📝HISTORIA EN BREVE

  • Incluso el consumo moderado de alcohol hace que el riesgo de lesiones cerebrovasculares sea un 60 % mayor comparado con quienes no beben nada, lo cual desafía las creencias arraigadas sobre los niveles seguros de consumo
  • Las personas que beben con mucha frecuencia tienen una probabilidad 133 % más elevada de desarrollar lesiones cerebrales y un 41 % de tener ovillos de tau relacionados con el alzhéimer. Su esperanza de vida también es 13 años más corta en comparación con las personas que no beben
  • Un estudio de 313 958 participantes concluyó que no existe un nivel seguro de consumo de alcohol para la salud cerebral, mientras que el análisis genético confirmó que el consumo de alcohol se correlaciona con un riesgo mayor de demencia
  • Las personas que solían beber en exceso mostraron daño cerebral persistente incluso después de dejar de hacerlo, además presentaron un menor volumen cerebral y función cognitiva, lo que indica que los efectos del alcohol son acumulativos
  • Algunas recomendaciones son eliminar el alcohol por completo, abordar las causas fundamentales del consumo de alcohol, unirse a grupos de apoyo y educarse sobre los efectos del alcohol

🩺Por el Dr. Mercola

¿Toma bebidas alcohólicas de vez en cuando? Si bien se cree que beber con moderación no tiene nada de malo,1 la verdad es que el alcohol, en cualquier cantidad, causa estragos en el cuerpo. Investigaciones previas han demostrado que aumenta el riesgo de muerte prematura y de cáncer. En la actualidad, hay cada vez más evidencia que demuestra que también daña el cerebro y provoca demencia.

Cualquier cantidad de alcohol aumenta el riesgo de sufrir daño cerebral

Un estudio publicado en la revista Neurology exploró cómo el consumo de alcohol afecta al cerebro a lo largo del tiempo, sobre todo en los adultos de edad avanzada.2,3 Investigadores con sede en Brasil examinaron autopsias cerebrales de 1781 personas que tenían una edad promedio de 75 años al morir. Luego, compararon esos hallazgos con la cantidad de alcohol que cada persona bebió a lo largo de su vida, según lo que informaron sus familiares. Esto es lo que encontraron:

• Definición de los parámetros del estudio: los participantes se dividieron en cuatro grupos: aquellos que nunca bebían, los que lo hacían con moderación (hasta siete bebidas por semana), los bebedores excesivos (de ocho o más bebidas por semana) y los bebedores que habían dejado el alcohol.

La definición de "bebida" se estableció como aquella que contiene 14 gramos (g) de alcohol, lo que equivale a 350 mililitros (ml) de cerveza, 150 ml de vino o 45 ml de licor.

• Aquellos que bebían con regularidad tuvieron más lesiones cerebrales vasculares: entre los bebedores, el 44 % presentó lesiones cerebrales vasculares. Esto se compara con el 40 % de los que nunca bebieron y el 50 % de los exbebedores.

Las lesiones cerebrovasculares también se conocen como arteriolosclerosis hialina, que es el engrosamiento y endurecimiento de los pequeños vasos sanguíneos del cerebro. Estas lesiones reducen el flujo sanguíneo (y por tanto el suministro de oxígeno) a las células cerebrales, lo que provoca daño tisular, disfunción cognitiva y problemas de memoria a largo plazo.

• La presencia de lesiones persistió incluso después de dejar de beber: incluso los bebedores que dejaron el alcohol años antes de morir presentaron daños duraderos. Esto significa que el impacto del alcohol en el cerebro no solo es agudo, sino también acumulativo.

• El estilo de vida influye en el riesgo de sufrir lesiones cerebrales: después de ajustar otros factores, como fumar, hacer ejercicio y la edad, los bebedores tuvieron una probabilidad 133 % más elevada de desarrollar estas lesiones cerebrales en comparación con los que nunca bebían.

Los exbebedores no se quedaron atrás, con un riesgo 89 % mayor. Incluso los bebedores moderados tuvieron un riesgo 60 % mayor de sufrir daño cerebral que aquellos que no bebieron nunca.

• El alcohol aumenta el riesgo de padecer demencia: además del daño vascular, los investigadores también examinaron otro biomarcador de degeneración cerebral llamado ovillos tau. Se trata de acumulaciones anormales de proteínas que interfieren con la función neuronal y que están relacionadas con la enfermedad de alzhéimer.

Los bebedores tuvieron un riesgo 41 % mayor de desarrollar ovillos tau, mientras que los exbebedores tuvieron un riesgo 31 % mayor en comparación con los que nunca consumieron alcohol.

• Los grandes bebedores tenían una proporción de masa cerebral mucho menor: esto significa que el cerebro de este grupo de prueba era más pequeño en relación con el tamaño de su cuerpo. Una menor masa cerebral prepara el terreno para una mala memoria, un razonamiento más lento y más dificultades para gestionar las tareas diarias. Peor aún, este grupo también obtuvo puntuaciones más bajas en las pruebas de función cognitiva.

• Beber alcohol acorta la esperanza de vida: los bebedores murieron un promedio de 13 años antes que los que nunca bebieron.

Los resultados son evidentes. Incluso si ahora se siente bien y su consumo de alcohol se encuentra dentro de lo que a menudo se define como "moderado", es probable que su cerebro esté sufriendo una lesión asintomática. Estos hallazgos desmienten la suposición de que una cerveza de vez en cuando es inofensiva.

Otras investigaciones demuestran que ningún consumo de alcohol es seguro para el cerebro

Un estudio publicado en la revista eClinicalMedicine se propuso responder una hipótesis de larga data: ¿el alcohol causa demencia o ambas cosas tienen una relación vaga?4

Para responder a esta pregunta, los investigadores analizaron datos de 313 958 participantes del Reino Unido que bebían alcohol y que no tenían demencia cuando comenzó el estudio (2006 a 2010). Durante un período de seguimiento que duró hasta el 2021, los investigadores rastrearon a aquellos que desarrollaron esta condición. Categorizaron los niveles de consumo de alcohol y los compararon con perfiles genéticos diseñados para estimar la exposición al alcohol a lo largo de la vida.

• Los genes que se inclinan hacia un mayor consumo de alcohol tuvieron mayor riesgo de padecer demencia: por medio de un análisis a nivel individual, los investigadores descubrieron que cada aumento en el consumo de alcohol predicho genéticamente aumentó el riesgo de padecer demencia. Los efectos más fuertes se observaron en las mujeres. Como lo señalaron los investigadores:

"Nuestros análisis encontraron una asociación más significativa entre el consumo de alcohol y el riesgo de demencia entre las mujeres bebedoras... quienes solían tener tasas más bajas de otros factores de riesgo, como el tabaquismo, en comparación con los hombres. Para los hombres, la presencia de múltiples factores de riesgo podría enmascarar los efectos específicos del alcohol".5

• El estudio también invalidó la idea de que existe un rango seguro: los investigadores buscaron una relación no lineal (una curva en la que el bajo consumo de alcohol podría ser neutral o incluso protector), pero no encontraron ninguna. "Nuestros hallazgos sugieren que no existe un nivel seguro de consumo de alcohol con respecto a la demencia", escribieron los autores.

• Los datos son claros respecto al consumo de alcohol: para comprobar sus resultados, los investigadores crearon criterios de control positivo (una consecuencia conocida del consumo de alcohol), como la enfermedad hepática alcohólica. Su modelo demostró que las personas con genes que promueven el consumo de alcohol tuvieron un riesgo mucho mayor de sufrir daño hepático.

Después, los investigadores utilizaron la edad como control negativo (algo en lo que el alcohol no influye) y no encontraron relación. Estas comparaciones confirmaron que sus modelos funcionaban de forma correcta y que el vínculo con la demencia es genuino, no una coincidencia estadística.

Reduzca su consumo de alcohol y repare el daño antes de que sea demasiado tarde

Debo admitir que creí en muchos de los mitos más comunes sobre el alcohol. Solía beber alcohol unas cuantas veces al año, creyendo que era inofensivo e incluso beneficioso. Pero después de profundizar más en la investigación, cambié mi postura.

Ahora, ya no bebo nada de alcohol y mi recomendación es que haga lo mismo. Si bebe con regularidad, incluso si son unos cuantos tragos por semana, está poniendo en riesgo su cognición. Como señalaron investigaciones anteriores, no existe un nivel seguro de consumo de alcohol cuando se trata de proteger su memoria, su capacidad de pensar con claridad o su salud cerebral en general. Es hora de que retome el control de la salud de su cerebro, comenzando con estas estrategias:

1. Reduzca su consumo de alcohol a cero: el paso más importante es detener el daño desde su origen. Si bebe alcohol todos los días, o incluso varias veces por semana, está perjudicando de forma activa el flujo sanguíneo al cerebro y reduciendo las áreas responsables de la memoria y la cognición.

Si no está listo para dejar de beber por completo, comience por eliminar el consumo de alcohol entre semana o limitándolo a ocasiones especiales. Pero recuerde, la "moderación" no es protectora como le han dicho. Esa idea ya fue desacreditada. Lo mejor para el cerebro es que no beba alcohol en absoluto.

2. Tome N-acetilcisteína (NAC) antes y después del consumo ocasional de alcohol: si va a beber en una próxima boda, vacaciones o reunión con amigos, la NAC es su plan de respaldo. Favorece la capacidad del hígado para neutralizar el acetaldehído, el subproducto tóxico del metabolismo del alcohol que daña el ADN.

Tome una dosis de 200 miligramos 30 minutos antes de beber junto con las vitaminas B1 y B6, ya que estos nutrientes también ayudan a reducir los efectos secundarios del alcohol. Pero como se mencionó antes, todavía no hay un sustituto para evitar el alcohol por completo.

3. Sustituya el alcohol con bebidas que lo nutran: si el alcohol es su forma de relajarse, premiarse por algo o lidiar con el estrés, es hora de cambiar la estrategia. Tome otras bebidas, como tés, jugos recién hechos en casa con pulpa, o agua pura con gas y sabores naturales agregados.

4. Reconstruya sus mitocondrias con un consumo saludable de carbohidratos: el alcohol altera la función mitocondrial. Para restaurarla se necesita combustible, y ese es la glucosa.

Recomiendo consumir entre 200 y 250 gramos de carbohidratos por día, provenientes de fuentes como el arroz blanco, los jugos de frutas con pulpa y las frutas enteras. Esto le da al cuerpo lo que necesita para producir trifosfato de adenosina (ATP), la moneda energética de cada célula, sobre todo de las células cerebrales. Y si ha tenido problemas con la confusión mental o la fatiga, este cambio por sí solo tiene el poder de mejorar su salud.

5. Comience a sanar su intestino para reducir la carga de endotoxinas: el alcohol daña su intestino, lo que permite que se produzcan endotoxinas. Las endotoxinas son fragmentos bacterianos que se filtran al torrente sanguíneo y causan inflamación, sobre todo en el cerebro. Para reparar su intestino, es necesario que deje de beber alcohol. Además, incorpore alimentos fermentados a su alimentación para diversificar su flora intestinal y mejorar la comunicación entre su intestino y su cerebro.

Estrategias para dejar el alcohol

¿Le está costando mucho trabajo dejar de beber? La Dra. Brooke Scheller, fundadora de Functional Sobriety (un programa nutricional para reducir el consumo de alcohol) y autora de "How to Eat to Change How You Drink", ofrece varios consejos útiles:

1. Sea curioso e infórmese: lea libros, escuche podcasts y aprenda sobre los efectos del alcohol en la salud.

2. Busque apoyo comunitario: la Dra. Scheller dirige una comunidad en línea llamada Functional Sobriety Network. También hay muchos otros grupos de apoyo y recursos disponibles.

3. Revise sus redes sociales: deje de seguir cuentas que glorifiquen el consumo de alcohol y, en su lugar, siga a personas que no beban.

4. Aborde las causas fundamentales: analice por qué bebe (estrés, presión social, hábito) y busque alternativas más saludables.

5. Apoye la nutrición de su cuerpo: los suplementos como L-teanina, L-glutamina, NAC, vitaminas del complejo B y el cardo mariano ayudan con los antojos y favorecen la desintoxicación.

6. Estabilice el azúcar en la sangre: aumentar el consumo de proteínas y comer con regularidad ayuda a reducir las ganas de beber alcohol.

7. Sea abierto acerca de su elección: la Dra. Scheller alienta a las personas a decir que no beben por cuestiones de salud si les ofrecen un trago.

Uno de los cambios más poderosos que la Dra. Scheller defiende es cambiar la forma en la que piensa sobre el alcohol en su vida para poder replantear su relación con la bebida:

"Antes, las únicas personas que dejaban de beber eran aquellas que se identificaban como personas que tenían un problema o que tal vez tenían que dejarlo. Así que lo primero que diré, si está interesado, es que no tiene que tener ningún problema para decidir que quiere explorar esto.
Ni siquiera necesita ser un bebedor habitual para decir: "¿Saben qué? Esto es algo que quizá quiera explorar".

En otras palabras, elegir no beber alcohol es una decisión positiva para su salud y longevidad, no un castigo ni una privación.

Preguntas frecuentes sobre el impacto del alcohol en la salud cerebral

P: ¿Beber alcohol con moderación es seguro para mi cerebro?

R: No. Incluso el consumo moderado de alcohol (definido como siete tragos o menos por semana) aumenta el riesgo de sufrir lesiones cerebrovasculares en un 60 % en comparación con las personas que nunca bebieron alcohol. Estas lesiones reducen el flujo sanguíneo y el oxígeno en el cerebro, lo que conduce a un deterioro cognitivo y problemas de memoria con el tiempo.

P: ¿Dejar el alcohol revierte el daño cerebral?

R: De acuerdo con la investigación, la respuesta es no. Los exbebedores empedernidos del estudio presentaron incluso más lesiones cerebrales que los bebedores habituales, así como índices de masa cerebral más bajos y una función cognitiva más deficiente. Esto demuestra que el daño que causa el alcohol es duradero y se acumula con el tiempo, incluso después de dejar de consumirlo.

P: ¿Qué produce el alcohol en el cerebro?

R: El alcohol causa arteriolosclerosis hialina, que es el endurecimiento y estrechamiento de los pequeños vasos sanguíneos del cerebro. También aumenta los ovillos de tau, que son proteínas anormales vinculadas a la enfermedad de alzhéimer. Estos cambios reducen el tejido cerebral, deterioran la memoria y reducen la capacidad de pensar con claridad y gestionar las tareas diarias.

P: ¿Existe algún nivel seguro de alcohol que no influya en el riesgo de demencia?

R: No. El análisis genético de más de 313 958 personas demostró un vínculo directo entre el consumo de alcohol y el riesgo de demencia. Los investigadores no encontraron evidencia de un efecto protector en ningún nivel de consumo de alcohol: el riesgo de demencia aumentó de manera constante con cada aumento en el consumo de alcohol.

P: ¿Cómo puedo proteger mi cerebro si he bebido con regularidad?

R: Comience por eliminar el alcohol por completo para evitar daños más graves. Fortalezca sus vías de desintoxicación con N-acetilcisteína (NAC), repare sus mitocondrias con carbohidratos saludables como frutas y arroz blanco, y regenere su intestino evitando el alcohol e incorporando alimentos fermentados. Estos pasos ayudarán a restaurar la función cerebral y reducir el daño a largo plazo.