📝HISTORIA EN BREVE

  • La temperatura del agua influye en el modo en que el cuerpo absorbe y responde a los líquidos, y afecta la digestión, la circulación, la tasa de hidratación y la recuperación dependiendo de cuándo y cómo se consumen las diferentes temperaturas
  • El agua fría ayuda a enfriar el cuerpo después del ejercicio, proporciona un efecto metabólico leve y aumenta el estado de alerta, pero interfiere con la digestión y desencadena síntomas en personas sensibles
  • El agua a temperatura ambiente favorece una hidratación diaria constante, es más fácil de absorber y funciona bien durante las comidas o en caso de enfermedad, sobre todo cuando el sistema digestivo o la capacidad general de recuperación es menor
  • El agua caliente favorece el bienestar digestivo, alivia los calambres y la congestión, mejora la circulación y favorece la relajación, aunque reduce la sed y ralentiza el consumo durante el calor intenso o la actividad física
  • No existe una temperatura ideal ni una cantidad establecida de agua que todos deban tomar todos los días; las necesidades y preferencias de hidratación varían en función del clima, la alimentación, el nivel de actividad y la fisiología individual; la flexibilidad es más eficaz que las directrices rígidas

🩺Por el Dr. Mercola

El agua es el requisito más básico para la supervivencia, pero a pesar de lo importante que es para la salud general, alrededor del 75 % de las personas de Estados Unidos viven en un estado de deshidratación crónica.1 Es un déficit silencioso y diario que perjudica la concentración, la energía y el bienestar a largo plazo. Por eso no sorprende que gran parte de las recomendaciones sobre hidratación se enfoquen en la cantidad.

Sin embargo, la temperatura del agua también importa, no solo por cuestiones de comodidad o sabor, sino también por cómo el cuerpo procesa y responde a esa agua una vez que está en su interior. Es posible que ya tenga una temperatura preferida que le resulte refrescante o relajante, pero adaptar esa elección para que se ajuste a las necesidades de su cuerpo en diferentes situaciones ayuda a alcanzar objetivos de salud específicos.

¿Qué se considera agua fría, a temperatura ambiente y tibia?

La temperatura del agua que bebemos a menudo parece una cuestión de preferencia, pero hay un rango que define cada categoría. Para reconocer cómo la temperatura del agua afecta su cuerpo, debe comenzar por saber dónde se ubican sus preferencias habituales dentro de estos rangos y ser consciente de cómo los cambios sutiles afectan su comodidad y bienestar.2,3

• El agua fría se encuentra entre 41 y 60 grados F (5 a 15.5 grados C): esto incluye tanto el agua refrigerada como el agua de la llave más fría, según la temporada y la ubicación. Muchas personas asocian este rango con la sensación de frescura, sobre todo durante el esfuerzo físico o el clima cálido.

• La temperatura ambiente se encuentra entre 68 y 78 grados F (20 a 25.5 grados C): si bien este rango puede parecer amplio, refleja la variación natural en los ambientes interiores en diferentes climas y épocas del año. El agua a esta temperatura resulta neutra para la mayoría de las personas, ni estimulante ni pesada. Suele ser más fácil de beber en grandes volúmenes y se utiliza a menudo para la hidratación diaria sin demasiadas consideraciones.

• El agua tibia varía entre 100 y 130 grados F (de 37.7 a 54.4 grados C): esto está muy por debajo del punto de ebullición, pero se calienta de manera considerable al beberla. Se utiliza en infusiones, en la medicina tradicional y en rutinas destinadas a favorecer la digestión o la relajación. El agua tibia resulta relajante cuando el cuerpo está bajo estrés o malestar, y suele elegirse a primera hora de la mañana o antes de dormir.

• La percepción térmica depende del contexto: las condiciones ambientales e internas determinan cómo se experimenta la temperatura del agua. En ambientes más fríos, el agua a temperatura ambiente puede sentirse tibia mientras que en el calor tropical, puede parecer templada. La percepción del cuerpo también cambia a lo largo del día: lo que se siente fresco después de una actividad puede sentirse demasiado frío por la mañana, sobre todo al salir del sueño.

Aparte de la temperatura, la calidad del agua que bebe es igual de importante, o incluso más. Consulte: “Un nuevo peligro acecha en el agua potable que consume” para obtener más información.

¿Cuáles son los efectos fisiológicos del agua fría?

El agua fría hace más que ofrecer una sensación de frescura: interactúa con el cuerpo de maneras que influyen en la regulación de la temperatura, el estado de alerta, la digestión y el bienestar general. Sus efectos dependen no solo de la temperatura del agua, sino también de cuándo y cómo se consume.4,5

• Favorece la termorregulación después del esfuerzo: después del ejercicio, cuando el cuerpo está caliente y bajo tensión muscular, el agua fría ayuda a bajar la temperatura corporal central. Esto ayuda al cuerpo a volver a la homeostasis, reduce el estrés cardiovascular y acelera la recuperación.6

• Produce un efecto termogénico modesto: debido a que el agua fría está muy por debajo de la temperatura corporal, el cuerpo utiliza energía para calentarla a 98.6 grados F (37 grados C). Las investigaciones sugieren que el cuerpo utiliza alrededor de 5 calorías para procesar cada onza de agua helada.7 Si bien no es tan significativo como para impulsar el metabolismo por sí solo, contribuye a los cambios de energía después de la actividad.

• Aumenta el estado de alerta y la estimulación sensorial: la sensación fresca del agua fría puede mejorar la claridad mental y el estado de vigilia, sobre todo durante la fatiga o la exposición al calor. En ambientes cálidos o después del esfuerzo, fomenta el consumo más frecuente, lo que ayuda a mantener la hidratación gracias a una mejor palatabilidad.

• Sin embargo, puede interferir con la digestión cuando se consume cerca de las comidas: el agua fría ralentiza la actividad gástrica, en especial cuando las comidas son ricas en grasas. Las temperaturas más bajas hacen que las grasas se solidifiquen, lo que genera un tránsito más lento y una mayor sensación de pesadez después de las comidas. Este efecto es relevante para aquellos que experimentan una digestión lenta o comen comidas ricas en grasas.

• El agua fría provoca sensibilidad vascular o esofágica en algunas personas: para las personas propensas a las migrañas, la caída brusca de la temperatura al beber agua fría muy rápido provoca cambios vasculares relacionados con el dolor de cabeza. De manera similar, en personas con acalasia (una enfermedad que afecta el esófago), el agua fría puede empeorar las dificultades para tragar. En estos casos, la temperatura ambiente o el agua tibia suelen tolerarse mejor.8,9

• El agua demasiado fría tarda más en absorberse: esto sucede sobre todo cuando el estómago está vacío o el sistema digestivo ya está bajo tensión. Si bien esta demora es menor para la mayoría de las personas, quienes se están recuperando de una enfermedad, adaptándose a un viaje o manejando una digestión sensible pueden sentirse mejor al comenzar con agua más cercana a la temperatura corporal. Esto es aún más importante cuando es urgente rehidratarse y el consumo constante de líquidos es una prioridad.

Cómo el agua a temperatura ambiente favorece la hidratación diaria

Debido a que está cerca de su temperatura interna, el agua a temperatura ambiente se absorbe de manera eficiente. No requiere calentamiento ni enfriamiento, por lo que no hay tensión extra en la digestión ni en la circulación. Esta entrada suave hace que sea más fácil mantenerse hidratado durante todo el día.10,11

• La digestión responde bien al agua a temperatura ambiente: el agua a temperatura ambiente favorece el movimiento regular a través del intestino. Ayuda a mantener la relajación, lo que favorece la actividad enzimática y la absorción de nutrientes, sobre todo alrededor de las comidas o justo después de despertarse, cuando el cuerpo está pasando de un estado de ayuno y restauración a una digestión y movimiento activos.

• Es útil durante períodos de sensibilidad física o menor resiliencia: el agua a temperatura ambiente evita provocar náuseas, calambres o hinchazón, lo que la convierte en una mejor opción en momentos en los que el cuerpo ya está trabajando para mantener el equilibrio, como cuando está cansado, enfermo o tiene un estómago sensible. Es por eso que a menudo se recomienda en entornos clínicos o de recuperación.

• Ayuda a rehidratar más rápido que el agua fría: el agua a temperatura ambiente se absorbe más rápido que el agua fría, en especial cuando está deshidratado. Debido a que se siente más neutral en la boca y la garganta, también fomenta sorbos más grandes y un consumo más constante, lo que es de ayuda para mantenerse hidratado sin resistencia.

• Sin embargo, hay ocasiones en las que el agua a temperatura ambiente puede resultar menos satisfactoria: durante períodos de calor intenso o después de una actividad extenuante, es posible que no enfríe el cuerpo tan rápido como para brindar alivio. En estos casos, alternar con sorbos de agua más fría ayuda a mantener un consumo constante.

El agua tibia (o caliente) y sus efectos calmantes en el cuerpo

El agua tibia se ha utilizado desde hace mucho tiempo en prácticas que enfatizan la regulación interna y la mejora de la digestión. A menudo es la primera recomendación cuando el objetivo es aliviar el malestar o favorecer la recuperación y, para muchas personas, proporciona una sensación de calma que el agua más fría no evoca.12,13,14

• Promueve la relajación en el tracto digestivo: el calor fomenta la relajación en los músculos lisos del tracto gastrointestinal, lo que alivia los calambres, reduce la presión y ayuda a restablecer la comodidad después de las comidas o durante períodos de tensión digestiva.

• Estimula con suavidad el movimiento intestinal y la regularidad: cuando se consume por la mañana o con el estómago vacío, el agua tibia ayuda a desencadenar el impulso natural del cuerpo de eliminar desechos. El calor leve actúa como una señal para la circulación y el movimiento, sin crear las respuestas fisiológicas abruptas que a veces causan los fluidos más fríos.

• Ayuda a aliviar las molestias respiratorias durante una enfermedad: cuando está congestionado o tiene dolor de garganta, el vapor y el calor del agua tibia ayudan a diluir el moco y aliviar la irritación. Esto hace que sea más fácil respirar, reduce la necesidad de toser y promueve el bienestar general durante la enfermedad.

• Mejora la circulación: la circulación tiende a mejorar con el consumo de líquidos tibios, ya que el calor estimula los vasos sanguíneos a dilatarse un poco, lo que aumenta el flujo de oxígeno y nutrientes por todo el cuerpo. Esto es útil durante las estaciones más frías, los períodos de fatiga o en las primeras horas del día, cuando el cuerpo está saliendo del sueño. Una mejor circulación también reduce la sensación de rigidez o lentitud, sobre todo cuando se combina con movimiento o estiramientos suaves.

• Hay situaciones en las que el agua tibia o caliente puede ser menos apropiada: durante el calor intenso o la actividad física, reduce la sensación de sed y ralentiza el consumo general de agua. Esto se vuelve preocupante cuando la pérdida de líquido es alta y necesita recuperarse de manera eficiente. En estos casos, depender solo de agua tibia no le permitirá cubrir sus necesidades de hidratación.

• También es importante permanecer dentro de un rango de temperatura seguro: el agua a más de 160 grados F (71 grados C) representa un riesgo de quemar la boca, el esófago o el revestimiento del estómago. Si bien la mayoría de las personas evitan los líquidos que se sienten demasiado calientes, existe una variación en la sensibilidad, sobre todo entre niños o adultos mayores. Es mejor consumir el agua tibia poco a poco y con cuidado.

¿Cuánta agua necesita beber al día?

La idea de que cada persona necesita beber ocho vasos de agua al día se ha convertido en una de las recomendaciones más repetidas en materia de salud. Sin embargo, aunque puede servir como una guía práctica, no refleja cómo funciona la hidratación en realidad. Las necesidades de líquidos son dinámicas y reactivas, no fijas. Para comprender cómo funciona la hidratación es necesario comenzar a reconocer los sistemas de regulación integrados en el cuerpo y la amplia gama de factores que determinan los requerimientos diarios.

• La regla “8x8” está desactualizada y no cuenta con respaldo científico: quizá surgió de una recomendación de hace décadas que se malinterpretó o se sacó de contexto. Como lo han demostrado múltiples revisiones, incluyendo el trabajo de investigadores como el Dr. Heinz Valtin y expertos en salud independientes, no existe evidencia científica sólida de que se requiera esta cantidad exacta para individuos sanos en condiciones típicas.15

• La sed no es una señal de advertencia de etapa tardía: es un mecanismo fisiológico muy sensible que se activa mucho antes de que el cuerpo corra el riesgo de sufrir una deshidratación grave. Confiar en las señales de la sed es un reflejo más preciso de lo que su cuerpo necesita en cualquier momento determinado. Sus señales internas están sintonizadas para responder a los cambios de fluidos con un alto grado de precisión.16

• La hidratación no depende solo del agua: los alimentos, sobre todo las frutas, los vegetales y otras bebidas, contribuyen al consumo total de líquidos. Lo mismo ocurre con los tés, caldos y jugos de frutas cuando se consumen de forma adecuada. El equilibrio electrolítico, sobre todo entre sodio, potasio y magnesio, juega un papel central en cómo el agua entra y sale de las células.

Sin esos minerales, beber grandes cantidades de agua pura en realidad interfiere con la hidratación. Consulte: “Una nueva forma de entender la hidratación diaria” para obtener más información sobre cómo equilibrar los electrolitos para mantener una salud óptima.

• La sobrehidratación imita la deficiencia de sodio y estresa el cuerpo: esto es relevante para las personas que se obligan a beber cantidades excesivas durante el día sin tener ganas. El estrés en los riñones, la dilución de electrolitos y el potencial de aumento de la actividad del sistema nervioso simpático indican la importancia de la calidad de la hidratación sobre la cantidad.

• El enfoque más útil es estar atento a las señales de su cuerpo: si le da sed, tome agua. Si está comiendo alimentos ricos en agua o se desplaza por un entorno húmedo, adáptelos según corresponda. Considere el color y la frecuencia de su orina como una guía general, pero no como una herramienta de diagnóstico estricta. Lo que más importa es que le brinde a su cuerpo acceso constante a los fluidos que puede usar, a una temperatura y en una forma que le resulte adecuada.

La misma lógica se aplica a la temperatura. No existe una elección universal entre agua fría, tibia o a temperatura ambiente. Cada una tiene una finalidad dependiendo de sus necesidades y su entorno. La mejor opción es aquella que está dispuesto a beber de forma constante y a la que su cuerpo responde con facilidad y equilibrio. Realizar ajustes en función de la experiencia conduce a una mejor hidratación con el tiempo.

Preguntas frecuentes sobre la temperatura del agua potable

P: ¿La temperatura del agua potable afecta mi hidratación?

R: Sí. Si bien toda clase de agua contribuye a la hidratación, la temperatura influye en cómo el cuerpo la absorbe y responde a ella. El agua a temperatura ambiente se absorbe más rápido, mientras que el agua fría puede resultar más apetecible durante la actividad física o el clima cálido. El agua tibia puede favorecer la digestión y la circulación durante el descanso o la recuperación.

P: ¿Qué beneficios puedo obtener al beber agua fría?

R: El agua fría ayuda a bajar la temperatura corporal central después del ejercicio, crea un pequeño impulso metabólico y aumenta el estado de alerta. A menudo se prefiere en ambientes cálidos o después de un esfuerzo físico, pero talvez no sea adecuado para personas con digestión sensible, dolores de cabeza o afecciones del esófago.

P: ¿El agua a temperatura ambiente es mejor para mi digestión?

R: El agua a temperatura ambiente tiende a ser más ligera para el estómago y favorece una digestión y absorción más fluidas. Fomenta un consumo constante, sobre todo cuando se necesita hidratación a lo largo del día o después de despertar.

P: ¿Cuál es la temperatura ideal para beber agua?

R: No existe una sola temperatura ideal. El agua fría, a temperatura ambiente y el agua tibia tienen efectos específicos, y la mejor opción depende de su nivel de actividad, estado de salud y entorno. El agua más efectiva es aquella que pueda beber sin problemas de manera constante.

P: ¿Cuánta agua debo beber cada día?

R: No existe una cantidad fija que se aplique a todos. La regla común del “8x8” no se basa en evidencia científica. Sus necesidades de líquidos varían según la alimentación, la actividad, el clima y el metabolismo. La sed es la guía más confiable, y alimentos como frutas, vegetales y sopas también contribuyen a la hidratación.