📝HISTORIA EN BREVE

  • Los alimentos ultraprocesados están diseñados para derretirse en la boca y evitar la necesidad de masticar, lo que bloquea la capacidad del cerebro para detectar la sensación de saciedad y que provoca que coma en exceso
  • Las compañías de alimentos utilizan el sonido, el olor, la apariencia y el empaque para estimular sus sentidos y condicionar su cerebro para que desee sus productos a través de una táctica de mercadotecnia que se conoce como marca sónica
  • Los bocadillos están diseñados para que los coma durante todo el día, desde licuados para el desayuno hasta golosinas antes de dormir, y eso reconfigura su cerebro y hace que coma en exceso
  • Algunos bocadillos, como las papas de vegetales y las barras de proteína, contienen calorías vacías que lo hacen creer que se trata de alimentos saludables, cuando en realidad interrumpen las señales de hambre y saciedad
  • Estos alimentos activan las mismas vías de recompensa impulsadas por la dopamina en el cerebro que las sustancias adictivas como el alcohol y la nicotina, lo que explica por qué es tan difícil dejar de comerlos, incluso cuando sabe que son malos para su salud

🩺Por el Dr. Mercola

Alguna vez le ha pasado que abre una bolsa de papas para comer unas cuantas, pero termina con el empaque vacío. Incluso si su mente le dice que pare, sus manos no dejan de agarrar una tras otra solo para escuchar el crujido en su boca. Es como una adicción que lo hace sentir culpable, pero hay algo más oscuro en todo esto.

Un documental de la BBC habla a detalle de la ingeniería detrás de los alimentos ultraprocesados y explica que están diseñados para estimular sus sentidos, lo que hace que entre en un ciclo interminable de antojos y atracones que terminan en enfermedades crónicas.1

El verdadero culpable de la obesidad no es la falta de voluntad sino el sistema alimentario moderno

El Dr. Chris van Tulleken, médico y científico del Servicio Nacional de Salud (NHS) del Reino Unido, analiza el impacto del sistema alimentario mundial en la salud pública. Después de entrevistar a varios expertos en el campo de la fabricación de alimentos, descubrió que las corporaciones alimentarias fabrican y comercializan productos que están diseñados para desactivar los controles naturales de apetito del cuerpo.

• Las tasas de obesidad en todos los grupos de edad comenzaron a incrementar al mismo tiempo: primero, el Dr. Chris van Tulleken cuestionó la creencia de que la obesidad es el resultado de la falta de fuerza de voluntad, y proporcionó datos que demuestran que las tasas de obesidad en diferentes grupos de edad comenzaron a incrementar a partir de 1970.

"Entre 1960 y 1975, el porcentaje de obesidad en la población se mantuvo constante. No obstante, a mediados de la década de los 70, las tasas de obesidad comenzaron a incrementar de forma simultánea en todos los grupos de edad.
Ahora bien, si es de las personas que dice que es culpa de la falta de fuerza de voluntad, significaría que todas estas personas la perdieron al mismo tiempo, y eso muy poco probable. A mediados de los años 70, ocurrió algo que hizo que las personas no pudieran dejar de comer estos alimentos".

•  Pero ¿qué cambió durante este tiempo?: Otro artículo, que publicó la BBC, explica que en 1971 se produjo una "encrucijada", los años 70 fueron un período de inflación terrible, lo que incrementó bastante el costo de vida y la demanda de alimentos baratos. La historiadora de la alimentación, Polly Russell explica:

"Por un lado, hay cada vez más alimentos procesados, supermercados, sistemas alimentarios centralizados, alimentos industrializados y todo lo que conlleva. Por otro lado, también crece el interés por la cocina como actividad de ocio, por el origen de los alimentos, la comida y la estacionalidad, en una relación mucho más estrecha con los alimentos".2

• El crecimiento de la industria de la comida rápida: las cadenas de restaurantes como McDonald's estaban en expansión, de hecho, la hamburguesa de un cuarto de libra se lanzó en 1971. Los tamaños de las porciones en Estados Unidos también comenzaron a aumentar. Al otro lado del mundo, en Japón, nació el ramen instantáneo. Después de un tiempo, llegó a las costas de Estados Unidos y se conoció como Cup O' Noodles.3

Sin embargo, el cambio más grande ocurrió después de los años 70 y continúa hasta el día de hoy, y es que la fabricación de alimentos ultraprocesados ha ido más allá de producir alimentos baratos, ahora se enfoca en implementar procesos complejos para crear productos que están diseñados para estimular sus sentidos de modo que no pueda dejar de comer.

La textura se utiliza para engañar a su cerebro

Un truco en particular que utilizan los fabricantes son las texturas (no sólo el sabor o los ingredientes) que hacen que las personas coman más, lo que incrementa sus ganancias. Esta manipulación profunda tiene un impacto en la masticación, la sensación y la señalización cerebral.

• Los bocadillos están diseñados para ser crujientes y suaves: John Ruff, exejecutivo de Kraft General Foods, quien trabajó cuatro décadas en la industria alimentaria, explica que antes de lanzar cualquier producto al mercado, este se somete a pruebas que realizan paneles sensoriales capacitados que analizan todas sus características, desde su textura hasta nivel de suavidad. Cada bocado está diseñado para atraer sus sentidos, a través del tacto, la sensación en la boca y la rapidez con la que lo come, mientras que la nutrición se queda en segundo plano. Según John Ruff:

"Las compañías invierten mucho tiempo y dinero para optimizar todos los aspectos de su producto: el sabor, el gusto, la textura. Pues buscan que su producto sea tan bueno, o incluso mejor, que el de la competencia, para que se venda más".

• Los bocadillos con texturas suaves alteran una protección biológica clave: algunos bocadillos están diseñados para ser crujientes por fuera y suaves por dentro, tanto que se derriten en la boca. Esto es intencional; dado que los alimentos suaves no se mastican tanto, se bloquean los mecanismos normales de saciedad que se activarían si masticara bien los alimentos.

Como resultado, su cuerpo no recibe la señal de saciedad y eso hace que no deje de comer. Según el profesor Francis McGlone, exneurocientífico de Unilever:

"Una vez que descubrimos que manipular la textura de los alimentos para hacerlos más suaves, altera el mecanismo normal de saciedad, está claro que es posible que lo hagan con toda la intención para hacer que las personas coman más y, por lo tanto, vendan más".

• Además, los alimentos ultraprocesados están diseñados para consumirse rápido: esto significa que su cuerpo tiene menos tiempo para registrar la saciedad antes de consumir cientos de calorías.

• El término industrial para esto es "densidad calórica evanescente": esto se refiere a cómo ciertos alimentos inflados se disuelven tan rápido en la boca que el cerebro ni siquiera los procesa como calorías. No se siente lleno, por eso come más. El Dr. Chris van Tulleken demostró esto cuando mordió un bocadillo inflado común que, según él, les encanta a sus hijos.

"Las personas no consideran este tipo de alimentos como suaves porque son crujientes. Pero, después de ese crujido inicial, se ablandan tanto que hasta puede aplastarlos con la lengua, así de fácil. Sin embargo, en términos de calorías por gramo, tiene muchas más calorías que una hamburguesa grasosa".

Y debido a que estos alimentos suelen contener grandes cantidades de carbohidratos y aceites que se digieren rápido, llegan al torrente sanguíneo casi de inmediato, lo que incrementa los niveles de azúcar y hace que se almacene más grasa.

No obstante, estas texturas no solo son una característica de practicidad, sino que son un arma de mercadotecnia. La sensación de derretirse en la boca es parte de un esfuerzo deliberado por crear alimentos que sean difíciles de dejar de comer. Y eso es justo lo que sucede cuando abre cualquier bocadillo para solo comer un poco, pero termina con el empaque vacío.

Comer es una experiencia multisensorial y los fabricantes de alimentos la aprovechan al máximo

El Dr. Chris van Tulleken enfatiza que la manipulación va más allá del sabor y la textura, se trata de logotipos, colores, sonidos e incluso la experiencia táctil de manipular el producto.

• Cada bocado es un evento multisensorial: el profesor Barry Smith, un consultor sensorial que ha trabajado con grandes compañías de alimentos, dice que comer no se limita al sabor. El aspecto que tiene su comida, su olor y cómo se siente en sus manos, importa.

• Incluso el sonido que hace la comida al masticar es crucial: de acuerdo con Barry Smith:

"Cuando abre un refresco con gas, hay dos sonidos involucrados, el clic y el chasquido. Los ingenieros de sonido y los fabricantes trabajan muy duro para conseguir que el sonido sea perfecto, y a eso se le conoce como marca sónica".

• Definición de marca sónica: en términos simples, la marca sónica es una estrategia de mercadotecnia en la que el sonido (jingles, campanas o música) se utiliza para crear una conexión emocional y un recuerdo en los consumidores. Crea una identidad de marca. Para poner un ejemplo, Barry Smith cuenta sobre una conversación que tuvo mientras trabajaba para Kellogg:

"Dijeron: '¡Oh! ¿qué es la marca sónica?'. Y yo les respondí: 'tú lo inventaste'. La mayoría de las personas recuerda que se ponían el tazón en la oreja. ¿Y qué escuchaban? A snap, crackle y pop (los personajes de uno de los cereales más populares de Kellogg). Eso es marca sónica en su máxima expresión, y es el original".

Estas estrategias son más que inteligentes y tienen un componente psicológico importante. Mientras más sentidos estimule un producto, más probabilidades habrá de que el consumidor desarrolle una conexión emocional. Esa conexión hace que los consumidores no dejen de comprar sus productos y crea lealtad a la marca, y casi siempre sucede de forma inconsciente. Estas señales logran evitar su pensamiento lógico y van directo a las partes de su cerebro que crean hábito y causan antojo.

Los bocadillos crean adicción

Alguna vez ha notado que ciertos alimentos procesados se comercializan para consumirse en momentos específicos del día. Por ejemplo, las barras de granola o de avena se comercializan para personas ocupadas que buscan un desayuno rápido antes de comenzar el día.

Las barras de proteína están diseñadas para consumirse después de una sesión de entrenamiento. Y si le da antojo a la mitad del día, se recomiendan productos "saludables" como papas de vegetales, que a diferencia de lo que muchos creen, son todo menos saludables.

• Los bocadillos ultraprocesados compiten por su "participación estomacal": La Dra. Yanaina Chávez Ugalde de la Universidad de Cambridge, explica cómo las empresas modernas de alimentos han cambiado su estrategia: de centrarse en la nutrición de las comidas principales a promover el consumo durante todo el día. En lugar de competir únicamente por su desayuno, almuerzo o cena, buscan dominar su participación estomacal, que es el espacio acumulado en su jornada donde puede insertarse comida. ¿Y su arma más rentable en esta batalla? Los bocadillos.

• Estos bocadillos están llenos de calorías vacías: esto significa que, si bien obtiene la energía, no obtiene la fibra, las proteínas ni los micronutrientes que se necesitan para que su cuerpo funcione de forma correcta. "Entonces, ahora hacen creer a las personas que se trata de complementos saludables para las comidas fuertes del día".

• Los bocadillos se etiquetan como "tamaño para compartir", pero en la mercadotecnia saben a la perfección que una sola persona comerá todo: el paquete dice "tamaño familiar", pero las señales de diseño, los sabores y las texturas están diseñados para mantener su mano dentro de la bolsa hasta que esté vacía.

Picar comida durante todo el día no solo afecta su cintura, también cambia su cerebro. Mientras más bocadillos artificiales consuma, mayor será el impacto en su cerebro. El resultado es un ciclo de antojo y consumo que es muy difícil de romper.

• Los alimentos ultraprocesados son tan adictivos como el alcohol o el cigarro: la profesora de psicología de la Universidad de Michigan, la Dra. Ashley Gearhardt, quien se especializa en la ciencia de la adicción, compara los alimentos ultraprocesados con sustancias adictivas como el alcohol, la nicotina y la cocaína.

"Cuando observamos los tipos de alimentos que desencadenan esos indicadores clave de adicción, son fáciles de identificar. No se trata de alimentos poco procesados como frutas, vegetales, legumbres o carnes magras como la pechuga de pollo, sino de los alimentos procesados, como el chocolate, el helado, la pizza. Se trata de los alimentos que no existen en la naturaleza".

Cuando come comida chatarra, su cerebro se llena de dopamina, que es una sustancia química que participa en procesos como el antojo y el refuerzo. En patrones de alimentación normales, la dopamina ayuda a sentirse satisfecho. Pero con los alimentos ultraprocesados, el impacto es tan intenso y tan inmediato que anula los controles normales. Por eso no puede parar de comer cuando ya está lleno, se siente enfermo o incluso si prometió dejar de hacerlo.

Estrategias para combatir la adicción a los alimentos ultraprocesados

El documental concluye con una declaración de la Federación de Alimentos y Bebidas, que es la organización que representa a los fabricantes de alimentos y bebidas del Reino Unido, en la que se afirma que el Comité Asesor Científico sobre Nutrición del gobierno no encontró "suficiente evidencia científica sobre el concepto de 'alimentos ultraprocesados' como para que pueda utilizarse en las recomendaciones alimentarias o la formulación de políticas, y que se necesitan más investigaciones".

Dijeron que sólo cambiarán sus ingredientes o procesos cuando las investigaciones demuestren que son motivo de preocupación. Sin duda, se están haciendo de la vista gorda ante la creciente evidencia que demuestra que los alimentos ultraprocesados no solo son adictivos, sino que también incrementan el riesgo de enfermedades crónicas como la obesidad, las enfermedades cardíacas, la diabetes y el cáncer. 4

Si está atrapado en este ciclo de consumo de alimentos ultraprocesados y quiere hacer algo al respecto, créame que no es el único. Los alimentos ultraprocesados están diseñados para adueñarse de su cerebro y engañar a su cuerpo, ya que inhiben sus señales naturales para hacer que no pueda dejar de comer. Sin embargo, no hay nada de que avergonzarse, el primer paso es reconocer que tiene un problema y, a partir de este punto, hacer lo necesario para recuperar el control de su cuerpo. Aquí algunas estrategias que recomiendo para ayudarle a recuperar el control y acabar con la adicción a los alimentos ultraprocesados:

1. Eliminar los alimentos que alteran sus señales de saciedad: le recomiendo que identifique a los peores alimentos en su rutina diaria y que los remplace con alimentos reales que tienen que masticarse. Una manzana crujiente, zanahorias con queso crema de animales alimentados con pastura o rodajas de pepino crujientes le darán a su cerebro tiempo para identificar las señales de saciedad.

2. Comer comidas reales en lugar de picar todo el día: planifique su día en torno a tres comidas saludables con suficientes proteínas, carbohidratos saludables y grasas saturadas. Esto incrementa su energía, ayuda a estabilizar sus niveles de azúcar y hace que sea menos probable recurrir a los bocadillos.

3. Interrumpir el ciclo de mercadotecnia con concienciación y control del entorno: ahora ya sabe que lo manipulan a través del sonido, los empaques y la familiaridad con la marca. Lo mejor sería evitar por completo los alimentos procesados. Incluso cubrir las etiquetas con papel normal o guardar los bocadillos en recipientes opacos puede ayudar a romper el ciclo de retroalimentación visual que nos hace desearlos. Muchos alimentos ultraprocesados también tienen a los niños como objetivo en sus campañas de mercadotecnia, así que, si tiene hijos, enséñeles cómo funcionan los anuncios para que hagan consciencia desde una temprana edad.

4. Registrar su progreso: he descubierto que aprender a identificar patrones, ayuda a romperlos. Mantenga un diario durante 10 días. Escriba cuándo come alimentos ultraprocesados, qué sucede a su alrededor y cómo se siente después.

Comenzará a ver patrones: tal vez el estrés después del trabajo sea el desencadenante o el aburrimiento por las noches. Ese tipo de claridad genera autoeficacia: la creencia de que puede cambiar algo porque ya conoce la raíz del problema. Esto ayudará a hacer un cambio real que lo hará sentirse mejor.

La concientización es el primer paso para recuperar el control. Una vez que aprende a identificar todas las herramientas que utilizan en su contra, puede dar el primer paso real hacia la autonomía total en sus elecciones alimentarias y su salud.

Según el Dr. Chris van Tulleken:

"Si alguien que está viendo esto tiene problemas con su peso o alguna enfermedad relacionada con la alimentación, me gustaría decirle que no es su culpa. No es usted, es la comida".

Preguntas frecuentes sobre los alimentos ultraprocesados

P: ¿Por qué no puedo dejar de comer ciertos bocadillos, incluso cuando me siento lleno?

R: Los alimentos ultraprocesados están diseñados para eludir los mecanismos naturales de saciedad. Su textura suave que se derrite en la boca elimina la necesidad de masticar, lo que desactiva las señales de saciedad del cuerpo. Esto provoca que no pueda dejar de comer, incluso si su cuerpo ya tuvo suficiente.

P: ¿Qué es la “densidad calórica evanescente” y por qué es importante?

R: La densidad calórica evanescente se refiere a los alimentos que se disuelven rápido en la boca, como los bocadillos inflados o las papas fritas. Como desaparecen al contacto, el cerebro no tiene tiempo para registrar todas las calorías que consumió. Lo que hace que coma más sin sentirse satisfecho y que le lleva a comer en exceso y almacenar más grasas.

P: ¿Cómo se manipulan mis sentidos para hacerme desear estos alimentos?

R: Las compañías de alimentos utilizan el marketing multisensorial (que incluye sonidos, texturas, olores, empaques e incluso el chasquido de un envoltorio) para estimular el sistema de recompensa del cerebro. Técnicas como la marca sónica crean recuerdos emocionales en torno a los productos y fomentan el deseo de comerlos incluso antes de hacerlo.

P: ¿Son buenos los bocadillos “saludables” como las barras de proteína o las papas de vegetales?

R: En realidad no lo son, muchos de estos productos se comercializan como saludables, pero en realidad no contiene los nutrientes necesarios. No suelen contener fibra ni proteínas y están llenos de aceites procesados y aditivos, los cuales alteran las señales de hambre y hacen que quiera comer todo el día.

P: ¿Cuál es la mejor manera de acabar con mi antojo por los alimentos ultraprocesados?

R: Comience por eliminar los alimentos que eluden las señales de saciedad, coma comidas reales en lugar de picar bocadillos todo el día, haga conciencia de la manipulación de la mercadotecnia, remplace los desencadenantes de recompensa con nuevos hábitos y haga un registro de sus patrones de alimentación para identificar e interrumpir los ciclos de antojos. Estas estrategias le ayudarán a restaurar las señales naturales de su cuerpo y recuperar el control.