los primeros síntomas suelen ser leves o no manifestarse. A medida que la enfermedad progresa, las personas a menudo experimentan visión borrosa, moscas volantes o dificultad para leer. En casos avanzados, la sangre y el tejido cicatricial provocan un desprendimiento de retina, lo que conduce a una pérdida permanente de la visión.
P: ¿Cómo se puede prevenir o retrasar el daño a la visión que causa la diabetes?
R: Abordar las causas fundamentales, como la disfunción mitocondrial, a través de la alimentación y el estilo de vida, mejora la resiliencia metabólica y protege la salud ocular. Los exámenes oculares completos y regulares con dilatación de pupilas, al menos una vez al año, son esenciales para la detección temprana. Controlar la A1c y la presión arterial, así como dejar de fumar reducen el riesgo de forma significativa.
P: ¿A qué tratamientos puedo recurrir si la retinopatía diabética progresa?
R: Los tratamientos convencionales incluyen terapia con láser, medicamentos inyectables y cirugía para eliminar tejido cicatricial o detener el sangrado. Sin embargo, la prevención mediante el apoyo a la salud mitocondrial es más segura y, a menudo, más eficaz. SEE International también recomienda la fotocoagulación panretiniana como una opción láser de menor costo para prevenir daños mayores.