📝HISTORIA EN BREVE

  • En solo cuatro semanas de terapia de reprocesamiento del dolor, dos tercios de los pacientes con dolor crónico de espalda dejaron de sentir dolor o casi no sentían molestias
  • La terapia psicológica reconfigura la forma en que el cerebro procesa el dolor, lo que reduce la actividad en las regiones del cerebro que amplifican el miedo y la amenaza
  • Un gran ensayo clínico descubrió que los cambios de creencias (en especial aprender que el dolor no es un signo de lesión) se relacionaron con un alivio duradero del dolor de espalda crónico
  • Las exploraciones de resonancia magnética funcional confirmaron que la terapia cambió no solo los síntomas, sino también las redes de dolor físico y los circuitos emocionales del cerebro
  • Es posible empezar a reprogramar el cerebro desde casa con estrategias de terapia cognitivo-conductual (CBT, por sus siglas en inglés), movimientos guiados y herramientas que rompen el ciclo entre el miedo y el dolor

🩺Por el Dr. Mercola

El dolor crónico no sólo daña su cuerpo, sino que transforma su vida. Afecta su capacidad de trabajar, dormir, moverse y sentirse usted mismo. Cambia su forma de pensar, de interactuar con los demás y de ver el futuro. Y cuando dura meses o incluso años sin una causa clara, ya no se trata solo de un síntoma de una lesión, sino de una condición provocada por una señal de alarma constante del sistema nervioso.

Es posible que le hayan dicho que el dolor está en los músculos, las articulaciones o los nervios. Tal vez ya haya probado con inyecciones, medicamentos o incluso una cirugía, pero sigue atrapado en el mismo ciclo. ¿Pero qué tal si la verdadera causa no es estructural? Y si el cerebro provocara el ciclo del dolor, instante tras instante, a partir de la manera en que ha aprendido a interpretar las señales del cuerpo

Una nueva investigación sugiere que eso es justo lo que sucede.1 Y lo más importante, demuestra que puede cambiarlo. Al enfocarse en los patrones mentales y emocionales que refuerzan el dolor, comienza a enseñarle a su cerebro algo muy diferente, que es seguro soltar.

La terapia reconfigura el cerebro para reducir el dolor desde su origen

Una revisión publicada en The Lancet examinó cómo los tratamientos psicológicos, como la terapia cognitivo conductual (CBT, por sus siglas en inglés), reducen el dolor crónico al enfocarse en los patrones de procesamiento del cerebro, no en los tejidos físicos del cuerpo.2 Estas terapias en lugar de controlar los síntomas de manera superficial, interrumpen el modo en que el sistema nervioso construye el dolor.

• Cuando el dolor es crónico, las configuraciones predeterminadas del cerebro comienzan a trabajar en su contra: la reseña describe cómo el dolor crónico se ve reforzado por lo que se denomina red neuronal por defecto, un grupo de regiones del cerebro que se activan cuando está perdido en sus pensamientos o abrumado de manera emocional.3 Esta red mantiene los miedos, las preocupaciones y los instintos de autoprotección en segundo plano en piloto automático.

Cuando permanece hiperactivo, el dolor es constante, incluso cuando no existe una lesión en curso. El tratamiento psicológico ayuda a interrumpir este ciclo.

• Cambiar la forma de pensar y sentir sobre el dolor interrumpe el ciclo del dolor: los investigadores descubrieron que la terapia exitosa no se trataba solo de afrontar el dolor. Ayudó a las personas a reconocer cuándo reaccionaban de manera automática (esperando el dolor, preparándose para enfrentarlo o temiendo lo que significaba) y les enseñó a interrumpir esos patrones. Con el paso del tiempo, este cambio cognitivo produjo reducciones notables en la intensidad del dolor y mejoras en el funcionamiento diario. El resultado fue más libertad y menos miedo.

• No es necesario ir al psicólogo para empezar a progresar: aunque la terapia cara a cara fue el origen de la mayor parte de la evidencia, la revisión enfatizó que otros, como médicos, enfermeras y fisioterapeutas, también ayudan a guiar estos cambios. Incluso los métodos autodirigidos, como las aplicaciones basadas en la terapia cognitivo conductual, podrían ofrecer beneficios reales. Hoy en día existen cientos de aplicaciones psicológicas relacionadas con el dolor y, aunque muchas carecen de validación formal, las que están basadas en la CBT son prometedoras.

• La terapia ayuda a restaurar su vida, no solo a reducir el dolor: el alivio del dolor es solo una parte de un panorama más amplio. Estas terapias le ayudarán a enfocarse en las cosas que importan: jugar con sus hijos, salir a caminar, sentirse en control de nuevo. Cuando ya no evita la vida por miedo al dolor, su sistema nervioso empieza a calmarse. Deja de buscar amenazas que no existen. Este cambio, orientado hacia la seguridad en lugar del miedo, es la base de la recuperación.

• La personalización y la consistencia importan más que la perfección: los resultados mejoran cuando la terapia se adapta a cada persona. No existe un protocolo único para todos. Lo que importa es ayudarlo a identificar sus propios patrones (los pensamientos que aumentan el dolor, los hábitos que refuerzan el miedo) y aprender a interrumpirlos. Ahí es donde comienza el cambio: no en su espalda ni en las articulaciones, sino en cómo responde la mente a señales que ya no necesitan ser fuertes.

La reestructuración de los sistemas de creencias ayudó a dos tercios de los pacientes a eliminar el dolor de espalda crónico

Un ensayo clínico aleatorizado publicado en JAMA Psychiatry probó una terapia llamada terapia de reprocesamiento del dolor (PRT, por sus siglas en inglés), que ayuda a las personas a cambiar su forma de pensar sobre el dolor de espalda crónico.4 A diferencia de los tratamientos convencionales centrados en el daño físico, este enfoque reentrena al cerebro para que vea el dolor como una falsa alarma, no como una señal de lesión. Los investigadores querían saber si cambiar las creencias sobre el dolor podría proporcionar un alivio duradero y si esos cambios podrían medirse con escáneres cerebrales.

• El ensayo se centró en personas con dolor de espalda crónico no relacionado con lesiones: los investigadores estudiaron a 151 adultos de entre 21 y 70 años que habían sufrido dolor de espalda crónico durante un promedio de 10 años. La mayoría había probado tratamientos convencionales como medicamentos, fisioterapia o imágenes de la columna vertebral sin resultados duraderos. Cabe destacar que el dolor no provenía de una lesión clara.

• La PRT superó tanto al placebo como a la atención habitual: después de solo cuatro semanas de tratamiento, el 66 % de las personas que recibieron PRT no sentían o sentían muy poco dolor, en comparación con solo el 20 % del grupo de placebo y apenas el 10 % de quienes continuaron con el cuidado habitual.

El grupo de PRT reportó los niveles de dolor más bajos (una puntuación promedio de 1.18 en una escala de dolor de 0 a 10), mientras que el grupo placebo obtuvo una puntuación de 2.84 y el grupo de atención habitual, de 3.13. Estas mejoras se mantuvieron durante un año después de que terminara el tratamiento.

• Los participantes reportaron mejoras en sus vidas más allá del alivio del dolor: las personas que recibieron PRT también durmieron mejor, tuvieron niveles más bajos de depresión y enojo, y menores puntajes de discapacidad, todo lo cual indica que el dolor no solo desparecía de sus cuerpos, sino también de sus vidas. Ésta es una gran diferencia. Aunque la mayoría de los tratamientos solo reducen la intensidad del dolor, la PRT ayudó a los participantes a recuperar la función, el estado de ánimo y la calidad de vida.

• Las exploraciones cerebrales mostraron que el cerebro cambió de manera física durante la terapia: las exploraciones de resonancia magnética funcional revelaron que la PRT redujo la actividad en varias regiones del cerebro relacionadas con el dolor que ayudan a determinar qué tan peligroso cree el cerebro que es el dolor y qué tan perturbador se siente de forma emocional. Después de la terapia, se hicieron menos activos, lo que sugiere que el cerebro había aprendido a regular de manera negativa la respuesta al dolor.

• Surgieron conexiones cerebrales más fuertes entre los centros de sensación y control: no solo se calmaron las regiones de “alarma de dolor”, sino que también formaron conexiones nuevas y más saludables. Las partes del cerebro involucradas en las emociones y la toma de decisiones comenzaron a trabajar con el área que detecta el tacto y el dolor, lo que ayuda al cerebro a comprender mejor dónde y cómo se sienten las sensaciones físicas.

Esto sugiere que el cerebro estaba pasando de una respuesta emocional distorsionada a una interpretación más precisa y fundamentada de la señal de dolor.

Reentrene su cerebro para romper el ciclo del dolor

Si vive con un dolor diario que ningún escáner o prueba explica por completo, llegó la hora de dejar de buscar algo roto en su cuerpo y comenzar a observar lo que sucede en su cerebro. El dolor crónico a menudo surge de patrones de miedo obsoletos y “falsas alarmas” del sistema nervioso, no de daño físico real. La buena noticia es que no está condenado a quedarse así. Puede entrenar su cerebro para interpretar el dolor de manera diferente, y ese proceso comienza con cómo piensa, se mueve y responde a sus síntomas.

No se trata de ignorar el dolor. Se trata de comprender cómo sus creencias, reacciones y hábitos dan forma a su sistema nervioso y aprender a cambiarlos. Necesitará asumir un papel activo. Eso significa dejar de intentar adormecer el dolor y, en cambio, concentrarse en construir nuevos patrones cerebrales que le permitan tener el control de nuevo. A continuación descubra cinco pasos que pueden ayudarle a empezar:

1. Replantee el significado de su dolor: si las imágenes son claras y los médicos no han encontrado daño en los tejidos, es hora de dejar de asumir que el dolor es igual a daño. En cambio, comience a interpretar sus síntomas como señales generadas por el cerebro, señales que dejaron de ser precisas. Este cambio es lo que ayudó al 66 % de los pacientes del estudio de la PRT a estar libres o casi libres de dolor.

Intente leer o escuchar recursos que expliquen el dolor como una señal protectora del cerebro en lugar de un signo de lesión. No hay nada malo con usted. Está atrapado en un ciclo de alerta, y es uno que puede reiniciar.

2. Interrumpa el ciclo miedo-dolor al cambiar sus reacciones: cada vez que se estremece, se prepara o evita algo por miedo a que empeore el dolor, refuerza la alarma en su cerebro. En lugar de eso, trate de reconocer el dolor con calma y sin entrar en pánico. Háblese a usted mismo como lo haría con un niño asustado: “estás a salvo esto duele, pero no pasa nada”.

Hacer esto reentrena los centros emocionales del cerebro para que respondan con menos urgencia. Es una estrategia simple con poderosos efectos neurológicos, como demostraron ambos estudios.

3. Realice la PRT a lo largo del día: el protocolo de la PRT incluye técnicas específicas para ayudarle a reconfigurar su respuesta al dolor. Estas incluyen reevaluar de manera mental los síntomas (“esto es solo mi cerebro enviando una falsa alarma”), exponerse un poco a los movimientos temidos y cambiar el enfoque a sensaciones que parezcan neutrales o seguras. No es necesario esperar a un especialista para comenzar.

Las aplicaciones que lo guían a través de ejercicios de estilo CBT o PRT suelen ser efectivas si se usan de manera constante. Intente realizar uno de estos antes de acostarse, al despertarse o durante un brote de dolor.

4. Manténgase en movimiento, incluso si al principio es incómodo: el movimiento no es peligroso cuando el dolor es generado por el cerebro. De hecho, evitar el movimiento empeora el ciclo. Su cerebro comienza a relacionar cada vez más acciones con dolor y amenaza. Si ha llevado un estilo de vida sedentario, comience con caminatas o estiramientos ligeros. Siga su progreso como si fuera un juego. Cada movimiento que realiza sin forzarse ni sentir miedo ayuda a reconstruir una sensación de seguridad.

5. Realice un seguimiento de sus creencias y progreso diario: mantener un registro diario de la intensidad de su dolor, causas emocionales y pensamientos automáticos le brinda información sobre los ciclos de dolor de su cerebro. Úselo para observar patrones. ¿Qué pensamientos lo empeoran? ¿Qué acciones le proporcionan alivio? Hágalo como un experimento. Muchos pacientes que participaron en los estudios experimentaron mejoras importantes al darse cuenta con qué frecuencia sus pensamientos alimentaban el fuego. Cuanta más conciencia construya, más control tendrá.

No necesita una disciplina perfecta. Necesita constancia, autocompasión y la voluntad de creer que el cerebro se puede cambiar. Porque así es. Y una vez que aprende que está a salvo, el dolor ya no tiene que ser su estado constante.

Preguntas frecuentes sobre la terapia psicológica para el dolor crónico

P: ¿Cómo ayuda la terapia psicológica a aliviar el dolor crónico?

R: Las terapias psicológicas como la CBT y la PRT cambian la forma en que el cerebro interpreta las señales de dolor. En lugar de centrarse en el daño físico, estos tratamientos reentrenan el cerebro para que deje de reaccionar al dolor como una amenaza, lo que contribuye a un alivio real y duradero.

P: ¿Qué hace que la PRT sea diferente de otros tratamientos?

R: La PRT se centra en cambiar la creencia de que el dolor es igual a lesión. Al ayudarlo a comprender que el dolor crónico a menudo es una falsa alarma generada por el cerebro, la PRT le enseña a su sistema nervioso a calmarse. En un ensayo clínico, el 66 % de los pacientes dejaron de sentir o sintieron muy poco dolor en cuatro semanas.

P: ¿La terapia cambia la respuesta del cerebro al dolor?

R: Sí. Las imágenes cerebrales mostraron que la terapia redujo la actividad en las áreas del cerebro relacionadas con el dolor. También mejoró la comunicación entre las regiones del cerebro que ayudan a procesar las sensaciones y regular las emociones, lo que confirma que estos tratamientos crean cambios físicos en la forma en que se procesa el dolor.

P: ¿Quién se beneficia más de este tipo de terapia?

R: Las personas con dolor crónico no relacionado con una lesión en curso, como dolor de espalda crónico, migrañas o dolor poscáncer, tienden a ver las mejoras mayores. Estas personas suelen tener respuestas de miedo intensificadas y conductas de evitación que la terapia aborda de forma directa.

P: ¿Qué medidas ayudan a reentrenar mi cerebro si tengo dolor crónico?

R: Comience por cambiar la creencia de que el dolor siempre significa daño. Practique responder al dolor con un reconocimiento tranquilo, utilice aplicaciones basadas en CBT o inspiradas en la PRT, reintroduzca el movimiento sin miedo y realice un seguimiento diario de su progreso para generar conciencia y reforzar sus nuevos patrones de respuesta.