HISTORIA EN BREVE

  • Los diagnósticos de parálisis de Bell aumentaron un 8.6 % entre las personas que tuvieron COVID-19 y un 6.8 % entre los que recibieron la vacuna antiCOVID-19
  • La parálisis de Bell es una complicación asociada a las vacunas del meningococo, hepatitis B, viruela e influenza estacional y H1N1
  • En dos estudios de fase 3 sobre las vacunas antiCOVID-19 que incluyó a 73 898 personas, hubo ocho casos de parálisis de Bell: siete en los grupos de vacunas y uno en los grupos de placebo
  • De acuerdo a un análisis, la incidencia de parálisis de Bell en las personas que se pusieron la vacuna antiCOVID-19 es entre 3.5 y 7 veces más elevada de lo que se esperaría en la población general
  • Las vacunas antiCOVID-19 de Pfizer y Moderna tienen cierta relación con los casos de parálisis de Bell; el tiempo que pasa entre la vacuna y el inicio de la debilidad facial varía de uno a 48 días

Por el Dr. Mercola

La parálisis de Bell, un trastorno neurológico que causa parálisis o debilidad de los músculos faciales, afecta alrededor de 40 000 personas al año en los Estados Unidos.  1 Pero desde la pandemia de COVID-19, los diagnósticos de parálisis de Bell incrementaron bastante, lo que afecto a casi 50 millones de personas más en todo el mundo. 2

A pesar de que esta enfermedad va en aumento, no se sabe con certeza que lo está provocando, ni el tratamiento efectivo para las personas afectadas.

La alta incidencia de la parálisis de Bell

Investigadores de la Facultad de medicina de la Universidad Case Western Reserve en Ohio, revisaron información de 41 organizaciones de atención médica de todo el mundo, e identificaron a 348 088 pacientes con COVID-19, con o sin diagnóstico de parálisis de Bell dentro de las ocho semanas posteriores al diagnóstico de COVID-19. 3 También compararon a 63 551 pacientes con COVID-19 que no recibieron la vacuna contra las personas que sí la recibieron pero que no tenían antecedentes de COVID-19.

Un análisis de los datos señaló que los diagnósticos de parálisis de Bell aumentaron un 8.6 % entre las personas que tenían COVID-19, a diferencia de antes de que comenzara la pandemia. La incidencia de la parálisis de Bell también aumentó un 6.8 % entre las personas vacunadas contra el COVID-19, aunque no está claro a que se refieren con "vacunadas". 4

Aunque no se sabe la causa exacta de la parálisis de Bell, y que puede ocurrir a cualquier edad, es más común en personas de 15 a 45 años. Las personas que están embarazadas o tienen preeclampsia, obesidad, presión arterial alta, diabetes o enfermedades de las vías respiratorias superiores podrían tener un mayor riesgo. 5 De acuerdo al Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares, las siguientes podrían ser algunas causas de la parálisis de Bell:

  • Una infección viral latente
  • Deterioro del sistema inmune a causa de estrés, falta de sueño, trauma físico, enfermedad menor o síndromes autoinmunes
  • Infección e inflamación de un nervio facial
  • Daños a la vaina de mielina, una cubierta de sustancias grasas en las fibras nerviosas

El mimetismo molecular podría estar involucrado

En términos de COVID-19, los investigadores explicaron que, “el mecanismo de la parálisis podría ser viral, isquémico o inmunitario. Los investigadores creen que el mecanismo hipotético del COVID-19 asociado con la parálisis de Bell (BP por sus siglas en inglés) es un mimetismo molecular que se atribuye a un proceso neuroinmunológico entre antígenos microbianos y nerviosos”.6

También señalan que el mimetismo molecular podría ser la razón por la que las vacunas antiCOVID-19 con ARNm provocan una variedad de afecciones autoinmunes.  7 Esto sucede cuando el sistema inmunológico se confunde por las similitudes entre los diferentes antígenos.

En ocasiones existen grandes similitudes entre los compuestos de la vacuna y las proteínas humanas, lo que puede provocar una reactividad inmunológica cruzada. Los investigadores explicaron en Cellular & Molecular Immunology que cuando esto ocurre, "la reacción del sistema inmunitario hacia los antígenos patógenos podría dañar las proteínas humanas similares, lo que provocaría una enfermedad autoinmune".8

Al referirse a las vacunas antiCOVID, los investigadores escribieron en el Journal of Autoimmunity que: "de hecho, los anticuerpos contra la proteína spike S1 del SARS-CoV-2 también tenían una gran conexión con algunas proteínas del tejido humano". Cuando el ARNm de la vacuna codifica la misma proteína viral, puede provocar enfermedades autoinmunes en pacientes predispuestos”.9

También se encontró un gran riesgo de parálisis de Bell con la vacuna meningocócica, cuando se administra junto con otra vacuna. El riesgo de parálisis de Bell aumentó 2.9 veces en las 12 semanas posteriores a la vacunación entre las personas que recibieron vacunas concomitantes.

La parálisis de Bell también es una complicación conocida de las vacunas de la hepatitis B,10la viruela y la influenza (estacional y H1N1). 11 Una investigación que se publicó en Human Vaccines & Immunotherapeutics demostró que existe un mayor riesgo de parálisis de los nervios craneales después de recibir la vacuna, sobre todo cuando se combinaban las vacunas. 12

En el 59 % de los casos, las parálisis se consideraron graves, lo que sugiere, “que una parálisis del nervio craneal podría ser un indicador de un problema clínico más grave, como un accidente cerebrovascular o encefalomielitis [inflamación del cerebro y la médula espinal]”.13

Otra hipótesis sugiere que las vacunas antiCOVID podrían provocar un problema autoinmune como la parálisis de Bell por medio de la producción de interferón, una sustancia que el cuerpo usa para combatir infecciones.  De acuerdo a un comentario publicado en The Lancet Infectious Diseases:14

“[E]l debate entre los miembros del Comité Asesor de Vacunas y Productos Biológicos Relacionados de la FDA y un patrocinador (Pfizer) planteó la posibilidad de que la vacuna podría provocar una activación inmunitaria innata por un efecto combinado de ARNm y lípidos, que podría incluir la producción de interferón.  Esta producción de interferón podría romper de forma temporal la tolerancia periférica, un fenómeno hipotético mencionado en varios reportes de estos casos”.

La parálisis es de Bell 3.5 a 7 veces mayor en personas que se pusieron la vacuna antiCOVID

En dos estudios de fase 3 sobre vacunas antiCOVID-19 que incluyó a 73 898 personas, hubo ocho casos de parálisis de Bell: siete en los grupos de vacunas y uno en los grupos de placebo.

Los investigadores del University Hospitals Cleveland Medical Center (Centro Médico de los Hospitales Universitarios de Cleveland) señalaron que esto “se traduce en una incidencia de 19 por cada 100 000”. Sin embargo, en ese momento, “la FDA mencionó que no había suficiente evidencia para determinar una relación causal entre las vacunas antiCOVID-19 y la parálisis de Bell.  Esta área debe mantenerse vigilada”, explicaron los investigadores. 15

A pesar de que los medios de comunicación y la FDA descartaron los casos de parálisis de Bell en la población general, el Lancet Infectious Diseases declaró que eso se basó en un concepto erróneo y en un “informe inexacto”:16

“El informe de la FDA sobre el ensayo de Pfizer-BioNTech señaló que 'la frecuencia de la parálisis de Bell reportada en el grupo con la vacuna, es congruente con la tasa inicial estimada en la población general', aunque esta declaración se eliminó del informe del ensayo de Moderna. Sin embargo, esta información se basa en un concepto erróneo, debido a la diferencia sutil entre las tasas y las proporciones, que los medios de comunicación promueven.
La tasa de incidencia estimada de la parálisis de Bell en la población general es de entre 15 y 30 casos por 100 000 años/persona.
Dado que a los 40 000 participantes vacunados fueron monitoreados durante un promedio de 2 meses, la población de seguridad que recibió la vacuna en los dos ensayos equivale a casi 6 700 años/persona de tiempo de observación para una incidencia esperada de parálisis de Bell de uno o dos casos, al igual que con el único caso observado de placebos combinados.
Por lo tanto, la incidencia de parálisis de Bell en las personas vacunadas es entre 3.5 y 7 veces mayor de lo que se esperaría en la población general. Este hallazgo indica un posible problema de seguridad y sugiere un informe erróneo del contexto epidemiológico básico al público”.

Los CDC dan seguimiento a la parálisis de Bell como una posible señal de alerta

Las indicaciones son que la parálisis de Bell podría ser una "señal de alerta", que necesita más investigación, ya que hay información que señala que podría ser causada por un medicamento o una vacuna. 17

En septiembre de 2022, el Epoch Times solicitó a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos publicar los resultados de la extracción de datos de la Tasa de Notificacion Proporcional (PRR por sus siglas en inglés).  La RRP18 mide qué tan común es un evento adverso para un medicamento específico en comparación con otros medicamentos.

De acuerdo con los procedimientos operativos estándar19 para el Sistema de Notificación de Eventos Adversos a las Vacunas (VAERS por sus siglas en inglés), que es administrado en conjunto por los CDC y la FDA, los CDC deben realizar estos análisis de extracción de datos.

Al principio, los CDC se negaron a revelar los datos e incluso dieron información falsa, dos veces, en respuesta a las declaraciones del Epoch Times sobre el seguimiento que se estaba realizando. El Epoch Times informó en septiembre de 2022, que los CDC en un principio afirmaron que no tienen control sobre los análisis de PRR y que no estaban realizando ningún seguimiento.  20

Sin embargo, el seguimiento de PRR de los CDC reveló CIENTOS de señales de alerta, incluida la parálisis de Bell, además de coágulos de sangre, embolia pulmonar y muerte, que, de acuerdo con el reglamento, requieren una investigación para confirmar o descartar un posible vínculo con las vacunas.  21

Reportes de casos e incidentes de parálisis de Bell posteriores a las vacunas antiCOVID

El ex jugador de fútbol americano, Matthew Lloyd, a quien se le diagnosticó parálisis de Bell, declaró en 2022 que: "Los problemas cardíacos y la parálisis de Bell se incrementaron desde que se puso el refuerzo de la vacuna y presentó problemas de Covid".22 Él no es el único. Al 10 de febrero de 2023, el VAERS ya tenía 16 728 reportes de parálisis de Bell posteriores a la vacuna antiCOVID-1923, pero había más sin reportar. 24

En otro caso, un hombre de 61 años desarrolló parálisis de Bell unilateral después de recibir la primera y la segunda dosis de la vacuna antiCOVID-19 de Pfizer-BioNTech.  25 La primera vez se desarrolló cinco horas después de que se le administró la primera dosis. Seis semanas después recibió la segunda dosis y dos días más tarde desarrolló parálisis de Bell.

En ambos casos, la parálisis facial unilateral ocurrió en el lado izquierdo de su rostro. Aunque se trató de un reporte de caso, los investigadores concluyeron que: "La aparición de los episodios justo después de cada vacuna sugiere que la parálisis de Bell tuvo una relación con la vacuna Pfizer-BioNTech, aunque no se puede establecer una relación causal".26

Una revisión sistemática analizó los casos reportados de parálisis de Bell posteriores a las vacunas antiCOVID-19, y encontró que las vacunas de Pfizer y Moderna COVID-19 fueron las más implicadas, y la parálisis del lado izquierdo fue el problema más común.

Además, el tiempo que pasó entre la vacuna y el inicio de la debilidad facial fue de entre uno y 48 días. 27Los investigadores concluyeron que “se necesitan estudios más amplios para poder evaluar la relación entre la parálisis de Bell con la dosis y respuesta de la vacuna antiCOVID-19”. 28

Apoyo para la parálisis de Bell

La parálisis de Bell puede ocurrir como consecuencia del COVID prolongado o de la vacuna, y cada vez son más frecuentes las afecciones complejas entre las personas que tuvieron COVID-19 o que recibieron sus vacunas.

El protocolo I-RECOVER del Front Line COVID-19 Critical Care Working Group’s (FLCCC por sus siglas en inglés)29se puede descargar gratis,30y le proporciona instrucciones detalladas sobre cómo tratar el COVID prolongado31 y las reacciones a las vacunas del COVID-19. 32El FLCCC recomienda lo siguiente para tratar la parálisis de Bell o parestesia facial:33

  • Naltrexona en dosis bajas. Comience con 1 mg/día y aumente a 4.5 mg/día según sea necesario. Tenga en cuenta que puede tardar hasta tres meses para que tenga un efecto completo. 34
  • Corticoide en dosis bajas: 10 a 15 mg/día de prednisona durante tres semanas. Disminuya a 10 mg/día y luego a 5 mg/día, según su nivel de tolerancia.
  • Reduzca la carga de trabajo, estrés y el ejercicio durante un par de meses.

Los tratamientos alternativos podrían generar resultados favorables. La acupuntura es una opción de tratamiento "muy recomendable"35 que podría ayudarle a recuperarse en tan solo cinco ciclos de tratamiento.36La terapia de ejercicios faciales también puede ayudar, sobre todo si se toma al principio del período de recuperación. 37