📝HISTORIA EN BREVE

  • Una alimentación rica en grasas facilita que el cáncer de mama se propague pues activa las células de coagulación, aumenta la inflamación y altera los vasos sanguíneos de maneras que propician el crecimiento de los tumores
  • Los ratones que consumieron cantidades elevadas de grasas tuvieron casi cinco veces más células cancerosas en sus pulmones, incluso cuando sus tumores eran del mismo tamaño que los de los ratones más delgados
  • Una alimentación rica en grasas aumenta la fibronectina, que actúa como "pegamento molecular" y ayuda a las células cancerosas a adherirse a los vasos sanguíneos, mientras que la obesidad aumenta los compuestos inflamatorios que empeoran esta acumulación
  • Modificar la alimentación con base en los niveles normales de grasas durante solo siete días redujo la actividad de coagulación, la acumulación de fibronectina y la cantidad de células cancerosas en los pulmones
  • Eliminar los aceites vegetales y reducir el consumo total de grasas al 30 % o 40 % de las calorías diarias reduce la inflamación y disminuye el riesgo de que el cáncer se propague

🩺Por el Dr. Mercola

El cáncer de mama metastásico es la fase en la que la enfermedad se vuelve letal. El peligro no está en el tumor inicial, sino en que las células cancerosas se diseminan y colonizan otros órganos. A la mayoría de las mujeres no se les advierte sobre los cambios silenciosos en su cuerpo que hacen que esta propagación sea más probable. Tampoco se les dice que lo que comen es uno de los aspectos que más influyen en esto.

El torrente sanguíneo, el sistema inmunológico y el metabolismo de las grasas no funcionan de forma aislada, sino que se comunican de forma constante. Y cuando esa comunicación falla, abre la puerta a una enfermedad más agresiva. Para las mujeres con cáncer de mama triple negativo, es urgente prestarle atención a esta conexión.

Esta forma de cáncer avanza en poco tiempo, resiste los tratamientos convencionales y a menudo vuelve a surgir casi sin avisar. Lo que no se menciona es con qué rapidez cambia nuestro entorno interno como respuesta a lo que comemos. Nuestra alimentación afecta mucho más que nuestro peso o nuestros niveles de colesterol.

Altera la forma en que se coagula la sangre, el comportamiento de los vasos sanguíneos y la probabilidad de que células cancerosas extraviadas sobrevivan al viaje de un órgano a otro. Eso es lo que se propuso indagar una nueva investigación del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas.1 Sus hallazgos revelan un mecanismo tan alarmante como procesable, y todo comienza con lo que está en su plato.

La alimentación rica en grasas crea el entorno perfecto para que el cáncer de mama se propague

Un estudio publicado en Nature Communications exploró cómo una alimentación rica en grasas prepara el terreno para la propagación del cáncer de mama, y se enfocó en el cáncer de mama triple negativo, el cual es uno de los subtipos más agresivos.2 Los investigadores rastrearon cómo la grasa de la alimentación alteraba el ambiente interno del cuerpo en ratones, lo que llevaba a la formación de lo que ellos llaman "nichos premetastásicos", que son lugares donde las células cancerosas tienen más probabilidades de establecerse y prosperar.

• Los investigadores analizaron el vínculo entre la obesidad, la alimentación y los resultados agresivos del cáncer de mama: los investigadores alimentaron a ratones con una alimentación en la que el 60 % de las calorías provenían de grasas. En comparación con los ratones con una alimentación normal, estos animales demostraron una triple amenaza: sangre más pegajosa, una mayor cantidad de una proteína similar al pegamento llamada fibronectina y vasos sanguíneos más permeables en los pulmones. En conjunto, estos cambios crearon una tormenta perfecta que facilitó que las células cancerosas se desplazaran y se establecieran.

• Los ratones con una alimentación rica en grasas tuvieron muchas más células cancerosas en sus pulmones: la alimentación rica en grasas no solo hizo que los tumores crecieran más rápido, sino que los hizo más móviles. Incluso cuando el tamaño de los tumores era igual, los ratones con una alimentación alta en grasas tuvieron casi cinco veces más células cancerosas en los pulmones que los ratones más delgados. La mayoría de esas células eran células aisladas, individuales, lo que significa que acababan de llegar y se encontraban en las primeras etapas de formación de nuevos tumores.

• La alimentación rica en grasas hizo que las células coagulantes de la sangre se volvieran más pegajosas y agresivas: las plaquetas, que suelen ayudar a detener el sangrado, se volvieron hiperactivas. Liberaron más sustancias químicas coagulantes, cambiaron de forma para formar más proyecciones y comenzaron a unirse no solo al tejido lesionado sino también a las células tumorales y a las paredes de los vasos sanguíneos. Estas plaquetas actuaron como guardaespaldas del cáncer, pues lo ayudaron a moverse y sobrevivir en zonas inusuales.

• Las células tumorales se adhirieron con mayor facilidad a los vasos sanguíneos en ratones que consumieron alimentos ricos en grasas: en los pulmones de estos ratones, las células tumorales se adhirieron con mayor facilidad a las paredes de los vasos sanguíneos. Las plaquetas ayudaron a las células cancerosas a deslizarse entre el revestimiento de los vasos y el tejido circundante, lo que hizo más fácil que los tumores sembraran nuevas áreas. Este proceso fue mucho más pronunciado en el grupo con alto contenido de grasas.

El cáncer se fortalece cuando la sangre se vuelve pegajosa

Se encontró fibronectina, una proteína pegajosa que actúa como pegamento molecular, en cantidades mucho mayores en los pulmones y las plaquetas de ratones con una alimentación rica en grasas. Facilitó que las células cancerosas se adhirieran y permanecieran en su lugar. Las plaquetas no solo transportaban más fibronectina, sino que también la absorbían y la liberaban con mayor eficiencia, concentrándola justo donde llegaban las células cancerosas.

• Las células grasas de los animales con obesidad secretaron niveles altos de un compuesto que empeoró la acumulación de fibronectina: el tejido graso de los animales bombeó más de una sustancia química inflamatoria que hizo que las plaquetas liberaran aún más fibronectina.

• Un cambio a una alimentación más saludable por una semana fue suficiente para revertir muchos de estos cambios: cuando a los ratones se les retiró la alimentación rica en grasas durante solo siete días, la actividad plaquetaria disminuyó, los niveles de fibronectina se normalizaron y las células cancerosas tuvieron la mitad de probabilidades de adherirse al tejido pulmonar. Esto significa que su alimentación no solo afecta el riesgo a largo plazo, sino que también influye en el comportamiento frente al cáncer en este momento.

• Las mujeres cuya sangre coagulaba más rápido tuvieron una recaída del cáncer en menos tiempo: en un grupo de 82 mujeres con cáncer de mama triple negativo, aquellas con tiempos de coagulación más rápidos tuvieron una recaída casi 3.5 años antes que aquellas cuya sangre tardaba más en coagularse. Esta coagulación más rápida, medida a través de un simple análisis de sangre, se relacionó con la misma actividad de coagulación celular y la acumulación de proteína pegajosa observada en los ratones con una alimentación rica en grasas.

Cómo dejar de consumir el combustible para el cáncer

Si lleva una alimentación rica en grasas, en especial si consume aceites vegetales, su cuerpo ya está creando las condiciones que ayudan a que el cáncer se propague. Pero no se trata solo de la grasa. Se trata del tipo de grasa, la proporción de carbohidratos y grasas y cómo esas alteran la sangre y los tejidos. Pero, no todas son malas noticias. Es fácil detener esta cascada y se puede hacer en muy poco tiempo.

El estudio demostró que en solo una semana de cambio de alimentación, la actividad plaquetaria dañina y la acumulación de fibronectina disminuyeron de forma significativa. Esto significa que lo que come en el presente influye en su riesgo futuro. Si ha sufrido cáncer de mama, tiene antecedentes familiares del mismo o solo quiere reducir su riesgo, le recomiendo que siga estos cinco pasos.

1. Cambie su equilibrio de macronutrientes para que consuma más carbohidratos y menos grasas: una alimentación rica en grasas, definida en el estudio como un 60 % de las calorías diarias provenientes de grasas, altera la forma en que el cuerpo quema la glucosa y, en cambio, lo obliga a depender de la grasa para obtener energía. Ese desequilibrio favorece que el cáncer se propague.

Mi recomendación es que las grasas que consuma constituyan entre el 30 % y el 40 % de sus calorías diarias. Esto significa que debe priorizar los carbohidratos saludables y digeribles, como frutas enteras, tubérculos cocidos, arroz blanco y pequeñas cantidades de granos enteros, siempre que su intestino esté saludable y pueda tolerarlos.

2. Elimine los aceites vegetales de su alimentación: el verdadero problema no es solo la grasa. Un factor muy perjudicial es el ácido linoleico (AL), que es una grasa poliinsaturada que se encuentra en los aceites vegetales y en casi todos los alimentos procesados y de restaurantes. Un consumo elevado de AL altera la función mitocondrial, debilita el sistema inmunológico y desencadena factores de coagulación que contribuyen de forma directa a la propagación del cáncer. El objetivo es que su consumo total de AL sea inferior a 5 gramos por día, e incluso, sería mucho mejor que no superara los 2 gramos.

Con este propósito, evite el aceite de canola, maíz, soya, cártamo, girasol y semilla de uva. En su lugar, utilice ghee, sebo o mantequilla de animales alimentados con pastura. Incluso el aceite de oliva y de aguacate se deben utilizar con moderación, ya que a menudo se mezclan con aceites vegetales más económicos y contienen cantidades elevadas de grasa monoinsaturada, que causa un estrés mitocondrial similar.

3. Lleve un registro de los alimentos que come y de lo que contienen: quizás esté comiendo más AL de lo que cree. Utilice una aplicación de seguimiento nutricional e ingrese sus alimentos diarios. Luego identifique los gramos de AL. Esa es su línea base. A partir de ello, reduzca los alimentos con alto contenido de AL y cámbielos por opciones con mejores perfiles de grasa. Por ejemplo, en lugar de saltear verduras en aceite de canola, cocínelas con ghee. En lugar de aderezo para ensaladas de la tienda, use jugo de limón y mantequilla de animales alimentados con pastura.

4. Tome en serio la inflamación: la investigación demostró que el tejido graso en ratones con obesidad liberó niveles altos de una poderosa sustancia química inflamatoria que desencadenó la acumulación de fibronectina en las plaquetas. Esto significa que el exceso de grasa corporal favorece el ambiente para que el cáncer se propague.

Si tiene exceso de peso, en especial alrededor de la cintura, concéntrese en realizar movimientos suaves, como caminar, aumentar su consumo de carbohidratos de fuentes saludables y reducir los desencadenantes de inflamación. No se trata de realizar dietas extremas. Se trata de restablecer el equilibrio en su metabolismo para que su cuerpo funcione de manera óptima.

Sus manos no están atadas. No está atrapado en la biología que creó su última comida. Su cuerpo reacciona de manera rápida y decisiva ante cada cambio que realiza. Cuanto antes empiece, más rápido apagará el interruptor que le dice al cáncer que puede propagarse.

Preguntas frecuentes sobre la alimentación rica en grasas y cómo influye en el cáncer

P: ¿Cómo una alimentación rica en grasas aumenta el riesgo de que el cáncer se propague?

R: Una alimentación rica en grasas desencadena diversos cambios en el cuerpo que favorecen la propagación del cáncer. Activa las plaquetas sanguíneas, aumenta la permeabilidad vascular en los pulmones y eleva los niveles de fibronectina, una proteína adhesiva que ayuda a las células cancerosas a adherirse a los vasos sanguíneos y formar nuevos tumores. Estos cambios facilitan que las células cancerosas sobrevivan y se propaguen por todo el cuerpo.

P: ¿Qué rol ejercen las plaquetas en la progresión del cáncer?

R: Las plaquetas, que suelen ayudar a la coagulación de la sangre después de una lesión, se vuelven hiperactivas con una alimentación rica en grasas. Comienzan a adherirse a las células cancerosas y a las paredes de los vasos sanguíneos, lo que protege a las células tumorales del ataque inmunológico y crea zonas donde prosperan. Esta interacción permite que las células cancerosas se adhieran, migren a través de las paredes de los vasos sanguíneos y se instalen en nuevos tejidos.

P: ¿Cambiar su alimentación puede marcar una diferencia?

R: Sí. El estudio reveló que los ratones que cambiaron de una alimentación rica en grasas a una normal, en solo siete días, presentaron una actividad plaquetaria y una acumulación de fibronectina mucho menores. Este cambio rápido en la alimentación también redujo la cantidad de células cancerosas que se asentaron en sus pulmones, lo que demuestra que el cuerpo comienza a sanar casi de inmediato cuando se elimina el factor desencadenante de la alimentación.

P: ¿Por qué los aceites vegetales son dañinos en lo que respecta a la propagación del cáncer?

R: Los aceites vegetales como el de soya, maíz, cártamo, girasol y canola tienen un alto contenido de AL, una grasa poliinsaturada que altera la función mitocondrial, impulsa la inflamación y desencadena respuestas de coagulación anormales. El consumo elevado de AL se acumula en los tejidos con el tiempo, lo que hace que el entorno interno sea más favorable para que el cáncer crezca y se propague.

P: ¿Cuáles son las medidas más efectivas que puedo tomar para reducir mi riesgo en este momento?

R: Comience por reducir su consumo total de grasas al 30 % o 40 % de las calorías diarias, elimine los aceites vegetales y aumente su consumo de carbohidratos saludables y digeribles como frutas, arroz blanco y tubérculos. Utilice un registro nutricional para monitorear su consumo de ácido linoleico y procure que no supere los 5 gramos al día, o si se puede, que sea menos de 2. Los cambios, incluso a corto plazo, tienen un impacto medible en los procesos biológicos que favorecen la metástasis.


🔎Fuentes y Referencias: