Historia en Breve

  • Su hígado pesa aproximadamente 3 libras, filtra la sangre todos los días y, cuando está sano, es el único órgano capaz de regenerarse; realiza casi 500 funciones, incluyendo la regulación de los niveles de colesterol
  • Hay tres enzimas hepáticas primarias, AST, ALT y GGT, que proporcionan información sobre la salud hepática; GGT se correlaciona con la toxicidad por hierro, mayor riesgo de enfermedad y mortalidad en general; de igual manera, se ha convertido en un factor central en el proceso de suscripción a seguros de vida
  • Si bien, el hierro es necesario para el funcionamiento biológico, la sobrecarga puede dañar significativamente el hígado y provocar enfermedades cardíacas, diabetes, cáncer, así como enfermedades neurodegenerativas
  • Las estrategias para normalizar la función hepática incluyen reducir el consumo de carbohidratos, equilibrar la proporción de grasas omega-6 a omega-3, hacer ejercicio, evitar que el hígado metabolice medicamentos y optimizar el microbioma intestinal

Por el Dr. Mercola

Su hígado pesa aproximadamente 3 libras y está ubicado en el lado derecho del abdomen. Es de color marrón rojizo, gomoso al tacto y está protegido por la caja torácica. Este es el órgano sólido de mayor tamaño, así como una de las glándulas más grandes del cuerpo, que realiza más de 500 tareas esenciales para mantener una salud óptima.

Uno de los principales trabajos del órgano es procesar y purificar la sangre proveniente de la arteria hepática y la vena porta hepática. El hígado tiene dos lóbulos principales, cada uno con ocho segmentos. Cada segmento está formado por alrededor de 1 000 lóbulos conectados por pequeños conductos que eventualmente se juntan para formar el conducto hepático común.

Además de filtrar su sangre, el hígado puede regular muchos niveles químicos y excretar la bilis que utilizan sus intestinos para ayudar a descomponer la grasa. Su hígado también produce colesterol, almacena y libera glucosa según sea necesario y regula la coagulación sanguínea. A medida que el hígado metaboliza los químicos o descompone las sustancias dañinas, se liberan en la bilis o sangre.

La bilis ingresa a los intestinos y finalmente se excreta en forma de heces, mientras que los subproductos de la sangre se filtran por los riñones y se eliminan a través de la orina. El cuerpo almacena las vitaminas A, D, E, K y B12 en el hígado, y este órgano funciona como parte del sistema de fagocitos, un componente de la función inmunológica del cuerpo.

En otras palabras, el hígado es muy importante para la salud. También, es el único órgano del cuerpo capaz de regenerarse. En el caso de los ratones, si se extraen dos tercios del hígado, el tejido vuelve a crecer a su tamaño normal en los siguientes siete días. En el caso de los seres humanos, aunque el 25 % del tejido sano permanece, vuelve a crecer sin ninguna pérdida de función en alrededor de 15 días.

¿Qué pueden indicar las enzimas hepáticas?

Aunque la mayoría de los profesionales de la salud dependen de los rangos de referencia proporcionados por un laboratorio o definidos por su centro hospitalario, hay un conjunto de rangos óptimos basados en pruebas que pueden predecir más fácilmente la patología subyacente. El Dr. Brian Walsh es un médico naturópata que cuenta con una amplia capacitación en vías biológicas moleculares.

En una entrevista publicada en mi artículo anterior, "¿Qué tipos de análisis sanguíneos podrían indicarle su estado de salud?", uno de los temas que abordamos fueron dos de las pruebas que se usan comúnmente para evaluar la función hepática, las enzimas hepáticas aspartato aminotransferasa ( AST) y alanina aminotransferasa (ALT).

El rango de valor clínico para el nivel más alto de AST es 40 unidades por litro (U/L) y 56 U/L para ALT.

Sin embargo, Walsh considera que los estudios médicos "demuestran muy claramente que, en primer lugar, los hombres y las mujeres deben tener diferentes rangos de referencia AST y ALT, y, en segundo lugar, [el rango ideal] no es muy superior a 20 U/L".

Estas dos enzimas específicas se encuentran principalmente en el hígado. Sus niveles se elevan cuando hay alguna forma de daño o lesión hepática. Un incremento agudo y repentino puede indicar una lesión en el hígado, mientras que los niveles crónicos elevados pueden sugerir un daño continuo.

Algunas de las enfermedades más comunes que desencadenan niveles elevados de ALT y AST son la hepatitis viral A, B o C, cirrosis hepática, enfermedad del hígado graso alcoholico, hemocromatosis (sobrecarga de hierro) o disminución del flujo sanguíneo por shock o insuficiencia cardíaca.

Otra medida importante en la predicción de la mortalidad es la gamma-glutamil transferasa (GGT). Esta enzima hepática se correlaciona con la toxicidad por hierro, aumento del riesgo de enfermedad y mortalidad por todas las causas.

En una entrevista con Gerry Koenig, Presidente de la junta en Iron Disorders Institute, debatimos la importancia de la GGT, así como su rol en el metabolismo del glutatión y transporte de aminoácidos.

La GGT es un indicador importante de daño hepático, potencialmente mayor que la AST o ALT, y también se puede utilizar como biomarcador para medir el exceso de hierro y muerte prematura. La determinación del riesgo de mortalidad es una responsabilidad principal de las aseguradoras que utilizan valores de clínicos y biomarcadores para asignar puntuaciones de riesgo.

Las pruebas de función hepática, particularmente GGT, se han convertido en un factor central en el proceso de evaluación de seguros de vida. La GGT es necesaria en la producción del antioxidante primario del cuerpo, el glutatión. Cuando los niveles aumentan, se descompone el glutatión.

Además, los investigadores han encontrado que las variaciones en los niveles de enzimas son hereditarias y pueden cambiar en función de la edad y sexo.

Para analizar la ingeniería genética, los investigadores tomaron muestras de gemelos, sus hermanos, padres y conyuges, y encontraron que los mismos genes influían en las enzimas hepáticas, pero la contribución relativa a la variación difería en hombres y mujeres.

¿Por qué es importante controlar los niveles de hierro para la salud hepática?

Otro factor relacionado con el daño hepático es la sobrecarga de hierro. Hoy en día, el hierro es uno de los suplementos nutricionales que se utilizan más comúnmente, ya que puede encontrarlo aislado, agregado a las multivitaminas, así como en alimentos procesados y fortificados. Si bien, es necesario para la función biológica, demasiada cantidad podría ser muy perjudicial.

De hecho, la sobrecarga de hierro podría ser un problema más común y mucho más peligroso que la anemia por deficiencia de hierro. Casi todos los hombres adultos y mujeres posmenopáusicas están en riesgo de sobrecarga de hierro, ya que no existe un método de excreción de hierro claro y eficaz. En otras palabras, estos grupos poblacionales no pierden sangre con regularidad.

La pérdida de sangre es la principal forma de reducir el exceso de hierro. Si este exceso no es atendido, podría contribuir al cáncer, enfermedades cardíacas, diabetes y enfermedades neurodegenerativas. El hierro puede provocar daños al catalizar una reacción con peróxido de hidrógeno dentro de la membrana mitocondrial, formando radicales libres de hidroxilo.

Estos se encuentran entre los radicales libres más dañinos y pueden causar una disfunción mitocondrial grave. A su vez, es uno de los principales causantes de muchas enfermedades crónicas degenerativas.

La GGT también se puede emplear como marcador de detección del exceso de hierro libre, ya que es altamente interactivo con el hierro y tiende a elevar los niveles de GGT. Cuando los niveles de GGT y ferritina en suero son altos, puede haber un riesgo significativamente mayor de padecimientos crónicos.

Equilibre su proporción de grasas omega-3 a omega-6 para optimizar su función hepática

La American Liver Foundation estima que casi el 25 % de los adultos en los Estados Unidos padece la enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD, por sus siglas en inglés). Este padecimiento está relacionado con riesgos graves, ya que podría ocasionar inflamación hepática (esteatohepatitis) y provocar cáncer de hígado o insuficiencia hepática.

A menudo no presenta síntomas, pero podría haber una sospecha si padece otros problemas de salud relacionados y sus análisis sanguíneos presentan niveles elevados de enzimas hepáticas. La progresión de NAFLD a esteatohepatitis no alcohólica (NASH, por sus siglas en inglés) es una de las principales causas de cirrosis en adultos de los Estados Unidos.

El hígado podría tener problemas cuando hay cantidades excesivas de ácidos grasos omega-6.

Aunque tanto las grasas omega-3 como omega-6 son necesarios para tener un buen estado de salud, en las últimas décadas los cambios en la alimentación han aumentado la proporción de grasas omega-6 a grasas omega-3 hasta 25:1, muy por encima de la proporción más saludable de 5:1 o proporción 1:1 recomendada por algunos expertos.

Los estudios experimentales han sugerido que esta divergencia podría incrementar la capacidad del cuerpo para acumular más grasa y, lo que es más importante, aumentar la inflamación sistémica. Además, esta proporción desbalanceada desempeña un rol en el desarrollo de la obesidad a través de una mayor actividad del sistema cannabinoide y metabolitos eicosanoides AA.

Los investigadores han descubierto que este proceso podría revertirse al elevar los niveles de ácido eicosapentaenoico (EPA) y ácido docosahexaenoico (DHA); ambos son componentes de las grasas omega-3 de origen marino.

De igual manera, las investigaciones han descubierto que las cantidades excesivas de grasas omega-6 dañadas están relacionadas con enfermedades inflamatorias como NAFLD, enfermedades cardiovasculares, Alzheimer y enfermedad intestinal inflamatoria.

La principal acción terapéutica de las grasas omega-3 de origen marino es disminuir la inflamación, mientras que las grasas omega-6 son necesarias para iniciar la respuesta inflamatoria. Cuando la proporción está desequilibrada en favor de las grasas omega-6, podría aumentar la tasa de inflamación.

Otros beneficios relacionados con una proporción de grasas omega-3 a omega-6 incluyen equilibrar los niveles de lipoproteínas y triglicéridos de baja densidad, disminuir la presión arterial y prevenir la arterioesclerosis.

Aparte de disminuir el riesgo de obesidad e inflamación, balancear los ácidos grasos omega-3 con el consumo de grasas omega-6 podría ayudar a disminuir los niveles de GGT, mejorar la grasa del hígado, reducir los triglicéridos e incrementar los niveles de HDL en las personas con NAFLD o NASH; estos procesos inflamatorios no son desencadenados por el consumo de alcohol.

El perfil del colesterol puede revelar problemas de sensibilidad a la insulina

El hígado es responsable de la regulación del colesterol, ya que no solo sintetiza el colesterol, sino que también puede eliminarlo del cuerpo, y convertirlo en sales biliares excretadas a través de las heces.

Cuando el hígado se encuentra dañado no puede regular los niveles de colesterol de forma normal. Esto puede ocasionar dislipidemia aterogénica, o niveles elevados de triglicéridos y LDL, con niveles bajos de lipoproteínas de alta densidad (HDL), que son niveles comúnmente vinculados con el desarrollo de placa aterosclerótica y enfermedades cardiacas.

Sin embargo, también existe una conexión entre la dislipidemia y resistencia a la insulina. La resistencia a la insulina puede alterar el metabolismo de los lípidos, lo que podría resultar en el desarrollo de dislipidemia aterogénica, así como contribuir a la formación de placa aterosclerótica.

Una razón por la que la dislipidemia aterogénica predice la enfermedad cardíaca es porque indica resistencia a la insulina, lo cual significa que, de alguna manera, el análisis de colesterol podría brindarle más información sobre su resistencia a la insulina e intolerancia a la glucosa que ninguna otra medida.

Normalice su función hepática de forma natural

El video está disponible solo en inglés

El Dr. David Unwin, defensor de los bajos niveles de carbohidratos, fue elegido entre los 50 médicos generales más influyentes en el Reino Unido en septiembre de 2018. En este breve video, examina las mejoras que han experimentado sus pacientes, relacionadas con la resistencia a la insulina y función hepática, ya que llevan una alimentación baja en carbohidratos.

El consumo de carbohidratos tiene un efecto en el metabolismo de la glucosa, función hepática y riesgo de enfermedades cardíacas, derrames cerebrales y diabetes tipo 2. Al disminuir los carbohidratos a 50 gramos por cada 1000 calorías y aumentar el consumo de grasas saludables es una forma poderosa de apoyar la salud mitocondrial y reducir el riesgo de enfermedades crónicas.

Otras medidas para proteger la salud hepática son:

Optimice su proporción de grasas omega-3 a omega-6 — Mantenga un equilibrio de grasas omega-6 a omega-3 lo más cerca posible de la proporción ideal de 1:1. Las grasas omega-3 pueden obtenerse del salmón silvestre de Alaska, arenque, caballa y anchoas.

Considere emplear un suplemento de aceite de kril de alta calidad, si no consume estos peces grasos con regularidad. Reduzca o evite el consumo de alimentos procesados que son ricos en grasas omega-6 dañadas, así como aceites vegetales para cocinar.

Done sangre — Si es hombre o una mujer posmenopáusica, donar sangre dos veces al año podría ayudarle a disminuir sus niveles de hierro y proteger su hígado del daño.

Haga ejercicio — El ejercicio puede ayudar a quemar los triglicéridos como combustible y a reducir la grasa del hígado.

Tome N-acetilcisteína (NAC) — Este es un precursor del glutatión, un poderoso antioxidante que puede ayudar a disminuir el estrés oxidativo y se emplea para tratar enfermedades crónicas del hígado graso.

Evite los medicamentos — Muchos medicamentos y hormonas primero se metabolizan a través del hígado, incluyendo a los anticonceptivos y esteroides anabólicos. De hecho, casi el 50 % del total de los medicamentos que se comercializan son metabolizados por una sola enzima hepática.

Los medicamentos de venta libre (OTC, por sus siglas en inglés) como el Tylenol y remedios para el dolor y resfriados también se metabolizan en el hígado, al igual que las estatinas, bloqueadores de ácido, antifúngicos y ciertos antibióticos. En total, más de 1000 medicamentos OTC y a base de hierbas se han vinculado con lesiones hepáticas inducidas por fármacos.

Evite el alcohol si padece NAFLD o NASH — Es importante que tome bebidas alcohólicas con responsabilidad; sin embargo, si ya padece NAFLD o NASH, el alcohol podría incrementar su riesgo de cirrosis y destruir sus células hepáticas.

Optimice su salud intestinal — La filtración de bacterias y alimentos sin digerir debido a la enfermedad del intestino permeable podría ocasionar una inflamación en el hígado con el tiempo. La evidencia que ha surgido sugiere la existencia de una fuerte relación entre la salud intestinal e hígado.

El hígado recibe casi el 70 % del suministro de sangre de los intestinos a través de la vena porta. Los investigadores también han descubierto que hasta el 75 % de las personas que padecen una enfermedad hepática crónica también puede presentar desequilibrios microbiológicos.


Fuentes y Referencias