📝HISTORIA EN BREVE

  • Muchos diagnósticos de infecciones urinarias son inexactos, lo que provoca prescripciones innecesarias de antibióticos, que contribuyen a la resistencia a los antibióticos y aumenta los costos de atención médica
  • El diagnóstico erróneo es muy frecuente en salas de emergencia, donde los pacientes con síntomas no específicos pueden recibir un tratamiento inadecuado para las infecciones urinarias
  • Los cambios en el estado mental se suelen atribuir de forma errónea a las infecciones urinarias, lo que da lugar a un tratamiento inadecuado y promueve aún más la prescripción excesiva de antibióticos
  • Muchas infecciones urinarias son causadas por bacterias E. coli que proceden de fuentes de alimentos contaminados, como gallinas criadas en operaciones concentradas de alimentación animal (CAFOs, por sus siglas en inglés)
  • Las estrategias naturales como evitar la carne de CAFO, usar azul de metileno, consumir arándanos y mejorar la higiene ayudan a prevenir las infecciones urinarias

🩺Por el Dr. Mercola

Las infecciones del tracto urinario (ITU) son una de las infecciones más comunes que se diagnostican en entornos ambulatorios y afectan a millones de mujeres cada año. Una infección urinaria ocurre cuando las bacterias ingresan al sistema urinario, lo que causa síntomas como necesidad frecuente de orinar, sensación de ardor al orinar, orina turbia y dolor pélvico. Si no se tratan, las infecciones urinarias suelen derivar en afecciones más graves, como infecciones renales, que generan daño renal permanente o sepsis.

En los últimos años, la prescripción excesiva de antibióticos para las infecciones urinarias se convirtió en una gran preocupación. Según un estudio publicado en JAMA Network Open, los antibióticos para las infecciones urinarias representan alrededor del 15 % de todas las recetas médicas en Estados Unidos.1

Además, datos del Sistema de Salud Militar de Estados Unidos demostraron que la tasa general de concordancia de las pautas para tratar las infecciones urinarias no complicadas era elevada (91 %), y se recomendaron los antibióticos como primer tratamiento. Pero aún existe una variación sustancial entre las diferentes especialidades médicas en cuanto a cómo tratan las infecciones urinarias.2 A menudo se recetan antibióticos incluso cuando no son necesarios, lo que contribuye al problema creciente de la resistencia a los antibióticos.

Los riesgos del uso innecesario de antibióticos

La prescripción excesiva de antibióticos no sólo fomenta el desarrollo de bacterias resistentes, sino que también aumenta los costos de la atención médica y expone a los pacientes a efectos secundarios sin que haya beneficios tangibles.3 El estudio JAMA Network Open destacó que especialidades como urología y obstetricia y ginecología tuvieron menores tasas de prescripción conforme a las directrices.4

Esta variación contrasta con las mayores tasas de concordancia que se observaron en la medicina interna, medicina familiar, cirugía y medicina de emergencia, lo que destaca la complejidad de las prácticas de recetar antibióticos en diferentes entornos de atención médica.

Por ejemplo, aunque la obstetricia, la ginecología y la urología tuvieron menores tasas de adhesión a las pautas de la Sociedad Americana de Enfermedades Infecciosas (IDSA, por sus siglas en inglés) para tratar las infecciones urinarias, tuvieron menores tasas de sobretratamiento con antibióticos en comparación con otras especialidades. Mientras tanto, la medicina de emergencia y la medicina familiar tuvieron una tasa 5.9 % mayor de sobretratamiento con antibióticos para infecciones urinarias no complicadas.5

Es importante abordar el uso excesivo de antibióticos para las infecciones urinarias con el fin de promover opciones de tratamiento efectivas y salvaguardar la salud pública. La resistencia a los antibióticos es una gran amenaza, por lo que es imperativo que los médicos cumplan con exactitud las pautas establecidas para diagnosticar y tratar las infecciones urinarias.

Una mejor gestión diagnóstica, junto con programas específicos de gestión de antibióticos, pueden reducir la brecha entre las prácticas de prescripción actuales y los protocolos de tratamiento óptimos, lo que reduce en última instancia la incidencia de la resistencia a los antibióticos y mejora los resultados de los pacientes.

Las infecciones urinarias son una preocupación común, sobre todo entre las mujeres, pero diagnosticarlas con precisión es complicado. Muchos diagnósticos se basan en síntomas como micción frecuente o sensación de ardor, aunque no siempre se presentan.

Los tratamientos convencionales a menudo implican antibióticos y la prescripción excesiva es muy común, lo que genera resistencia a los antibióticos, que es una situación en la que las bacterias evolucionan para resistir estos medicamentos, lo que hace que las infecciones sean más difíciles de tratar. Esta resistencia es un problema creciente, ya que limita la efectividad de los antibióticos, lo que deja menos opciones de tratamiento. Existen varios factores que contribuyen al desarrollo de las infecciones del tracto urinario.

Cerca del 80 % al 90 % de los casos de ITUs se relacionan con la bacteria E. coli, que entra al tracto urinario de varias maneras, como a través de las propias heces o durante las relaciones sexuales.6 Las mujeres son más susceptibles debido a que su uretra es más corta, lo que permite que las bacterias accedan más rápido a la vejiga.

Otros factores de riesgo incluyen la deshidratación, retener la orina por demasiado tiempo y ciertas afecciones médicas como la diabetes, que afecta la habilidad del sistema inmunológico para combatir infecciones. Además, las mujeres posmenopáusicas presentan cambios que aumentan la susceptibilidad, y el riesgo de infecciones urinarias aumenta con la edad, en particular después de los 60 años.7

Un estudio demuestra la prescripción excesiva de antibióticos para las infecciones urinarias

Un estudio publicado en Neurourology and Urodynamics investigó el grado de sobrediagnóstico y el sobretratamiento de las infecciones urinarias. Los investigadores analizaron 909 registros de pacientes de un gran centro médico con el fin de determinar con qué frecuencia se recetaron antibióticos sin cumplir los criterios de diagnóstico necesarios para las infecciones urinarias.8

La población del estudio fue en su mayoría femenina, y representó el 85 % de los participantes con una edad promedio de 57 años. Este grupo demográfico es muy relevante, ya que las mujeres son más propensas a sufrir infecciones urinarias debido a diferencias anatómicas. Los hallazgos fueron preocupantes: un número significativo de diagnósticos de infecciones urinarias eran inexactos, lo que condujo a prescripciones innecesarias de antibióticos.

En concreto, la investigación reveló que el 75 % de los pacientes diagnosticados con una infección urinaria no cubrieron los criterios clínicos para el diagnóstico de infección urinaria según la revisión manual de historias clínicas.9

Cuando se analizaron más a fondo los datos, el estudio descubrió que el 64 % de los pacientes fueron tratados con antibióticos, aunque solo el 28 % presentó síntomas consistentes con las pautas de diagnóstico de ITU.10 Esto indica una gran brecha entre los síntomas reales y el tratamiento que se administra.

Además, en los servicios de urgencias, el 95 % de los pacientes diagnosticados con una infección urinaria recibieron antibióticos, en comparación con apenas el 55 % en los servicios ambulatorios.11 Este gran contraste resalta la propensión a la prescripción excesiva en entornos de atención más urgente.

Por interesante que parezca, el estudio también señaló que el 95 % de los pacientes en urgencias fueron tratados con antibióticos a pesar de no presentar síntomas urinarios, mientras que solo el 27 % de los pacientes ambulatorios recibieron antibióticos sin dichos síntomas.12 Esto sugiere que la presión para actuar con rapidez en las salas de emergencia conduce a un uso más agresivo de antibióticos, sin importar si está justificado por la medicina.

Además, las personas que acudieron a urgencias con síntomas no específicos, como cambios en el estado mental, tuvieron mayor probabilidad de ser diagnosticados con una infección urinaria.13

Estudios anteriores también demostraron que, entre las personas diagnosticadas con una infección urinaria en la sala de emergencias, solo el 32 % de los adultos y apenas un 17 % de los adultos mayores presentaron síntomas urinarios.14 Además, los pacientes que recibieron un mal tratamiento con antibióticos para las infecciones urinarias experimentaron peores resultados de salud.15 El sobrediagnóstico y el sobretratamiento no solo no abordan los problemas subyacentes, sino que también generan mayores costos de atención médica y causan una mayor carga social debido al uso innecesario de antibióticos.

En urgencias, la relación entre los cambios en el estado mental y el diagnóstico de ITU fue en particular evidente. Todos los pacientes que presentaron cambios en el estado mental en urgencias fueron tratados con antibióticos, aunque solo un porcentaje pequeño presentó síntomas urinarios.16 Esto destaca la necesidad de prácticas de diagnóstico más precisas para garantizar que los antibióticos se receten sólo cuando sean necesarios.

La investigación también destacó que más de la mitad de los cultivos de orina realizados en salas de emergencia y en clínicas ambulatorias fueron negativos, lo que indica que muchos pacientes en realidad no tenían una infección urinaria.17 Esta tasa elevada de cultivos negativos refuerza aún más la conclusión de que se recetan antibióticos en exceso en casos en que no se necesitan.

Además, el estudio encontró que sólo el 34 % de los antibióticos recetados fueron tratamientos de primera línea, lo que sugiere que no solo se recetan en exceso, sino que la elección del antibiótico a menudo no es la óptima.18 Esto contribuye aún más al desarrollo de bacterias resistentes a los antibióticos, lo que hace que las infecciones futuras sean más difíciles de tratar.

Pasos para abordar las causas fundamentales de las ITU

La prescripción excesiva de antibióticos para las infecciones urinarias se debe a diagnósticos erróneos y estrategias de tratamiento inefectivas, mientras que factores ambientales como la carne contaminada que proviene de operaciones concentradas de alimentación animal (CAFOs, por sus siglas en inglés) y prácticas agrícolas industriales contribuyen a aumentar las tasas de infecciones urinarias. La prescripción excesiva de antibióticos promueve la aparición de bacterias resistentes a los medicamentos, lo que agrava el problema.

Para abordar con efectividad las causas fundamentales de las infecciones urinarias y disminuir el uso innecesario de antibióticos, implemente las siguientes estrategias:

1. Elija fuentes de proteínas limpias y evite el pollo de CAFO: la E. coli que causa las infecciones urinarias se introduce en su cuerpo a partir de los alimentos que consume, incluyendo el pollo de CAFO, así como la carne de cerdo y de res de CAFO. Elimine de su alimentación las carnes de granjas industriales, incluyendo el pollo, para reducir la exposición a cepas de ITU resistentes a los antibióticos. En lugar de ello, elija carne de res de animales alimentados con pastura y otras fuentes de proteínas limpias.

Aunque no recomiendo comer pollo debido a la gran cantidad de ácido linoleico (AL) que suele contener, si lo hace, elija opciones orgánicas y criados en pastura para reducir el riesgo de contaminación. Lo ideal es que cualquier tipo de carne que consuma provenga de una granja local que utilice prácticas regenerativas.

2. Mejore sus prácticas de higiene integrales: mantenga una buena hidratación y beba abundante agua filtrada durante el día para eliminar las bacterias del tracto urinario. Después de usar el baño, límpiese siempre de adelante hacia atrás para evitar transferir bacterias. Utilice un bidé para una limpieza genital profunda y báñese en la regadera en lugar de la tina. Además, asegúrese de limpiar de forma meticulosa las zonas genitales antes de las actividades íntimas para minimizar los riesgos de infección.

3. Apoye las defensas naturales con azul de metileno y arándanos rojos: incorpore azul de metileno de grado farmacéutico en su régimen de salud, según lo prescrito por un médico. El azul de metileno mejora la producción de energía de las células y es un agente muy efectivo contra las infecciones urinarias.

Se excreta por los riñones y hacia la vejiga, donde alcanza concentraciones muy elevadas y se convierte en un estrés oxidativo potente que mata cualquier patógeno presente, sin alterar el microbioma como lo hacen los antibióticos. Complemente esto con el consumo de arándanos para evitar que las bacterias se adhieran a su tracto urinario.

4. Promueva la producción de energía de las células a través de la exposición al sol y elecciones de estilo de vida: para reducir su consumo de AL, deje de consumir alimentos procesados ​y expóngase con regularidad al sol para aumentar la producción de energía de las células, lo cual es importante para la función inmunológica. Evite la luz solar durante las horas de luz más intensa (de 10 a.m. a 4 p.m.) hasta que elimine los aceites de semillas de su alimentación durante seis meses. Esto se debe a que el AL se oxida con facilidad cuando se expone a la luz ultravioleta.

Cuando los rayos UV interactúan con la piel que contiene estos aceites, provocan su descomposición, lo que causa inflamación y daño al ADN. A medida que su cuerpo se desintoxica de los aceites de semillas acumulados, aumente de forma gradual el tiempo que pasa bajo el sol. Además, utilice prácticas de conexión a tierra, como pasar tiempo en el océano, para aliviar el estrés reductivo y mejorar la energía de las células y la resiliencia contra las infecciones.

Cuando aborda las causas fundamentales de las infecciones urinarias y adopta estrategias naturales, reduce su dependencia de los antibióticos y protege su salud. Priorice las fuentes de proteínas limpias, mejore sus prácticas de higiene y apoye las defensas naturales de su cuerpo. Recuerde, las decisiones informadas y las medidas proactivas le permiten tomar el control de su salud.