📝HISTORIA EN BREVE

  • El tabaquismo intenso introduce sustancias químicas nocivas en el cuerpo que dañan los vasos sanguíneos, sobrecargan las defensas antioxidantes y llevan al sistema inmunológico a un estado de actividad constante
  • Los análisis de sangre y las muestras de tejido de los pulmones demuestran que las personas que fuman tienen niveles más altos de estrés celular y menos herramientas naturales para reparar el daño, lo que aumenta el riesgo de sufrir enfermedades cardíacas, daño pulmonar y disfunción inmunológica
  • Quienes fuman desde hace mucho tiempo también presentan un aumento en los recuentos de glóbulos rojos y blancos, que son indicadores de estrés y bajo nivel de oxígeno, mientras que las plaquetas disminuyen, lo que incrementa el riesgo de que se formen coágulos peligrosos o problemas de sangrado
  • Los niveles de inflamación se mantienen elevados incluso después de dejar de fumar, pero una señal clave relacionada con el tabaquismo disminuye demasiado en cuanto lo deja, lo que ofrece una prueba tangible de que el proceso de recuperación inicia muy rápido
  • Para dejar de fumar con éxito y mantenerse libre del cigarro, es importante comenzar por calmar su sistema con alimentos ricos en nutrientes, actividad física diaria, herramientas para reentrenar el cerebro y un plan claro que le ayude a evitar los factores que puedan provocarle una recaída

🩺Por el Dr. Mercola

Al encender un cigarro, el cuerpo activa una emergencia biológica silenciosa. Mucho antes de que se presenten los síntomas, sus vasos sanguíneos se estrechan, el sistema inmunológico se activa al máximo y las células empiezan a sufrir daños que se acumulan poco a poco, sin que usted lo note. No necesita sentirse mal para que algo esté mal en su cuerpo; éste reacciona de inmediato, aunque usted no se dé cuenta.

El daño no se limita sólo a los pulmones o a la adicción. Se trata de lo que sucede en la sangre, los tejidos y el sistema inmunológico en el momento en que fumar se convierte en un hábito. Y para los fumadores compulsivos, que fuman más de 20 cigarrillos al día, esos cambios internos se convierten en un estado constante de disfunción.

Comprender a fondo todo lo que el cigarro provoca, incluso cuando no se nota a simple vista, le da un verdadero poder para actuar. No sólo para dejar de fumar, sino para rastrear, revertir y reparar las consecuencias biológicas existentes. Descubra lo que revelan las últimas investigaciones.

Fumar en exceso altera el cuerpo de adentro hacia afuera

Un estudio publicado en Scientific Reports analizó lo que sucede dentro de los cuerpos de hombres que fumaron más de 20 cigarros al día durante al menos cinco años. 1 Investigadores en Irak compararon a 104 fumadores compulsivos con 94 personas no fumadoras mediante análisis de sangre y muestras de tejido pulmonar. Se centraron en los signos de inflamación, el daño a los vasos sanguíneos y cómo reacciona el sistema inmunológico a la exposición prolongada al humo.

• Los fumadores demostraron más daños y menos defensas: la sangre de los fumadores contenía niveles mucho más altos de sustancias nocivas que indican estrés y daño celular. Al mismo tiempo, sus cuerpos demostraron niveles mucho más bajos de compuestos protectores que por lo general ayudan a reparar el daño interno. Esto significa que sus sistemas estaban bajo ataque y tenían una menor capacidad para contraatacar.

• El sistema inmunológico permanecía en estado de alerta máxima: muestras tomadas del tejido de los pulmones de fumadores revelaron una acumulación de células inmunitarias muy activas. Estas células no sólo aparecen, sino que también atacan. Cuando esto continúa durante demasiado tiempo, el sistema inmunológico afecta el tejido sano, lo que genera inflamación a largo plazo y contribuye al desarrollo de enfermedades crónicas.

• El tabaquismo modificó los conteos básicos de sangre de manera riesgosa: los fumadores compulsivos presentaron más glóbulos rojos y blancos que lo habitual, lo cual suele ser una respuesta al estrés y a la baja oxigenación. Pero también tenían menos plaquetas, que son las células que forman coágulos de sangre. Ese desequilibrio aumenta el riesgo de sufrir una hemorragia interna o coágulos de sangre, ambos peligrosos.

• Los niveles de sustancias químicas que provocan la inflamación eran mayores en los fumadores: la sangre de los fumadores contenía niveles más altos de sustancias que señalan lesiones y llaman a más células inmunitarias para actuar. Estas sustancias químicas suelen encontrarse en personas con afecciones pulmonares como el asma, la bronquitis o la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), lo que confirma la relación entre el tabaquismo y las enfermedades crónicas de las vías respiratorias.

El tabaquismo intenso agota las defensas naturales del cuerpo

Los sistemas de protección que por lo general neutralizan las moléculas dañinas eran menores en los fumadores. Eso significa que sus cuerpos contaban con menos recursos para protegerse del estrés continuo y la inflamación provocados por las toxinas del cigarro.

• El daño no fue aislado; ocurrió en muchos sistemas a la vez: el estudio demostró que cuando un marcador de inflamación aumentaba, otros también lo hacían. Fumar no sólo daña una parte del cuerpo. Esto provoca una reacción en cadena que afecta de manera simultánea su sistema inmunológico, la circulación de la sangre y la capacidad de reparar daños.

• El tejido de los pulmones mostró signos claros de daño y reacción exagerada: cuando los investigadores analizaron muestras de pulmón bajo un microscopio, encontraron células inmunitarias mucho más activas en los fumadores. Estas células atacaban el tejido, lo que contribuye a la formación de cicatrices y a un daño pulmonar a largo plazo que talvez no provoque síntomas hasta que la enfermedad avance.

La inflamación no desaparece al dejar de fumar, pero una señal clave comienza a disminuir

Un estudio publicado en el International Journal of Inflammation analizó cómo cambia el proceso de inflamación después de dejar de fumar.2 Los investigadores siguieron a 154 adultos de entre 40 y 80 años, todos con un largo historial de tabaquismo (al menos 25 años). El objetivo fue comparar a personas que aún fumaban con quienes habían dejado el hábito, para identificar qué señales de inflamación persistían y cuáles comenzaban a desaparecer.

• Los fumadores actuales presentaron niveles más altos de inflamación que quienes habían dejado de fumar: los hombres que aún fumaban mostraron niveles mucho más altos de una señal específica que se relaciona a la inflamación, mientras que quienes dejaron el hábito mostraron niveles más bajos, incluso después de años de consumo intenso. Otro marcador muy utilizado para medir la inflamación no mostró cambios entre ambos grupos. Esto demuestra que no todas las inflamaciones se comportan de la misma manera y algunos signos mejoran más rápido una vez que deja de fumar.

• Cuanto más hayas fumado, mayor será la inflamación: el estudio encontró una relación clara: cuantos más cigarros fumaba alguien por día, y cuanto más tiempo había fumado, peor era la inflamación. Esto significa que el cuerpo lleva un registro constante y cada cigarro aumenta el daño. Pero también significa que dejar de fumar le da a su cuerpo la oportunidad de comenzar a revertirlo.

• Parte de la inflamación parece estar más relacionada con la alimentación y el peso que con el tabaquismo: aunque uno de los marcadores se mantuvo elevado independiente del hábito de fumar, estuvo más relacionado a problemas como triglicéridos altos, colesterol 'bueno' bajo y sobrepeso. Por lo tanto, si su inflamación aún es alta incluso después de dejar de fumar, es probable que su alimentación y metabolismo también influyan.

• Fumar aumenta la presión a medida que envejecemos: la inflamación tiende a aumentar a medida que envejecemos, pero los fumadores en el estudio tenían niveles incluso más altos que sus pares no fumadores. Esto es una señal de alerta, porque el envejecimiento genera estrés en el sistema y fumar solo lo agrava aún más. La buena noticia es que, una vez que las personas dejaron de fumar, esos niveles disminuyeron, incluso en las personas que habían fumado durante décadas.

• Cada señal de inflamación cuenta una parte diferente de la historia: aunque ambos marcadores rastreados en el estudio están relacionados con la inflamación, reflejan diferentes tipos de estrés. Uno era más sensible al tabaquismo, mientras que el otro parecía más influenciado por la alimentación y el peso. Monitorear ambos proporciona una mejor perspectiva de las áreas en las que su cuerpo enfrenta dificultades y de lo que en realidad mejora después de dejar de fumar.

Cómo detener la inflamación que provoca el tabaquismo

Si ha fumado durante años, ya sabe que está causando daño. Lo que muchas personas no saben es que tener un cuerpo más saludable antes de dejar de fumar hace que sea mucho más fácil lograrlo. Cuando su organismo presenta menos inflamación, resulta más fácil controlar las ganas de fumar, su estado de ánimo se estabiliza y su cerebro está mejor preparado para abandonar el hábito. Dejar de fumar continúa como el paso más importante, pero fortalecer su resistencia antes le ayuda a mantener la firmeza y a sentir una mejoría más rápido. Esto es lo que le recomiendo para comenzar a reducir la inflamación y facilitar el proceso de dejar de fumar de forma definitiva:

1. Utilice alimentos reales para reducir la inflamación y equilibrar su sistema: antes de dejar de fumar, comience a alimentarse de una manera que favorezca la recuperación. Prepare sus comidas con alimentos enteros ricos en nutrientes, como mantequilla de animales alimentados con pastura, caldo de huesos, sebo, tubérculos y fruta madura. Estos alimentos ayudan a reducir el estrés interno, regular la respuesta inmunitaria y reconstruir los tejidos.

Evite el alcohol, los aceites vegetales y los alimentos procesados, que contribuyen a la inflamación y empeoran los antojos. Un cuerpo en equilibrio produce una mente en paz, y eso es fundamental para dejar de fumar.

2. Incluya actividad física para aumentar el oxígeno y restablecer su respuesta al estrés: el tabaquismo preparó al sistema nervioso para esperar alivio de la nicotina. Por lo que es necesario entrenarlo de nuevo. Comience a realizar paseos diarios, pase tiempo al aire libre o realice ejercicios de respiración suave para aumentar el oxígeno y ayudar a su sistema cardiovascular. Incluso 15 minutos al día mejoran la producción y la circulación de óxido nítrico, justo lo que el tabaco descompone.

Una vez que deje de fumar, el movimiento acelerará la recuperación, pero cuanto antes empiece, mayor control tendrá sobre los antojos.

3. Reentrene su cerebro para transformar los antojos en acción: sus hábitos de consumo surgieron a partir de señales emocionales, rutinas y química cerebral. Herramientas como las Técnicas de Libertad Emocional (EFT), la respiración consciente o dispositivos de estimulación cerebral casera interrumpen esos antojos y reconfiguran la respuesta de su cerebro. Combine esto con el movimiento diario para cambiar las vías de dopamina y recompensa. De esa manera le enseña a su cerebro nuevas formas de sentirse bien sin depender del cigarro.

4. Rediseñe su espacio para romper el ritual: los cigarros suelen relacionarse a ciertos lugares, como la terraza, el automóvil o la sala de descanso. Comience por eliminar todos los desencadenantes: ceniceros, encendedores, incluso tazas o música que tenga alguna relación con el hábito de fumar. Luego cambie la configuración. Añada agua, un nuevo aroma, una silla diferente, algo para leer. Estos cambios le enseñan al cerebro: este espacio ya no conduce a la nicotina.

5. Ahora deje de fumar de verdad y para siempre: una vez que su cuerpo esté nutrido, su mente en paz y su entorno despejado, dejar de fumar es una tarea más fácil. Las investigaciones demuestran que los exfumadores tenían marcadores de inflamación más bajos que los actuales, incluso después de décadas de hacerlo. 3 Fumar agrava el daño. Nada funcionará hasta que elimine por completo el consumo. Fije una fecha para dejar de fumar, déjelo de manera definitiva y dele a su cuerpo el espacio que necesita para recuperarse.

Preguntas frecuentes sobre el tabaquismo y la inflamación

P: ¿Cómo afecta el tabaquismo intenso al cuerpo más allá de los pulmones?

R: Fumar provoca inflamación y daña los vasos sanguíneos, el sistema inmunológico e incluso los componentes básicos de la sangre. Aumenta las sustancias nocivas en la sangre, disminuye las defensas naturales del cuerpo y activa las células inmunitarias que atacan los propios tejidos. Estos cambios no sólo se quedan en los pulmones, sino que afectan todo el cuerpo.

P: ¿El cuerpo comienza a sanar después de dejar de fumar?

R: Sí, incluso después de décadas de fumar, el cuerpo comienza a revertir parte de la inflamación una vez que deja de fumar. Un marcador clave del estrés inmunológico disminuyó en los exfumadores en comparación con los actuales. Dejar de fumar le da a su sistema inmunológico la oportunidad de reiniciarse y repararse, aunque algunos signos de daño persisten por más tiempo dependiendo de su alimentación y su salud metabólica.

P: ¿Qué tipo de inflamación provoca el tabaquismo?

R: Fumar causa una forma de inflamación crónica de bajo grado que daña los tejidos y órganos de manera silenciosa con el tiempo. Sobrecarga su sistema inmunológico al máximo, incrementa los mensajeros químicos dañinos en la sangre y altera sus defensas antioxidantes naturales. Este tipo de inflamación se relaciona con ciertas afecciones como enfermedades cardíacas, cáncer y enfermedades pulmonares crónicas.

P: ¿Por qué dejar de fumar no es suficiente por sí solo?

R: Dejar de fumar elimina el combustible, pero si el cuerpo ya está inflamado, necesita ayuda extra para calmarse. Apoyar su recuperación con alimentos ricos en nutrientes, movimiento regular y técnicas de reducción del estrés mejora sus probabilidades de dejar de fumar y acelera la recuperación. Un cuerpo sano está mejor equipado para resistir los antojos y reconstruirse una vez que deja de fumar.

P: ¿Qué medidas debo tomar para reducir el daño que me ha causado fumar?

R: Comience por consumir alimentos reales que combatan la inflamación, como mantequilla de animales alimentados con pastura y frutas. Agregue movimiento diario para mejorar la circulación y reducir el estrés. Utilice herramientas como las EFT o ejercicios de respiración para controlar sus antojos. Rediseñe los espacios donde suele fumar y luego establezca una fecha para dejar de fumar. Una vez que deje de hacerlo, el cuerpo comenzará a reparar el daño y a controlar la inflamación.