HISTORIA EN BREVE

  • En 1985, los niños recibían tres vacunas: difteria-tétanos-tosferina (DTP), polio y sarampión-paperas-rubéola (MMR); la tasa de autismo era de 1 en cada 5000 o de 1 en cada 10 000 (en función de la fuente de datos)
  • En 2018, se recomendaba que los niños recibieran 49 dosis de vacunas a la edad de 6 años
  • La Ley Nacional de Lesiones por Vacunación Infantil fue aprobaba en 1986, en gran parte debido a las demandas por daño cerebral causado por la vacuna DTP. La ley otorgó a los fabricantes de vacunas una protección parcial de responsabilidad por el producto cuando una vacuna infantil recomendada por los CDC causa lesiones o la muerte y, en 2011, la Corte Suprema de los EE. UU. otorgó a la industria de vacunas un escudo de responsabilidad total
  • Muchos pediatras son incentivados por las bonificaciones que reciben de las empresas de seguros para mantener elevadas las tasas de vacunación. Este conflicto de intereses oculto podría poner en peligro la salud de su hijo
  • En declaraciones ante los CDC, los científicos del Instituto Kennedy Krieger de la Universidad Johns Hopkins dejaron claro que los niños realmente deberían ser sometidos a exámenes de detección antes de recibir su primera vacuna. Si se hicieran pruebas de detección de vulnerabilidades, muchos niños vulnerables no sufrirían daño

Por el Dr. Mercola

En este artículo, JB Handley, fundador de la organización Generation Rescue, habla sobre el autismo y las medidas que pueden aplicarse para cambiar esta trágica tendencia. Asimismo, este es el tema de su libro titulado How to End the Autism Epidemic.

La peor pesadilla de un padre

El hijo de Handley padece autismo y su experiencia personal lo motivó a escribir este libro. Describe la experiencia de la familia y lo que los llevó a adoptar un enfoque poco convencional para tratar a su hijo:

"Mi esposa y yo éramos lo que calificaría como padres muy convencionales.
Eso significó que cuando nuestro segundo hijo nació en 2002, básicamente lo dejamos al cuidado de nuestro pediatra e hicimos lo que nos indicaba, lo que se tradujo en seguir el programa [de vacunación] recomendado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés).
Empezamos observar cómo nuestro hijo se deterioraba físicamente después de cada cita de vacunación a los 2, 4, 6 y 12 meses. Desarrolló eczema, su vientre se inflamó, tenía trastornos del sueño y círculos oscuros bajo sus ojos. Volvíamos con el médico y le preguntábamos: '¿Qué es lo que pasa? ¿Qué le pasa al niño? ¿Por qué ocurre esto?'
Pero nunca obteníamos una explicación plausible de lo que sucedía. Luego, poco después de que mi hijo cumpliera un año, comenzó a manifestar un deterioro neurológico. Perdió el habla, dejo de hacer muchos de sus gestos normales y empezó a exhibir comportamientos realmente inusuales.
Comenzó a manifestar antojo por ciertos alimentos, todas esas cuestiones que se sabe son señales de alarma en un niño que empieza a presentar signos de autismo. Pero en ese momento, desconocíamos todo esto y nuestro pediatra no nos ayudaba en lo absoluto.
Vivíamos en el norte de California. Llevamos a nuestro hijo a la Universidad de California en San Francisco (UCSF, por sus siglas en inglés), donde le diagnosticaron autismo severo. Durante el mismo lapso de tiempo, visitamos a una médico del proyecto Defeat Autism Now! (DAN!) en Pleasanton... la Dra. Lynne Mielke.
Nos presentaron dos perspectivas completamente diferentes. En UCSF, el autismo era genético, de por vida, y lo más probable es que fuera recluido en una institución. No había nada que pudiéramos hacer al respecto, excepto prepararnos para enfrentarlo.
Pero en Pleasanton, a tres millas de distancia, nos indicaron que el autismo podría haber sido provocado por las vacunas, que era una enfermedad ambiental, y que si se examinaba la alimentación y comenzaban a establecerse diferentes medidas, algunos de estos niños se recuperaban por completo.
Y ahí estábamos, mi esposa y yo, dos personas con estudios en Stanford y bastante convencionales, ante la encrucijada de qué hacer para ayudar a nuestro hijo...
En nuestro caso, nos enfocamos en los hechos, la realidad de cómo nuestro hijo se había deteriorado después de presentar un desarrollo normal. Al final, decidimos creer que las vacunas habían desencadenado el autismo en nuestro hijo y consideramos que las intervenciones biomédicas podrían funcionar.
Eso nos brindó una oportunidad totalmente nueva. Poco después, en 2005, mi esposa y yo fundamos Generation Rescue. La razón por la que lo hicimos fue para compartir con otros padres la información que habíamos aprendido. Y ahí fue donde comenzó nuestra travesía".

Sí, existe la posibilidad de recuperación

Hoy en día, el hijo de Handley tiene 16 años y ha logrado una drástica mejora por medio de intervenciones biomédicas. Recuperó su capacidad de hablar, aprendió a leer y puede realizar largos viajes familiares sin incidentes.

Aun así, continúa siendo afectado por el autismo, y esa es la realidad de muchos padres. Si bien algunos niños pueden recuperarse por completo, otros no lo logran. No obstante, la mayoría puede presentar mejoras. Incluso a los 16 años, el hijo de Handley continúa mejorando, y hay nuevas intervenciones biomédicas disponibles.

Sin embargo, la clave es prevenir, y una parte importante es tomar decisiones sobre la vacunación.

"En muchos sentidos, creo que el resultado se basa en esto. Mi libro es respaldado por el hecho de que dos de los titanes de la comunidad médica convencional del autismo han cambiado su postura en sus declaraciones, y ahora apoyan las cuestiones que los padres han expresado durante décadas.
Considero que esos dos científicos [el Dr. Andrew Zimmerman y Dr. Richard Kelley], que las personas no conocen, así como la forma en que han cambiado su postura, tendrán un drástico impacto en este debate.
Nos referimos a los científicos del Instituto Kennedy Krieger de la Universidad Johns Hopkins, que posiblemente sea la principal institución que se enfoca en el autismo en el país, quienes argumentan lo mismo que los padres: que las vacunas podrían ser el factor desencadenante de autismo en un subgrupo vulnerable de niños".

Los factores desencadenantes del autismo pueden ser perjudiciales

Al igual que Handley, considero que las vacunas podrían estar relacionadas de forma significativa con el autismo, aunque ciertamente no son la única causa o factor desencadenante.

En la última mitad del siglo XX, no solo ha crecido el programa de vacunación, en el cual se han incluido muchas vacunas, sino que nuestro suministro de alimentos también ha sido cargado con glifosato y se ha incrementado de manera radical la exposición a los campos electromagnéticos.

Estos tres factores son perjudiciales y existe evidencia que demuestra que podrían tener un papel importante en el desarrollo del autismo. Otro factor sería exponerse a metales pesados.1 Dicho lo anterior, es muy evidente la conexión entre el autismo y el suministro de vacunas en muchos niños. Según Handley:

"Las interesantes investigaciones realizadas desde mediados del 2000 y más allá, consideran la noción de un episodio de activación inmunológica en el cerebro de un niño.
Creemos que realmente este tipo de episodios es lo que causa el autismo. La pregunta es: '¿Cuál es el factor desencadenante de esos episodios de activación inmunológica?' Porque podría haber una miríada de factores desencadenantes.
Los estudios emergentes, que se han desarrollado en gran medida en otros países, nos demuestran cómo el aluminio, que tiene el propósito de estar en una vacuna para hiperestimular el sistema inmunológico, especialmente podría generar en ciertos niños un episodio persistente de activación inmunológica, un tipo de incidencia inflamatoria latente en el cerebro.
Si esta incidencia inflamatoria latente ocurre durante las fases críticas del desarrollo cerebral, podría generar autismo en un niño.
En esos modelos de análisis, a diferencia de los epidemiológicos que hicieron los CDC y que no fueron tan útiles para discernir la causalidad, la mayoría nos demuestra con la ayuda de algunos datos muy específicos sobre el cerebro, cómo una vacuna puede desencadenar un episodio de activación inmunológica, que podría generar autismo".

El aluminio hiperestimula el sistema inmunológico

El aluminio es una neurotoxina, y en las vacunas se encuentra en forma de nanopartículas, que cuando es inyectado se vuelve aún más problemático. Cuando es inyectado, los macrófagos, que son parte de la respuesta inmunológica, se trasladan al área de la inyección, donde consumen parte del aluminio. De acuerdo con Handley:

"[Los macrófagos] captan el aluminio con el cual no saben qué hacer. Algunos fragmentos de esos macrófagos terminan en el cerebro. Se asientan allí, y se le denomina biopersistencia. El aluminio simplemente se establece en el cerebro y el cuerpo no sabe cómo eliminarlo".

Además, hay evidencia de que exponerse al aluminio podría ser, al menos en parte, responsable del incremento masivo en los niveles de autoinmunidad de los niños. En resumen, el aluminio puede hiperestimular el sistema inmunológico, al provocar una reacción exagerada hacia las proteínas, que de lo contrario no causarían reacción.

Los fabricantes de vacunas no se hacen responsables de los daños

En la actualidad, los niños reciben 49 dosis de 14 vacunas hasta los 6 años, mientras que 1 de cada 35 niños desarrolla autismo. Eso es casi el 3 % de la población en los Estados Unidos. En 1985, los niños recibían 23 dosis de 7 vacunas, difteria-tétanos-tosferina (DTP), polio y sarampión-paperas-rubéola (MMR).

En esa época, las tasas de vacunación también eran más bajas. Asimismo, la tasa de autismo era mucho menor. En función de la fuente de datos, la tasa de autismo en 1985 era de 1 en cada 5000 o de 1 en cada 10 000. En 1986, en gran parte debido al daño cerebral causado por la vacuna DTP, se aprobó la Ley Nacional de Lesiones por Vacunación Infantil (NCVIA, por sus siglas en inglés), que eximía parcialmente a los fabricantes de vacunas de la responsabilidad por las vacunas recomendadas por los CDC para niños.

Luego, en 2011, la Corte Suprema de los EE. UU. eximió a los fabricantes de vacunas de toda responsabilidad cuando una vacuna infantil genera problemas de salud o la muerte.

"Si acudía a la corte por un caso de vacunas en Washington D.C., los abogados a quienes se les pagaba dinero para luchar por la persona que demandaba, eran empleados del Departamento de Justicia (DOJ, por sus siglas en inglés).
El juez que podía adjudicar su reclamo era un experto especial, quien tenía pleno control sobre el procedimiento. No había jurado, ni ocurría un proceso judicial normal. La [ley] de 1986 marcó el comienzo de la rápida introducción de muchas vacunas diferentes.
Hoy en día, diría que, y también lo menciono de forma contundente en el libro, simplemente son demasiadas vacunas para muchas enfermedades que no son tan peligrosas.
A cambio, tenemos ese auge masivo de enfermedades crónicas. Es un intercambio; disminuimos un poco el número de ciertas enfermedades agudas. Hemos observado un auge de muchas enfermedades crónicas. Creo que la pregunta para los estadounidenses y la pregunta para los padres es: '¿Vale la pena? ¿Vale la pena la reducción de las enfermedades?' Esa es en realidad la conversación que desearía que pudiéramos tener. No tenemos una conversación realista de riesgo-recompensa. Las vacunas se representan de manera caricaturesca como si le ofrecieran protección instantánea contra cualquier enfermedad para la que se vacune. La verdad es más complicada que eso".

Evaluación de los riesgos frente a los beneficios

Las preguntas que los padres deben hacerse son las siguientes: ¿Valdrá la pena arriesgarse a padecer asma para protegerse contra el rotavirus? ¿Vale la pena recibir la vacuna contra la Haemophilus influenza tipo B (Hib) si le pone en riesgo de padecer una enfermedad autoinmunológica, diabetes o autismo?". En palabras de Handley:

"Al no reconocer los riesgos reales de estas vacunas, los padres no están en posición de tomar una decisión informada sobre si valen la pena o no.
En lo personal, apoyaría volver a aplicar de inmediato el programa de vacunación de 1985. Los niños no morían en las calles y no eran épocas oscuras. Tenemos que aplicar medidas radicales si queremos cambiar esa epidemia de enfermedades crónicas...
Para una familia, el autismo es una situación devastadora. En verdad, creo que una de las cuestiones que me frustran de esta epidemia es el encubrimiento del autismo...
La realidad es que la mayoría de los niños con autismo no puede hablar... [ellos] nunca podrán vivir solos... ni podrán tener un trabajo. Requieren cuidados diarios y en cada momento, [y] mueren jóvenes.
No debemos ignorar la gravedad de esta epidemia o discapacidad de la mayoría de los niños afectados. Su naturaleza devastadora es lo que produce tanta tensión en las familias.
Pienso en las familias que tienen ingresos más bajos, dos empleos, que luchan para sobrevivir hasta fin de mes, y luego el autismo impacta sus vidas. Simplemente, es una situación devastadora e insostenible. Tenemos que hacer algo al respecto".

Infórmese y busque datos sobre el tema

En mi opinión, una de las vacunas más peligrosas e irracionales es la vacuna contra la hepatitis B, la cual se administra el día del nacimiento.

Esta vacuna no solo contiene aluminio, sino que no hay una justificación real para su aplicación en recién nacidos, ya que la hepatitis B solo puede contraerse por abuso de drogas intravenosas, actividad sexual con una pareja infectada, transfusión de sangre contaminada o a través de la madre.

Sería mucho más sensato examinar a las mujeres embarazadas para detectar la enfermedad, y solo administrar la vacuna a los bebés cuyas madres dieran positivo en la prueba de hepatitis B. La vacuna Hib también contiene aluminio y es administra a una edad muy temprana. Según Handley:

"Necesita recopilar datos sobre cada vacuna y decidir por sí solo: '¿Acaso hay algún riesgo-beneficio?' Si realiza esa investigación y lo decide, tendrá el control. Este es un país libre. Creo en la libertad médica; creo que todas las personas deben aplicar cualquier intervención que consideren apropiada para sus hijos.
Lo que no considero correcto es que un padre tenga que acudir a un consultorio con un niño de 2 meses de edad, sin haberse informado antes, entregárselo al pediatra, que le apliquen seis vacunas y que no sepa cuáles fueron. Que por cierto, es el error que cometí.
Ese es el mensaje que trato de enviar a otros padres: 'Infórmense mucho más. Pongan más atención'. Hay pediatras más abiertos, busquen ese tipo de profesionales y colaboren con ellos. Enfóquense en la salud de su hijo y no en aplicar el programa de vacunación de los CDC.
Debemos reconocer que existen muchos pediatras motivados por las empresas de seguros para mantener las tasas de vacunación muy elevadas. Por eso tal vez no pongan en primer plano el bienestar de su hijo.
Es posible que estén más interesados en recibir las bonificaciones que les proporcionan las empresas de seguros. Realmente eso no es correcto, pero sucede todo el tiempo...
Sin embargo, tengo una motivación singular, decir la verdad y salvar a tantos niños como sea posible del destino que tuvo mi hijo... Y si así lo quiere llamar, este libro fue generado por la culpa.
Las dos maneras en las que pude enfrentar esa culpa fueron: enfocarme en apoyar a mi hijo para ayudarlo a mejorar. Y, segundo, advertir a tantos padres como me fuera posible".

Los expertos en vacunas solicitan que se realice un examen de vulnerabilidad antes de la vacunación

Zimmerman y Kelley dejaron claro que los niños realmente deberían someterse a pruebas de detección antes de recibir su primera vacuna. Si se hicieran pruebas de detección de vulnerabilidades, la mayoría o muchos de estos niños no sufrirían daños. De acuerdo con Handley:

"En sus declaraciones mencionan específicamente cuestiones como la mutación del metilentetrahidrofolato reductasa (MTHFR), un gen que podría limitar la capacidad del cuerpo para desintoxicarse.
Obviamente, mencionan el historial de autoinmunidad materna como un posible riesgo. Cualquier signo de alergia a los alimentos o de otras enfermedades.
No obstante, hay una lista de pruebas de detección que podrían realizarse con anticipación para evitar daños en una cantidad significativa de niños. Lo que es tan frustrante es que, para que esas pruebas de detección se realicen, tiene que reconocerse la causalidad".

Todas las mentiras que han dicho

En todo un capítulo, Handley aborda la noción general de que la investigación sobre las vacunas ya está "establecida", que ya se han realizado estudios y que no se ha encontrado ningún daño. Sin embargo, "simplemente, todo es mentira", señaló Handley.

A pesar de esto, para estar convencido, es posible que necesite leer los estudios. Si lo hace, encontrará que la "evidencia" de que las vacunas no causan autismo se basa en una única vacuna, la vacuna MMR, y que solo analizaron un único ingrediente: timerosal. Sobre esto, Handley dice lo siguiente:

"Cualquier persona con la voluntad de dedicar un poco de tiempo a este tema, se desilusionaría con todo lo que dicen, porque es inaceptable. Todo eso es mentira, es propaganda. Me resulta muy inquietante que nuestros funcionarios de salud pública mientan de forma tan flagrante.
Considero que cuando hay personas como Zimmerman y Kelley del Kennedy Krieger, quienes ahora apoyan lo que dicen los padres, las mentiras pueden evidenciarse aún más. Creo que en verdad tendrán que responder a este libro y explicar por qué han hecho todas esas declaraciones...
[Tres] de los científicos que hicieron algunos de los estudios más sorprendentes sobre el aluminio y sobre cómo puede ocasionar biológicamente el autismo, redactaron cartas a los CDC... [dijeron]:
'Con base en la investigación que he realizado con el aluminio, considero que no son ciertas las declaraciones que aparecen en su sitio web, las cuales indican que las vacunas no causan autismo.
Les invito a analizar con mayor detenimiento los estudios científicos sobre el aluminio que incluyo en mi carta. Esta es una crisis devastadora para la cual creo que hay solución'.
Estos científicos de renombre internacional les han escrito a los CDC y les han expresado que 'las declaraciones que han hecho ante la población no son ciertas. Necesitan analizar el tema de nuevo'. No se trata de los padres contra los CDC; sino de científicos respetados internacionalmente, que son médicos de la institución Kennedy Krieger...
El circo ha terminado, y la verdad está ahí para cualquier persona que esté dispuesta a conocerla. Realmente, espero que ese grupo de personas se unan y digan: 'Ya es suficiente', basta de mentiras, hay 1 de cada 36 niños [con autismo].
Esto es inaceptable y contamos con una respuesta clara acerca de al menos el principal factor desencadenante. Tenemos que comenzar a salvar a los niños y proteger a los que están en grave riesgo para poder acabar con la epidemia del autismo".

Una gran parte del problema es el hecho de que los CDC han sido atrapados por la industria farmacéutica. Los CDC no solo se encargan de establecer y promover el programa de vacunación, sino que también poseen docenas de patentes de vacunas,2,3 ¡mientras que al mismo tiempo están a cargo de la seguridad de las vacunas y seguimiento de las tasas de autismo!

Si lo sumamos al tráfico de influencias entre los CDC y la industria de las vacunas, nos enfrentamos a una situación en la cual la agencia encargada de proteger a la población simplemente no moverá un solo dedo para cumplir con esa responsabilidad.

La conferencia “Generation Rescue's Autism Education”

Handley cofundó la organización Generation Rescue con su esposa en 2005, y la presidenta es la actriz Jenny McCarthy. La organización ayuda a los padres que desean iniciar una intervención biomédica para su hijo autista y organizan la cumbre anual Austism Education Summit.

Este evento es una maravillosa oportunidad para que los padres escuchen las novedades directamente de los médicos que tratan a niños autistas por medio de técnicas biomédicas.

Además, podrá obtener más información a través del libro de Handley, titulado How to End the Autism Epidemic, que incluye las declaraciones de Zimmerman y Kelley, dos miembros prominentes del Instituto Kennedy Krieger, la principal institución enfocada en el autismo en los Estados Unidos, quienes establecen inequívocamente que las vacunas causan el autismo.

El libro habla sobre una tercera declaración, hecha por el Dr. Stanley Plotkin, que muchos consideran el padrino de la industria de las vacunas. El Dr. Paul Offit lo llevó a "Voices for Vaccines", un grupo fachada de la industria farmacéutica, como perito en un caso judicial en el que una pareja estaba en desacuerdo sobre si vacunar o no a su hijo. Handley habla sobre este caso:

"[Plotkin] se sentó durante una declaración de ocho horas [y] fue destruido por el consejo opositor. Ahí se revelaron muchos de los trucos, narraciones falsas y perspectivas alarmantes que los miembros de la industria de las vacunas planean detenidamente, porque Plotkin de hecho fue uno de sus líderes intelectuales.
Obtuvimos todo tipo de información sobre el hecho de que él realizó pruebas de vacunas en niños mentalmente retrasados, sus palabras, no las mías, bebés en prisiones y huérfanos. Aprendimos la terrible historia sobre los ensayos de vacunas.
Sin embargo, es evidente que reconoció que la vacuna DTP realmente no funciona y que los ensayos de la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH) fueron muy defectuosos, porque no contaron con un grupo placebo. Recibieron una vacuna que contenía aluminio... También, explicó de forma detallada sus conflictos de interés.
Literalmente, obtiene millones de dólares al año de los fabricantes de vacunas, pero se proyecta como un vocero independiente de las vacunas. Abandonó el juicio la mañana siguiente, después de su declaración, y se negó a fungir como perito.
Por fortuna, pudimos obtener su declaración de manera pública, ya que no era confidencial. Creo que cualquier persona que analice sus palabras en esa declaración quedará impresionada por cómo piensa realmente el presunto líder predeterminado de la industria de las vacunas. Es bastante abrumador y alarmante".

Información adicional relacionada

Por último, también puede seguir a Handley en su blog en inglés, JBHandleyBlog.com. En este analiza las estadísticas de enfermedades y datos de vacunación para responder a la pregunta: ¿Las vacunas salvaron a la humanidad?

Entre el siglo XX y la época actual, han disminuido de forma masiva las tasas de mortalidad, en especial la mortalidad por enfermedades infecciosas, y a menudo los promotores de las vacunas lo han atribuido rápidamente a la existencia de un programa de vacunación exitoso.

Sin embargo, los científicos de salud pública han identificado una serie de factores coadyuvantes para reducir las tasas de mortalidad; cuestiones como mejorar el nivel de vida, el agua potable, la refrigeración, el alcantarillado, las viviendas menos saturadas, entre otras.

Es importante destacar que los datos demostraron que mucho antes de la introducción de las vacunas contra la enfermedad en cuestión, ya había disminuido drásticamente la incidencia de enfermedades infecciosas. De acuerdo con Handley:

"Desde el siglo XX hasta la fecha, estimaron que el papel de las vacunas en la disminución general en la tasa de mortalidad se situó entre el 1 y 3.5 % de reducción total [de la mortalidad]...
Los hechos están basados en datos. Es absurdo escuchar que miles de millones de vidas se han salvado debido a las vacunas, o cualquier número que intenten otorgarle, o que es el principal coadyuvante [en la reducción de enfermedades infecciosas]; porque los hechos no lo respaldan e indican lo contrario.
Si viajara a África, donde la población aún vive en condiciones de hacinamiento, el agua es pésima y todavía no cuentan con servicios de saneamiento o refrigeración, y vacunar a todos los niños mataría a más de los que podría ayudar, ya que existe una deficiencia en las demás condiciones de vida.
De hecho, lo hemos constatado a través de... un estudio4 realizado por el Dr. Peter Aaby, reconocido epidemiólogo de vacunas. Lo que descubrió es que, en [Guinea-Bisáu]... los niños que recibieron la vacuna DTP tenían cinco veces más probabilidades de morir, en comparación con los que no la habían recibido.
Hasta donde pudo explicar, la razón de eso era que la vacuna debilitaba tanto su sistema, que eran mucho más susceptibles a otras infecciones, porque vivían en un ambiente altamente infeccioso.
Entonces, si el objetivo es la salud pública pero no se hace todo el esfuerzo y se cree que las vacunas resolverán el problema, estas no solucionarán la situación. No hay datos que lo sustenten".