HISTORIA EN BREVE

  • Se han identificado docenas de condiciones de salud influenciadas por los microbios intestinales, incluida la obesidad, la depresión, el síndrome de fatiga crónica, el párkinson, las alergias y el cáncer
  • Investigaciones recientes demuestran que los microbios intestinales controlan las respuestas inmunitarias antitumorales en el hígado y que los antibióticos pueden alterar la composición de las células inmunitarias en el hígado, lo que desencadena el crecimiento del tumor
  • Ciertas bacterias intestinales promueven la inflamación, que es un factor subyacente en prácticamente todos los tipos de cáncer, mientras que otras la combaten. También se ha descubierto que ciertos tipos de cáncer tienen fundamentos infecciosos
  • Fomentar un microbioma intestinal saludable podría ser un verdadero cambio de juego en la lucha contra el cáncer, ya que la presencia de ciertas bacterias intestinales parece impulsar la respuesta del paciente a los medicamentos contra el cáncer

Por el Dr. Mercola

En los últimos años, cada vez es más evidente que la composición de las bacterias intestinales desempeña un rol crucial en la salud y prevención de enfermedades. Su microbioma intestinal influye en la función de diversos órganos internos, como la piel, pulmones, senos e hígado.1

Por ejemplo, las investigaciones realizadas por el Instituto Nacional de Salud demuestran que las bacterias intestinales controlan la respuesta inmunológica antitumoral en el hígado, y que los antibióticos, al destruir las bacterias intestinales beneficiosas, podrían alterar la composición de las células inmunológicas en el hígado y desencadenar el desarrollo de tumores.

Aparte del cáncer, decenas de diferentes padecimientos se han vinculado con la influencia de las bacterias intestinales, como la obesidad, la depresión, el síndrome de fatiga crónica, la enfermedad de Parkinson y las alergias, solo por nombrar algunos ejemplos.3

Esto sucede porque el intestino es el lugar donde reside principalmente el sistema inmunológico.4 Si altera su microbioma intestinal, alterará automáticamente su función inmunológica, lo cual podría tener consecuencias de amplio alcance.

Como señala un artículo publicado en la revista Clinical and Experimental Immunology:5

"La labor principal del sistema gastrointestinal está respaldada por la gran cantidad de células inmunológicas que residen dentro del mismo.
De hecho, el tejido linfoide asociado con el intestino (GALT, por sus siglas en inglés) es una parte destacada del tejido linfoide asociado con la mucosa, y representa casi el 70 % de todo el sistema inmunológico; además, alrededor del 80 % de las células plasmáticas residen en GALT".

¿Cómo influye el microbioma en el riesgo de cáncer?

Los estudios previos han demostrado que ciertas bacterias intestinales disminuyen la inflamación, que es un factor subyacente en prácticamente todos los tipos de cáncer, mientras que otras bacterias la promueven. Como señaló un artículo en la revista Nature, "las bacterias se han relacionado con el inicio y desarrollo del cáncer.

Algunas de estas bacterias activan las respuestas inflamatorias y alteran las capas de mucosidad que protegen al cuerpo de los invasores externos, lo cual produce un entorno que favorece el desarrollo de tumores".

También se ha descubierto que ciertos tipos de cáncer son de origen infeccioso. Por ejemplo, la bacteria Helicobacter pylori (H. pylori) se ha relacionado con el cáncer gástrico. De hecho, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer la define como un agente cancerígeno.7

Curiosamente, la H. pylori también se ha relacionado con un menor riesgo de adenocarcinoma esofágico, lo que demuestra su complejidad y los efectos que podrían tener las bacterias en órganos específicos relacionados con su influencia cancerígena.

De forma similar, se ha demostrado que el virus de la hepatitis C tiene un rol significativo en el carcinoma hepatocelular, la infección crónica por Salmonella enterica se ha relacionado con el cáncer de vesícula biliar, mientras que la Haemophilus influenzae y Candida albicans se han identificado en tumores del tracto respiratorio inferior.

Asimismo, se ha descubierto que las bacterias intestinales influyen en la efectividad de los tratamientos anticancerígenos.

Las bacterias intestinales también influyen en la eficacia de los medicamentos anticancerígenos

Las investigaciones respaldan la idea de que enfocarse en el microbioma intestinal podría significar un cambio radical en la lucha contra el cáncer, ya que al parecer la presencia de ciertas bacterias intestinales aumenta la respuesta del paciente a los medicamentos anticancerígenos.

Se han iniciado varios ensayos clínicos para saber si los resultados pueden mejorar simplemente al manipular el microbioma intestinal del paciente.

Una de las maneras en que las bacterias intestinales mejoran la efectividad del tratamiento anticancerígeno es al activar su sistema inmunológico y permitir que funcione de forma más eficiente.

Los investigadores han descubierto que cuando estas bacterias específicas están ausentes, es posible que el medicamento anticancerígeno no funcione en lo absoluto.8 Tal como el caso de la ciclofosfamida, un medicamento para la quimioterapia.

Parte del mecanismo que le permite a la ciclofosfamida funcionar es que daña el revestimiento intestinal, lo cual permite que las bacterias viajen hacia el bazo y ganglios linfáticos, donde luego activan las células inmunológicas necesarias para combatir el cáncer.

Como probablemente ya sabe, su sistema inmunológico es su primera línea de defensa contra las enfermedades, incluyendo al cáncer, y cuando funciona de forma adecuada, las células cancerígenas son eliminadas antes de que puedan convertirse en tumores.

La inmunoterapia es ineficaz cuando ciertas bacterias no están presentes

Los investigadores también han explorado la influencia de las bacterias intestinales en las respuestas de los pacientes con cáncer hacia los inhibidores de los puntos de control; un tipo de medicamentos de inmunoterapia que activan al sistema inmunológico para atacar las células cancerígenas.

Sin embargo, este tratamiento tiene una tasa de éxito bastante baja. Solo del 20 al 40 % de los pacientes responden al tratamiento, y los investigadores empezaron a sospechar que el microbioma intestinal podría ser la clave del éxito o fracaso.

De hecho, como informó Nature, un estudio realizado en 2015 encontró que, si bien los ratones sin bacterias no respondían al tratamiento con inhibidores de los puntos de control, los ratones que recibieron Bacteroides fragilis reaccionaron mucho mejor.9

Otros investigadores han tenido descubrimientos similares que demuestran que el Bifidobacterium mejora la efectividad de la inmunoterapia contra el cáncer en animales de laboratorio, una vez más al desencadenar una respuesta más robusta por parte de células inmunológicas específicas contra el cáncer.

Como era de esperarse, se ha encontrado que el tratamiento con antibióticos agrava la respuesta a la inmunoterapia, probablemente porque los antibióticos destruyen indiscriminadamente a todas las bacterias intestinales, desechando de su cuerpo muchos auxiliares inmunológicos muy importantes.

Es esencial señalar que incluso las terapias anticancerígenas que no dependen de activar la respuesta inmunológica normalmente fracasan a menos que estén presentes las bacterias intestinales apropiadas.10

Por ejemplo, ciertos agentes de quimioterapia dependen de las bacterias intestinales para erradicar directamente los tumores. En otros casos, la influencia de las bacterias en el cáncer está relacionada con su capacidad para influir en la expresión genética y alterar la estabilidad de los genes.

Su intestino es su segundo cerebro

Su tracto gastrointestinal, además de albergar la mayor parte del sistema inmunológico, también se ha considerado como el segundo cerebro.11 Tiene dos sistemas nerviosos, el sistema nervioso central, compuesto por su cerebro y médula espinal, y el sistema nervioso entérico, que es el sistema nervioso intrínseco de su tracto gastrointestinal.

Ambos son creados con tejido idéntico durante el desarrollo fetal. Una parte se convierte en su sistema nervioso central, mientras que la otra se convierte en su sistema nervioso entérico. Estos dos sistemas se conectan por medio del nervio vago, el décimo nervio craneal que va desde el tronco cerebral hasta el abdomen.

Ahora, se ha establecido por completo que el nervio vago es la vía principal que utilizan las bacterias intestinales para transmitir información al cerebro, y la investigación confirma que la composición del microbioma intestinal podría influir de forma significativa en su salud y bienestar psicológico, ya que afecta tanto en su estado de ánimo general, como en un riesgo más alto de disfunción en su salud mental.

De acuerdo con un artículo publicado en la revista Biological Psychiatry, la conexión entre la salud mental e intestinal es tan fuerte que los autores sugieren que incluso los problemas de salud mental que son graves y crónicos, incluyendo al trastorno de estrés postraumático, podrían solucionarse al utilizar ciertos probióticos.12

Dos cepas bacterianas que demostraron tener un efecto relajante, en parte, al moderar las hormonas del estrés, son el Lactobacillus helveticus y Bifdobacterium longum.

De acuerdo con los autores:

"Como probióticos, estas bacterias son capaces de producir y suministrar sustancias neuroactivas, tales como el ácido gamma-aminobutírico (GABA) y la serotonina, que actúan sobre el eje cerebro-intestinal.
La evaluación preclínica en roedores sugiere que ciertos psicobióticos poseen actividad antidepresiva o ansiolítica. Los efectos podrían ser mediados por el nervio vago, médula espinal o sistemas neuroendocrinos".

Por medio de imágenes de resonancia magnética, el Dr. Emeran Mayer, profesor de medicina y psiquiatría en la Universidad de California, ha comparado la estructura física del cerebro de miles de voluntarios en búsqueda de conexiones entre la estructura cerebral y los tipos de bacterias que se encuentran en sus intestinos.

Descubrió algunas diferencias interesantes en la forma en que ciertas regiones cerebrales están conectadas, en función de la especie dominante de bacterias intestinales. Según informó la cadena radial NPR:

"Eso sugiere que la mezcla específica de bacterias en nuestros intestinos podría ayudar a determinar qué tipo de cerebro tenemos, cómo se desarrollan y cómo están conectados nuestros circuitos cerebrales".

El vínculo cardíaco-intestinal

De igual manera, el intestino también influye en la salud cardíaca, y las investigaciones sugieren que el riesgo de ataque cardíaco y derrame cerebral podría predecirse por la presencia o ausencia de ciertas bacterias intestinales.

El estudio, publicado en la revista Atherosclerosis, encontró que los pacientes con cantidades inexplicablemente altas de placa arterial, en función de su edad y factores de riesgo de aterosclerosis, tenían niveles más elevados de N-óxido de timetilamina (TMAO), sulfato de p-cresilo, p-cresilo glucurónido y fenilacetilglutamina, que son metabolitos producidos por ciertas bacterias intestinales, mientras que aquellos con cantidades inesperadamente bajas de placa, a pesar de tener los típicos factores de riesgo, presentaban niveles más bajos.14

De acuerdo con los autores, estas diferencias no pueden explicarse por la función renal o mala alimentación. Sin embargo, hubo una diferencia en el microbioma intestinal entre los grupos.

Sus descubrimientos sustentan firmemente la idea de que el microbioma intestinal desempeña un rol significativo en el riesgo de aterosclerosis, y que repoblar el microbioma intestinal con bacterias beneficiosas podría otorgar una protección significativa contra los ataques cardíacos, derrames cerebrales y muerte.

Las investigaciones previas han demostrado que los altos niveles de TMAO están relacionados con un mayor riesgo de ataques cardíacos y derrames cerebrales, así como muerte prematura entre las personas con enfermedad arterial coronaria estable.15

En un análisis, los niveles elevados de TMAO en la sangre elevaron cuatro veces el riesgo de morir por cualquier causa en los siguientes cinco años.16Según los autores, medir los niveles sanguíneos de TMAO podría ser una poderosa herramienta predictiva para evaluar los riesgos cardiovasculares, además de otros indicadores como la glucosa y triglicéridos.

Igualmente, recomiendan llevar una alimentación alta en fibra y alimentos vegetales como una medida preventiva de estilo de vida, ya que eso ayudaría a reducir la producción de TMAO y, con ello, a disminuir la formación de placa.

De igual manera, los probióticos (bacterias saludables) han demostrado mejorar la hipertensión, al activar la comunicación entre el intestino y las áreas cerebrales que influyen en la presión sanguínea, mientras que la hipertensión (presión arterial alta) representa otro factor de riesgo de ataques cardíacos y derrames cerebrales.17,18,19,20

Cómo optimizar su salud intestinal

Enseguida se encuentran algunas de las medidas esenciales en la alimentación que le ayudarán a nutrir su microbioma intestinal y protegerle contra un sin número de enfermedades crónicas:

Elimine los azúcares y alimentos procesados. El azúcar nutre a las bacterias que influyen de forma negativa en su salud.

Implemente una dieta cetogénica cíclica. Si bien al principio la cetosis nutricional mejora su microbioma intestinal, gracias a que elimina el exceso de azúcares, a largo plazo, hacer una cetosis continua podría ser problemático.

Para optimizar su salud intestinal, asegúrese de consumir muchos vegetales altos en fibra (consulte la siguiente sección) e implemente una dieta cetogénica cíclica, en la cual una o dos veces por semana aumente la cantidad de carbohidratos netos (carbohidratos totales sin fibra).

Consuma muchos alimentos/prebióticos altos en fibra. Existen dos tipos principales de fibra dietética: soluble e insoluble. Lo ideal es consumir ambos de forma regular. La fibra soluble, que se encuentra en los pepinos, moras azules, frijoles y frutos secos, adquiere una textura similar a un gel, lo que ayuda a ralentizar la digestión.

La fibra insoluble, que se encuentra en alimentos como verduras de hoja verde oscuro, ejotes, apio y zanahorias, no se disuelve y se mantiene básicamente intacta conforme se mueve por el colon. Al agregarle volumen a la materia fecal, ayuda a que los alimentos se muevan por el tracto digestivo más rápidamente para tener eliminaciones saludables.

Por lo regular, los prebióticos se encuentran en los alimentos altos en fibra, lo cual es idóneo porque las bacterias intestinales beneficiosas se desarrollan con fibra indigerible. La inulina es un tipo de fibra hidrosoluble que se encuentra en los espárragos, ajo, puerros y cebollas, la cual ayuda a nutrir a las bacterias intestinales beneficiosas.

Incluya almidones resistentes a la digestión. Estos se encuentran en las papas cocidas y refrigeradas, semillas, almidón de tapioca y frutas tropicales sin madurar, como plátano, papaya y mango, son básicamente fibras dietéticas de baja viscosidad.

Al igual que la fibra insoluble, el almidón resistente a la digestión no se descompone conforme se transporta por el tracto digestivo y, por lo tanto, agrega volumen a la materia fecal. Tambien son potentes prebióticos.

Consuma regularmente alimentos cultivados y fermentados tradicionalmente. Están cargados con una amplia variedad de bacterias vivas y sanas. Algunas opciones saludables incluyen al lassi, kéfir, natto y diversos tipos de fermentaciones encurtidas de col, nabos, berenjenas, pepinos, cebollas, calabaza y zanahorias.

Considere tomar un suplemento probiótico a base de esporas. Esto es particularmente recomendable cuando empieza un tratamiento con antibióticos. Los probióticos de esporas son parte de un grupo de derivados de las bacterias llamadas bacilos. Este género tiene cientos de subespecies, entre las cuales la más importante es el Bacillus subtilis.

Básicamente, los probióticos de esporas constituyen la pared celular de las esporas del bacilo y son una herramienta primordial para incrementar el nivel de tolerancia inmunológica. Debido a que los probióticos de esporas no contienen cepas de Bacillus vivas, solo esporas, la capa protectora alrededor del ADN y su mecanismo de trabajo no son afectados por los antibióticos.

Los antibióticos destruyen indiscriminadamente a las bacterias intestinales, tanto buenas como malas, por lo que las infecciones secundarias y el deterioro de la función inmunológica son efectos secundarios típicos de los antibióticos.

Como se señaló previamente, la exposición crónica a bajas dosis de antibióticos por medio de los alimentos también afecta al microbioma intestinal, lo que podría ocasionar una enfermedad crónica y un mayor riesgo de resistencia a los medicamentos. Ya que los antibióticos no destruyen los probióticos de esporas, podrían ayudar a restablecer el microbioma intestinal.

El Dr. Dietrich Klinghardt, fundador de la Academia Klinghardt, afirma que los probióticos de esporas se han utilizado clínicamente para tratar las intolerancias alimenticias, ALS, autismo, enfermedad de Lyme, esclerosis múltiple, enfermedad de Parkinson y otras más.

Sin importar el enfoque que implemente, ya sea eliminar azúcares, incluir alimentos prebióticos, consumir alimentos fermentados, tomar probióticos de esporas o probióticos, o todo lo anterior, le invito a comenzar a optimizar sus intestinos. Un intestino saludable mejorará su estado inmunológico, le ayudará a su cuerpo a resistir enfermedades e influirá positivamente en su salud y bienestar.

Evite las carnes que provengan de granjas industriales y los desinfectantes antibacterianos

Además de saber lo que debe incluir en su alimentación y estilo de vida, de igual manera es importante conocer lo que debe evitar para proteger su microbioma. Por ejemplo, evite lo siguiente:

Antibióticos, a menos que sean absolutamente necesarios (y cuando lo haga, debe asegurarse de repoblar su intestino con alimentos fermentados y/o un suplemento probiótico de esporas o probióticos).

Carne y otros productos animales de granjas industriales, debido a que los animales criados en operaciones concentradas de alimentación animal (CAFO, por sus siglas en inglés) son alimentados de forma cotidiana con dosis bajas de antibióticos y granos transgénicos, que también se han relacionado con la destrucción del microbioma intestinal.21

Alimentos procesados, ya que consumir azúcar en exceso alimenta a las bacterias que son perjudiciales para la salud.

Agua clorada o fluorada

Productos que contienen triclosán, como jabones antibacterianos para lavar platos, toallitas, productos para la higiene y cosméticos, prendas de vestir y artículos para la cocina.

Productos químicos agrícolas, en particular el glifosato (RoundUp). Para minimizar la exposición, evite utilizar sustancias químicas en su hogar y opte por alimentos que estén certificados orgánicos o biodinámicos.