📝HISTORIA EN BREVE
- Un suelo sano absorbe casi toda la lluvia como una esponja, en contraste con el suelo labrado de forma convencional, el cual repele el agua, provoca erosión y contribuye a sequías e inundaciones
- El ganado con un pastoreo rotacional adecuado restaura la tierra degradada, ya que fertiliza, resiembra y reconstruye la estructura del suelo de manera natural
- Los agricultores de todo el mundo están atrapados en un sistema agrícola defectuoso que destruye la biodiversidad, lleva a la quiebra a los productores y depende de insumos sintéticos en gran medida
- El suelo desnudo provoca un aumento del dióxido de carbono (CO₂) en la atmósfera y altera los patrones de lluvia. Por el contrario, un suelo cubierto y biológicamente activo enfría la superficie y restaura el ciclo local del agua
- Usted puede apoyar la restauración de la tierra con acciones concretas, tales como comprar productos provenientes de la agricultura regenerativa, elegir alimentos de animales alimentados con pastura, evitar los productos ultraprocesados y crear conciencia en su comunidad
🩺Por el Dr. Mercola
La agricultura moderna se derrumba bajo el peso de sus propias contradicciones, y el suelo está pagando el precio. En todo Estados Unidos, la capa superior del suelo se erosiona, la vida microbiana desaparece y los agricultores enfrentan a la quiebra al intentar sostener un sistema que no fue construido para durar. Lo que antes eran ecosistemas vivos y autosuficientes hoy son campos áridos y sin vida que repelen la lluvia en lugar de absorberla.
Cuando la biología del suelo muere, el agua escurre en lugar de infiltrarse, las inundaciones aumentan y los cultivos fracasan. El problema central es que el suelo ya no capta la luz solar ni retiene el agua como estaba diseñado por la naturaleza. El excientífico de suelos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, Ray Archuleta, dedicó décadas a trabajar con agricultores en seis continentes. Su conclusión es clara: el patrón siempre es el mismo. El pastoreo excesivo, los fertilizantes químicos y la labranza intensiva despojan a la tierra de su cubierta viva. El resultado es un suelo desnudo, sin nutrientes, con sed y que “padece fiebre”.1
Esto no es una metáfora: se trata de un colapso medible de los cuatro procesos centrales de los ecosistemas: la captación de luz solar, el ciclo del agua, el flujo de nutrientes y la biodiversidad. No se trata solo de la degradación del suelo, sino del colapso de todo aquello que hace posible la producción de alimentos, y por ende, la vida. Lo que muchos no saben es que estas tierras degradadas aún tienen remedio.
De hecho, la biología ya tiene una solución, y comienza con la ganadería. Las vacas, cuando se manejan de la forma correcta, reactivan ecosistemas inactivos. Lo logran al fertilizar, remover y volver a sembrar la tierra, de un modo muy similar al que realizaban los bisontes salvajes en el pasado. El pastoreo rotacional, combinado con diversidad de plantas, no solo reconstruye la capa superior del suelo, sino que también restaura los patrones de lluvia y devuelve la vida a terrenos degradados.
Por eso el trabajo de Ray Archuleta resulta tan convincente: demuestra que sanar la tierra no requiere más químicos o nueva tecnología. Se trata de dar un paso atrás y aprender a imitar la arquitectura de la naturaleza misma. Veamos qué sucede cuando hacemos esto.
Sanar la tierra comienza con un cambio de perspectiva
En una conferencia reveladora durante el Encuentro R-SOIL 2024, el científico de suelos Ray Archuleta desmontó los mitos destructivos de la agricultura convencional y presentó un nuevo modelo basado en el diseño original de la naturaleza.2 ¿Cuál es su enfoque? Enseñarles a los productores a dejar de tratar el suelo como un sustrato inerte y empezar a verlo como un ecosistema vivo y dinámico.
La presentación, difundida en el canal de redes sociales de Matt Powers, guía a la audiencia a través de una travesía de décadas de fracasos, hallazgos y estrategias prácticas para restaurar la tierra, sin necesidad de productos químicos.
• Los agricultores de todo el mundo se enfrentan a los mismos problemas y a la misma mentalidad equivocada: después de recorrer seis continentes, Ray Archuleta observó que la mayoría de los productores, sin importar su ubicación geográfica, padecen un problema central: una mentalidad moldeada por la ciencia reduccionista y la agricultura industrial
Esta forma de pensar reduccionista percibe los problemas y las soluciones como fragmentos aislados, en lugar de sistemas interconectados. Ya sea en Idaho o en la India, descubrió que enfocarse solo en fertilizantes, equipos o rendimientos pierde de vista el diseño más amplio, es decir, el de la naturaleza, y ese diseño siempre comienza con la vida en el suelo.
• La verdadera recuperación comienza cuando imitamos a la naturaleza en lugar de luchar contra ella: en lugar de depender de insumos sintéticos o nuevas tecnologías, Ray Archuleta enfatiza la importancia de imitar la arquitectura de la naturaleza: una cobertura vegetal diversa, un pastoreo cuidadosamente gestionado, una perturbación mínima del suelo y la captación continua de luz solar. Este método es visible en ranchos con los que ha trabajado en Nuevo México, donde terrenos desérticos se han transformado en pastizales verdes y prósperos con el uso exclusivo de animales, cercas y una planificación adecuada del tiempo.
• La mentalidad es lo primero que hay que cambiar: Ray Archuleta asegura que la mayor barrera para la regeneración no es técnica sino mental. Los agricultores condicionados por la formación universitaria o los hábitos generacionales se resisten al pensamiento holístico. Él compara este condicionamiento social con un conocido experimento con monos: una vez que se aprende un comportamiento, este se refuerza a sí mismo, incluso si ya no tiene sentido.
Muchos agricultores han sido condicionados para rechazar de forma sistemática cualquier alternativa que desafíe la norma, incluyendo métodos biológicos que dan mejores resultados que los convencionales.
• El modelo industrial está llevando a la quiebra a las comunidades rurales: Ray Archuleta presenta datos que demuestran que la mayor parte de la riqueza generada por la agricultura no permanece en manos del agricultor. Los gráficos de ingresos agrícolas en Estados Unidos y Canadá muestran una disminución drástica con el paso del tiempo, donde la mayor parte de las ganancias ahora se destinan a las grandes corporaciones del agronegocio. El sistema actual deja a muchos agricultores sin la posibilidad de heredar sus tierras a sus hijos. No por falta de conocimiento, sino porque están atrapados en un ciclo económico y ecológico sin salida.
• El suelo convencional luce sin vida por una razón simple, está muerto: Ray Archuleta empleó demostraciones sencillas pero contundentes para dejar claro su mensaje. En una prueba con un simulador de lluvia, el suelo labrado y sin cobertura perdió casi toda el agua por escorrentía, que arrastró consigo la valiosa capa superior de tierra. Pero justo al lado, una muestra de suelo con actividad biológica y cobertura vegetal absorbió cada gota, lo que demostró el poder de la agregación y los sistemas vivos.
Otra prueba reveladora comparó el suelo de un campo convencional con el suelo de una granja que utiliza cultivos de cobertura y no recurre a la labranza. Al sumergirse en agua, la muestra de suelo labrado se desintegró de inmediato, mientras que el suelo regenerativo se mantuvo intacto. ¿Por qué? La razón es que los suelos vivos producen "pegamentos bióticos", que son compuestos creados por microbios y hongos que unen las partículas del suelo en agregados estables. Estas estructuras, con una textura similar a una esponja, son fundamentales para absorber agua y retener nutrientes.
Un suelo sano es la base de un ecosistema funcional
La verdadera amenaza no es el dióxido de carbono, sino el suelo desnudo. Ray Archuleta cuestiona la idea de que las emisiones de CO₂ de la actividad humana sean el problema principal. Con datos satelitales de la NASA, él demuestra cómo la labranza primaveral en los campos de cultivo provoca aumentos masivos de CO₂ atmosférico en toda América del Norte.
Pero a diferencia de las fuentes industriales, los campos cultivados pueden reabsorber ese carbono, siempre que estén cubiertos con cultivos vivos. Cuando el maíz y la soya crecen a principios del verano, absorben grandes cantidades de carbono mediante la fotosíntesis. La verdadera crisis es que el suelo desnudo ya no funciona como una bomba biológica. Sin plantas, el suelo pierde su capacidad para absorber agua, almacenar carbono y regular las temperaturas superficiales.
• El vapor del agua, y no el CO₂, es el factor dominante que afecta las precipitaciones y los cambios de temperatura, y el suelo es fundamental en su gestión: Ray Archuleta explica que el vapor del agua es casi 900 veces más abundante que el CO₂ en la atmósfera. Cuando el suelo está duro, desnudo o demasiado compactado, pierde la capacidad de absorber el agua como debería. Esto altera el ciclo local del agua, ese proceso natural donde las plantas liberan humedad al aire, que luego regresa a la tierra en forma de lluvia.
Ray Archuleta dice que alrededor del 40 % de nuestra lluvia en realidad proviene de la humedad que liberan las plantas, no del océano. Cuando la tierra está descubierta, no retiene agua ni enfría el aire; por el contrario, refleja el calor. Ese calor adicional se acumula y conduce a condiciones climáticas más extremas, como sequías, olas de calor y lluvias intensas repentinas.
• El suelo no es solo tierra; es arquitectura: una de las enseñanzas centrales de Ray Archuleta es que el suelo posee un diseño complejo, con múltiples capas funcionales conocidas como esferas: la piel superficial (dermis), la rizósfera (alrededor de las raíces), la porósfera (espacios porosos) y otras más.
Estas capas coordinan el intercambio de gases, agua, nutrientes y vida microbiana. Si se utilizan productos químicos o se recurre a la labranza, el sistema colapsa. Si se nutren con cobertura vegetal y periodos de descanso, todo el cuerpo del suelo recupera su funcionamiento como un organismo autorregulado.
• La vida extrae minerales de las rocas, no productos químicos: en suelos degradados, la biología se ha reemplazado por insumos externos. En la naturaleza, los seres vivos del suelo (sobre todo los hongos y las raíces de las plantas) son los que extraen los minerales de las rocas. Los ácidos y enzimas naturales que liberan, al igual que su respiración, ayudan a descomponer los minerales en una forma que las plantas pueden utilizar.
Ray Archuleta refuerza esta idea con imágenes de árboles que crecen en superficies rocosas desnudas, las cuales demuestran que no son los nutrientes de un empaque lo que importa, sino la vida en el suelo la que hace que los minerales estén biodisponibles. Sin biología, el suelo es solo tierra.
• La tierra se puede restaurar incluso en condiciones extremas: en un rancho del Desierto de Chihuahua, donde la lluvia anual promedio es de solo 10 pulgadas y las temperaturas en verano superan los 105 grados Fahrenheit, Ray Archuleta documentó una transformación completa del paisaje solo con el uso del pastoreo rotacional y la imitación de los procesos del ecosistema.
Dos vaqueros trasladaron el ganado más de 800 veces al año, imitando los patrones de migración de los bisontes. ¿El resultado? Los pastizales regresaron. El suelo se oscureció. Las precipitaciones aumentaron. Incluso las áreas que antes se consideraban inmutables comenzaron a albergar vegetación de nuevo.
• La lección es simple: si quiere que su tierra sane, deje que la naturaleza lo guíe: Ray Archuleta insta a los agricultores a dejar de intentar dominar la naturaleza y empezar a preguntarse: "¿Qué haría la naturaleza en este lugar?". Recomienda consultar recursos como el Biomimicry Institute y emplear herramientas sencillas, tales como una pala, una prueba de infiltración de agua, una evaluación visual, para medir el progreso. “Un suelo sin plantas y sin vida microbiana es solo geología”, asegura. “Es la vida la que lo transforma”.
Cómo apoyar la agricultura regenerativa y la salud de los suelos
No es necesario ser agricultor para ayudar a sanar la tierra. Cada elección de alimentación que realizamos favorece o perjudica la salud de nuestros ecosistemas. En este momento, la agricultura convencional está agotando la vida de nuestro suelo, y las consecuencias se notan en sus alimentos, su comunidad y su medio ambiente.
Sin embargo, los agricultores regenerativos demuestran que es posible cultivar alimentos ricos en nutrientes mientras se restaura la biodiversidad, se reducen las inundaciones y se recupera el carbono en el suelo. Si desea un aire más puro, agua más limpia y alimentos más saludables, olvídese de los sistemas industriales y apoye a los agricultores que aplican métodos correctos. Siga estas recomendaciones para ser parte de la solución.
1. Compre productos de agricultores regenerativos siempre que pueda: busque agricultores que utilicen cultivos de cobertura, pastoreo rotacional, compostaje y métodos que no impliquen labranza. Pregunte sobre sus prácticas, no solo si son “orgánicas”. Utilice directorios como Regenerative Farmers of America,3 asista a mercados de agricultores locales o únase a un programa de agricultura regenerativa apoyada por la comunidad (CSA). Cuando apoya a este tipo de cultivos, ayuda a financiar sistemas vivos en lugar de sintéticos.
2. Elija carne y productos lácteos de animales criados en pasturas: el ganado no es el enemigo cuando se maneja de forma adecuada. El pastoreo rotacional de ganado, ovejas, cabras y aves de corral fertiliza la tierra y restaura la diversidad vegetal. Busque etiquetas como “100 % alimentado con pastura”, “criado en pasturas” o, mejor aún, hable con el agricultor. Cada centavo que gaste en carne criada de esta manera apoya un sistema que cura en lugar de dañar.
3. Deje de apoyar las marcas que dependen de la agricultura industrial: la mayoría de los alimentos procesados, los sustitutos de carne de origen vegetal y los productos lácteos industriales provienen de tierras degradadas que dependen del uso intensivo de productos químicos. Estas empresas contribuyen a la escorrentía, la erosión y la pérdida de suelo. Siempre que sea posible, evite los alimentos ultraprocesados y procure comprar productos de marcas más pequeñas que revelen sus prácticas de abastecimiento. Si una marca no puede decirle cómo se cultivan sus ingredientes, quizás no valga la pena apoyarla.
4. Genere conciencia en su comunidad y en línea: la mayoría de las personas nunca han visto un perfil de suelo, un simulador de precipitaciones o la diferencia entre tierra viva y muerta. Comparta contenido de educadores como Ray Archuleta y estudios de casos de antes y después que muestran una restauración real de la tierra. Invite a sus amigos a recorridos por granjas, charlas locales o seminarios web en línea. Cuantas más personas vean el aspecto que tiene un suelo sano, más rápido crecerá este movimiento.
- Vote con su tenedor y con su voz: cada compra que realiza es una señal. Cada conversación que inicia, cada agricultor que apoya, cada comentario que envía al ayuntamiento: todo eso importa. Abogue por políticas que fomenten la regeneración del suelo, no los subsidios químicos. Apoye los programas locales de alimentación en las escuelas. Solicite opciones de productos de animales criados en pasturas en su supermercado.
Tiene más poder del que cree si actúa de manera consistente y con intención. Sanar la tierra no es un asunto que solo le competa a los agricultores: nos incumbe a todos los que nos alimentamos gracias a ella. Sus decisiones diarias le dan forma al sistema. Elija apoyar a quienes trabajan con la naturaleza, no contra ella.
Preguntas frecuentes sobre agricultura regenerativa
P: ¿Qué es la agricultura regenerativa y cómo funciona?
R: La agricultura regenerativa es un sistema de cultivo que imita los patrones de la naturaleza para restaurar la salud del suelo, aumentar la biodiversidad y mejorar la retención de agua. Emplea prácticas como el pastoreo rotacional, los cultivos de cobertura y la mínima alteración del suelo para desarrollar una biología viva del suelo, lo que genera plantas más sanas, captura carbono y reduce la dependencia de insumos sintéticos.
P: ¿Por qué la agricultura convencional daña la tierra?
R: La agricultura convencional depende de la labranza intensa, fertilizantes químicos y monocultivos. Estas prácticas destruyen la estructura del suelo, matan microbios beneficiosos y dejan el suelo desnudo, lo que provoca escorrentía de agua, erosión y pérdida de fertilidad. Como explicó Ray Archuleta, esto ha convertido tierras que antes eran prósperas en tierra sin vida que repele la lluvia y contribuye a los problemas ambientales.
P: ¿Cómo ayuda el ganado a regenerar el suelo en lugar de dañarlo?
R: Cuando se gestionan de forma adecuada a través del pastoreo rotativo, las vacas fertilizan la tierra con estiércol, esparcen semillas y estimulan el crecimiento de las plantas, tal como lo hacían antes las manadas en la naturaleza. El traslado frecuente del ganado permite que los pastizales descansen y vuelvan a crecer, lo cual reconstruye la estructura del suelo y aumenta la infiltración de agua. Esto convierte a los animales en herramientas muy útiles para sanar los ecosistemas degradados.
P: ¿Qué puedo hacer si no soy agricultor?
R: Para apoyar la agricultura regenerativa puede comprar productos de agricultores que utilizan prácticas regenerativas, elegir carne y productos lácteos de animales criados en pasturas, evitar alimentos procesados cultivados con métodos industriales y difundir información sobre esto para crear conciencia. Cada una de sus elecciones de alimentación influye en el sistema actual.
P: ¿Qué beneficios obtengo de un suelo sano?
R: El suelo vivo produce alimentos más ricos en nutrientes, retiene mejor el agua durante las sequías y ayuda a que el aire y el agua estén más limpios. También es muy importante para el medio ambiente, ya que extrae carbono de la atmósfera. Apoyar sistemas regenerativos significa invertir en su propia salud, en la resiliencia de su comunidad y en el futuro del planeta.