📝HISTORIA EN BREVE
- Los aceites vegetales ultraprocesados ahora son uno de los ingredientes más comunes en el suministro de alimentos, pero también uno de los más peligrosos. Durante el último siglo, se convirtieron en la fuente principal de ácido linoleico (AL)
- El documental titulado “Fed a Lie: The Truth About Seed Oils”, revela cómo las estrategias de mercadotecnia, los subsidios y la ciencia manipulada lograron que se sustituyeran las grasas tradicionales de origen animal con aceites industriales de soya, maíz, semillas de algodón y otros cultivos
- A pesar de que estos productos se promocionan como grasas "saludables", los estudios clínicos y epidemiológicos relacionan su consumo con mayores niveles de estrés oxidativo, inflamación, daño mitocondrial, riesgo de cáncer y disfunción cardiovascular
- Nuestros antepasados prosperaron con una alimentación rica en grasas saturadas. En aquella época no existían las enfermedades crónicas, incluso cuando los perfiles de macronutrientes eran muy variados
- Para reducir su exposición a los aceites de semillas y contrarrestar los efectos del exceso de AL, evite los alimentos procesados, utilice grasas tradicionales para cocinar y fortalezca sus defensas naturales con nutrientes como la C15:0
🩺Por el Dr. Mercola
En la actualidad, las enfermedades crónicas se consideran una parte normal de la vida cotidiana. Por consiguiente, es muy probable que conozca a alguien que padece una enfermedad cardíaca, diabetes, problemas autoinmunes o algunos trastornos de salud mental. Y estos problemas de salud no solo afectan a más personas que en el pasado, sino que también se desarrollan de forma temprana y son mucho más difíciles de combatir. Si bien hay muchos factores que influyen en esta tendencia, uno de los que tiene el mayor impacto es lo que comemos día a día.
Durante el último siglo, la alimentación en los Estados Unidos ha cambiado bastante. Las comidas caseras a base de ingredientes simples y enteros se sustituyeron por alimentos que están diseñados para ser prácticos, producirse en masa y tener una vida útil más larga. Estos cambios no ocurrieron de la noche a la mañana y la mayoría de las personas ni siquiera son conscientes de ello.
Hoy en día, muchos de los ingredientes que contienen los alimentos empaquetados de uso cotidiano no se parecen en nada a lo que solíamos encontrar en las cocinas en el pasado. El documental titulado "Fed a Lie: The Truth About Seed Oils", habla a detalle de uno de los cambios más drásticos en nuestra alimentación: los aceites de semillas industriales, así de cómo se convirtieron en la base del suministro de alimentos moderno y su impacto en la salud pública.1
El auge de los aceites de semillas en la alimentación moderna
El documental analiza registros históricos, datos del gobierno y entrevistas con expertos para explicar cómo los aceites de semillas industriales se convirtieron en la base del suministro de alimentos en los Estados Unidos. Más tarde, estos aceites se comercializaron como "aceites vegetales" para hacerlos parecer saludables, pero se extraen de cultivos como la soya, el maíz y la semilla de algodón. Este cambio se produjo a lo largo de casi un siglo, pero sus efectos apenas comienzan a manifestarse.2
• La transición de cantidades mínimas a un alimento básico diario: en 1865, las personas casi no consumían aceites de semillas. La mayoría de las grasas eran de origen animal en forma de manteca de cerdo, sebo y mantequilla. En 2014, la persona promedio consumía alrededor de 65 gramos de aceites vegetales al día. Como dijo el Dr. Paul Saladino en el documental:
"En los Estados Unidos, la persona promedio consume de 3 a 5 cucharadas de aceites de semillas al día, y están presentes en casi todos los alimentos ultraprocesados: aderezos para ensaladas, galletas, pasteles, galletas saladas, panes y leches vegetales.
Para consumir el equivalente de 3 a 5 cucharadas de aceite de maíz, tendríamos que comer entre 60 y 70 mazorcas de maíz. Para consumir el equivalente de 3 a 5 cucharadas de aceite de soya, serían más de 2 libras de esta semilla. Se trata de cantidades que jamás habían consumido los humanos.
Entonces, lo que tenemos es un contraste muy marcado entre lo que consumieron los humanos durante cientos de miles de años y lo que comemos hoy en día".3
• Los aceites de semillas son el alimento más procesado del planeta: "las semillas, los frutos secos y los frijoles sólo pueden transformarse en aceite en una fábrica. Deben someterse a una serie de procesos industriales para crear el aceite", dijo la Dra. Nina Teicholz, autora del libro titulado "The Big Fat Surprise".
El Dr. Paul Saladino también dijo que el proceso implica calentar los aceites a 260 °C, lo que provoca que se enrancien, oxiden o llenen de moho en el sentido coloquial. Entonces, para mejorar su sabor, deben desodorizarse antes.
• Los aceites de semillas son productos industriales: el aceite de semilla de algodón, que es el primero de su tipo, se utilizó como lubricante para maquinaria durante la Revolución Industrial. Según la Dra. Nina Teicholz:
"Después de cazar todas las ballenas del océano, y perder esa fuente de grasa, tuvimos que reemplazarla. El aceite de semilla de algodón llegó para cubrir esa necesidad, se utilizaba para lubricar maquinaria, hacer velas y jabones, y eso era todo. Luego, apareció Procter & Gamble y dijo: ‘trataremos de vender esto como un producto alimentario’".4
• Crisco marcó el comienzo de los aceites industriales como alimento: el primer cambio importante se produjo en 1911 con el lanzamiento de Crisco, un producto que se vendía como sustituto de la manteca de cerdo pero que se fabricaba con aceites vegetales, como el aceite de semilla de algodón. "La mantequilla, la manteca de cerdo e incluso el sebo comenzaron a remplazarse con estos productos artificiales, y todo sucedió a lo largo del siglo XX", dijo el Dr. Chris Knobbe en la entrevista.
• Crisco logró remplazar las grasas tradicionales con ayuda de la mercadotecnia: en 1913, dos años después su lanzamiento, se publicó el libro titulado "The Story of Crisco", que describe la rapidez con la que el producto se apoderó de las cocinas en Estados Unidos. Este libro fue escrito por el ex vicepresidente de la Asociación Americana del Corazón (AHA), y su mensaje implicaba que las grasas de origen animal eran dañinas, a pesar de que formaron parte de la alimentación humana durante miles y miles de años.
Según la Dra. Nina Teicholz:
"Y así surgió el libro de cocina de la nación. En miles de páginas tacharon las palabras manteca de cerdo y mantequilla y las sustituyeron por la palabra Crisco. El objetivo principal de los creadores de Crisco era producir un producto vegetal sin añadir grasa animal dura y, por lo tanto, difícil de digerir".5
• La donación de Procter & Gamble transformó la AHA: la Asociación Americana del Corazón se consideraba una organización pequeña y con dificultades, que tenía poca presencia pública y una capacidad limitada para influir en las políticas de salud. Casi no había cardiólogos porque las enfermedades cardíacas eran muy poco comunes y el grupo carecía de fondos para operar a nivel nacional.
Sin embargo, todo cambió cuando Procter & Gamble donó a esta organización 1.7 millones de dólares (equivalente a 20 millones de dólares actuales) en 1948, lo que ayudó a que expandiera sus programas de investigación y sus mensajes públicos. El momento y la escala de esta donación marcaron un punto de inflexión, y le dieron el poder de promover directrices alimentarias que se alinearan con los intereses de la industria.
• Lo que comenzó como una decisión económica se convirtió en una recomendación médica: las amas de casa ya habían comenzado a cambiar a los aceites de semillas porque eran más baratos que las grasas de origen animal. No obstante, una vez que la AHA comenzó a promover estos aceites como saludables para el corazón, se aceleró esta transición. Lo que había sido una cuestión de ganancias ahora tenía el respaldo de la autoridad médica, lo que reforzó la idea de que los aceites vegetales eran la opción más saludable.
• Las políticas gubernamentales y los subsidios ayudaron a consolidar los aceites de semillas en el sistema de alimentos: a partir de 1970, las directrices alimentarias federales afirmaron que las grasas saturadas eran dañinas y recomendaron el uso de aceites poliinsaturados (PUFA). Al mismo tiempo, los subsidios agrícolas favorecieron cultivos como la soya y el maíz, lo que hizo que sus subproductos industriales fueran baratos.
Las compañías de alimentos comenzaron a utilizar estos aceites porque eran económicos y fáciles de usar en la producción en masa. Una vez que se convirtieron en el estándar de los alimentos procesados y en las cocinas institucionales, fue casi imposible evitarlos.
Las consecuencias del uso de aceites de semillas en la salud pública
La llegada de los aceites vegetales representa uno de los cambios alimentarios más importantes de la historia moderna, aunque aún hay mucha controversia con respecto a su impacto en la salud pública. Durante décadas, ha existido un caluroso debate entre los expertos sobre si estos aceites en realidad son tan beneficiosos como se promocionan o si en realidad están detrás de las crecientes tasas de las enfermedades que se supone que deberían prevenir.6
• La hipótesis de Ancel Keys se basó en ciencia poco precisa y datos manipulados: uno de los estudios más influyentes que respaldó la hipótesis de la alimentación y el corazón fue el Seven Countries Study que dirigió Ancel Keys en la década de los 50,7 que sugería una correlación entre el consumo de grasas saturadas y las enfermedades cardíacas.
Sus hallazgos sentaron las bases para establecer las directrices alimentarias que demonizaban las grasas de origen animal y promovían los aceites vegetales como una alternativa más saludable. La cuestión es que el estudio solo fue observacional y no pudo establecer causalidad.
Como se explica en el documental, Ancel Keys "seleccionó países específicos para obtener los resultados deseados". Sin embargo, excluyó países como Suiza, Francia y Alemania, donde las personas consumían niveles elevados de grasas saturadas pero tenían bajas tasas de enfermedades cardíacas. En cambio, Ancel Keys se centró en países que habían sido devastados por la guerra y que consumían menos grasas cuando recopiló los datos.
• Ignoraron las advertencias tempranas del Rose Corn Oil Trial: este es uno de los primeros ensayos clínicos que analizó los efectos del aceite de semilla en la salud del corazón. El ensayo se realizó en 1956. Los participantes recibieron 19 cucharaditas de aceite de maíz al día y recibieron un seguimiento de tres años.
El estudio se detuvo antes de tiempo porque el grupo que consumía aceite de maíz experimentó tasas elevadas de mortalidad. Al final del estudio, los investigadores concluyeron lo siguiente:
"Bajo las circunstancias de este ensayo, no se puede recomendar el aceite de maíz para tratar la enfermedad cardíaca isquémica. Es muy poco probable que sea beneficioso e incluso podría ser dañino".
• Los ensayos clínicos que se realizaron en la década de los 80 relacionaron los aceites de semillas con el cáncer: a principios de la década de los 80, se realizaron una serie de ensayos clínicos que descubrieron una relación entre el consumo de aceite de semillas y el cáncer, sobre todo el cáncer de colon.
El documental afirma que una docena de ensayos clínicos obtuvieron los mismos resultados, lo que llevó a que se programaran reuniones de alto nivel en los Institutos Nacionales de Salud (NIH). Los científicos no dieron una explicación concreta sobre los hallazgos del cáncer, por lo que decidieron ignorarlo y prefirieron citar los beneficios percibidos en la reducción del colesterol.
• También se descartaron las preocupaciones sobre toxicidad de los estudios en animales: la Dra. Nina Teicholz dijo que la investigación en animales relacionó los aceites de semillas con daño hepático y la formación de productos de oxidación tóxicos. Sin embargo, estos hallazgos, al igual que los datos sobre el cáncer, se ignoraron por completo. En cambio, las autoridades pusieron la reducción del colesterol por encima de todo.
• Reducir el colesterol no mostró ningún beneficio: los aceites de semillas reducen las lipoproteínas de baja densidad (LDL) y el colesterol total, pero esto no significa que produzca algún beneficio.
De acuerdo con la Dra. Nina Teicholz:8
"En ensayos clínicos a gran escala, que involucraron a unas 76 000 personas, no se demostró que reducir el colesterol LDL con aceites de semillas tenga algún beneficio en las tasas de muerte por enfermedad cardíaca o cualquier causa".
• Las solicitudes para actualizar las investigaciones no reciben respuesta: a pesar de todas estas señales de advertencia, no se han financiado estudios nuevos de alta calidad para comparar los aceites de semillas con las grasas saturadas. Como dijo el Dr. Paul Saladino: "claro que ninguna compañía farmacéutica financiará un estudio que compare las grasas saturadas con los aceites de semillas". Por esa razón, el público aún depende de datos obsoletos y poco precisos, mientras que los riesgos conocidos se minimizan o ignoran por completo.
Estos estudios y los años de directrices alimentarias equivocadas apuntan a un problema más profundo: la industria y la ciencia de mala calidad están detrás de las recomendaciones médicas que hasta ahora solo han tenido consecuencias devastadoras en la salud pública.
El impacto del exceso de AL en la salud
La dependencia en los aceites de semillas industriales ha provocado un marcado incremento en los niveles de AL, que ahora es la grasa más abundante en la alimentación moderna. Comprender lo que sucede después de consumir AL ayuda a entender el impacto de este ingrediente en la salud a largo plazo.9,10,11
•El AL se acumula y causa daño oxidativo: a diferencia de otras grasas que se metabolizan o eliminan rápido, el AL se incrusta en la grasa corporal y las membranas celulares. Su estructura química lo hace muy susceptible a la oxidación, y una vez que se oxida, crea subproductos dañinos. Como dijo el Dr. Chris Knobbe:
"Estos compuestos de los aceites de semillas (ácido linoleico omega-6), se acumulan en el cuerpo, se acumulan en nuestra grasa, se acumulan en nuestras membranas celulares. Esto crea un entorno que promueve la oxidación, la inflamación y la toxicidad, además, carece de nutrientes.
Por ejemplo, muchos ya saben que el arsénico es una molécula muy dañina. Es un veneno muy peligroso porque promueve la oxidación y, en dosis altas, puede matarlo en poco tiempo. Sin embargo, en dosis muy bajas, se comporta igual que los aceites vegetales. Ambos promueven la oxidación. Entonces, el arsénico nos mata por oxidación, al igual que los aceites vegetales".12
• El AL permanece en el cuerpo durante años: también hablé de este tema en mis revisiones que se publicaron en la revista Nutrients13 y Advances in Redox Research.14 Como se explica en estos artículos, la vida media del AL en el cuerpo es de unos 680 días, lo que significa que se necesitan hasta seis años para remplazar el 95 % de este ácido graso. Debido a que se almacena en el tejido adiposo y se incorpora en las bicapas lipídicas de las células, su presencia es duradera y difícil de revertir.
• Los metabolitos oxidados del AL (OXLAM) promueven el estrés oxidativo sistémico: cuando se calienta el AL, se almacena o se metaboliza en exceso, forma OXLAM, los cuales dañan los productos de degradación que tienen actividad biológica. Los OXLAM como el 4-hidroxinonenal (4-HNE) se producen durante la peroxidación lipídica y dañan el ADN, las proteínas, las mitocondrias e incluso las células madre. Estos subproductos oxidados se relacionan con enfermedades cardiovasculares, cáncer y problemas neurodegenerativos.
• El AL que se almacena en el cuerpo daña las mitocondrias: las mitocondrias utilizan una grasa especial que se llama cardiolipina para producir energía. Dado que su alimentación contiene niveles elevados de AL, se convierte en un compuesto de la cardiolipina, y eso la vuelve frágil y propensa a la oxidación. Esto reduce la producción de energía, incrementa los niveles de estrés oxidativo y lo hace más vulnerable a las enfermedades crónicas. Este daño se manifiesta en órganos que consumen mucha energía, como el corazón y el cerebro, lo que contribuye a una disfunción en todo el cuerpo.
• El exceso de AL también causa inflamación crónica: cuando se oxida, el AL y sus metabolitos actúan como desencadenantes moleculares de la inflamación. Mis artículos hablan a detalle sobre cómo estos compuestos dañan las membranas celulares y causan niveles elevados de inflamación que afectan el hígado, el sistema cardiovascular y el sistema nervioso. Los modelos animales demuestran que los aceites de semillas que contienen grandes cantidades de AL promueven el daño hepático, la disfunción endotelial y el daño oxidativo en el cerebro.
• La oxidación del AL empeora el daño cardiovascular: la oxidación del AL en las partículas LDL es clave en la formación de la placa aterosclerótica. Por ejemplo, el subproducto 4-HNE no sólo es un mutágeno y una toxina mitocondrial, sino que también promueve la formación de células espumosas y la disfunción endotelial.
Reducir el consumo de AL podría ser una de las estrategias más poderosas que puede implementar para restaurar su salud cardiovascular y metabólica.
Las lecciones que debemos aprender de nuestros antepasados
Nuestros antepasados llevaban una alimentación a base de grasas saturadas de origen animal y, a pesar de eso, no mostraban signos de enfermedades crónicas. Este documental enfatiza que las poblaciones de todo el mundo prosperaron con una alimentación a base de ingredientes tradicionales, poco procesados y sin aditivos modernos como los aceites de semillas.15
• La alimentación de nuestros antepasados se basaba en grasas saturadas, y aun así no existían las enfermedades crónicas: se documentó en la década de los 70 que la alimentación de los masai de Kenia y Tanzania era a base de leche, carne y sangre, y que dos tercios de sus calorías provenían de grasa de origen animal. Mientras que, en el Pacífico Sur, la población de Tokelau vivía con una alimentación a base de coco y pescado, y las grasas saturadas representaban alrededor del 50 %. A pesar del alto contenido de grasa, ambos grupos experimentaban bajas tasas de enfermedades cardíacas, diabetes y obesidad.
• Los niveles de AL en la grasa corporal han cambiado de manera drástica: el nivel promedio de AL en el tejido adiposo humano era de alrededor del 2.8 %. Sin embargo, en los Estados Unidos, los niveles incrementaron de forma abrupta al 9.1 % en 1959 y alcanzaron el 21.5 % en 2008. Estos cambios reflejan el impacto que tuvieron los aceites de semillas industriales en la composición del tejido humano en cuestión de años.
• La historia de Bethany Hamilton demuestra los efectos de eliminar los aceites de semillas: en el documental, la surfista profesional Bethany Hamilton habla de los beneficios que experimentó después de eliminar los aceites de semillas de su alimentación. Dijo que se sentía con más energía, dormía mejor e incrementó su rendimiento deportivo. También comentó que su cuarto embarazo, que ocurrió después de esta transición, ha sido en el que mejor se ha sentido. También notó que sus hijos se volvieron más estables y resilientes en cuanto a sus emociones.
Estrategias para reducir su exposición al AL y contrarrestar sus efectos
Para reducir el consumo de aceites de semillas es fundamental conocer su fuente. Incluso las personas que evitan los alimentos fritos y la comida rápida consumen grandes cantidades de AL porque suele esconderse en donde menos imagina. Aquí algunos de los consejos clave que se presentan en el documental, junto con algunas de mis recomendaciones para ayudarlo a reducir su exposición al AL y protegerse de sus efectos dañinos:16
• Aprenda a seleccionar sus alimentos: evite los pasillos del supermercado en donde se encuentran la mayoría de los productos procesados y ultraprocesados. Productos como galletas, papas fritas, aderezos para ensaladas y leches vegetales suelen contener aceite de soya, canola, girasol o cártamo, incluso cuando se promocionan como "saludables". Mejor, busque ingredientes de origen animal y sin procesar, productos frescos y productos que no incluyan largas listas de ingredientes.
• Saque estos productos de su cocina: muchos hogares aún utilizan aceites de semillas comunes como canola, girasol y cártamo. Tírelos y remplácelos con grasas tradicionales como mantequilla, ghee y aceite de coco para cocinar, que son estables, contienen vitaminas liposolubles y no causan estrés oxidativo como los aceites de semillas.
• Evite los alimentos ultraprocesados y las comidas de restaurantes: muchas comidas de restaurante se preparan con aceites de semillas, ya que se encuentran en salsas, aderezos, adobos y otros ingredientes que forman parte de casi todos los platillos del menú. Incluso las comidas que parecen saludables suele contener fuentes de AL. Cocinar en casa le da control total sobre sus ingredientes y hace que sea más fácil evitar estos aceites ocultos.
Lo mismo ocurre con las comidas ultraprocesadas. Esto no significa que debe cambiar todo en su alimentación de un día para otro. Comience con un alimento o un bocadillo a la vez. Enfóquese en encontrar algunos productos confiables que no contengan aceites de semillas y transforme su despensa poco a poco. Una vez que saque de su cocina todas las fuentes AL, su alimentación será más limpia y nutritiva.
• Controle su consumo de AL con ayuda de herramientas inteligentes: recomiendo que mantenga su consumo de AL por debajo de 5 gramos al día, aunque 2 gramos o menos sería aún mejor. Para controlar su consumo, utilice un rastreador de nutrición en línea.
• Considere la C15:0: esta grasa saturada de cadena impar, que se encuentra en los productos lácteos enteros, es un compuesto que mejora su metabolismo. Los primeros estudios sugieren que la C15:0 estimula la función de las mitocondrias, combate la inflamación y ayuda a contrarrestar el estrés celular que causa el exceso de AL.17,18 Tome ácido pentadecanoico puro, mantequilla con alto contenido de C15:0 o concentrado de ghee. Divida la dosis entre las comidas para mantener niveles constantes y minimizar la captación tisular.
Preguntas frecuentes sobre los aceites de semillas
P: ¿Qué son los aceites de semillas y por qué son tan dañinos?
R: Los aceites de semillas (que también se conocen como "aceites vegetales") incluyen los aceites de soya, maíz, canola, semilla de algodón, girasol y cártamo. Son productos industriales muy procesados, que se fabrican a través de varios procesos que incluyen extracción química, desodorización y refinación a altas temperaturas. Estos aceites contienen niveles elevados de ácido linoleico (AL), que es una grasa poliinsaturada omega-6 que se acumula en el cuerpo y que causa estrés oxidativo, inflamación y daño celular.
P: ¿Cuánto es demasiado AL?
R: La mayoría de las personas consumen entre 15 y 20 gramos de AL al día, muchas veces sin darse cuenta. Recomiendo mantener su consumo total por debajo de 5 gramos al día, aunque lo ideal es que sean menos de 2 gramos. Para lograrlo es importante evitar los alimentos procesados, leer bien las etiquetas de ingredientes y cocinar con grasas tradicionales.
P: Si los aceites de semillas son tan dañinos ¿por qué son tan populares?
R: Los aceites de semillas son baratos, estables y comunes como resultado de décadas de subsidios gubernamentales y directrices alimentarias obsoletas. También son rentables para los fabricantes de alimentos. La mayoría de las agencias de salud pública se enfocan en las métricas del colesterol en lugar de los resultados clínicos a largo plazo, lo que impide que se haga algún cambio importante al respecto.
P: ¿Puedo revertir los efectos del AL una vez que ya está en mi cuerpo?
R: El AL tiene una vida media de unos 680 días, lo que significa que puede tomar hasta seis años remplazar el 95 % de este ácido graso. Mientras más pronto reduzca su consumo, más pronto eliminará el AL almacenado en su cuerpo. Reforzar su metabolismo con alimentos enteros y nutritivos, así como minimizar el estrés oxidativo, ayuda a reducir el daño a largo plazo.
P: ¿Qué grasas debo utilizar en lugar de los aceites de semillas?
R: Utilice grasas tradicionales y estables como mantequilla, ghee, sebo y aceite de coco. Estas grasas son menos propensas a la oxidación y se han consumido de forma segura durante generaciones en varias culturas.
🔍Fuentes y Referencias
- 1, 2, 3, 4, 5, 6, 8, 9, 12, 15, 16 YouTube, Heart & Soil, “The Truth About Seed Oils | FED A LIE | Full Documentary” November 23, 2024
- 7 Proceedings of the Nutrition Society. 2022;81(4):279-287
- 10, 13 Nutrients 2023, 15(14), 3129
- 11, 14 Advances in Redox Research Volume 15, June 2025, 100128
- 17 Nature. 2011 Sep 25;478(7367):110–113
- 18 Nutrients. 2023 Oct 30;15(21):4607